Lurdes R. Basolí, la fotografía femenina, la agencia Magnum y el Danubio
Danube Revisited es un proyecto fotográfico a través del cual nueve fotógrafas recorrerán Europa siguiendo el curso del río Danubio. La española Lurdes R. Basolí es una de sus impulsoras. Con este viaje pretenden homenajear a Inge Morath, pionera en la agencia Magnum, y reivindicar la voz femenina en la fotografía documental.
Lurdes R. Basolí (Barcelona, 1981) es una fotógrafa con una carrera galardonada con algunos prestigiosos premios de fotografía documental, incluido el Inge Morath. Este galardón es un reconocimiento que otorga la agencia Magnum a mujeres documentalistas menores de treinta años. Con ello, los compañeros de Inge, la primera mujer en formar parte de la agencia, rinden tributo a su colega, tras su muerte en 2002. La biografía de Morath bien se lo merece: nacida en Austria en 1923, aunque luego viviera en Berlín, escapó de la Alemania nazi, trabajó como traductora y periodista, fue asistente de Cartier-Bresson y estuvo casada con el Arthur Miller post Marilyn. Estos son solo algunos brochazos de su apasionante vida.
Hace algo más de dos años, la galería Fotohof de Salzburgo, que representaba a Inge, reunió a varias de las destacadas con el premio en una exposición que también incluyó material de la fotógrafa austriaca. Fue en la placidez de la sobremesa donde tres de estas fotógrafas tuvieron la idea de hacer “Danube Revisited. The Inge Morath Truck Project”, un viaje-proyecto de mujeres, al conocer que ella realizó ese trayecto fotográfico por el Danubio en más de una ocasión.
Estas tres mujeres eran nada más y nada menos que la inglesa Olivia Arthur, la última mujer en entrar en Magnum como miembro de pleno derecho (2013), la norteamericana Emily Schiffer, y Lurdes, la única española con el Inge Morath.
Desde el principio, la idea no era hacerlo solas, sino que se lo plantearon al resto de ganadoras del premio. No todas aceptaron el reto, pero en total se juntaron nueve fotógrafas, las citadas más la australiana Claire Martin, la mexicana Claudia Guadarrama, la búlgara Mimi Chakarova y las americanas Ami Vitale, Jessica Dimmok y Kathryn Cook. Un plantel impresionante.
El resultado de aquella comida es un proyecto ambicioso que ha ido madurando a lo largo de estos años. Cuenta con un tráiler-galería que durante cinco semanas irá haciendo etapas a lo largo del río y que en su interior albergará material realizado por Inge sobre el Danubio, antes y después de la caída del Telón de Acero. La intención es que el trabajo se muestre en los mismos pueblos y ciudades donde se tomaron sus fotografías y así involucrar a las comunidades con su propia historia. También mostrará el trabajo de fotógrafas de los lugares que se visitan. Para ello se seleccionarán cuatro mujeres fotógrafas de la región que se unirán a la comitiva durante un tiempo. No en vano, el viaje no pretende solo rendir homenaje a Morath, sino reivindicar a las mujeres en el documentalismo. De hecho, en los lugares por donde pasen, habrá mesas redondas para mujeres y se harán revisiones de portfolios de los que se extraerá material que se incluirá en la exposición (que organizará la Fundación Telefónica) y el libro (que editará Fotoho) que se espera hacer con el resultado del viaje.
El proyecto, aún siendo por y para mujeres, no se cierra a un intercambio cultural más amplio con la participación del público en general, pues busca promover el poder y el potencial de la fotografía documental. Por eso habrá proyecciones gratuitas por la noche, charlas de artistas , foros… tanto en zonas urbanas como rurales. Para ello cuentan con la participación de las instituciones locales.
Además, las nueve fotógrafas darán su visión personalizada de este viaje re-documentando el Danubio que visitara Inge y dando lugar a un trabajo que verá la luz más tarde. El viaje, que durará cinco semanas, se realizará este verano y comenzará en el nacimiento del río en la ciudad alemana de Donaueschingen para terminar en el Mar Negro, en el Delta del Danubio en Rumanía. En él, las fotógrafas viajarán juntas siempre que se lo permitan su agendas.
“Sobre todo es un encuentro para que cada una exprese lo que le interesa. Es una experiencia fotográfica más que nada” apunta Lurdes. “Personalmente, no pretendo explicar nada sobre geopolítica, sobre si el río une o separa. He leído y me he documentado, nunca he estado en el Danubio, pero es imposible hacerlo. Hay muchas proyecciones de lo que significa el río, muchas veces muy románticas. El Danubio es muy largo y sus realidades varían mucho. Por ejemplo en Bulgaria y Rumanía es una frontera natural con dos kilómetros de ancho y con un solo puente en 500 km., con lo que esa idea de río que une no se cumple”.
Este viaje es un encuentro temporal de fotógrafas. “Hemos trabajado de forma muy profesional para levantar el proyecto, compartiendo con afinidad, conexión y ternura. Pero en realidad, no sabemos casi nada las unas de las otras, aunque llevamos muchos correos y muchas videoconferencias”. Ante la posibilidad de que se constituyan como colectivo, Basolí señala: “Los colectivos a veces sirven para suplir carencias propias, sobretodo cuando estás empezando. Se pueden generar relaciones de dependencia que en el peor de los casos hace más difícil construirte de una forma honesta. Ahora bien, no descarto pertenecer a alguno en el futuro, puesto que también veo su lado positivo (buenos ejemplos de ello tenemos en casa)”.
La “voz femenina” es algo que se menciona en la documentación que acompaña al proyecto. “Cuando estudio autores, no pienso en si son mujeres u hombres, pero cuando tomas un poco de distancia, te das cuenta de que las mujeres documentalistas están poco representadas. Esto nos ha dado fuerzas para levantar este proyecto. Esta es una profesión muy solitaria en la que normalmente estás rodeada de hombres”. Pero, ¿existe una voz femenina? Lurdes lo explica: “Tú ves el trabajo de Olivia Arthur y te dices que eso lo ha fotografiado una mujer. Aunque sea por una cuestión práctica, por que puede acceder a ciertos lugares. Tiene una foto de una mujer de un país árabe bailando en su casa, y el click cósmico en el que hace la foto mostrando un movimiento corporal sólo lo puede hacer una mujer”. Basolí matiza: “Lo femenino puede estar en los hombres, y hay atributos masculinos en las mujeres. Pero a mí me sirve para posicionarme. Mi propio trabajo, el de Caracas, tiene una parte muy masculina de violencia explícita, pero también una parte, que es la que para mí le da esa fuerza, en la que me empiezo a fijar en el dolor de la mujer. Y eso se da porque soy mujer, porque empatizo con ellas”.
No se considera activista del feminismo, por considerar que está muy denostado. “Mi lucha es por los derechos fundamentales de las mujeres”. En “Danube Revisited”, esta preocupación se traduce en detalles como que las fotógrafas que son madres tendrán apoyo y canguros para sus hijos para poder realizar el viaje.
Este viaje es también un homenaje al documentalismo, la pasión de Lurdes. Ella comenzó como fotoperiodista, pero actualmente se siente muy lejos de esa forma de fotografiar. “Reivindico el documentalismo no asociado a la palabra clásico, desde August Sander a Taryn Simon. Pero el fotoperiodismo es un subgénero que no ha evolucionado y que ha perdido su capacidad de comunicar. Por eso cuando vienes del fotoperiodismo y te interesa evolucionar, ves que no hay recorrido. El fotoperiodismo ya no me interesa. Además, confundir fotoperiodismo y fotografía documental es muy perjudicial. La fotografía documental es riquísima, se nutre de todo el arte y está pasando por un momento fascinante, sobre todo en España. El fotoperiodismo se dirige a la masa que es analfabeta visualmente. Por eso la prensa les da imágenes fácilmente digeribles. Eso no tiene nada que ver con la fotografía”.
El proyecto sobre el Danubio viene a ser la vuelta de Lurdes a la fotografía activa. Para ella “fotografía y vida van de la mano” y tras su aclamado proyecto en Caracas, sufrió una crisis que la alejó de la cámara. “En Caracas me implico de tal manera que el sufrimiento y la violencia que vivo me hacen entrar en crisis”. La motivación para volver a la fotografía la encontró estudiando a los fotógrafos clásicos, a los que se acercó para impartir clases. “Si me hubiese tenido que reenganchar con el fotoperiodismo estaría trabajando de cualquier otra cosa. Gracias a los clásicos recupero la pasión. La fotografía me da mi forma de relacionarme con el mundo, de reflexionar sobre él. La búsqueda fotográfica me lleva a lugares increíbles, me empuja. Me da relaciones de amistad. La fotografía me salva de este mundo”.
Lurdes, tras este viaje por Europa, volverá a Venezuela a seguir investigando sobre la violencia. Esta vez, centrándose más con los orígenes de la misma. “Me he reconciliado con este proyecto mientras organizaba esta segunda parte. Amo Caracas y vuelvo con una evolución de mis intereses”.
“Danube Revisited: The Inge Morath Truck Project” cuenta con una campaña de crowdfunding que comenzó el 9 de mayo.
Comentarios
Por almudena, el 22 mayo 2014
Lurdes hace fotos con el corazón. Eso se nota en cada imagen…Y además, su sutileza hace grande el momento más amargo.