‘Las furias’ arrastran al lado oscuro a cuatro muchachas en un colegio de élite
El debut literario de la británica Katie Lowe nos trae una novela honesta y completísima sobre la evolución personal de cuatro adolescentes marcadas por distintas sombras en un colegio de élite: ‘Las furias’. Una magnífica novela que nos habla de violación, de maltrato y abandono, de cenizas y cadáveres, de amores prohibidos, de brujas y conjuros, de plegarias que Dios no escucha porque las gritan mujeres. Una estremecedora historia que se sirve de la figura de las ‘furias’, divinidades romanas de la venganza, que llevan a las jóvenes hacia su lado más oscuro.
A los 15 años todas las amistades parecen amores eternos y todos los agravios, pequeñas muertes sociales que te arrancan la piel y el porvenir. Violet, la perseverante y desorientada protagonista de Las furias, primera novela de Katie Lowe, lo sabe y lo explica con un lirismo letal mientras dura la historia.
Violet llega, o al menos lo hace su cuerpo obediente de niña, al prestigioso colegio Elm Hollow después de una tragedia y de una tímida resurrección que le hace seguir arrastrando los cadáveres de su hermana pequeña y de su padre de esa forma gravosa con que se arrastra una muñeca que al hacernos mayores paradójicamente pesa demasiado. Llega enarbolando una tragedia y se marchará albergando muchas más, porque ese lugar en apariencia acogedor y pintoresco, esconde secretos impropios de la edad de las protagonistas que le pondrán al lector los pelos de punta.
Violet quiere encajar a toda costa y no se da cuenta de que la grieta que ha escogido para sobrevivir acabará aprisionándola de tal forma que será la inesperada mortaja de su adolescencia y de la de sus inolvidables compañeras de viaje. Las furias es una novela honesta y completísima sobre la evolución personal de cuatro adolescentes marcadas por distintas sombras. Robin, el caballo de Troya del grupo; Alex, la niña rica enamorada de Grace, la adolescente maltratada por su padre que hará saltar la banca cuando nadie lo espere. Todas serán víctimas y verdugos y todas pervivirán en la memoria del lector porque son deliciosamente perversas e indefensas.
Las furias es un extenso y conmovedor ejercicio de memoria contado por una Violet adulta y aún extasiada por lo vivido durante aquel año incierto que narra esta historia. A veces recordar es un pasaporte que, por mucho que nos empeñemos, en realidad no lleva el sello de ningún país. Hay mujeres que nacen sin patria a la que cantarle. Y eso es lo que cuenta esta magnífica novela que hace un excelso recorrido emocional sobre el papel de la mujer en la educación. Y para ello acoge entre sus páginas a la excéntrica, intrigante y cultísima Anabelle, tan seductora como telúrica para nuestras cuatro protagonistas. La maestra que intentará alejarlas de sus problemas, y del estigma que lleva implícito ser mujer, sea cual sea el siglo que habites, sumergiéndolas en extravagantes clases de Arte en las que tendrán como abanderada a la gran Medusa, pero que sin querer las convertirá en parias y en mártires de sus propios sueños y locuras:
“Es la mujer que se niega a ocupar el lugar que le está reservado y que es devuelta a él. Su cabeza decapitada nos sirve de advertencia a todas”.
“La finalidad del arte es horrorizar a los idiotas que se creen con gusto”.
Las furias es también un cuidado juego de espejos en el que las apariencias (ya sufrirán a Nicky, ya, y a su execrable leitmotiv) son la mejor coartada para convertirse en un monstruo de sonrisa perfecta y grandes amistades. Y un foso profundo en el que el dolor hace de los adolescentes títeres de extremidades interminables que no podrán luchar contra la parálisis de una madre que se entrega a los hijos muertos hasta hacer transparentes e infelices a los hijos vivos. Violet se pasa los días leyendo epitafios en los largos y etílicos silencios de su madre. Su furia es conmovedora, su lucha por ser querida, una zarza que arde teledirigida por el diablo.
Lowe es una extremista emocional que cuida con devoción la estética en cada una de las atmosferas que crea para obtener la abnegada complicidad del lector. Nos habla de violación, de maltrato y abandono parental desde una simplicidad narrativa que hace que cada salto al vacío de sus protagonistas nos deje un marca, pero a pesar de la dureza de algunas escenas nos hace seguir buscando y empatizando con la complicada y caprichosa adolescencia de las cuatro muchachas que viven, sufren y mueren en este torbellino de pasos perdidos que es su novela.
Lowe sabe habitar los extremos y construye afables desconocidos que harán daño a sus protagonistas, pero que después serán capaces de besarlas sobre las mejillas sofocadas como imparables sustitutos de Judas. Sabe conjugar la violencia y sabe tratarla de esa forma en que una madre trata a un hijo malo e insaciable cuyo único objetivo es devorar a los supervivientes.
Las furias es un caos en el que el orden es un castigo divino e inaprensible desde las primeras páginas. Es un manual de amistades tóxicas y falsas apariencias. Es una pregunta sin límites que nos hace cuestionarnos hasta qué punto es lícito sumergir a los adolescentes en la más emblemática obra de Dante y, sobre todo, si es lícito arropar su futuro entre los enervados pliegues de un montón de citas literarias (de las obras más salvajes de la literatura universal) que en apariencia buscan a través de la identificación alejarles de esa locura con que tan a menudo quiere estigmatizarnos la juventud.
Las furias es también una jaula de oro, llena de cenizas y cadáveres, de amores prohibidos, de brujas y conjuros, de plegarias que Dios no escucha porque las gritan las mujeres. Es la historia de una sustitución, la de Emily (un fantasma que ocupa de una forma u otra los sueños de todas las protagonistas) por Violet, que te envuelve con esa voracidad insana con que te envuelve el cuerpo una camisa mojada cuando tienes prisa por desvestirte.
Las furias una novela cuajada de reveladores refugios, pero también de la más valiosa intemperie, la de las amistades que son capaces de acabar con el más feroz de los inviernos.
“La verdad se desvela por sí sola cuando es necesario”.
No dejen de leerla porque es deliciosa, dinámica y contagiosa, porque se reconocerán en los estribillos de actos rebeldes que cantan sus protagonistas en mitad de la noche. No dejen de leerla porque volver a ser joven por persona interpuesta es un milagro que a determinada edad ya nadie espera.
‘Las Furias’. Katie Lowe. Siruela. 314 páginas.
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