La lucha de la España vaciada contra molinos y gigantes
La transición energética, sin transición cultural, amenaza ya con una nueva burbuja especulativa que puede destrozar montañas y horizontes, y humillar una vez más a esa España vaciada que tantos focos falsos y postureos ha atraído en los últimos años, pero en la que muy pocos piensan con auténtica intención de ayudar. ¿Son los megaproyectos eólicos que se han multiplicado al calor de los beneficios que ven las grandes empresas una oportunidad o un oportunismo? ¿Incentivan el desarrollo rural o lo monopolizan? En esa disputa por ver quién delira y quién razona cuando se trata de progresar y modernizarse, si urbanizando el campo o reverdeciendo la ciudad, nos quijotizamos y sanchificamos todos, mientras los molinos gigantes alargan su sombra más y más sobre el horizonte del país.
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La comarca de Sayago, en Zamora, se suma a la larga lista de territorios en pie frente a la burbuja de la industria eólica y fotovoltaica. La plataforma Otra vez No en Sayago y Ecologistas en Acción se movilizaban en marzo ante el proyecto de la compañía belga Windvision de instalar en la zona 66 molinos de más de 240 metros de altura. Denuncian el impacto ambiental y socioeconómico y un modelo de desarrollo cortoplacista del que ya dejó huella la industria hidroeléctrica. Los casos se suceden por toda España y numerosos colectivos y científicos se han embarcado en la Alianza Energía y Territorio, ALIENTE, para exigir medidas que garanticen una transición energética justa y un futuro que no hipoteque el campo con pan para hoy y hambre para mañana. Alegan que los megaproyectos se aprovechan del bajo coste de estas tierras y que la falta de un plan que ordene las renovables dará la puntilla a una España rural que empieza a llenarse de paneles y molinos, como de banderillas.
“Se especulaba desde hacía años con la idea de poner unos molinos”, dice Delfín Martín, portavoz de la asociación Otra vez no en Sayago, “pero se quedó en eso, y durante este año de pandemia se ve que han ido acelerándose las cosas sin que los ayuntamientos hayan informado a nadie, o si lo han hecho ha sido contando la verdad a medias, y cuando hemos visto los proyectos, la ubicación y el tamaño de los molinos, es cuando nos hemos asustado al ver que es un pedazo de macro proyecto especulativo, en manos de una empresa extranjera participada por Blackrock, que ya sabemos de dónde viene como grupo de inversión, y se han disparado todas las alarmas. La promesa son los fondos europeos, porque ya se dice que el 40% de esos 140.000 millones van a las energías renovables, y se ha metido aquí hasta el apuntador a pillar cacho”.
El debate está servido en Sayago, porque el proyecto tuvo un respaldo popular que los críticos atribuyen a la desinformación. Los ayuntamientos implicados destacan que los aerogeneradores serán compatibles con los usos agroganaderos sin causar el menor impacto visual o ambiental, y que todo son ventajas. La insólita altura de los molinos alcanzará sin embargo, según la propia compañía, los 246 metros, pues la industria eólica ya empieza a superar en su escalada a los rascacielos más altos. Ante la sangría demográfica, el envejecimiento de la población y el frágil tejido socioeconómico, que bascula entre la tradición agraria y el emprendimiento sostenible, todos quieren fijar población y prosperar, pero ¿cómo? ¿Son estos proyectos una oportunidad o un oportunismo? ¿Incentivan el desarrollo rural o lo monopolizan?
Del sol y playa al sol y viento
Ante las críticas, la compañía explica en su página que ha realizado evaluaciones ambientales para minimizar el impacto sobre especies vulnerables como el milano real y el buitre leonado, y que a cambio los municipios se beneficiarán con empleo, ingresos y proyectos locales. “A la gente le han dicho que esto traerá dinero”, continúa Delfín, “y que podrán hacer un polideportivo, aparcamientos, y mejorar los servicios sociales, pero no hay un plan estratégico, así que todo se resume al dinero. El problema es que ya hace décadas que la eléctrica dejó muchísimo dinero, en algún pueblo hasta 600.000 euros al año, y tú ves el pueblo y no se ha hecho nada”.
“Muchos de los que estamos en la asociación somos gente que viene de fuera o que era de aquí, emigró y ha vuelto con otra conciencia. La gente de aquí no da el menor valor a las piedras de alrededor. ¡Pero algo tendrán cuando viene gente del extranjero y se tira horas haciéndoles fotos! Hay gente muy cerrada que pretende transformar Sayago y te dice ‘lo que hay que hacer son carreteras buenas, y si no mirad Benidorm’. Ahora se ha dado la vuelta a todo esto, pero ellos siguen anclados en traer industria, carreteras, modernidad. Y no se dan cuenta de que ahora lo moderno es lo que para ellos es lo de siempre: contacto con la naturaleza, una sabiduría que se estaba perdiendo, el contacto con la esencia”. ¿Se beneficia el campo de la industria renovable a gran escala como la costa de la industria turística?
«Que son molinos y gigantes”, insisten desde la asociación recordando a Cervantes, quien evocó ya el carácter aislado de esta comarca en El Quijote. El ejemplo de Sayago es representativo del dilema en el que se debate la España rural y su modelo de desarrollo, a menudo reducido a los extremos tópicos: el bucolismo eco del foráneo urbanita y el pragmatismo conservador del paisano rural. Este encontronazo no solo aflora con las renovables, sino con la defensa de especies protegidas como el oso y el lobo o con las iniciativas de ecoturismo. Y en ese abismo generacional y cultural, en esa disputa por ver quién delira y quién razona cuando se trata de progresar y modernizarse, si urbanizando el campo o reverdeciendo la ciudad, nos quijotizamos y sanchificamos todos, mientras los molinos gigantes alargan su sombra sobre el horizonte del país.
¿Eficiencia energética o económica?
“Nosotros proponemos alternativas para la puesta en valor del patrimonio”, explica Delfín. De hecho, una de las personas que dio la voz de alarma es un empresario que puso un observatorio astronómico en la zona. La otra persona fue Cristina Zelich, coordinadora de Ecologistas en Acción Zamora y concejala de la oposición en Bermillo de Sayago: “Donde quieren instalar todo esto es suelo rústico común y de protección natural, y cerca de la mitad son montes de utilidad pública. Además de Reserva de la Biosfera, la zona colinda con Red Natura 2000 ZEC y ZEPA para la protección de aves, y algunos de los aerogeneradores estarán a escasos 300 metros del Parque Natural Arribes del Duero. El motor de Bermillo es la ganadería extensiva, pero lo más importante es que la zona está recorrida por riveras estacionales y pastizales, y para abrir los viales para el transporte en los parques eólicos necesitarían viales de 6 metros de ancho con refuerzo para los tráileres. Además, la provincia de Zamora ya produce mucha más electricidad de la que consume”.
“Desde Ecologistas en Acción Zamora estamos a favor de las renovables”, añade Crisitina, “pero bajo una planificación justa con las necesidades de las provincias, proporcional a la energía que usamos. Lo que sí ayudaría a crear empleo fijo en estas poblaciones es el autoconsumo o la creación de pequeñas comunidades energéticas: poner de acuerdo a algunos pueblos para instalar pequeños parques eólicos o fotovoltaicos para cubrir las necesidades locales. Dicen que cuando estén en funcionamiento dejarán de emitirse no sé cuántas toneladas de CO2 a la atmósfera, pero es que los pastos y bosques ya son sumideros de CO2. ¿Por qué en la España vaciada? ¿En estas provincias donde hay poquísima población y donde hemos estado abandonados del mundo durante años? Porque aquí el terreno cuesta mucho menos. Y si a estos pequeños ayuntamientos les dices que al año van a ingresar 300.000 euros lo ven como una enormidad sin darse cuenta de la millonada que se llevan los promotores de estos proyectos. Sin contar lo que les ofrecen a los particulares que las arriendan, entre 800 y 1.200 euros por hectárea al año. Y un viejecito que ya no trabaja la tierra dirá: pues mira, me saco un dinerito. Lo del empleo y el desarrollo es falso. Aquí habrá trabajo en el momento de la construcción, pero para todo lo demás necesitan técnicos cualificados, y en cambio destruyen cualquier posibilidad de desarrollo más acorde con los valores naturales de la comarca”.
Hace unos meses, 23 científicos del CSIC alertaban en la revista Science de la pérdida de biodiversidad que generan estos gigantes de viento. Algunos de los primeros parques que se instalaron en España, como el de Tarifa, demostraron con el tiempo que interfieren en las rutas migratorias de las aves. Otros, como el de La Muela, se promocionó durante años como ejemplo de milagro económico (la población se quintuplicó desde la llegada de la eólica) para acabar endeudado en el mayor caso de corrupción de Aragón, la Operación Molinos. Otro proyecto, en León, que afectaba a la conservación del urogallo, fue declarado ilegal por el Tribunal Supremo en 2017.
Pero a menudo el impacto paisajístico o visual no tiene en cuenta el estrés ambiental y acústico que también genera. Mientras la fotovoltaica se extiende por el Sur de España, el Norte empieza a decir basta a la eólica. En Galicia, una de las comunidades más saturadas, Óscar Rivas, presidente de la Sociedade Galega de Ornitoloxía (SGO), defiende la necesidad de tomar medidas ante la avalancha de megaproyectos eólicos que amenaza la montaña oriental. La SGO y la Asociación para a Defensa Ecolóxica de Galicia (ADEGA) se han integrado por ello con otros grupos medioambientales en el Fondo para la Defensa Jurídica de la Cordillera Cantábrica para impulsar acciones legales.
El colapso energético: ¿empezamos la casa por el tejado?
¿Puede considerarse transición una transformación del paisaje natural y humano de este calibre? ¿Puede haber transición energética sin una transición social o cultural que la sostenga? ¿Hasta qué punto es necesario seguir aumentando la magnitud o capacidad de estos parques si la meta es la eficiencia y el autoconsumo, dado el contexto energético que nos espera? El físico del CSIC Antonio Turiel comparecía en abril en el Senado para explicar los retos de la transición ecológica ante la crisis de recursos energéticos, alertando de que los próximos cuatro años son decisivos: “Vamos a vivir sí o sí una situación de descenso energético y por tanto material, y no es elegible. Vamos a tener un cierto decrecimiento, por lo menos de la base material, del metabolismo de nuestra sociedad. Lo que sí se puede escoger es cómo hacemos este decrecimiento, pero los plazos son muy breves. Si el año que viene el precio del petróleo se dispara y empieza a haber escasez de metales, de plásticos, de alimentos, de aquí a 2025 podemos empezar a tener problemas serios”.
Turiel reconoció la dificultad de integrar intereses tan contrapuestos como los que están en juego; “es la cuadratura del círculo» destacó mientras insistía en que el tiempo apremia y en vez de transitar hacia un modelo que apueste por la economía circular y el reciclaje, se incentivan modelos de desarrollo que siguen sin querer ver los límites: “Hace falta un cambio radical del discurso, pasando de este posibilismo tecno-optimista. Y se lo dice una persona que tiene una formación técnica (…). No se trata de elegir nada, esto nos viene impuesto por la física, por la termodinámica, por la geología, y no podemos luchar contra ello. Es como luchar contra la fuerza de gravedad».
“El principal problema de la Ley de Cambio Climático es que no integra la variable de la crisis energética”, continuaba, “y eso es un problema muy grave. La Agencia Internacional de la Energía nos dice que si no hay inversión, habrá una caída del 50% de la producción de petróleo de aquí a 2025. A fines de este año y principios del que viene podríamos tener ya el primer pico de precios”. Respecto a los fondos Next Generation, añadió que van orientados a una revolución industrial, tecnológica y ambiental en el seno de la Unión Europea, y que el objetivo per se es bueno, pero que habrá que debatir su implementación: «Se ha optado por lo que se conoce, como es natural, pero creo que está faltando una visión más global. Las empresas velan por sus intereses, como es lógico, y no ven la perspectiva global, es decir, la escasez de materiales críticos y de recursos y materias primas de las que dependen, como el cobre en Chile».
A preguntas sobre su opinión en torno al desarrollo exacerbado de las renovables y el consiguiente excedente en zonas despobladas del país, Turiel respondía: “Tengo una visión bastante crítica de estos proyectos, porque están dirigidos a producir más electricidad cuando todavía no sabemos si la necesitamos. Deberíamos estar dirigidos al aprovechamiento antes de lanzarnos a todos estos proyectos en un país que está saturado eléctricamente y con un consumo eléctrico decreciente. Para mí, empezamos la casa por el tejado”.
La Alianza Energía y Territorio
La Alianza Energía y Territorio nació el pasado febrero ante el boom de las renovables a gran escala. Está integrada por más de 140 entidades de todo el territorio nacional con apoyo de 270 investigadores del CSIC y diversas universidades. Luis Bolonio, uno de sus co-impulsores, destaca que el problema no son las renovables, sino el modelo: “Consideramos que las renovables son una gran oportunidad para descarbonizar la economía y poder frenar el cambio climático, pero también para cambiar el modelo energético a un modelo mucho más eficiente y mucho más justo. La clave está en el modelo, no en la tecnología. Las renovables son la primera tecnología en mucho tiempo que nos permite acercar los centros de producción a los centros de consumo, porque son modulables. Es decir, yo puedo instalar la producción de megavatios que yo necesite. Eso no puedes hacerlo con una central nuclear o una térmica, mientras que con la fotovoltaica y la eólica, sí. Son la gran oportunidad de cambiar un modelo centralizado de grandes centrales de energía que están en manos de un oligopolio que nos vende esa energía al precio que quiere».
Por el contrario, «estas energías tienen un gran problema: su baja densidad energética. Necesitan grandes extensiones de terreno, por lo que se están instalando prioritariamente en zonas de alto valor natural al ser los suelos más baratos. Por la eficiencia económica de las empresas. Nosotros consideramos que las renovables dan la oportunidad de convertir la energía en un bien común que esté en manos de la ciudadanía y además de consumidores nos haga productores. E incluso que nuestros excedentes los podamos compartir en la red. Esto es posible tecnológicamente y económicamente, pero además es que a nivel europeo es a lo que estamos obligados, porque las directivas europeas del Pacto de Invierno indican cómo debe hacerse la transición energética. Se basan en el principio de eficiencia energética, advirtiendo que no se deben autorizar nuevas centrales sin evaluar antes este factor”.
“Lo primero por lo que hay que apostar es el ahorro energético”, continuaba Luis Bolonio. “Europa dice que podríamos ahorrar hasta un 67% de la energía que producimos y consumimos. Lo segundo es utilizar la energía de manera eficiente. Lo tercero, producir con renovables, pero con un modelo distribuido basado en el autoconsumo, porque muchos estudios nos dicen que solo con los tejados de nuestras casas y naves industriales podríamos producir toda la energía que necesitamos sin impacto medioambiental. La normativa todavía no favorece el autoconsumo, aunque empieza a haberlo. Luego, si vemos que es necesaria alguna planta, que se haga de manera planificada y ordenada. Y para eso es fundamental que mediante un Decreto ley, de manera vinculante, se haga una zonificación de aquellos espacios de mayor valor medioambiental, que sean zonas de exclusión donde no se puedan instalar estos parques».
Hace unas semanas, varios miembros de Aliente firmabanun artículo en El País reclamando un gran debate social sobre el futuro energético del país. Si no queremos que la España 2050 la decidan otros por nosotros, más nos vale escuchar a los pueblos y discutir la soberanía energética. La cultura ambiental aumenta con la conciencia y ya no se limita a discutir si fósiles o renovables, sino dónde, a qué precio y de qué manera. Como recuerda Luis Bolonio, la exigencia ciudadana crece en Europa y América, desde Noruega a México: “En Europa hay mucha oposición a estos proyectos y en Alemania ya no se está instalando prácticamente nada, así que ahora nos los van a instalar a nosotros, convirtiéndonos en el granero energético de Europa como antes el turístico».
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Comentarios
Por Pablo, el 21 junio 2021
Yo estaría encantado qué mis fincas se destinarán a la producción energética
Por angel coronado, el 21 junio 2021
En Soria nos oponemos a la instalación de una macro – vaquería de 23.000 y pico vacas. En Sayago a la instalación de aerogeneradores de 270 metros de altura. Da igual. Litros de leche o kilovatios de energía, da igual. La cuestión está en lo de siempre: acumular en pocas manos lo que tantas necesitan.
¿Pero en manos de quién está el evitarlo?
De momento, y por mi parte, en redactar esto, que, cosa curiosa, todo el mundo sabe.
Por Angeles, el 02 julio 2021
El pueblo de mis abuelos, Campillo de Altobuey, en La Manchuela conquense, ya sostiene dos parques eólicos de 30 y pico molinos cada uno. Ahora van a acabar de rodear el pueblo con otros dos parques de un tamaño de record guines. A partir de ahora mirarás al horizonte y en 360 grados solo verás eso. Torres de molinos. Masacre diaria de aves que esconden recogiendo los cadaveres cada dia. Puestos de trabajo, cero. Mejora para el pueblo cero. Cada vez mas vacio porque ya quien va a querer ni veranear allí. Yo he puesto a la venta mi casa. Una gran tristeza ver tanto destrozo por la especulación consentida e imparable. Solo beneficio para los cuatro, ya previamente planificado, a los que les ponen los molinos es sus parcelas. ¿Tiene el pueblo luz gratis acaso? Ni siquiera eso. Beneficio ninguno y adios a la belleza y la tranquilidad. El zumzum imparable se siente cuando paseas por los alrededores. Los dos alcaldes lo han apoyado, uno de derechas y otro de izquierdas. La gente vende barata su cultura y sus parajes. Entre cotos de caza, parques eólicos y huertos solares decimos adios a esos benditos y bellísimos paisajes donde sobrevolaban las rapaces y los buitres y el silencio solo lo rompia el viento.