Los ‘Mediterráneos’ de Chirbes y de los refugiados

Rafael Chirbes en la UIMP. Foto: Uimp.es

Rafael Chirbes en la UIMP. Foto: Uimp.es

Rafael Chirbes en la UIMP. Foto: Uimp.es

Entre las pérdidas que nos ha traído este verano hemos lamentado la del escritor valenciano Rafael Chirbes, a los 67 años, en plena madurez literaria y cuando el ‘éxito’ le había sonreído por fin, aunque él lo asumiera con el mismo escepticismo con el que antes aceptaba la marginación de una parte importante de la crítica, que, ahora, como cínicas plañideras, le ha dedicado elogiosos obituarios.

Es un realista, le reprochaban, antes de que la crisis nos devolviera en el espejo la imagen de un país donde han imperado la ligereza moral, la corrupción, la destrucción del paisaje y la bancarrota, la versión macabra de la marca España alimentada por el boom inmobiliario y cuya semilla se plantó unas décadas antes, en los años ochenta, cuando el exministro Solchaga afirmaba sin pudor que España era el país europeo donde se podía ganar más dinero en menos tiempo. El tiempo, a veces, acaba poniendo las cosas en su sitio, aunque algunos de quienes se beneficiaron del robo entonces se lleven ahora las manos a la cabeza, como si no fuera con ellos. Supongo que algo parecido sucedió en la Transición con quienes no habían tenido empacho en colaborar con el Franquismo pero acabaron vistiéndose con un traje de demócrata pata negra hecho a medida.

La larga marcha, La caída de Madrid o las más recientes Crematorio y En la Orilla, las que le han acercado al gran público, todas ellas publicadas en Anagrama, indagan en la ficción del presente, el que al poder le interesa contarnos, aunque sean muchos quienes se resistan a creerse ese relato. “La novela no puede dejar de detectar el complicado juego de tensiones de su época. Se cuelan dentro de ella, y también la iluminan desde el exterior, la cercan”, escribe Chirbes en el prólogo de Por cuenta propia (Anagrama), una colección de ensayos donde nos demuestra que además de un magnífico escritor era también un brillante lector (entre otros, merece la pena la lectura que hace de La Celestina). Tuvimos que padecer una crisis económica brutal para que el público conectara con un escritor que siempre había tenido claro su proyecto narrativo, heredero de Galdós, Balzac y de Proust.

A diferencia de quienes ahora casi parecen ser sus amigos de toda la vida, lectores irredentos de su obra, confieso que Chirbes nunca ha sido para mí un autor de cabecera, uno de esos escritores de quienes leemos todo y esperamos ansiosos que publique una nueva novela. De hecho, lo primero que leí del escritor valenciano no fue una obra de ficción sino una colección de artículos, Mediterráneos (Debate), una reunión de algunos de los reportajes que Chirbes escribió para la revista Sobremesa. Una muestra de que el periodismo y la literatura pueden llegar a ser una misma cosa. Aunque creo que se ha vuelto a reeditar, yo conservo la edición que leí en su momento, en 1997, con la ilustración de portada de César Bobbis. Como el mejor homenaje que se le puede rendir a un autor es leer su obra, he releído este libro, bello y poético, también nostálgico, donde el viajero Chirbes, con su particular punto de vista, nos pasea por algunas de las ciudades que asoman al Mediterráneo, desde Valencia a Estambul, pasando por El Cairo, Roma o Alejandría. “También los libros –como los mares– están cruzados por caminos que hay que aprender. Si no, uno puede encallar o extraviarse en ellos”, subrayé entonces y todavía me emociono al leerlo.

Pero la lectura de Mediterráneos, aunque placentera, ha inflamado mi rabia y mi indignación ante la tragedia que vivimos estos días, donde Europa deja a su suerte a miles de personas, refugiados que huyen de la guerra y del horror a través del Mediterráneo, el mar de todos, nuestro mar. Una catástrofe humanitaria (una de tantas, aunque no las veamos tan a menudo en la prensa) que coloca a nuestro continente, una vez más, en la historia universal de la infamia. Tampoco la ONU parece servir para mucho, dicho sea de paso, y no sé a qué estamos esperando para reformarla ya y democratizarla, para adaptarla a un mundo diferente al que surgió tras la Segunda Guerra Mundial.

El mundo y el presente nunca fueron indiferentes para Chirbes, tanto para la persona como para el novelista, si es que se podían disociar ambas facetas. En el prólogo del mencionado Por cuento propia, una lección magistral de lo que es el oficio literario, anota Chirbes: «Escribir la novela que pide nuestro tiempo es nuestro reto, como el reto de los novelistas que hoy nos parecen grandes fue contar el suyo. No es fácil saber cuál es el camino en esta profesión en la que empezamos cada partida desde cero como los jugadores de ruleta. Merodeamos, pisamos arenas movedizas, nos hundimos, nos extraviamos. Pero ésa es la esencia misma de nuestro oficio. Perseguir el tembloroso instante en el que alcanza su equilibrio la balanza, el momento en el que la novela encuentra su aura y brilla con una infinidad de sentidos”.

Chirbes afrontó el reto, intentó escribir la novela de su tiempo. Los lectores del futuro dirán si lo consiguió. De momento, a sus lectores de hoy nos quedan sus libros, aunque quizás la trascendencia literaria no sea tan importante después de todo, como reflexiona Federico Brouard, alter ego de Chirbes en Crematorio, una de sus novelas más celebradas. El Chirbes real había asegurado que escribía por puro egoísmo, para salvarse. “Pero, en esa búsqueda de mi salvación, me ha guiado el convencimiento de que un escritor siempre representa, aunque lo haga a su pesar; y que son los artistas que se reclaman al margen de la historia quienes suelen acabar revelándose como síntomas más claros de la dolencia de su tiempo. Entre ser síntoma y ser testigo, he intentado el papel de testigo”. Un ejemplo a seguir para todos los escritores.

Hasta la semana que viene.

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Comentarios

  • M. Martínez

    Por M. Martínez, el 08 septiembre 2015

    Muy bueno e interesante. Justo hace una semana empecé a leer Crematorio y me tiene enganchada. Gracias por el homenaje a Chirbes.

  • Joaquín

    Por Joaquín, el 10 septiembre 2015

    Gracias por descubrirme ‘Mediterráneos’. Lo apunto en la lista de lecturas pendientes. Con tu permiso, me gustaría invitar a tus lectores a leer esta entrevista ‘ficticia’ a Chirbes, construida a partir de fragmentos de ‘Por cuenta propia’

    http://despuesdelhipopotamo.com/2014/06/04/entrevista-chirbes/

    Un saludo cordial

  • Pepelleo

    Por Pepelleo, el 10 mayo 2020

    Acabo de comprar Mediterráneos.He leido unas cuantas obras de Rafael Chirbes, Crematorio, en la orilla, Mimoun, tc. Me faltan bastantes y espero leerlas todas.Porque me parece unos de los grandes imprescindibles de la literatura española.Por su denuncia de la golferia española, por su decencia, virtud que no abunda, por su descarnado realismo, Chirbes es de lo mejor de Valencia, junto con las naranjas y el vino de Marina Alta.Va por él.

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