La Terraza Magnética se abre con la película más extraña de Gonzalo Suárez
La Terraza de verano de La Casa Encendida, en Madrid, abre su magnética programación recuperando la película más extraña de Gonzalo Suárez: ‘Aoom’, rodada en 1969 y que no logró ser distribuida, trata de un actor maduro que se siente prisionero en su cuerpo y decide penetrar en el de una muñeca. Un feliz rescate en torno a la búsqueda incansable del yo y de la libertad, muy pertinente en estos tiempos.
Seguir a Gonzalo Suárez no es tarea fácil; cuando tú estás llegando él ha vuelto tres veces, pero aun así su generosidad intelectual, aviesa y expectante, siempre encuentra un lugar para ti y para tu discurso que, sin pretenderlo, mejora y en la discusión le da sentido. Eso mismo ocurre con su cine. Quienes le hemos acompañado en algunas de sus aventuras cinematográficas conocemos la pasión de este hombre por la libertad, la búsqueda incansable del yo y del otro que habita dentro de mí, de lo fantástico de la realidad, de lo chistoso de la existencia, de lo terrible de la certeza.
«Verdaderamente, la realidad es una fantasía, sólo el terror es real”, comenta el director sobre Aoom, su película de 1969, aquella que tras su paso por el festival de San Sebastián en 1970, y su absoluta incomprensión, no consiguió distribución cinematográfica alguna y estuvo a punto de tirar por la borda la carrera de uno de los grandes nombres de la cinematografía española y europea. Felizmente no fue así, y hoy en día, la película es redescubierta en círculos cinematográficos por toda Europa o en la misma Australia, donde ha recibido merecido homenaje.
Aquí, en casa, esta reivindicación nos ha venido de la mano de la programación que La Casa Encendida, en Madrid, dedica este verano de 2016, en la segunda edición de su proclamada Terraza Magnética, dentro de unas jornadas de cine y conciertos más que interesantes. Y en su inauguración, el pasado sábado, proyectó Aoom, la película más extraña, extrema quizás y seguramente extraordinaria, de Gonzalo Suárez.
En su espectacular entorno, la Terraza Magnética convocó a los madrileños, esa noche calurosa de julio con aforo completo, al visionado de la historia de Ristol (Lex Barker), maduro actor que se siente prisionero de su cuerpo: «… Mis manos no soy yo, mis ojos no soy yo, mis oídos no soy yo…». Y decide salir de su cuerpo y penetrar en el de una muñeca. Su amante, Ana (Teresa Gimpera), con la ayuda de un patoso investigador privado, una extraña bruja, una pareja de jóvenes amantes y el criado mudo Constantino (Luis Ciges), emprenderá la búsqueda de Ristol, al que no cree muerto como la realidad parece certificar. Una excéntrica aventura a través del paisaje arrollador de la naturaleza de Asturias.
Cargada de sugestión, de humor, de simbolismo e incluso de terror disfrazado de fantasía, Aoom podría considerarse una tragicomedia que ejemplifica una libertad, posiblemente aún no conquistada pero sí pretendida, buscada y ambicionada, que alcanzaba a respirarse, al menos desde ciertos ámbitos, aquellos años entre las décadas sesenta y setenta. La necesidad de algo nuevo que el mundo demandaba en general y el panorama cinematográfico español, en particular.
«Aoom es una película libre en un momento de mi vida en el que quería mezclar todo, porque pensaba entonces que la vida estaba para eso», reflexiona el director.
Claramente influenciada por el impresionismo, por Stevenson o Shelly en lo intelectual o por la Nouvelle Vague en su puesta en práctica, homenajeadora del mejor humor de Tati o Keaton, o del cine de terror americano de los años cuarenta, Aoom es una obra extraña en su concepción, en su forma y en su destino. La necesidad de un artista de escenificar a través de pinceladas lo que luego ha sido leitmotiv en toda su obra, desde El extraño caso del doctor Fausto o Ditirambo hasta Remando al viento, Mi nombre es Sombra o El detective y la muerte -por solo nombrar algunas-, y que parece concentrar la obsesión y la ambición del cineasta: atrapar con la mayor precisión posible algo tan equívoco y hermoso como es la emoción del instante.
Les animo a encontrar esta especial película y a complementarla con esa otra deliciosa rara avis rodada 35 años después por Suárez, en la que vuelve a la misma costa asturiana y en que dialoga con ciertas reminiscencias, viajando a los personajes y los paisajes de Aoom, titulada El genio tranquilo, de 2006.
Felicitar y agradecer a La Casa Encendida por acercarnos, bajo una Luna casi invisible pero creciente, a un autor y a una obra tan añorada como necesitada en estos últimos años. ¡Gonzalo, vuelve pronto al cine, carajo!
Comentarios
Por Auri, el 15 julio 2016
Gonzalo Suárez, uno de mis directores preferidos. No conocía esta película y eso que creía conocer todas. Es una gran recomendación para este fin de semana. El artículo desde luego invita a verla, sentirla y comprenderla, además ese toque de proximidad al director por parte de Antonio hace que sea aún más cercana para quienes esperamos las propuestas cada Viernes de Cine.