Laura Martínez, la telepastora de cabras malagueñas y vacas serranas
Estudió Veterinaria por vocación, porque se veía en una clínica con animales de compañía, pero durante las prácticas de la carrera algo no encajaba… Hasta que se le cruzaron las cabras. Ahí sí, su cabeza lo tuvo claro: cabrera. Hoy nos acercamos al mundo rural para conocer a Laura Martínez, una ganadera de cabras en extensivo que vive en Bustarviejo, un pueblo precisamente en la sierra madrileña de La Cabrera.
“En principio tenía idea de dedicarme a clínica de pequeños animales, animales de compañía, y estuve haciendo prácticas e interna en el hospital, pero después de hacer las prácticas, aunque me gustaba mucho, no terminaba de cuadrarme ni gustarme de verdad. Y me di cuenta de que la parte de producción y veterinaria de campo me gustaba mucho; luego hice el Máster en producción y sanidad animal de pequeños rumiantes, tenía mucho contacto con ganaderas y de ahí surgió la idea”, nos explica Laura.
Junto a su pareja, Belu, de origen senegalés, hizo el curso de pastores de Andalucía, y entre los dos pusieron en marcha su proyecto del rebaño de cabras en extensivo en la sierra de Madrid, en Bustarviejo, un pueblo situado a 1.200 metros de altitud y con 2.500 habitantes.
La elección de las cabras fue un empeño de Laura, que siempre ha sentido predilección por estos animales. “A mí personalmente me gustan mucho, me encantan”, comenta Laura. Su rebaño de 170 cabras es de la raza autóctona malagueña y ahora acaban de sumarse otras 60 vacas serranas, que van a cruzarlas con macho angus para carne.
Lo que realmente cambió la vida de Laura es el telepastoreo. Desde febrero de 2023, cada cabra y cada vaca lleva un dispositivo GPS que las ayuda a encontrar los mejores pastos y a no perderse. Laura planifica un área donde los animales puedan pastar, y cada vez que la cabra se acerca a ese vallado virtual, el dispositivo emite un sonido para avisarle de que está en el límite. En caso de que siga, se emiten hasta cuatro avisos sonoros para que se aleje de esa zona y, en último caso, cuando vaya a pasar el vallado, le da una pequeña descarga en el collar.
Las cabras y vacas pastan cada día por una zona asignada y no rechazan el dispositivo, se sienten cómodas. “Las vacas están todo el día solas en el campo, pero vamos a diario a revisarlas. Y a las cabras las acompañamos hasta el sitio donde tienen que pastorear cada día y se quedan con los mastines; las vamos a recoger a última hora de la tarde para ordeñarlas y que duerman en la nave”, explica Laura.
“En la fase de entrenamiento, enseguida lo entendieron; cuando pita la primera vez, ya ves que levantan la oreja y se dan media vuelta, es una pasada. Y por la tarde, cuando tienen que volver, les abres el corral y las cabras van probando por donde volver ycuando no les pita el collar siguen y vuelven a la nave solas”, relata Laura.
GPS para no perder cabras
Antes de tener los GPS, las cabras se perdían bastante a menudo. Cuando llegaban por la tarde a la nave y hacían recuento, veían que faltaba alguna y tenían que volver a buscar a las extraviadas; les podía llevar hasta cinco horas encontrar las cabras perdidas. “Ahora, cuando se queda algún animal atrás, enseguida con el GPS lo localizas y vas a buscarle”, añade.
Las cabras se pasan en el monte desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la tarde, cuando ya es de noche en invierno, pero las vas a recoger con la linterna y vuelven con los GPS a la nave, comenta Laura.
“Los GPS me han cambiado la vida; al final, es la única forma que tiene la ganadería extensiva y familiar de poder continuar”, afirma Laura. Es madre de dos niños de 3 años y de 2 meses; con el mayor salía a pastorear con el bebé en la mochila. La ganadería requiere estar todos los días; las vacaciones las cogen cada uno de la pareja por separado, para que el otro se quede con los rebaños.
“Los GPS nos han permitido atender muchas cosas que antes no podíamos, como, por ejemplo, mantener las instalaciones más limpias, las gallinas y los huertos están mejor atendidos, y la conciliación familiar; habría sido imposible tener dos hijos si no hubiéramos tenido esta tecnología”, explica Laura.
A principios de 2023 la falta de lluvias sí afectó a la alimentación de los animales, pero gracias a los GPS, los animales han podido pastar en otras zonas, a las que antes no podían acceder, porque los pastores no pueden llegar, al ser zonas más altas. “Con los GPS sí han podido acceder a esas zonas, y encontrar alimento”, explica Laura.
Las cabras se destinan a producción de leche para queso. Un queso artesanal que elabora Laura con su compañera Conchi y que se vende con el sello de La Caperuza. También realizan talleres para niños, familias y colegios para enseñar el oficio de pastor y la elaboración del queso.
Las vacas están en extensivo y no toman pienso; su alimentación es directamente del destete del ternero al pasto. “Todos los animales están en extensivo; cuando se destetan los terneros, se sueltan a campo, y te puedo decir que la carne tiene un sabor mejor”, explica Laura.
COMPROMETIDA CON EL MEDIO AMBIENTE, HACE SOSTENIBLE ‘EL ASOMBRARIO’.
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