Los ‘murales chamánicos’ de Joaquín Vila llegan al rural zamorano
En sus enormes murales, Joaquín Vila une con figuras en azul tres elementos: naturaleza, sabiduría y espiritualidad. Reconoce que le gusta practicar el ‘chamanismo’ a través del arte; un ejercicio entre la estética, el autoconocimiento y la sanación. Tras dejar su reconocible huella desde un centro de yoga en Alicante y una finca rústica de Salamanca a un hotel holístico en México o una granja antroposófica en Jaén, este verano ha recalado con su azul índigo en un pequeño pueblo zamorano, famoso por su ‘street art’. Nos lo cuenta.
Descubrí a Joaquín Vila recientemente para una entrevista para el blog de Signus Ecovalor en la que, por ejemplo, me comentaba: “Siempre me movió el interés por el arte –algo innato en mí, desde pequeño–, la conciencia ambiental y el desarrollo personal, entendernos a nosotros mismos y aquello a lo que pertenecemos”. Y me explicaba que trata de hacernos entender que formamos parte del Todo y debemos reconectar con él, con los ciclos solares, con los mitos y con los rituales. Con la energía transmitida desde nuestros antepasados, con la fuerza de la tierra y la Tierra.
Así que le invitamos a contarnos su último proyecto en El Asombrario. Y recientemente nos ha escrito con su trabajo de este verano:
“El mural que hemos hecho este verano en Zamora es en un pueblo que se llama Castrogonzalo. Lo he pintado junto con un buen amigo muralista que es de este pueblo, que se llama Antonio Feliz, conocido como Parsec! El mural lo trata sobre Las Cintas, un Rito de paso a la edad adulta que realizan los Quintos (chicos y chicas) cada año en Enero. Los Quintos son los que cumplen 18 ese año. El rito consiste en ir a caballo, a galope, de uno en uno, por una calle y conseguir enganchar una anilla que está colgada de un cajón que cuelga en lo alto de una cuerda. La anilla la tienen que enganchar con un punzón de madera. Algo que es muy difícil y para lo cual se entrenan todo el año. Si aciertan, reto muy complicado, al tirar de la anilla sale una cinta que está enganchada. Y corren con ella en el aire mientras el pueblo aplaude la hazaña. Antonio lo hizo en su momento cuando fue Quinto. Esta fiesta sigue muy viva aquí, pero en otros muchos pueblos se ha perdido ya. Parsec! ha creado algo único en este pueblo. Lleva más de 20 años pintando murales por sus calles, con un estilo muy particular, y ha invitado a un grandísimo número de artistas nacionales e internacionales a intervenir en él. Es un auténtico museo abierto en el corazón de Castilla y León. Merece la pena conocerlo y pasearse por sus calles”.
Castrogonzalo, allí donde el río Esla remata las llanuras de Tierra de Campos, celebró el verano pasado 10 años de estas intervenciones en el entorno rural, todo un museo al aire libre, como nos explicaba Vila. Y el pueblo ha conseguido así, con esta idea de Parsec!, cierta fama y atractivo turístico.
Por cierto, que seguro que muchos os lo estáis preguntando: Pársec se refiere a una unidad de longitud utilizada en Astronomía, que se define así: “Una estrella dista un pársec si su paralelaje es igual a 1 segundo de arco entre el Sol y la Tierra”. Para quienes no lo entiendan, Wikipedia ofrece una segunda aproximación: “El pársec se define como la distancia a la que una unidad astronómica subtiende un ángulo de un segundo de arco”.
La otra acepción, que nos queda más cercana, la verdad, es la del pseudónimo del artista de street art (no sé yo si se le puede denominar arte urbano, siendo tan rural de lo que estamos escribiendo) Antonio Feliz , que decidió darle otro aire a su pueblo zamorano de medio millar de habitantes invitando cada año a artistas que se unen a él para pintar murales en sus paredes.
Y ahí, en tierra castellana, ha recalado el pasado mes de julio Joaquín Vila, que ha tenido la suerte de contar con los mejores maestros en casa. Nació en Madrid y reside en un pueblo interior de la provincia de Alicante con su pareja y su hijo. Su madre, ingeniera agrónoma, fue una de las pioneras en España de la agricultura ecológica; ahora lleva una finca dedicada a la agricultura biodinámica. Su padre, biólogo de formación, fue asesor de comportamiento animal con los lobos de Félix Rodríguez de la Fuente. Sabios en casa. Así que Vila cree que, sin idealizarlo, habría que retomar muchas cosas del pasado, de nuestros antepasados, como la conexión con los ciclos solares, que dieron lugar a la mayoría de nuestras fiestas y tradiciones, desde Carnaval a la Noche de san Juan. “Deberíamos recuperar también mucho de la tradición oral, del cancionero, de la sabiduría popular”…
De ahí esa recuperación artística de las Cintas de los Quintos de Castrogonzalo. Para él, los rituales de llegada a la edad adulta y los rituales de entrada y salida en el invierno, de entrada y salida en la sombra / la oscuridad, guardan un especial significado. Y ahí hemos de encuadrar también el “muro crítico” que ha pintado este año en Arroyomolinos de la Vera (Cáceres) sobre su visión en torno a la fiesta local de Los Mascarones, “una celebración que tiene lugar en los carnavales de Arroyomolinos y que aún mantiene el carácter de rito del paso del solsticio de invierno, en la que el ruido de cencerros y las antorchas limpian el aura para dar paso a la luz y la fertilidad”.
Y cree Vila que también deberíamos recuperar mucho del chamanismo, de las prácticas ancestrales y del poder de la naturaleza para sanar, para curar, para alcanzar equilibrios de salud física y mental.
Es la declaración de principios que deja escrita en su web: “Lo que inspira y guía mi trabajo principalmente es la naturaleza en toda su magnitud, física y espiritual. Mi trabajo es crear imágenes que sirvan de intermediarias entre nosotros y ella”. “Mientras más creo e investigo, más siento que mi trabajo se parece al trabajo de un terapeuta o un chamán en su comunidad, ellos ponen la intención en cada acción, cada canto, cada gesto, cada manejo. Yo lo pongo en cada visión y en cada trazo, y esa intención viaja por lo inter-dimensional, por la imagen para cumplir su función de sanación”.
Y concluye: “Con mi arte trato de ayudar a las personas a conectarse consigo mismas y con la naturaleza más profunda de su ser. Para mí cada obra de arte es un ritual, una ceremonia y un altar en sí mismo”. Del Universo a Castrogonzalo.
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