Leo Bassi: “’Matamos’ a los niños con regalos demasiado sofisticados”
¿Te atreverías a llevar a tu hijo, a tu sobrino, a tu alumno a un show donde Leo Bassi hace de Papá Noel y se pronuncian palabras políticamente incorrectas para niños como franquista o ‘balconing’? Bassi, junto con Laura Inclán y Lola Barroso, hacen de ‘Crazy Christmas Show!’ un divertidísimo viaje relámpago al Polo Norte, con una buena dosis de típico humor ‘british’. Un gran espectáculo que puede verse en Madrid. Y un sueño que cumple por fin el showman, que nunca antes había actuado para el público menudo: convertirse en Papá Noel.
Esta cuadrilla de locos capitaneados por Bassi nos propone en Crazy Christmas Show! un espectáculo infantil nada conceptual, donde hay sitio para la improvisación, donde no todo tiene que ser pedagógico y donde hay guiños para que el público adulto pueda reír y entrar en la historia pensada para los niños. Allí, en el Polo Norte, nadie se va a aburrir. Va a renacer la magia, la fantasía y todo va a ser muy divertido y respetuoso con el mundo infantil. Al más puro estilo de la english pantomime; donde, en un show para niños, se provoca a los adultos, con chistes que los pequeños no entienden, pero sus padres sí.
Leo Bassi, que adora la infancia, no quiere desvelar nada que pueda arruinar a los niños la fantasía y menos en este show donde hace de Papá Noel. “Quiero mantener la magia de las cosas más tradicionales. Mantener el simbolismo de los regalos”. Así, al final de la actuación, entrega un regalo a los niños que se relaciona muy de cerca con su Iglesia Atea Patólica. Y es que Leo Bassi no renuncia nunca a ser él mismo. Presenta a un Papá Noel un poco gamberro que los niños y niñas van a adorar, con muchas miradas al mundo del circo. Quiere transmitir el mensaje del payaso que lleva dentro desde que a los siete años pisara por primera vez la pista de un circo. «Hay que perder las apariencias, las formas, y recordar a la gente que Papá Noel también puede ser así. Al principio pensaba que haciendo un Papá Noel grotesco les podía quitar la magia a los niños, pero he visto que les encanta esta versión tan cercana al payaso».
Leo Bassi nos cuenta que el objetivo de este show nace en parte de su reciente paternidad: «Y de mi deseo de volver a la inocencia y jugar con la idea de hacer reír a los niños con chistes nada conceptuales».
Laura Inclán, pareja y madre del hijo de Bassi, añade: «Nos permite ver la vida desde otra perspectiva; es una forma de estar en el mundo de los niños y con nuestro propio hijo».
En el espectáculo, Papá Noel se muestra muy disgustado porque los niños le devuelven los regalos tradicionales y prefieren los más tecnológicos (siempre y cuando sean la última versión; si no, tampoco los quieren). «Agobiamos a los niños con estímulos para no estar con ellos, les regalamos cosas que les entretengan», nos cuenta Lola Barroso, pianista, reno y elfo en el show.
«Hasta que no he hecho de Papá Noel no me he dado cuenta de que el tema es mucho más complicado de lo que yo me pensaba. Quería con este personaje apoyar la magia, la inocencia de los niños, quitándoles todo el peso simbólico consumista que tiene. La sociedad ha transformado el hecho de hacer un regalo en algo materialista. Cuando finalmente el regalo es simplemente una parábola que busca despertar la imaginación de los niños, de mantener su ilusión… Algo que le pasa siempre a un payaso, por muy mayor que sea, que busca mantener su ilusión de niño; por eso mi Papá Noel es así. No quiero matar al niño que tengo dentro. Y es que estamos en una sociedad donde matamos a los niños con regalos demasiado sofisticados y solo materiales».
¿Y qué hacemos con esos padres que educan a sus hijos a golpe de realidad? Leo Bassi lo tiene muy claro: «Son muy peligrosos, quieren tenerlo todo controlado, asegurado. El mejor regalo que puede hacer un padre a su hijo es dar fuerza a su imaginación. Y mantener su esperanza. Eso les vas a permitir a los niños encontrar sus propias defensas». Y haciendo un truco de metáforas, añade: «No hay que dar a los niños demasiados antibióticos, hay que dejar que el niño cree sus propios anticuerpos, aunque sea un proceso más lento».
«Pero, claro, lleva menos tiempo cubrirle con demasiadas cosas, antes de que el niño las pueda descubrir y caigan en sus propias decisiones. El tempo del niño es distinto al del adulto, pero los adultos vivimos consumidos por el tiempo y nos olvidamos de ellos», remata Laura.
Por su parte, Lola Barroso dice: «A nosotros nos encanta que los niños descubran cosas, que hagan sus propios descubrimientos. Trabajar con Leo y Laura es definitivamente eso, recuperar el chiste, las ganas de hacer el payaso sin complejos, descubrir todas las cosas que puedes llegar a hacer».
Leo Bassi nos reconoce que fue un niño feliz, precisamente porque se crió con sus padres en un circo. Bassi viene de una familia de siete generaciones de trabajo bajo una carpa. «He viajado mucho con ellos, rodeado siempre de muchos estímulos. Una tribu donde he aprendido todo lo que soy. Una tribu donde se mezclaban todas las generaciones sin fragmentación por edades ni profesiones: trapecistas, malabaristas, payasos, viejos, adultos, niños… Todos juntos. Donde nos gastábamos bromas, incluso algunas terribles, que nos hacían reír a todos. Pero, además, trabajábamos muy duro, con un nivel de exigencia muy alto; porque, si no, no te puedes subir a un trapecio. Ahora me siento con el deber de devolver al mundo todo lo que la vida me ha dado, por eso quiero participar en este proyecto con los niños».
Bassi, que también gestiona la Iglesia Patólica, donde quiere recuperar el espíritu sagrado que se vivía en el circo, busca, con la inocencia de la broma, que podamos tomarnos la vida de forma optimista; busca mantener vivo algo tan sencillo como es la risa. “Es una misión que tengo, transformarla en un acto sagrado. Ésa es la función del payaso».
¿Y cómo les contamos a los niños la realidad sin que desaparezca su fantasía? “Es inevitable sufrir un golpe de realidad. Las cosas van a ser mucho más difíciles de como las hemos vivido de pequeños. Hasta que no conoces la realidad no sabes cómo enfrentarte a ella. Algo parecido les va a pasar a los de Podemos; si llegan al poder, nos van a decepcionar, porque una cosa es lo que se quiere y otra lo que se puede hacer».
«Esta evolución tan rápida ha creado problemas», continúa Bassi. «Las civilizaciones se construyen a base del método ensayo/error. Vivimos en un momento de grandes equivocaciones. Pero vamos a aprender una nueva filosofía y unas nuevas reglas. La vida encontrará una solución y puede que la encuentre incluso sin el ser humano. Pero has de saber algo: yo no soy nada pesimista. No tengo nada de angustia, la vida es maravillosa. Sigo teniendo ganas de hacer cosas a mis 62 años. Y egosiento una responsabilidad, que consiste en compartir experiencias con los demás».
Durante la charla, esta maravillosa cuadrilla me cuenta que reímos más que nunca, pero de un modo muy superficial; un humor que viene sobre todo de Twitter, «el paraíso del chiste rápido», pero insisten mucho en que hay que recuperar la risa esencial, esa que nace de la espontaneidad, de lo cotidiano, de la magia. “Le tengo miedo a la ironía», dice Leo Bassi, «porque es una manera de no respetar nada, porque al irónico no le puedo preguntar: ¿y tú en qué crees? Necesitamos creer en algo. Nos falta la risa inocente. La broma inocente. Y te puedo adelantar que en mi próximo espectáculo quiero recuperar esto a partir de una aventura maravillosa que he vivido este verano. Tengo una hermana que es del mundo del circo como yo. Pero ella se ha preocupado más de la historia del circo que yo. Descubrió por casualidad que los hermanos Lumière habían filmado a mi bisabuelo y a su hermano trabajando en el circo como malabaristas y acróbatas, y que esas películas están digitalizadas. Y ha logrado negociar los derechos con la fundación Lumiere para que yo pueda usar las grabaciones de mi propia familia, ¡de hace 118 años!, en mi próximo espectáculo. Son cinco filmes de 40 segundos. Lo que he descubierto de mi bisabuelo y de su hermano con estas filmaciones es la inocencia. Eran espectáculos de una inocencia que sólo se encuentra ahora en espectáculos de calle en el Tercer Mundo».
«Es en la India donde se escapan las carcajadas más reales que he visto yo en mi vida, por las cosas más simples», añade Laura. «En Europa no nos reímos así, aquí estamos más preocupados por controlar. No dedicamos tiempo a la espontaneidad. Allí ves un profundo amor a la vida».
Los niños van a disfrutar del show a su propio ritmo, viendo cómo sus padres ríen con cosas que ellos no van a entender…, pero que ya las entenderán… Van a confiar en este Papá Noel burlón porque ven que sus padres confían en él y en las situaciones que les plantea. El particular Polo Norte que visitamos al entrar en el Teatro del Barrio, en el madrileño barrio de Lavapiés, nos ofrece un mundo que integra al niño y al adulto. No es de esos espectáculos para niños donde los adultos se puedan aburrir y enseguida pueden lamentar haber dejado apagadas sus realidades virtuales en los bolsillos. Se trata en este caso de un espectáculo completo para toda la familia. “Los niños tienen muchas energías, los adultos las necesitamos», nos dice Leo Bassi a modo de conclusión. «Es un placer y una necesidad del adulto la de jugar con ellos”.
‘Crazy Christmas Show!’. Teatro del Barrio (Lavapiés), Madrid. Viernes 2, sábado 3 y domingo 4 de enero a las 12.00 h.
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