La lona del odio y las mentiras de la ultraderecha en el centro de Madrid
La lona del odio que la ultraderecha ha desplegado en el centro de Madrid contra el ecologismo, el feminismo y el colectivo LGTBIQ+ en este periodo de elecciones es una nueva cruzada de los intolerantes para desacreditar a todos los que no comulgan con su ideario reaccionario. Una cruzada plagada de manipulaciones y mentiras. El analista y activista LGTBIQ+ Carlos Barea contesta aquí a algunos de los mantras que los seguidores de la lona y sus artífices lanzan en redes sociales. Como eso de: “No estamos en contra de las personas LGTBIQ+, sino de los chiringuitos ideológicos”.
Ser una persona disidente es agotador. Cuando vives en los márgenes, tienes que pasarte la vida justificándote, validándote ante los demás y demostrando que tus derechos son tan importantes como los del resto de seres humanos. Es un proceso que nunca acaba y que exige el uso de herramientas pedagógicas, resiliencia y, sobre todo, paciencia, mucha paciencia. Y, aun así, después de estar pico y pala durante años, encadenando generaciones de personas que se han partido la cara por conseguir derechos para las minorías, siempre vendrán fuerzas que pongan en tela de juicio la legitimidad de tu existencia, la validez de tus sentimientos o, lo que es peor, intentarán convertir a la víctima en verdugo.
Algo así está pasando estos días con la ya famosa lona que la ultraderecha ha izado en la calle Alcalá de Madrid en un intento por convertirla en la vela que los lleve a navegar directos hasta el gobierno. Por supuesto, no es que antes no existieran estos ataques hacia el colectivo LGTBIQ+, las mujeres, el ecologismo o las ideologías políticas opuestas a las suyas, pero gracias a la pancarta han aglutinado sus prejuicios y su odio para concentrarlos en una misma dirección. Así pues, una vez sembrada la semilla de la discordia, parte de la opinión pública y de las redes sociales no han tardado en absorber estos cuestionamientos y reproducirlos automáticamente cual padrenuestros, sin tan siquiera tener idea, en la mayoría de los casos, de lo que están hablando –ya me gustaría a mí preguntarle a más de uno que odia con tanta fuerza la Agenda 2030 si sabe lo que es–.
Por tanto, en el fondo, a mí no me preocupa especialmente la lona. Al fin y al cabo, es una cuestión económica. Tienes el dinero, lanzas un mensaje que bordea el discurso de odio –aunque lo toca con la punta de los dedos– y lo cuelgas gracias a la supuesta falta de ética de alguna empresa publicitaria. Un asunto capitalista que se resuelve con acciones capitalistas. Fin de la historia. Lo que realmente me preocupa de todo esto es que la gente se crea y apoye este discurso. Personas “normales” –y un buen puñado de bots, también sea dicho– que extienden por redes sociales un discurso aprendido, sin sustento y que propaga un odio irracional.
Por consiguiente, en este artículo me he propuesto contestar algunos de los mantras que los seguidores de la lona y sus artífices han lanzado en redes sociales. Porque no olvidemos que el populismo y el odio se combaten con argumentos y, ante los bulos, información, información y más información.
Mantra nº 1: “No habrá retroceso de derechos de las personas LGTBIQ+”
Aunque lo seguidores del partido de color verde –que no verde– insisten en que todo es una teoría conspiranoica del colectivo para hacernos las víctimas, tan solo hay que echar un vistazo a hemerotecas y a las promesas electorales de la ultraderecha. Sin ir más lejos, en una entrevista en El Hormiguero a Santiago Abascal en el año 2019, el líder de VOX decía, refiriéndose a las adopciones: “Yo creo que es preferible que un niño tenga un padre y una madre”. Por tanto, no es de extrañar que, si llegan al poder, hagan todo lo posible para prohibir las adopciones entre personas del mismo sexo. También están abiertamente en contra de la ley trans, del matrimonio igualitario –que, por suerte, es un derecho afianzado gracias al aval del Tribunal Constitucional en el año 2012 tras el recurso del PP– o de la financiación de asociaciones que, aunque se empeñen en llamarlas “chiringuitos ideológicos”, no dejan de ser lugares a los que personas vulnerables pueden acudir en busca de recursos, ayuda o asesoramiento. Por poner algún ejemplo, la Fundación Eddy es una organización sin ánimo de lucro que da hogar a jóvenes LGTBIQ+ que han sido víctimas de violencia, bullying u otra forma de discriminación y que están en riesgo de exclusión social. O Apoyo Positivo, una asociación que atiende la salud sexual tanto física como psicológica del colectivo o defiende los derechos de las minorías, entre otras labores. Además, por si esto fuera poco, en septiembre del año pasado, PP y VOX se negaron a la creación de un observatorio de delitos LGTBIfóbicos en Castilla y León, comunidad en la que cogobiernan.
Mantra nº 2: “No estamos en contra de las personas LGTBIQ+, sino de los chiringuitos ideológicos”
Es curioso que llamen “chiringuitos ideológicos” a unas asociaciones que, como ya se ha expuesto, dan soporte a personas vulnerables y ayudan a la consecución de derechos para igualarlos a los del resto de la población. No obstante, y obviando esta manipulación, cabe preguntarse una cosa bastante importante. Si están en contra de los denominados “chiringuitos ideológicos”, ¿qué pasa, por ejemplo, con la Fundación Francisco Franco? Esta organización se ha convertido en un aliado estratégico y un fuerte soporte para el partido y, hasta la fecha, no he escuchado ninguna crítica por parte de la ultraderecha hacia ella, ni la petición de retirada de fondos o su desaparición por ser un “chiringuito ideológico”. Y eso que en la propia página web de la fundación especifican que uno de sus fines es, entre otros, “difundir y promover el estudio y conocimiento sobre la vida, el pensamiento, el legado y la obra de Francisco Franco Bahamonde, en su dimensión humana, militar y política”. ¿No será que, a lo mejor, tan solo son “chiringuitos ideológicos” aquellas entidades que no promulgan su ideología?
Mantra nº 3: “Queréis más privilegios que los demás”
¿Cuáles son esos privilegios? ¿Qué derechos tenemos las personas LGTBIQ+ que no tenga cualquier otra persona cisheterosexual? ¿Será, quizá, la exclusión laboral de las personas trans y la tasa de paro que las acompaña que roza el 85%? ¿Hablan de salir a la calle y no saber si te pueden pegar por mostrar más pluma de “la normal” o por ir cogido de la mano de tu pareja? ¿O quizás se refieren a que haya una representación en el cine español de personas LGTBIQ+ de apenas el 9%, según datos de la asociación ODA –esto quiere decir que el 91 % de representación audiovisual es de personas cisheterosexuales, por mucho que algunos se empeñen en decir que hay personajes gais “hasta en la sopa”–?
Mantra nº 4: “Tus derechos ya están recogidos en la Constitución española”
La Constitución española fue aprobada en el año 1978. Los personas LGTB no pudimos casarnos hasta 2005. La pena por escándalo público, un recurso utilizado para detener a las personas disidentes, no se abolió hasta 1989. Por lo que si la Constitución no garantizó mis derechos años atrás, no entiendo por qué tiene que hacerlo ahora. Y todo eso sin contar que en la carta magna también se recoge el derecho a una vivienda digna y otras cuestiones que, por el hecho de estar ahí, no son aval de cumplimiento. Así pues, si me van a hablar de cumplir la Constitución, que no sea solo del artículo 155, sino de todos los demás.
Mantra nº 5 –y mi favorito–: “Estáis abusando demasiado”
Abusar es ir a visitar a un amigo un fin de semana y quedarte en su casa dos semanas. Abusar es usar una posición de poder privilegiada para imponer tus caprichos y/o deseos. Abusar es que te inviten a comer y pedirte lo más caro de la carta. Lo nuestro es abrirnos paso en una selva cisheterosexual que se empeña en pisarnos la cabeza, pero que se cree que hace la buena acción del día cuando nos deja respirar de vez en cuando. El problema viene cuando ese tutelaje existencial escapa a su control y decidimos que nuestra autonomía como personas libres no tiene por qué estar sometida a la aprobación o autorización del resto. Es ahí cuando la presencia de personas LGTBIQ+ pasa a denominarse abuso, por no llamarlo “pídeme permiso para existir”.
Estos son tan solo unos cuantos ejemplos de a lo que las personas disidentes tenemos que enfrentarnos diariamente en redes sociales, con amigos o en reuniones con compañeros de trabajo. Han inoculado un virus que se está propagando como la pólvora entre la población que produce, aparte de desinformación, un efecto zombi: simulan que usan el cerebro cuando, en realidad, solo quieren comérselo a los demás.
Por tanto, cada vez que aparezca una información de este tipo, párate, respira hondo y pregúntate: “¿Qué fundamento tiene lo que me están contando?”. De esta forma, dejarás de dar alas a bulos y a mentiras, y estoy seguro de que también evitarás participar en más de un linchamiento público.
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