Los Zigarros se lanzan por acantilados vitales… y les sale bien
Los Zigarros están de gira (Jávea, Albacete, Valencia, Murcia, Cádiz, Pontevedra, Badajoz, Palma de Mallorca…) con su nuevo disco, ‘Acantilados’ (Cultura Rock Records), un quinto trabajo (incluido su anterior disco en directo) que saca a sus fans más puristas de la zona de confort donde estaban situados hasta ahora. Con ‘Acantilados’, el grupo da un paso más en su carrera, abre nuevos caminos y se quita complejos, canciones como ‘Barcelona’ o ‘El monstruo’ muestran que saben crecer y que, además, tienen ganas. Para la producción del disco han llamado a Leiva, dejando descansar a Carlos Raya, que había sido hasta ahora su productor habitual, algo que también se deja notar en el ambiente.
Los cuatro (Ovidi Tormo, Álvaro Tormo de guitarrista, Adrián Ribes de baterista y Nacho Tamarit de bajista) viven en el Mediterráneo, entre las islas (Mallorca) y Levante (Valencia y Denia), en la cálida y turística zona que les vio nacer y crecer; siguen siendo los mismos que se juntaron en 2012 con la intención de dar rienda suelta a composiciones de rock vacilón, desenfadado y lleno de influencias clásicas, siempre honesto. Un golpe de corazón, así nos lo describe Ovidi (voz, guitarra y teclas), mientras detalla que el amor ha sido el causante de tan bonito accidente, de ese nuevo brillo en las composiciones, un flechazo de los de manual que ha dado como resultado un racimo de canciones, rompiéndose así el maleficio de una época de vacas flacas compositivamente hablando, por el que atravesaban. No se asusten, que Los Zigarros siguen facturando rock y viviendo en consonancia, incluso esta vez, algunos riffs de los que abundan en el disco, alcanzan alturas cósmicas.
Un disco de amor, conceptual, todas las canciones navegan en ese bonito mar.
Sí, eso es. Me enamoré y escribí estas canciones a partir de ahí.
Enamorarse es uno de los mejores recursos, para cantar y para todo…, aunque en el rock a veces eso sea visto como ñoñería.
Si te digo la verdad, nunca he estado ahí. Siempre me han gustado las canciones de Calamaro, por ejemplo. No escucho solamente AC/DC, ¡con todo lo que me gustan! Nunca me puse trabas para escribir mis canciones, contaba en ellas lo que sentía; bien, pues ahora siento esto. Me enamoré y con ello terminó una crisis creativa que me venía persiguiendo, empecé a escribir canciones sobre amor, sobre mi amor concretamente.
He leído en declaraciones que tu hermano iba viendo llegar estas nuevas canciones y que te dejaba hacer porque realmente estabas en racha.
En los otros discos de Los Zigarros las canciones fueron saliendo entre mi hermano y yo, así había sido hasta este disco, más o menos. Hace mucho tiempo hablamos sobre esto y nos dijimos que, si sucedía algo así, como lo que ha ocurrido en Acantilados, no nos asustaríamos ni llamaríamos a nadie, que lo asumiríamos y que seguiríamos igual, sin egos, dejando que sean las canciones las que manden, las que marquen nuestra carrera y nuestra banda. En definitiva, que las canciones están por encima, es lo que hace que la gente nos venga a ver en directo, que escuchen el disco.
El sonido muestra, sin duda, una faceta vuestra hasta ahora contenida. ¿Es vuestro disco de maduración?
No sé si hemos madurado o si nos hemos hecho adultos o qué es, la verdad. Siempre hemos hecho canciones y cuando hemos tenido suficientes, cuando hemos visto que había un conjunto de ellas que nos servían y nos gustaban, hemos entrado a grabar; quizá eran canciones que iban en una misma dirección, muy concreta. En este yo iba haciendo canciones y se las enviaba a mi hermano y luego a Leiva, que ha sido el productor. Él iba opinando, el grupo también las preparaba, la canción crecía de un modo diferente a como había sido hasta ahora. Creo que se nota en el sonido. ¿Marca el disco una nueva etapa? Eso es indudable. También te digo que siempre hemos escuchado mucha música, pero mucha, y eso, de algún modo, ha explotado.
De todos modos, en nuestros discos anteriores hay música, ¿eh? Mucha gente se ha quedado con ese rollo de si se parecen a Los Tequila y toda esa movida, pero si escuchas los discos, eso es un 35% de lo que suena.
Has mentado a Leiva. Él ha producido estas nuevas canciones, habéis cambiado a Carlos Raya, que era vuestro productor habitual, por Leiva; una decisión, supongo, complicada, porque ambos son unos crac muy top.
No ha sido fácil, claro que no, es familia, el quinto elemento en la banda… Pero lo de hacer discos con el mismo productor, no sé, queríamos salir de ahí. Lo de Leiva se me ocurrió un día y se lo comenté al equipo: ¿Por qué no le llamo? Es colega, somos de la misma edad, nos gusta el mismo rock y nos entendemos muy bien. Escuchando el disco, es evidente que nos ha sacado algo que antes no lucíamos y que nos sienta bien. Las canciones eran perfectas para él en este caso, así que ha sido algo muy natural.
Las teclas están más presentes en el disco, algo que también merece la pena ser reseñado.
He tocado toda la vida el piano, para componer, por gusto… Siempre había sido un sueño para mí tocar el teclado en directo, que en las canciones sonase cuando fuese necesario un teclado, pero nunca habíamos llegado a hacerlo; supongo que se quedaba de lado sin mayor drama; a fin de cuentas, era más tinglado llevarlo en directo y aquello que yo hacía en el teclado, lo pasaba a guitarra y así íbamos haciendo. Queríamos mantener o pensábamos que molaba mantener ese rollo de cuatro tíos tocando rock de guitarras. En esta gira lo hemos integrado, toco piano y órgano y, joder, me siento súper bien. No soy pianista ni teclista, pero sé lo que quiero tocar y me lo paso en grande.
Habéis pasado de una multinacional a Cultura Rock Records, un sello más modesto, pero a la vez más cercano.
Somos familia de Cultura Rock, por supuesto, además nos llevan la contratación de conciertos. Con la multinacional, lo de siempre: en un sitio tan grande, eres el último para todo. Comprensible; si tienes que gestionar a tantos grandes artistas que mueven millones, ¿para qué te vas a preocupar por nosotros? Y yo pensaba entonces: si no te vas a preocupar por mí, ¿para qué me fichas? Y así hemos estado un tiempo, pero ya llegó el momento de cambiar eso. Ahora con Cultura Rock compartimos ideas, proponemos, hablamos, desarrollamos, nos comunicamos, que es de lo que se trata. Son fans de la música, y esa es una gran diferencia con la multinacional. Faltaba alma, no había nada de eso, pertenecen a otro mundo. Estamos encantados ahora, curramos con gente muy cercana.
La portada del disco desprende buen rollo, buenas vibras. Junto con el título, dotan de contundencia al concepto del disco.
De eso se ha encargado Rebeca Losada, una artista gallega que nos recomendaron y que vio Álvaro en trabajos de otros músicos. Queríamos una estética concreta; creo que le dijimos el título y un par de canciones y con eso creó todo el arte. El título es por los lugares donde se mueve el personaje principal del disco. Esa persona que está al borde de obsesión, de la esperanza, de la duda, el amor, la ansiedad, al borde de acantilados vitales.
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