Los mejores paisajes para oler, ver, oír, saborear y tocar

El periodista César-Javier Palacios en las riberas del Arlanzón. Foto: Marina Palacios.

Lo ha vuelto a hacer. El periodista ambiental (colaborador de ‘El Asombrario’) y geógrafo César-Javier Palacios nos vuelve a entregar un libro muy apetecible, hecho de ideas, tino, calma, amor a la naturaleza y auténtico respeto por todo lo que nos rodea, por todo lo mejor que somos: ‘Cata de paisajes por España’ (Anaya Touring)’. El subtítulo lo dice todo: ‘Lugares hermosos donde disfrutar de la naturaleza con los cinco sentidos’. Elegimos con el autor los 10 paisajes españoles ideales para abrir cada uno de nuestros sentidos, no solo el de la vista.   

Lo resume muy bien la contraportada del libro: “César-Javier Palacios nos invita a recuperar nuestra capacidad sensorial para disfrutar de los detalles, a conocer con los cinco sentidos algunos de los espacios naturales más asombrosos de nuestro país, un ejercicio que nos ayudará a entenderlos como nunca antes lo habíamos hecho”.

Y ponen el acento las dos citas con las que se abre el libro:

“La primera condición del paisaje es su capacidad de decir casi todo sin decir una sola palabra” (Konrad Lorenz).

“Al darle más vida a nuestro tiempo le damos más tiempo a nuestras vidas” (Stefan Klein).

Son 43 paisajes para disfrutarlos profundamente. Y conociendo lo disfrutón de la vida, la generosidad con todo lo que le rodea de César-Javier, no cabe la menor duda de que nos lo sabe transmitir a través de estas casi 300 páginas. De la Ribeira Sacra en Galicia, el cabo de Peñas en Asturias y el embalse del Ebro en Cantabria/Burgos a Es Trenc en Mallorca, las Bardenas Reales en Navarra y Matarraña en Aragón. De Las Médulas en León, el Delta del Ebro y las Salinas de Santa Pola en Alicante a Cabañeros, Monfragüe, Doñana y La Graciosa y Tindaya, en Canarias.

Nos lo deja claro el autor: “Más que una guía de viajes es un manual de cómo viajar con calma y con cabeza. Estamos cayendo en la uberización del turismo. Tras la fast food y la fast fashion, ahora estamos inmersos en el fast tourism, y con eso estamos provocando un desastre aún mayor”. “Me gustaría que este libro sirviera de manual de cómo viajar despacio. Cualquier sitio tiene muchas cosas que contarnos. Se trata de saber mirarlo; mejor, de saber sentirlo. No digamos: es algo que hay que ver; mejor: es algo que hay que sentir”. “Somos una sociedad volcada en lo audiovisual, y sobre todo en lo visual, y estamos dejando atrofiados el resto de los sentidos. Si hay mucha gente que sale al campo con un pinganillo escuchando música… Nos estamos privando de sentirlo”.

Y eso es a lo que quiere poner remedio este libro.

Así que le hemos pedido a César-Javier que nos elija dos paisajes de los recogidos en su Cata para cada uno de los sentidos, y nos explique brevemente el porqué de esa elección:

Dos paisajes para el olfato

Parque Natural de Cornalvo, en Badajoz. “Ese olor a jara y cantueso, nuestra lavanda más ibérica… Hemos quitado tanto valor al sentido del olfato que ahora yo he visto niños que cuando salen al campo y huelen a lavanda, dicen: anda, huele a jabón”.

Torcas de los Palancares, en Cuenca: “Por su intenso olor a la resina de los pinos, que se extrae gracias a las heridas abiertas en sus cortezas; te traslada al pasado, al tiempo de los antiguos egipcios o griegos. Es un olor que entronca con la eternidad, con el infinito”.

Dos paisajes para el tacto

El Salto del Nervión. “Un lugar para morir de amor… o de vértigo. El tacto más alucinante de la naturaleza es el del musgo en otoño, ese terciopelo de la primera planta que conquistó el planeta Tierra. Y eso lo podemos encontrar en lugares del Norte como éste, en las lindes entre Burgos y Euskadi, rodeado de un gran hayedo. Además, tenemos la rugosa corteza de las viejas hayas”.

Ribeira Sacra. “Una toponimia con mucha historia. El tacto áspero y rugoso de granitos y cuarcitas con más de 500 millones de años. Esas piedras de los muros verticales, donde los bancales desafían la gravedad, los tremendos desniveles, y albergan cultivos heroicos, sus famosos viñedos. Un impresionante jardín vertical”.

Dos paisajes para el oído

Hoz de Pelegrina, en el río Dulce, en Guadalajara. “Principal plató de Félix Rodríguez de la Fuente para la grabación de su serie El Hombre y la Tierra. Los riscos hablan a través de las chovas piquirrojas. Son unas cantantes tan exquisitas que eligen los roquedos para que sus cantos suenen mejor”.

Río Mundo, en Albacete. “Cuando rompe, lo que se conoce como reventón, es impresionante. Se va acumulando el agua hasta que llega un momento en que estalla de forma salvaje, con un sonido atronador, un potente rugido. Pero es algo que cada vez cuesta más escuchar, por el cambio climático. Tanto escucharlo como no escucharlo guarda mucho significado. Necesitamos la lluvia para vivir”.

Dos paisajes para la vista

Calzada de Jinama, en El Hierro. “Desde la atalaya de sus 1.230 metros de altitud, el panorama del Mirador de Jinama sobrecoge por su grandiosa belleza. El descenso hacia El Golfo por una calzada que construyeron los aborígenes hace 2.000 años. La vista del Golfo, que es un gran desprendimiento, una montaña que colapsó, es impresionante. Y arriba, el bosque de laurisilva con la niebla enredada”.

Las Médulas, en León. “Especialmente en los atardeceres del otoño. Esa tierra rojo-arena, que se mezcla con el dorado de los castaños. Ese paisaje de puro colapso que hicieron los romanos con enorme sufrimiento de los esclavos para extraer oro y satisfacer sus locuras imperiales. Un paisaje más que para ver, que te hace reflexionar. Llegar a la belleza a través del dolor y la destrucción”.

Dos paisaje para el gusto

El Delta del Ebro, en Tarragona. “Sus deliciosos arroces. Pero, por favor, sin anguila, que está en peligro de extinción, tanto como anguilas y como angulas, sus pezqueñines”.

Corrales de Rota y Chipiona, y Sanlúcar de Barrameda, Cádiz. “Nos hemos desconectado de la cultura gastronómica de las casas, de las abuelas, de los productos locales. Pero esta zona de Cádiz sabe a los langostinos de Sanlúcar, el atún mechado, la urta a la roteña, las ortiguillas, las tortillitas de camarón, las papas aliñás, y los mayetos, con los frutos de las huertas de la zona”.

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