‘Las Raras’: historias de libertad en pódcast desde Chile
Las movilizaciones del pueblo chileno les han dado aun más sentido y difusión: “Sus protagonistas y paisajes sonoros. Esto es Las Raras. Historias de libertad”. La cálida voz de la periodista Catalina May, narradora y directora de contenidos de este podcast, introduce cada uno de las cápsulas sonoras delicadamente trabajadas por May junto a Martín Cruz, ingeniero de sonido con amplia experiencia en el sector audiovisual. Fue en 2015 cuando comenzaron a investigar desde Chile esta nueva forma de diseñar relatos sonoros de no ficción, por suerte raros, utilizando la acepción más positiva del término. Raro como sinónimo de libre, osado, valiente, extraordinario y siempre singular.
“El nombre juega con diferentes términos. Las Raras son una especie de pajarito que se da acá en Chile y también en Argentina. Podéis verlo dibujado en nuestro logo. Decimos raras a historias que suponen decisiones poco habituales por parte de personas que arriesgan. Raro como ajeno a las normas. Aunque somos un hombre y una mujer, quisimos llamarnos en femenino, precisamente para que nuestra propuesta fuera diferente desde el nombre. Recibimos correos donde a veces saludan con un “hola chicas”, y nos reímos porque nos parece francamente divertido”.
Quienes disfrutan con los pódcast de Las Raras ponderan su inmensa capacidad para hacernos ver lo que estamos oyendo. La estructura narrativa de sus reportajes multiplica el valor del menor ruido aumentando el efecto de la palabra, tantas veces más valiosa que un bombardeo de imágenes. El trabajo de Las Raras relata mientras sugiere. Sus narraciones no se escuchan, se atienden. Es el bien llamado paisaje sonoro; una sensación cercana a la de cerrar los ojos ante una proyección y seguir viendo la escena como si nuestros párpados se hubieran vuelto translúcidos.
La cama del poliamor, Mapuche Style, Un metro dieciséis son algunos de los títulos de sus cuatro temporadas. Los citados capítulos narran respectivamente, la vida cotidiana de una pareja poliamorosa (se trata del testimonio de la escritora y periodista peruana Gabriela Wiener), rescatan las voces de un grupo de chilenos raperos o repasan la cartografía vital de Patricia May, tía de Catalina, afectada de enanismo y hoy convertida en una lideresa del desarrollo espiritual. Entregas que amplifican sin estridencias el timbre de esas voces, sin hueco en los medios de comunicación tradicionales. “Creemos firmemente que lo personal es político y con esa mirada afrontamos temas como feminismo, medioambiente, arte, educación, amor, familia, maternidad, migración, derechos humanos y más”, explican en su web.
Para esta pareja de documentalistas, la realidad es más que bienvenida, de ahí que sus quehaceres habituales se hayan visto interrumpidos por la conmoción social que estas semanas monopoliza el ritmo de su país, Chile, con las severas protestas contra el gobierno de Sebastián Piñera. Un clamor especialmente importante plasmado en la multitudinaria marcha en las calles de Santiago de Chile, que el pueblo pisaba nuevamente, unido y en paz. Más de un millón de personas congregadas de manera espontánea en una ciudad donde viven y malviven siete millones de almas. Un despertar espoleado por el precio justo del billete de metro –una subida de 30 pesos por pasaje–, aunque se reclama mucho más. Catalina y Martín no lo han dudado. De nuevo están sobre el terreno, realizando ese registro sonoro tan conmovedor como veraz. El primer capítulo de esta serie lo han llamado Extra: Chile y su historia de libertad.
Las razones de la movilización del pueblo chileno
“Nuestro país está viviendo su propia historia de libertad y queremos que ustedes escuchen sus razones, más que suficientes para la movilización”, cuenta Catalina May, explicando el cambio de programación de su Cuarta Temporada. “El retrato sonoro de una explosión en pleno desarrollo”. Habla el pueblo. “No solo protestamos por el aumento de los 30 pesos, son las pensiones de nuestros abuelos, nuestros papás, un sistema de salud horrible, es la privatización de todo”, explica una manifestante. “Nos han violentado desde que nacimos, porque nacimos en un sistema muy violento”. “Mi mamá y mi abuelita, que las veo luchar no pudiendo llegar a fin de mes y yo vivo endeudada por un crédito de aquí a 20 años”. “Despertamos, y despertamos con furia. Nunca imaginé que iba a explotar de esta manera y estoy muy contenta. Es la dignidad y viene de lejos, no es una cosa de hoy día”, expresa otra manifestante luchadora a pie de calle. Como diría Blas de Otero, a los chilenos les queda la palabra y Las Raras retransmiten los pasos de la gente en el transcurrir complicado de unas vidas donde sobran las razones para alzar la voz.
La concurrida marcha ha dejado en Catalina un efecto reversible, una huella con dos caras. “Por un lado está la sensación de ser otra vez comunidad, inexistente hasta hace poco. La gente está en la calle, el movimiento ciudadano es muy valioso y la marcha del viernes 25, tan pacífica, con personas tan diversas y de tantos orígenes, supone algo muy positivo”, se congratula May. Pero hay un lado feo: la fragilidad de la democracia chilena, tan necesitada de cimientos y andamiaje. “Vivimos en un estado de excepción con toques de queda y militares en la calle, algo que evoca la terrible y no tan lejana dictadura de Augusto Pinochet. Es una situación completamente ilegal, con detenidos, agresiones, disparos de balines directamente a los ojos, y muertos que se achacan a incidentes como el fuego, algo que no queda en absoluto demostrado. La policía entra en las casas y nos consta que hay secuestros y abusos sexuales a mujeres, puede que también a hombres y a homosexuales, además de muchos otros delitos que ni siquiera son públicos”, concluye Catalina May.
Independencia y música original
Volviendo a su trabajo habitual, Catalina y Martín dicen sentirse tan libres como las historias que narran, siempre acompañadas de música original. El secreto de esa libertad es la independencia. Que obviamente tiene un coste. “Hemos invertido tiempo y energía y estamos todavía en el proceso de hacerlo sostenible económicamente a largo plazo. En este momento combinamos Las Raras con otros trabajos, y hemos podido producir la presente temporada gracias a un fondo de Google, y la colaboración de una fundación norteamericana, International Women´s Media Fundation, que apoya el trabajo de mujeres periodistas”, explica May.
Con Martín charlamos sobre la sonoridad de estos pódcast. “Buscamos una suerte de inmersión. Queremos que eso nos distinga, porque es la mejor manera de representar lo que está ocurriendo, sobre todo en los capítulos dedicados a las revueltas chilenas. Esos paisajes sonoros tienen mucho peso, pero no diría yo que es lo que marca la diferencia entre un pódcast de un reportaje radiofónico. Nuestro pódcast es diferente por algo que tiene mucho más que ver con los procesos creativos y la demora aplicada en cada pieza de audio”. Las Raras se entretienen en la precisión y en el cuidado. Suele decirse que un pódcast es una historia casi susurrada al oído, mientras que una pieza de radio contiene inmediatez. “Algo también importante para contar lo que está viviendo Chile”, agradece Martín Cruz.
Aseguran que, de todas sus historias, las más complicadas de contar han sido tres capítulos sobre la crisis humanitaria que se está viviendo en la frontera entre México y Estados Unidos por la cruel política migratoria de Donald Trump. La primera se llamó La historia de Estrella, “una mujer transexual que recorre Centroamérica desde El Salvador para pedir asilo porque en su país teme por su vida”.
En la cámara es otro precioso retrato sonoro con los testimonios de Fernando Aceña, un fotógrafo español que andaba recorriendo Chile en una casa rodante, hecha con sus propias manos, que es al mismo tiempo la cámara de fotos que utiliza. “Supimos de su existencia y viajamos hasta el sur del país para poderlo entrevistar. Conocer esa casa-cámara y verle trabajar supuso un maravilloso hallazgo que contamos con mucha alegría y mucha belleza. Fernando es un artista que vive por y para lo esencial”.
De momento en Chile la lucha continúa y Las Raras van a seguir con sus rarezas. Seamos todas oídos.
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