La nave Enterprise pasa la ITV
LA PROYECCIONISTA
Título original: Star Trek Into Darkness (Star Trek 2)
Año: 2013
Duración: 132 min.
País: Estados Unidos
Director: J.J. Abrams
Guión: Alex Kurtzman, Damon Lindelof, Roberto Orci (Serie original: Gene Roddenberry)
Reparto: Chris Pine, Zachary Quinto, Zoe Saldana, Benedict Cumberbatch, Simon Pegg.
Productora: Bad Robot / Kurtzman/Orci / Paramount Pictures
Sinopsis: La tripulación de la nave Enterprise descubre una fuerza que, desde dentro de la organización, ha hecho saltar por los aires la dirección de la flota, sumiendo al planeta en una crisis total. El capitán Kirk se adentra en territorio klingorn en busca de Khan, un hombre que actúa como un arma de destrucción masiva.
Actor británico en película yanki. Actor de teatro británico ejerciendo de psicópata manipulador, brillante y letal en película yanki. ¿Anthony Hopkins en “El Silencio de los Corderos”? No, mejor, mucho mejor: Benedict Cumberbatch en “Star Trek, en la Oscuridad”, que viene a ser más o menos eso: Hannibal Lecter dinamitando hasta las raíces el parque temático de Disney World. A Cumberbatch, que está a punto de convertirse en el próximo Willem Dafoe (ese tipo de actor de cara rara-rara con el toque sobrehumano que le permitirá hacer de Cristo o de Demonio) ya lo conocemos de la serie “Sherlock” y de “War Horse” (S. Spielberg, la peli más gay del 2011: oficiales. A caballo. De uniforme).
En esta de la nueva saga Star Trek no es el prota ni falta que le hace porque se traga la película con sólo dar dos pasos. Es Kahn. El villano de turno. El malo que viene de dentro, de la misma organización (los peores siempre vienen de dentro) con ira y sed de venganza shakesperiana. Todo de negro. Un destroyer de cuidado, este Cumberbatch. ¿Y por qué quiere vengarse de la organización? ¿De qué quiere vengarse? La razón es algo endeble pero qué más da. JJ Abrams es el director, así que eso importa poco. JJ Abrams (sí, el de la serie “Perdidos”-“Lost”- y la entrega de Star Trek del 2009 y la maravillosa “Super 8”) tiene una caja en el garaje de su casa. Cerrada. Desde hace unos veinte años. Lo contó en una de esas charlas TED carísimas y multimediáticas: en los 80 compró una caja de cartón en la Tienda de Magia Tannens. De vez en cuando la mira. No la ha abierto jamás. ¿Por qué? Pues porque para él “El Misterio es más potente que el Conocimiento” (sic), que suena a Cienciología pura y dura y a mantra zen.
Así que el estilo JJ podría definirse de esta manera: busca preguntas, no respuestas, y avanza siempre adelante o estás Perdido (algo que para la saga trekkie está bien pero para esta película en concreto no tanto). Adelante aunque sea para atrás: La nave Enterprise está nuevita, impecable con sus reflejos Swarovski (aunque la desmaterialicen y la neutralicen siete veces siempre sale intacta). La tripulación es muy joven en esta entrega: Chris Pine y Zachary Quinto (que repiten de Star Trek 2009) lo hacen con gracia y con entusiasmo de boyscout y reproducen la química habitual de irlandés sanguíneo (Kirk) frente a germano flemático (Spock: “El sacrificio de unos pocos es necesario para salvar a la mayoría”; no seas taaan Merkel, cariño). Repite también Simon Pegg, otro actor inglés al que le basta mover una ceja para darle el sí quiero, y cuando sales de la película tienes la impresión de que los actores se lo pasaron bien tanto dentro como fuera de plató. Eso cuenta. Aunque siempre echaremos de menos a William Shatner, el Kirk original, con aspecto de llegar a los rodajes entre sesión y sesión de Alcohólicos Anónimos, y aquél careto de acelga melancólica de Leonard Nimoy.
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