La mujer aún sentirá el escalofrío que le provocó su mirada
Llegamos a la entrega número 12 de nuestros ‘Relatos de Agosto’ que este año giran en torno al futuro. En colaboración con el Taller de Escritura Creativa. “La periodista rememora la escena del crimen mientras ultima la crónica: la huella ensangrentada de una mano en el escaparate, el cadáver sobre la acera”.
POR JOSÉ LUIS LEJÁRRAGA
“No soy nada. / Nunca seré nada. / No puedo querer ser nada. / Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo”. (Fernando Pessoa. ‘Tabaquería’)
La periodista rememora la escena del crimen mientras ultima la crónica: la huella ensangrentada de una mano en el escaparate, el cadáver sobre la acera. ‘Mujer asesinada frente al ventanal del Gran Café’, titula. Una escueta noticia cubierta de forma apresurada. Nadie vio nada, no hubo gritos. Un crimen profesional, en la noche, sin testigos. Así termina la reseña, en su primer encargo para la sección de Sucesos.
Mañana la periodista entrará en el café. Elegirá una mesa alejada de la puerta, la misma en la que se acomodó la mujer asesinada. Durante la espera, se ajustará el vestido que le resulta incómodo. Aun no es consciente de que una noticia, que no le correspondía, saldrá a su encuentro. El pasado de un cadáver será la llave que entreabra la puerta a un mañana con el que ha soñado tantas veces.
Al poco entrará un hombre que la habrá telefoneado a la Redacción horas antes, alguien que le contará que la mujer asesinada, venida desde una ciudad lejana para hablar de un porvenir oscuro, en el que las máquinas desplazarán a las obreras, se había convertido en un peligro. El mismo hombre que, el día anterior, la recogió en la parada del autobús y estuvo en el recinto donde arengó a otras compañeras: Hay que oponerse a los cambios, les decía, mientras un grupo la hostigaba, culpándola de enfrentarlas a los hombres, al no dejarles acceder a las fábricas para realizar el mantenimiento de las máquinas.
Antes de dar por finalizada la entrevista, le revelará la última confidencia que la mujer le hizo al abandonar el recinto: que empezaba a sentir miedo. Por eso la había acompañado hasta una bifurcación, a falta de dos calles para alcanzar aquella en la que se ubicaba la pensión donde pasaría la noche, antes de volver a su ciudad.
Esta será la información que verá la luz. Pero lo que la periodista nunca averiguará es que, meses antes, algunas personas, conocedoras de su capacidad para enardecer a la muchedumbre, habían tomado una decisión. Fue entonces cuando sin llegar a reunirse, sin instrucciones escritas, aquellos hombres acordaron poner la solución en manos de la persona adecuada, de un profesional que accedió al recinto sin llamar la atención, y se acomodó en un lateral de la sala, mientras observaba con frialdad a la oradora. Ese hombre que, horas antes, descendía desde más allá del arrabal, recordando el momento en el que llegó a la ciudad buscando concretar unos sueños que se disiparon, de cómo los pequeños hurtos, que eran un juego de mera supervivencia, desembocaron en peleas para defenderse de sus iguales; de cómo tras la primera muerte, aferró su futuro a los asesinatos por encargo.
El esbirro, al finalizar la asamblea, se escabullirá entre la muchedumbre que abandona la sala mientras la mujer aún sentirá el escalofrío que le provocó su mirada. Ella se dejará acompañar por el hombre que mañana contará su historia a una periodista, el mismo con el que estuvo en el recinto, con el que compartirá el tiempo previo a su muerte y del que se despedirá en una bifurcación. Caminará insegura hacia la pensión por calles que no conoce. Mientras, el sicario esperará el momento propicio para abordar a su presa con el aplomo que le proporciona la experiencia y el conocimiento de cada palmo del terreno. Sabe que ella camina desorientada y que se detendrá frente al café, el único espacio iluminado, en el que se sentirá más confiada.
Entonces, frente al escaparate enmarcado, la mujer contemplará su ejecución, tras ver surgir de la nada al hombre de la mirada fría con el arma que blandirá en su mano.
Comentarios
Por Pilar Gómez Esteban, el 21 agosto 2021
Magnífico cuento con un aire borgiano y un gran manejo de los tiempos. Enhorabuena al autor.