Lola López Mondéjar: Qué mundo tan maravilloso, pero cada vez menos…

La escritora Lola López Mondéjar. Foto: Isabel Wagemann.

La escritora Lola López Mondéjar. Foto: Isabel Wagemann.

La escritora Lola López Mondéjar. Foto: Isabel Wagemann.

La escritora Lola López Mondéjar. Foto: Isabel Wagemann.

En su nuevo libro, ‘Qué mundo tan maravilloso’, Lola López Mondéjar nos ayuda a mirar lo que está sucediendo, a no girar la cabeza hacia otro lado: Vivimos en un mundo maravilloso, sí, pero a la vez deplorable. Los humanos podemos ser sublimes, pero también somos armas de destrucción masiva y podemos convertir el planeta en un vertedero. Nos habla de la vida cotidiana, de las mujeres sobre todo, para hablarnos de otras cosas, de la importancia del amor, de la fragilidad de los principios cuando los sometemos a la realidad de nuestras vidas, de nuestras contradicciones, de la huida a lugares paradisíacos mientras el mundo va a la deriva y asistimos a su derrumbe.

Una de las pocas cosas buenas que tiene el hecho de que la historia se repita es que a uno le obliga a releer ciertos clásicos. Con el renovado auge del fascismo y del autoritarismo he vuelto a leer, una vez más, 1984, para comprobar con pánico que esta distopía de Orwell nos habla del presente. Como le ocurre a su protagonista Winston Smith cuando entra en las Casas de la Victoria, en Londres, también a mí empieza a parecerme que todo huele a col hervida, el mundo empieza a exudar un olor rancio a repollo cocido.

“La guerra es la paz / La libertad es la esclavitud / La ignorancia es la fuerza” es el lema del Partido en 1984. La mentira repetida muchas veces hasta convertirla en verdad. Más de 20 años después, el Partido de Bolsonaro, Trump, Le Pen y tantos otros nos hacen creer lo contrario, que con ellos estaremos en paz, que seremos libres y fuertes. Es la misma mentira. Aparte de la gran tristeza que supone que un tipo como Bolsonaro haya ganado las elecciones en Brasil, la izquierda de ese país –la izquierda en general– debería reflexionar sobre qué hizo tan mal como para que eso ocurriera, para que alguien que en televisión diga que no viola a una mujer porque es fea haya sido elegido por la mayoría de brasileños. Será la única manera de vencer el desencanto y el miedo que se ha ido instalando en la gente.

Estas son las sombras del mundo. Pero el mundo es maravilloso, aunque estemos empeñados en cargárnoslos, como niños malcriados, adolescentes a quienes no nos han enseñado los límites. Quizás debamos resituar los mitos de referencia de nuestra civilización y destronar a Prometeo. Algo de eso nos cuentan los once relatos de Qué mundo tan maravilloso (Páginas de Espuma), el último libro de la escritora murciana Lola López Mondéjar.

Autora de otros dos volúmenes de cuentos, novelas y ensayos, Mondéjar juega desde el título con la paradoja que nos ha tocado vivir, el planeta sigue siendo maravilloso, pero cada vez menos. La Tierra seguirá ahí si no logramos parar el desastre ecológico, pero tal vez nosotros, como especie, ya no estemos para presenciarlo. El turismo es uno de los fenómenos que mejor refleja esta paradoja. Por un lado busca los lugares más recónditos y paradisiacos, pero a la vez su llegada acaba devaluando y destruyendo esos lugares.

Qué mundo tan maravilloso está dividido en dos partes: Estos mundos, el grueso del libro, y los distópicos y orwellianos relatos de Mundos futuros. El mundo de hoy y el mundo que heredarán nuestros hijos. El libro no es un libro con cuentos sino un libro de cuentos, con un hilo narrativo en el que los personajes principales, la mayoría mujeres de clase media y occidentales, cuestionan su legado, el que dejarán a sus hijos.

Qué mundo tan maravilloso puede leerse casi como una novela, en el que el hilo conductor es el viaje. Ya sabemos desde Homero que la literatura, como la vida, no deja de ser un viaje. Tenemos por un lado el viaje de los humanos a través del tiempo, del origen a la muerte. El primer cuento comienza con el nacimiento y el último de la primera parte, que es el bloque central, con la muerte. El viaje aparece también en su sentido literal. Mujeres solas o en pareja, con hijos o sin ellos, que viajan a lugares maravillosos, a paraísos, y que en el fondo nos hablan de una huida, de la incapacidad de mirarnos a nosotros mismos, de no asumir nuestras contradicciones. Otro viaje tiene que ver con las relaciones entre padres e hijos. También con el amor, romántico o no. Es un viaje a través de las mujeres y del lugar que representan en el mundo. Hay un viaje a través de las contradicciones de una generación, la que hizo la Transición, movida por los sueños de cambiar el mundo y que ha tratado de que no fuera el mundo el que los cambiase a ellos.

Creo que este libro puede inscribirse en eso que se llama la tradición chejoviana. Como Alice Munro, a quien la autora cita varias veces, Mondéjar nos habla de la vida cotidiana, de las mujeres sobre todo, para hablarnos de otras cosas, de la importancia del amor, por ejemplo, de la fragilidad de los principios cuando los sometemos a la realidad de nuestras vidas, de nuestras contradicciones, de la huida a lugares paradisíacos mientras el mundo va a la deriva y asistimos a su derrumbe. Nos habla de la necesidad de la compasión y de la empatía. En el mundo de Mondéjar habitan muchos mundos.

En uno de los relatos que más me han gustado, Pedid un deseo de amor, dice el narrador, en tercera persona: “París es un campamento nocturno de nómadas anónimos que todos miran, pero que nadie quiere ver”. Con este libro, Mondéjar nos ayuda a ver, a elegir lo que vemos y asumir nuestra responsabilidad. Vivimos en un mundo maravilloso, sí, pero a la vez deplorable. Los humanos podemos ser sublimes, en el amor, en el arte, pero también somos armas de destrucción masiva y convertir el planeta en un vertedero.

Qué mundo tan maravilloso es un libro de cuentos, decía, que se lee como una novela. Un libro que atrapa desde la primera línea. Mondéjar es una narradora de fuste, con una prosa envolvente que va metiendo al lector en la peripecia vital y reflexiva de sus personajes, en sus mundos aparentemente anodinos pero llenos de recovecos. Cuevas de nuestra intimidad que las palabras de esta autora saben iluminar, como si abriera nuestros corazones.

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