Llega una ballena a Barcelona para impulsar el consumo responsable de pescado
¿Sabemos lo que compramos? Y, sobre todo, ¿sabemos las consecuencias que tiene para el ecosistema el simple y a la vez esencial gesto de adquirir o no un determinado producto? A estos dos interrogantes nos enfrenta ‘Fish Forward’, proyecto en Barcelona de la organización conservacionista WWF financiado por la Unión Europea y que tiene como principal objetivo concienciar a los consumidores sobre lo imprescindible de un consumo sostenible de pescados y mariscos. Una advertencia a subrayar: prestar siempre más atención al etiquetado. Celebramos así el 8 de junio, Día Mundial de los Océanos.
¿Somos conscientes de cómo afecta a los océanos nuestro consumo personal de pescados y mariscos? La respuesta, sin lugar a dudas, resulta negativa, como confirma, a lo largo de la presentación del proyecto Fish Forward en Barcelona Carme Sabater, presidenta del CUS, Salut, Consum i Alimentació: “Los consumidores no creen que su consumo vaya a tener influencia en el medioambiente”. Ante esta constatación, nace el proyecto Fish Forward.
Y ante la necesidad de concienciar al consumidor de su papel activo en la conservación del medio ambiente, WWF ha creado la Ballena Gigante: a través de ella, el visitante descubre la importancia que tiene el consumo responsable de pescado, cómo debe adquirirse el pescado para consumo propio, qué debe comprarse y qué factores deben tenerse en cuenta a la hora de elegir el pescado y el marisco para llevar a nuestras mesas. Como indica Sabater, “el consumidor debe aprender a leer las etiquetas”. Con este propósito, desde el 1 de junio y hasta el próximo sábado día 11, está instalada en el Centro Comercial Diagonal Mar de Barcelona, proveniente de la Expo Universal de Milán -celebrada hace apenas unos meses-, la Ballena Gigante, en torno a la cual se realizarán distintas actividades, todas ellas dirigidas a una concienciación del estado actual de los océanos y a nuestro papel, en tanto que consumidores, para su salvaguarda.
“La sostenibilidad de los océanos es también la conservación de modos de vida”, comenta José Luis García Varas, responsable del Programa Marino de WWF. “Si los océanos fueran un país, representarían el 7% de la economía mundial”, añade, subrayando que el mantenimiento y conservación de los océanos no sólo tiene importancia a nivel medioambiental, sino también a nivel económico, puesto que gran parte de la población debe su supervivencia económica a la pesca y a la distribución y comercialización de pescado. Por ello, y sobre todo en un país como España, donde el consumo anual por persona supera los 46 kilos (el tercer puesto de la UE), es el cuarto mayor importador y el noveno exportador del mundo, la concienciación es imprescindible. Esto significa conformar un público consumidor interesado y preocupado por conocer de dónde procede y cuáles son los mecanismos a través de los cuales el pescado que consumimos llega a nuestros mercados: “El 23% del comercio se hace a través de Europa”, comenta Varas, «mientras que el 56% de pescado que consumimos es importado de países en desarrollo”. El resto es fruto de la pesca nacional, cuyas cifras no son nada desdeñables. En efecto, basta pensar que solo en Cataluña se contabiliza, según los datos ofrecidos desde la Secretaría de Pesca de la Generalitat, una flota de 846 barcos.
Ante estos índices de consumo y de producción, la concienciación acerca de cómo y de qué comprar se hace particularmente necesaria, pues solamente sabiendo comprar y consumir es posible asegurar –se recalca una vez más desde la Secretaría de Pesca, en perfecta consonancia con el WWF- “la sostenibilidad medioambiental, la sostenibilidad social y la sostenibilidad económica”. Concienciación que, sin embargo, subraya Varas, debe ir acompañada por una política de protección de los océanos y de control de la pesca, pues resulta insostenible que todavía hoy gran parte de los pesqueros no hayan sido evaluados y, por tanto, no se tenga el control de su actividad, y que además se tenga constancia de la sobreexplotación de los océanos, es decir, de una pesca abusiva, sin que dicha práctica tenga consecuencia alguna. En efecto, recuerda Varas, si no se controla el nivel de pesca puede repetirse, con otras especies, el caso del atún rojo del Mediterráneo, especie que hace apenas unos 8-10 años estaba en riesgo de desaparecer. Hoy día, gracias a una política de control sobre la pesca, se ha podido preservar e incrementar la presencia del atún rojo en aguas mediterráneas; sin embargo, ahora es en el Pacífico donde encontramos una situación alarmante por su progresiva desaparición.
Esta situación y estos datos deben ser lo suficientemente elocuentes para que todos adquiramos conciencia de que debemos hacernos cargo de nuestra responsabilidad en la preservación de los océanos, pues ya no vale con delegar la responsabilidad en las instituciones gubernamentales o las ONGs encargadas del medioambiente; el ciudadano debe darse cuenta de que su praxis cotidiana tiene consecuencias importantes e, incluso, irreversibles para el ecosistema de los océanos y la economía que de ellos dependen. “Los consumidores tienen derechos, pero los derechos conllevan deberes”, afirma Carme Sabater, para quien el consumidor debe responsabilizarse del impacto medioambiental que tiene el producto que adquiere y, por tanto, debe “prestar atención al origen del producto, a la manera en que éste se obtiene y, sobre todo, al etiquetado”. Un consumidor exigente es aquel que presta atención en la información que ofrece el etiquetado, que es la principal garantía que tiene de la calidad del producto adquirido. La globalización, subraya Sabater, ha ampliado los mercados, ha hecho accesibles una mayor variedad de pescados y ha desdibujado las redes comerciales de la pesca: ahora es difícil saber de dónde viene cada pescado que consumimos y, además, el pescadero ha dejado de ser, en muchos casos, un punto de referencia, sobre todo porque los puntos de venta de pescado se han multiplicado. Por ello, la importancia del etiquetado: es el DNI de los productos, el registro de todas aquellas informaciones que deben llevar al consumidor a adquirir o no un determinado producto.
Analizados los síntomas, ¿a qué retos se enfrenta el programa Fish Forward? “El gran reto es la concienciación de los futuros consumidores”, comenta Varas, «la configuración futura de consumidores responsables y, sobre todo, conocedores de sus derechos y obligaciones y, por tanto, conscientes de que el consumo de pescado no es inofensivo, sino que es una pieza indispensable para la conservación de los océanos y de los modos de vida asociados a ellos». Por todo esto, la exposición de la Ballena Gigante en Diagonal Mar de Barcelona está llamada a ser no solo, como indica Daniel Medina, vicedirector de Diagonal Mar, “un punto de inflexión para nuestro centro comercial en cuanto a los valores que queremos transmitir, sino un paso imprescindible para la configuración de los consumidores del futuro» y, por tanto, para la conservación de nuestros océanos, de cuya importancia y riqueza muchas –demasiadas- veces nos olvidamos.
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