‘Luto en Colores’, para que el suicidio no sea un tema tabú

Colores de otoño. Foto: Pixabay.

Colores de otoño. Foto: Pixabay.

Colores de otoño. Foto: Pixabay.

Más de 10 personas se suicidan en España cada día. Más del triple de víctimas que por accidente de tráfico. Una realidad que está ahí, pero que hemos convertido en tema tabú del que apenas se habla, empezando por los medios de comunicación. Para hablarlo, para acompañar a quienes han perdido a un ser querido por suicidio y han de sumar al enorme dolor el peso de la culpabilidad o la vergüenza, nace el proyecto ‘Luto en Colores’, puesto en marcha por la periodista Silvia Melero, colaboradora de ‘El Asombrario’. Pensando en estos días de recordar a nuestros muertos, Silvia nos dio una entrevista. Con una enorme dosis de valentía y sinceridad, nos habló de lo que tan pocos quieren hablar. Hemos dejado sólo la fuerza de sus palabras.

«El proyecto Luto en Colores nace de una vivencia personal, hace dos años y medio, cuando perdí a mi hermana; ella luchó durante muchísimo tiempo, por un problema de salud mental, pero llegó un momento en que no pudo más; y eso no significa, y me gusta mucho contarlo y subrayarlo, que quien toma la decisión de irse y descansar no haya luchado. Se cayó mil veces y se volvió a levantar otras mil, pero debemos entender que también la gente tiene derecho a rendirse en un momento determinado y decidir parar. Mi hermana me dijo: «Nadie tiene la culpa de lo que me pasa», y un día decidió parar tomándose pastillas. Tenia 36 años, y se suicidó».

«No, no lo había intentado antes. Mucha gente cree que quien tiene intentos o ideas suicidas es por llamar la atención. No es así. La mayoría de las personas sienten un deseo real de morir por su desasosiego vital y su sufrimiento. La decisión de mi hermana fue muy consciente. El fin era la muerte, no dar ningún aviso. Sufrió mucho, tenía su tratamiento, pero sufrió mucho. De hecho, ella y yo habíamos hablado mucho sobre su proceso vital, era psicóloga infantil. Habíamos hablado mucho de su enfermedad mental, y me había enseñado a entender la complejidad del cerebro humano. No sé, tú nunca piensas que eso va a pasar, porque quienes estamos cerca de una persona que está sufriendo y está luchando, nos ponemos siempre en una situación de salvadores, y pensamos que, a pesar de que esa persona atraviese agujeros negros, estados depresivos muy profundos, en los que no ve esperanza, siempre piensas que puedes sacarla de ahí. Pero para mí también ha sido importante saber que tenemos un límite, un límite del que no podemos pasar».

«Siempre que sucede algo así, esto nos cae en el entorno con el peso de la culpa. Para la familia es muy doloroso; siempre la muerte de una hija o de una hermana es dolorosa, y más si sucede de esta manera; pues al dolor habitual se le suma una carga tremenda de cierta culpabilidad. Ese es el peor sentimiento que cae sobre las personas que nos quedamos, el sentimiento de «pude hacer más», que te cae como una losa aplastante en tu vida. Es como que todo tiende a considerar que «el suicidio es un fracaso social», y eso a mí me parece que es como estar señalando a todas las personas del entorno de quien se ha ido, es como decir que tú has sido un fracaso de hermana y tus padres un fracaso de padres, y los amigos y amigas un fracaso de amigos y amigas, y los profesionales que le ayudaron también. Yo me opongo mucho a esa lectura, creo que es simplista; lo primero, porque no acepta que una persona tiene derecho a decidir sobre su propia vida, por muy dura que resulte esa decisión; y eso no significa que yo la tenga que compartir, simplemente que tengo que entender que cada persona tiene una trayectoria diferente, y cuando alguien lo decide lo decide con sus circunstancias propias y únicas, que no son las de los demás. Viene también una extraña paz, y no quiero que se me malinterprete, cuando sabes que esa persona a la que quieres tanto ya está descansando de tanto sufrimiento. Cuando alguien está sufriendo tanto, resulta un poco egoísta obligarle a vivir desde tus circunstancias, no las de esa persona. Eso sí es egoísta: No quiero vivir la pérdida, así que yo, desde mis circunstancias, te obligo a que tú sigas viviendo. Con las dolencias físicas, visibles, la gente lo entiende mejor porque percibe el sufrimiento, pero con las dolencias invisibles, las mentales, lo psicológico, como no se ve, no sucede lo mismo, cuesta más asumirlo».

«Mi hermana nos dejó una carta de despedida y eso ayuda mucho. Dejó una carta de amor a la familia y explicando que ya no podía más, que quería dejar de sufrir. Para mí eso resulta muy sanador, porque sí es verdad que cierras algo ahí… He reflexionado tanto a lo largo de estos dos años y medio… Al final, te das cuenta de que es un concepto social, cultural y educativo. Debemos entender que la muerte es una compañera de la vida, de nuestro viaje, debemos aceptarlo como algo natural. No como un tema tabú. Eutanasia y suicidio son lo mismo, caras del mismo debate, que nos cuesta mucho afrontar; lo hemos convertido en un tabú permanente. Como las enfermedades mentales. No lo hablamos. Y yo creo que ese tabú de no hablar del suicidio viene de mucho peso de la religión, de que para la Iglesia católica es un pecado, porque considera que tú no puedes decidir sobre tu propia vida porque tu vida pertenece a otro Ser. Y así lo vivimos desde la vergüenza, ocultándolo, porque avergüenza a los familiares. Ese tabú llevado a los medios de comunicación no ayuda en nada. Dicen que el motivo es para que no se genere contagio de conductas. Me parece un argumento absolutamente absurdo; según eso, tampoco hablaríamos de la violencia de género; y yo creo que es todo lo contrario, que si no hubiéramos hablado de la violencia de género desde hace años, no estaríamos ahora tan sensibilizados con esa cuestión. Tapando no ayudamos a nada y encima agudizamos el sentimiento de las personas que han perdido a un ser querido. No se cuenta, no se habla. Al dolor le sumas tener que mentir, tapar, avergonzarte de ello, es una carga más al duelo. No poniendo luz, le ponemos más oscuridad».

«Precisamente para luchar contra eso nace Luto en Colores. Con este proyecto yo quiero dignificar a mi hermana y a gente como mi hermana, no victimizarlos. Ni esconderme yo ni esconderla a ella. Me di cuenta de lo importante que es que otras gentes se vean reflejadas, identificadas, que vean que esto le ha sucedido a más gente, y puedan compartirlo, hablarlo. Por supuesto que hay muchas cosas que se pueden hacer de prevención, para eso ya existen asociaciones y colectivos que se dedican a la prevención del suicidio, aunque es sano que aceptemos que no tenemos el control de todo, que la muerte existe y la enfermedad existe, y suicidios van a seguir existiendo. Es algo que está entre nosotros y lo abordamos. Luto en Colores no nace para prevenir el suicidio, sino para, una vez que ha sucedido, ayudar al entorno; no es una negación del dolor y del negro, no, sino aceptar que junto al dolor y al negro, pueden existir más perspectivas y más colores. La idea es que sea un libro, un documental y un taller para sanar la culpa, al que vamos dando forma poquito a poquito, porque creo que es el sentimiento que más estanca a los familiares, como algo muy corrosivo. Ahora está dentro de la asociación Cómo lo Cuento, que aborda otras temáticas, pero en la que siempre el hilo común es cómo contarlo, desde otra mirada. La muerte de mi hermana hizo que me naciera Luto en Colores. Y Luto en Colores hizo que naciera la Asociación Cómo lo Cuento (con familiares y amigos). Y a Cómo lo Cuento le fueron naciendo otros proyectos que tienen en común el contar. Porque la comunicación es una herramienta extraordinaria para la transformación social. Y para la transformación personal».

«Nació con familiares y amigos de mi hermana, de su entorno, con mis padres, que me han dicho que hablarlo les ha ayudado a desbloquearse y, de alguna manera, a entender la decisión de mi hermana. Les intenté transmitir cómo yo había aceptado la decisión de mi hermana, y hablar tanto sobre eso les ayudó. Lógicamente estamos en lugares distintos de la vivencia, pero nos hemos acompañado. Acompañarse, ese es el objetivo de este proyecto. Y aprender a mirar de otra manera. Porque no debemos reducir toda la vida de una persona a ese último momento de parar, sino que debemos ver que era mucho más, que son gente que hizo muchas más cosas. Para mí el proyecto ya tiene sentido si alguien viene y te dice que le ha ayudado a entender la decisión de parar de esa persona querida. Porque también hay gente que guarda rencor, por ejemplo, a su padre, porque se marchó y les dejó solos. Y si guardas rencor a esa persona, es que no has podido entender todo el dolor que debía de sentir para, a pesar de todo, decidir marcharse. No tiene ningún sentido juzgar la decisión del otro desde tu vida y tus circunstancias. Tus circunstancias no son las de la otra persona. Algunos lo ven como un acto extremo de egoísmo. Yo creo que es todo lo contrario, que también hay amor hacia las personas que dejan aquí; creo que se liberan de su dolor y, de alguna manera, a su entender, quieren liberar a su entorno de hacerles sufrir tanto, liberarles de esa angustia. Mi hermana amaba la vida, la amaba profundamente, pero quería vivirla de otra manera, con salud, con plenas capacidades; tenía derecho a ponerle punto final cuando quisiera. Debemos entender, además, que hay muchos tipos de suicidio, como el motivado por causas sociales, agravadas últimamente por temas como los desahucios, de gente que no sabe cómo seguir luchando; y el suicidio lento, el de gente que, por ejemplo, no quiere luchar contra el cáncer siguiendo durísimos tratamientos. O el de quien no quiere cuidarse, y sigue fumando y tomando drogas hasta el final».

«En torno al suicidio surgen emociones muy complejas, desde la culpabilidad a la rabia y el rencor, que no podemos no hablarlas, mirar para otro lado como si esto no existiera entre nosotros; son emociones que también cada uno debe trabajar. Y hay técnicas, herramientas, que te ayudan; a mí la meditación me ha servido mucho para calmar la mente, para conectar con tus emociones, para poder abordarlas, porque aquí hay que mirar mucho hacia dentro. Me parece fundamental trabajar la mente, porque todo está ahí, y a veces la mente se nos empieza a llenar y llenar de basura, de pensamientos recurrentes, de la culpa que te tortura y te impide ver otras cosas. Claro que yo lloro, pero también a veces río con recuerdos de mi hermana que me hacen disfrutar, a mi hermana le encantaba bailar, no puedes reducir a una persona a esos últimos momentos. Es un trabajo de limpiar la mente y controlar las emociones. La educación emocional debía impartirse desde las edades más tempranas. El trabajo de las emociones y de conocernos a nosotros mismos es primordial. Y creo que ayuda mucho a abordar situaciones extremas, dolorosas, frustrantes. Reconocer tus emociones, identificarlas, y también saber expresarlas. Cuando empiezas a poner en palabras los sentimientos, también sanas mucho a nivel interno. En la sociedad de la hipercomunicación, mantenemos unos niveles de comunicación muy superficiales, nos bloqueamos enseguida, y es liberador aprender a hacerlo. También hay libros que ayudan, como La mirada del maestro, de Juan Manzanera. Dice, por ejemplo, que «enfrentar la verdad de la muerte nos lleva a estar más presentes en la vida».

«El punto de partida de Luto en Colores es que ya ha pasado. Cuando ya no puedes hacer nada, porque ya ha sucedido, porque la realidad está ahí, se trata de plantearnos: ¿y ahora qué vas a hacer con esto, con esta vivencia que la vida te ha puesto delante, qué vas a hacer con esto que no es una hipótesis ni un mal pensamiento, sino que ha sucedido ya, que lo tienes delante, que está aquí y ahora? El punto de partida es no darle vueltas a por qué ha ocurrido, por qué me ha pasado; desde la victimización no puedes avanzar. Se necesita un camino de avanzar y aprender. El escritor Alejandro Gándara dice que «los muertos nos dejan un hueco y yo creo que nos dejan un mapa también». Es lo que yo pienso; mi hermana me ha dejado un camino lleno de vivencias. Y debemos hablarlo y acompañarnos para entenderlo y aceptarlo, no desde la resignación, sino desde la vida. Hay que desligar la forma de muerte de la persona. El suicidio absorbe todo, todo el ser de la persona que se ha ido. Hay que separarlo, rescatar a ese ser querido desde la vida y no desde la muerte, no podemos quedarnos sólo en la manera que eligió para irse. No hay que perder todo lo que era además de esa decisión final. Hay que abrirse y dejar que entren otras cosas. Ese dolor no es incompatible con momentos de alegría».

«Claro que a mí me ha hecho cambiar. Me ha hecho reflexionar mucho sobre el tema de la muerte, una experiencia muy brutal para entenderlo orgánicamente; me ha enseñado a intentar construir cosas en el hoy, en el día a día, sin vivir tan encadenada al pasado ni al miedo. Me ha enseñado a vivir el presente y vocalizar mejor el presente para vivir cosas bonitas. Seguir honrando el presente y mi vida es la mejor manera de honrarla a ella. También me parece muy importante adueñarnos del momento de la despedida, y no aceptar sin más rituales católicos impuestos, que a mí, por ejemplo, no me tranquilizan nada. Es importante decidir sobre nuestra despedida. En este país la Iglesia católica se adueña de la muerte, y no puede ser. Hay que defender la manera de despedirse. Nuestra sociedad está hiperpreparada para acompañar en el nacimiento, lo sabemos todo sobre el parto, cómo ayudar a nacer… Pero no nos hemos preparado nada para la muerte y para acompañar a morir a quienes se van. Es una tarea pendiente.. Octavio Paz decía: «Nuestro culto (en México) a la muerte es culto a la vida». Creo que eso es importante, que hay que entender que son dos caras de lo mismo, de nuestra existencia. Como dice Galeano: «La muerte nunca mata del todo». Hay también una canción maravillosa de Lila Downs con Martirio, es una canción popular mexicana. A mí me dice mucho esta parte: «No me llores no, porque si lloras yo peno, en cambio si tú me cantas, yo siempre vivo y nunca muero». Yo lloro, claro, pero me parece importante no estancarse en eso, permitirse ofrecerles un canto o un baile, guiñarles el ojo a quienes se han ido y dedicarles una sonrisa todas las veces que podamos».

«Basta con observar la Naturaleza para entender cómo la muerte forma parte del ciclo de la vida. Es una etapa más, un tránsito, todo es circular. Las hojas caen del árbol para abonar la tierra de la que nacerán otros árboles. Del dolor por la pérdida, del duelo, pueden nacer muchas cosas bellas si te permites convertirlo en una experiencia transformadora. He aprendido que es verdad que hasta en la muerte hay belleza. ¿Es raro, no? Hay belleza cuando ves cómo se mueve toda una red, un mar de gente para arroparte, para abrazarte. Hay belleza cuando reímos recordando anécdotas de ella, cuando bailo con su música o me pongo sus pendientes, cuando me como el chocolate al que era adicta, cuando veo en cada instante, en cada momento, en cada árbol, en cada gota de lluvia el regalo de esta vida que ella me ha hecho amar más todavía. Mi hermana me ha hecho ser mejor. Me ha dejado tantos regalos para abrirme caminos, tanta gente hermosa que entró en mi vida, que sería una desagradecida si no fuera capaz de honrarla con mi sonrisa. Y esto no significa que no llore de vez en cuando, que no la eche de menos. Significa que me he quedado con lo mejor de ella, sin permitir que la oscuridad de su forma de muerte lo empañe todo».

«Y una última idea, para las personas que han perdido a un ser querido por suicidio: Sé que hay un camino difícil si estás iniciándolo ahora. Sé que sentirás que te van a juzgar, rechazar, que hay una especie de maldición en tu familia porque piensas que sólo te pasa esto a ti, imagino que tienes miedo a que la gente te tenga lástima siempre, temes que les dé malrollo acercarse, que serás siempre la persona a la que “se le suicidó un padre, una madre, un hermano, una hija”. Escribo esto para decirte que no. No eres un caso aislado, esto le pasa a mucha gente, no es una deshonra ni una vergüenza. Es lo que es. Todo lo demás lo añadimos nosotros. Son las complicaciones de la mente. Desde el corazón todo es más fácil, más sencillo. Luto en Colores es aceptar para transformar. Es comprender la decisión de otra persona. Es permitirse vivir el negro del dolor y del duelo junto a otros tonos que te enganchan a la vida. Dejo aquí el enlace con ese primer texto que ya ha ido sanando un poquito algunos corazones. Gente que me ha dicho que les ha ayudado a «entender» un poco más lo que pasó. Y lo que pasó camina junto a todo lo demás, que es la vida: la fuerza que tira de ti cada día».

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

Comentarios

  • David

    Por David, el 31 octubre 2016

    No es problema que el suicidio sea tabú, que lo es. La cuestión es por qué se suicida la gente, y según las estadísticas ocurre más aquí que en los países donde la vida es de por sí más dura. Qué hacemos mal es la pregunta. La respuesta no es aceptar el suicidio cómo una alternativa, lo cual no desmerece de la lucha que la persona ha hecho y que ha abandonado por no poder más. Nada más comprensible que eso. Si procede de una enfermedad incurable (realmente las hay?) quizá, pero ¿y si no? Y en ese ámbito todos debemos luchar para que nadie sufra tan indeciblemente que tenga que tomar esa salida.

    • noe

      Por noe, el 16 marzo 2017

      Totalmente de acuerdo. Buscar las causas y tomar soluciones urgentes para evitarlo en la medida d lo posible. No creo normalizar el suicidio no es natural. No es una forma de morir igual q otra, como se dice en algunos comentarios. Saludos

  • MªLuz

    Por MªLuz, el 04 noviembre 2016

    Yo intenté suicidarme hace diez años tomando unas pastillas. Menos mal que me cogieron a tiempo y después de un lavado de estómago todo quedó en un susto y en un mal recuerdo.
    Creo que los únicos que podemos opinar sobre el suicidio somos aquellos que hemos intentado quitarnos la vida. En esta vida hay que pasar por las cosas para saber lo que son.
    Recuerdo aquellos momentos de tormento interior y desesperanza y desasosiego y qué más dá…lo importante es que sigo viva y más viva que nunca.
    Como me gustaría poder ayudar a alguien que se encuentre en ese trance. Y poder decirle al oído: » No seas tonto, de todo se sale…VIVE».

  • Rocio

    Por Rocio, el 06 noviembre 2016

    Recomiendo ver este programa de Salvados sobre la eutanasia en el que Carlos explica que se quiere morir porque no quiere sufrir más, es su vida, y se quiere morir porque le gusta la vida y no puede vivirla como el querría. ¿Tan difícil es de entender? http://www.lasexta.com/programas/salvados/mejores-momentos/carlos-reivindica-el-derecho-a-elegir-como-morir-los-politicos-me-quitan-la-libertad_20161023580d130d0cf2d6cc9cb962e2.html

  • Isa

    Por Isa, el 22 diciembre 2016

    Gracias por el artículo sobre el suicidio de tu hermana,ayuda, claro que si,yo nunca lo he vivido como un tema tabú, ni me he cortado en hablar del tema, mi hermano se suicidó, pero muchas veces me pregunto el porque,se que nunca lo sabré, aparentemente era una persona que lo tenía casi todo»,familia que lo queríamos, yo sentía adoración por el,amigos, su trabajo, sus viajes….nunca sabré el porque,me ha causado mucho dolor,sobre todo mucha tristeza.un abrazo muy fuerte

    • beatriz

      Por beatriz, el 20 enero 2017

      Hola Isa, si sigues con esa pregunta en la cabeza y esa tristeza hay técnicas que te pueden quitar ese sentimiento y ese pensamiento repetitivo. Te dejo mi web para que las conozcas y después buscar a alguien cerca que te las pueda aplicar.
      beatrizmnor.com
      espero que te sirva de ayuda.

  • Josep Maria

    Por Josep Maria, el 22 enero 2017

    Hola, David y Silvia.
    De entrada querría felicitaros por poner en marcha un proyecto que puede ser de gran ayuda para las personas que tengan que afrontar una perdida de ser un ser querido en estas circunstancias.
    Yo, por mi parte no he vivido lo que se puede llamar un suicidio inesperado e instantáneo de un ser querido, pero si viví, la muerte del mismo lentamente. Es decir, esta persona no se suicidó de golpe y porrazo, sino que se dejo morir, delante de una enfermedad sin apenas intentar superarla. Tenía decidido que que no pensaba hacer prácticamente nada para sanarse. En pocas palabras ni lo intentó.
    De todas formas, a mi me afectó mucho su muerte y sobre todo su desinterés por vivir, hasta el punto de tomar conscientemente decisiones y comportamientos que le aceleraban su muerte.
    Durante mucho tiempo, estuve reflexionando sobre su actuación delante la muerte. ¿porqué había decidido que prefería morir a intentar curarse? para mí fue, sin lugar a dudas, una forma de suicidio lento y premeditado, en le cual no dejo intervenir a nadie.
    Por este motivo, querría expresar que tan importante es luchar contra los tabús o buscar el lado positivo de lo que se deja detrás de la muerte en estas circunstancias, como entender que significa que es el acto del suicidio.
    Para mí, el suicidio es un trance dentro del recorrido de la vida. Si hacemos una analogía de la vida con un viaje, este viaje implica, sin lugar a dudas, un gran nivel de incertidumbre sobre como va a transcurrir. Esta eterna incertidumbre, la podremos vestir mejor o peor pero siempre está ahí, porqué el tiempo transcurre implacable sin cesar. Y como seres humanos únicos e irrepetibles gestionamos, también, mejor o peor estas incertidumbres que pueden desembocar en el trance de no querer seguir viajando.
    Para mí el suicidio es una forma como cualquier otra de morir dignamente.
    Es más, en según que momentos, contar con esta posible salida al trance de querer abandonar el viaje, y saber que tu serás el único que podrá tomar esta decisión, puede aliviar mucho el sufrimiento que puede llevar a ella. Yo le suelo llamar a tener siempre una puerta abierta a la muerte, para cuando tu vida ya no tenga ningún sentido. A lo mejor nunca cruzaras esta puerta, pero tranquiliza, en muchos momentos oscuros de la vida, en que te puedes acercar al trance, el pensar que la puerta siempre está abierta.
    Para acabar, me sumo plenamente, a que la muerte es la otra cara de la misma moneda, es decir, de la vida. Por lo tanto, pienso que debemos aceptarla como la cosa más natural del mundo. Acaso, ¿no vemos al azar y continuamente tanto un lado como el otro de cualquier moneda?
    Según mi opinión, repito, sería muy importante entender y aceptar el suicidio como un trance en la vida como cualquier otro, siempre que consigamos entender y aceptar, sin más, la muerte como un paso más en el viaje de la vida, a pesar que sea, la última estación. Al fin y al cabo todo tiene un final y la forma en que lleguemos a este final considero que no tiene mayor importancia.

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.