Malpaso, ideas ‘cool’, humor y mano izquierda para cambiar el paso editorial
Malpaso nació hace tres años, tres años en los que han conseguido reunir en el catálogo nombres como Picabia, Doctorow, Eduardo Lago, Vonnegut, Chomsky, Lenny Bruce, las Pussy Riot, Enzensberger o el Premio Booker 2016, Marlon Jones. Tres años en los que no solo han armado un catálogo con pesos pesados de la literatura, sobre todo en los ámbito anglosajón y panhispánico, sino que han abierto un restaurante, ofrecen servicios editoriales, acaban de adquirir Los Libros del Lince y en septiembre tendrán su propia librería. Encabezando el equipo, encontramos a dos (jóvenes) veteranos de la edición: Malcolm Otero Barral y Julián Viñuales.
A Julián Y Malcolm se han unido los editores Patricia Escalona, Eduardo Hojman y Rafael Lemus, así como un extraordinario grupo de marketing que, con llamativas campañas publicitarias, vídeos y virales, algunos de ellos convertidos en noticia de periódico, ha conseguido, en muy poco tiempo, hacer de Malpaso un sello y un nombre absolutamente reconocible. Y, detrás de todos ellos, “la mano invisible”, Bernardo, el mexicano sin rostro –el único que en la web no tiene foto-, motor de la frenética y vivacísima editorial Malpaso.
Comencemos con la pregunta habitual de nuestra serie de entrevistas a editores: ¿Cómo definiríais Malpaso?
Malcolm: Cuando fundamos Malpaso teníamos como principal objeto conseguir crear una editorial que participara del discurso cultural, es decir, queríamos animar conversaciones, incentivarlas y dotarlas de alma; en otras palabras, queríamos que Malpaso fuera una editorial relevante para el discurso cultural. Dicho esto, en la editorial tenemos varias líneas temáticas que cohabitan entre ellas: tenemos una línea bastante fuerte de música y cultura popular, otra de ficción literaria y ensayo literario y, luego, otros títulos que no son particularmente fáciles de catalogar. A la pregunta de cómo nos definimos, solo te puedo decir que nosotros hacemos libros que nos gustan y queremos que sean ellos los que hablen de nosotros y de la editorial. ¿Cómo nos ven los lectores? ¿Cómo nos definen los demás? No lo sé, habrá quien nos vea como una editorial cool, quien nos considere más literarios o quien nos vea como una editorial clásica.
Julián: La intención era aunar en un solo proyecto lo que estábamos haciendo Malcom y yo por nuestra cuenta, solo que este proyecto inicial se ha ido enriqueciendo con las aportaciones de otros compañeros que ahora forman parte del staff editorial, staff al que hay que sumar una red de colaboradores externos que también contribuyen con bastantes proyectos y propuestas. Además de todo esto, queríamos crear un espacio donde instalar la futura librería, que abriremos en septiembre, donde poder acoger a nuestros autores y donde organizar actividades. No hemos dado con un espacio único para todo ello, pero la idea sí que se ha mantenido, aunque a partir de distintos espacios [la editorial, el restaurante Malpaso y la futura librería]. Por otro lado, sí hemos conseguido integrar en Malpaso una red de servicios para pequeñas editoriales, red que está en perfecto funcionamiento.
Me da la impresión de que el proyecto Malpaso trasciende la definición clásica de editorial.
Malcolm: Efectivamente. Hay quien se sorprende y nos pregunta por qué somos tantos en una editorial, pero no es por un problema de gigantismo, sino que responde a la voluntad de hacer de Malpaso un proyecto mayor, es decir, un proyecto que trascienda la idea de editorial. Por una parte, Julián y yo nos encargamos de la parte editorial y la personalidad de Malpaso, si bien intervienen muchos elementos exógenos, responde principalmente a nuestras personalidades en tanto que editores. Por otra parte, el proyecto global nos trasciende porque, como dice Julián, ofrecemos servicios editoriales y de marketing, de los que se encargan otros profesionales, y estamos a punto de abrir una librería, como te comentaba antes.
En una ocasión, a la pregunta de si Malpaso era una editorial ecléctica, tú Malcom contestaste que todos somos eclécticos, que no hay nada no ecléctico. ¿Nos equivocamos, entonces, en querer buscar una definición que describa a Malpaso?
Malcolm: Malpaso es ecléctico desde el momento en que Julián y yo somos distintos y, a la hora de trabajar, no somos la misma persona. Muchos libros son propuestas e ideas de Julián y otras tantas son mías, en este sentido somos eclécticos. Hay líneas editoriales muy cerradas que solo publican un tipo de autores o un tipo de literatura, nosotros no somos así; nosotros somos una editorial que quiere publicar libros buenos y estamos abiertos a propuestas diferentes, tratando que todos los libros que publicamos dialoguen entre ellos. De hecho, los libreros y los lectores entienden qué es Malpaso y, sobre todo, reconocen los títulos de Malpaso. Y esto se ha conseguido de forma orgánica y no porque desde el inicio se haya tenido la idea de publicar solo ciertas cosas; para nosotros el eclecticismo es indispensable para no cerrarse o para no especializarse. Nosotros hacemos un poco de todo, aunque evidentemente cuando voy a una agencia y veo qué libros ofrecen, de inmediato reconozco cuáles son Malpaso y cuáles no.
Una gran actividad en redes, llamativas campañas de publicidad, virales… ¿Cabe pensar que una de los principales objetivos de Malpaso es llegar a los lectores, diferenciándose de las otras editoriales y de los modelos de difusión tradicionales?
Julián: Sí que hay una voluntad muy clara de querer llegar al lector; no se trata solo de darnos a conocer a través de los libros, sino de hacer llegar la buena nueva a todos los incautos lectores que no conocen el proyecto. Y es verdad que, en este sentido, en estos tres años ha sido decisivo el apoyo que nos han brindado nuestros compañeros de marketing, que nos han permitido hacer mucho más ruido del que teóricamente podría hacer una pequeña editorial que se lanza al ruedo. Nosotros, Malcom y yo, que somos conversos en esto de las redes y los virales, al inicio, veíamos este tipo de marketing con algo de escepticismo, pero la verdad es que ahora nos embarga el agradecimiento hacia nuestros compañeros.
Malcolm: Nuestro carácter es serio, pero, a la vez, somos un poco irreverentes o, como dirían en México, somos un poco “locochones”; de lo que se trata es de no seguir a pie juntillas lo que hace la industria y el trabajo que ha hecho el departamento de marketing abunda en esta imagen irreverente, abunda en la idea de que nosotros no hacemos los libros que hacen todos, no los hacemos de la manera que lo hacen todos y nuestro diseño y forma de presentarnos también es diferente. La gracia de crear una editorial nueva residía en la posibilidad de hacer algo diferente y con el apoyo del equipo que tenemos hemos podido ahondar en la idea de que somos irreverentes, de que hace hacemos ruido y jugamos con el sentido del humor.
Esta irreverencia se hace patente también en vuestra colección de ensayo, donde no os preocupa mezclar Enzensberger con las Pussy Riot, con libros de periodismo (Gabriela Wiener, Robert Juan-Cantavella, Alfonso Armada) o con nombres tan dispares como Bernie Sanders y Kate Bolick.
Julián: Ahora estamos trabajando en proyectos que muy probablemente nos lleven a publicar la obra literaria de algunos músicos todavía no traducida. Los libros dialogan entre ellos y, en ese sentido, no sé si hay tanto una voluntad de ser irreverente, aunque sí es cierto que en el caso del ensayo hay una cierta inclinación ideológica hacia lo transgresor y hacia lo que entendemos que son cuestiones muy candentes de las que se debe hablar.
Malcolm: De hecho, tenemos una serie, que nosotros internamente llamamos de combate, en la que hemos publicado a Chomsky, Bernie Sanders, un libro sobre cómo hacer la revolución… Nuestra línea de ensayo se ha ido conformando como una línea en la que se encuentran libros irreverentes y combativos de tipo político. Dentro del ensayo cabe también el periodismo y tratamos siempre de incluir libros con humor; como por ejemplo Cosas raras que se oyen en las librerías, al mismo tiempo que publicamos a Enzensberger, a quien volveremos a publicar en septiembre. Con todo esto, lo que quiero decir es que no es incompatible el rigor con el humor y el humor con el combate; nosotros lo vemos como un todo de pensamiento.
Definís vuestra línea de ensayo como una colección de libros políticos que, podríamos añadir, tienden hacia la izquierda. ¿Aceptáis la definición de Malpaso como editorial de izquierdas?
Malcolm: Sí, y sin complejos.
Julián: Sin duda, y el carácter político está en muchos libros, hasta Las memorias de Lennie Bruce tiene un sesgo ideológico inequívoco.
Malcolm: Aunque hace un tiempo publicamos la biografía de Johnny Ramone, que era un fascista. Es decir, dentro de la historia de la música hay distintas tendencias ideológicas y, si queremos publicar la biografía de un músico, no dejaremos de hacerlo por sus opiniones políticas, aunque nuestra línea, y esto es particularmente evidente en los libros de ensayo, tiende a la izquierda. Podríamos decir que cargamos a la izquierda.
En el decálogo de principios de Malpaso, afirmáis que no hace concesiones y que vuestro principal compromiso es con los lectores. ¿Los lectores siempre tienen la razón?
Malcolm: Cuando decimos que Malpaso no hace concesiones, queremos decir que nosotros no publicamos por compromiso o porque el autor es quien es, nosotros publicamos lo que queremos y lo que creemos que vale la pena publicar. En este sentido, nuestro compromiso es ofrecer a los lectores buenos libros o libros que, dentro de nuestro criterio, valen la pena; no se trata de hacer lo que los lectores quieran, se trata de que los lectores, frente a un libro de Malpaso, sepan que es un buen libro, que está bien editado… Es un compromiso de calidad, no se trata de ofrecer lo que se demanda. Puede que los lectores quieran a María Dueñas, pero nosotros no la publicamos.
Por tanto, ¿poca complacencia e intento de crear lectores nuevos?
Malcolm: Como todos los editores, lo que debemos hacer es publicar algo que creemos que merece y luego convencer a los lectores de ello. Nuestro compromiso es que no sacamos mierda.
Julián: Es verdad que cuando buscas y propones autores debutantes o nuevos valores literarios que todavía están por consagrar, inevitablemente estás obligado a crear nuevos mercados y, en este sentido, evidentemente te guías por el feedback de tus lectores y por cómo te van las cosas, pero hay sin duda una búsqueda de nuevos lectores. Lo que venimos haciendo en Malpaso viene más dictado por nuestro paladar y por las cosas que vamos descubriendo que por una estrategia basada exclusivamente en lo que se nos revela en el oráculo de las librerías.
¿En el momento de publicar, pensáis, por tanto, en un lector como vosotros?
Julián: No lo sé, puede que sí, puede que la estrategia de trabajo sea pensar que aquello que a ti te ha podido divertir o interesar pueda llegar a un público similar. Pero esto es pura especulación.
Malcolm: En verdad, cuando publicas un libro es porque has encontrado algo bueno que crees que puede llegar a mucha gente; si crees que ese libro que a ti te ha interesado solo puede llegar a cinco o seis lectores, entonces no lo puedes publicar. Una cosa es que, al final, el libro termine gustando solo a seis, pero esta no puede ser la idea inicial. Para publicar debes tener la confianza de que el libro puede interesar a muchos lectores y, en ocasiones, publicas obras que tú reconoces que son buenas, pero que no te interesan como lector, pero las publicas igualmente porque son buenas y porque estás convencido de que son susceptibles de interesar. Volviendo al tema de antes: no hacemos lo que los lectores quieren, pero publicamos para los lectores.
Julián: Y a veces, por el beneficio de la fisionomía de la propia editorial y porque crees que vale la pena, asumes determinados riesgos y llevas a cabo proyectos, siendo consciente de que no te van a deparar buenos resultados, pero que sí que te ayudan a crear, en palabras de nuestro socio, “esa constelación de libros que dialogan entre ellos”.
En esta constelación de libros que dialogan entre ellos destaca desde hace poco tiempo Marlon Jones, el premio Booker 2016 y autor de ‘Breve historia de siete asesinatos’.
Julián: Cuando compramos la novela no podíamos imaginar que podría convertirse en un premio Booker.
Malcolm: Seguramente si en el momento de adquirirlo hubiera tenido el Booker, nosotros no lo habríamos podido comprar, pues no somos una editorial tan fuerte como para haberlo podido conseguir y lo hubiera publicado una editorial más grande. Las editoriales pequeñas y medianas jugamos a ser rápidos y a apostar, no por lo que ya se sabe que va a funcionar, sino por instinto. En este caso, hemos tenido suerte, puesto que, si no hubiera tenido el Booker, a lo mejor, no habría tenido tanta repercusión y habría podido ser un marrón para nosotros.
Jones es vuestra gran apuesta de 2016.
Malcolm: Sin duda: son 800 páginas escritas en jamaicano.
Julián: Y una apuesta costosa, pero nos enamoramos de inmediato del libro y asumimos la apuesta con todas las de la ley.
Dentro de la ficción, apadrinados algunos por la editora Patricia Escalona, encontramos a Eduardo Lago, Vonnegut, Doctorow…. ¿Ayudan nombres de tanto peso a presentar a los lectores autores nuevos o no conocidos en el mercado?
Malcolm: Debería. Lago es un autor que yo había publicado en otra vida anterior; en el caso de Vonnegut, se nos presentó la oportunidad de publicarlo y no lo dudamos, mientras que Doctorow fue una propuesta de Eduardo Lago, propuesta que conseguimos cerrar gracias a que Patricia Escalona había sido su editora, y a Picabia lo encontró Julián en una feria. Todos estos nombres apuntalan el catálogo y no sé si ayudan a vender a los nombres más pequeños, pero sin duda ayudan a configurar la imagen de tu editorial. Además, para los autores, tal y como subrayan algunos, no es lo mismo estar en un catálogo junto a Doctorow que con Perico el de los palotes. ¿Por publicar y vender a estos autores reconocidos vendes más a un autor desconocido? Ese debería ser el mundo ideal, pero creo que no pasa.
¿Cuesta introducir autores desconocidos, en ocasiones, incluso para la crítica?
Julián: Cuesta muchísimo, pero una de las señas distintivas de Malpaso son nuestras apuestas a largo plazo, apuestas que a veces puede llevar mucho tiempo apuntalar.
Malcolm: Es difícil, pero se consigue. Tenemos, por ejemplo, el caso de Pablo Ramos: no había publicado antes en España, pero su tercera novela fue libro de la semana en Babelia; es decir, poco a poco estamos consolidando a un autor, Pablo Ramos, que es muy bueno y que, antes de que lo publicáramos, nadie conocía en España. Hemos publicado tres libros suyos, publicaremos más, tratando de hacer una política de autor: es decir, apostar por el autor, apostar por el autor y apostar por el autor, esperando que no se vaya a otra editorial.
¿Apostar por un autor es re-seguirle en toda su trayectoria?
Malcolm: Efectivamente, siempre y cuando te entiendas con el autor y te interese lo que hace; si no es así, lo dejas de publicar. Pero, por lo general, nuestra voluntad es apostar por un autor y seguir publicándolo, porque cuando comienzas con un autor no muy conocido, lo que quieres es que vaya creciendo contigo. Por esto nosotros apostamos por autores, no necesariamente nuevos, pero que nos gustan y que creemos que tienen potencial de ir a más.
Habláis de apuntalar el éxito de los autores, ¿Malpaso busca más un ‘longseller’ que un ‘bestseller’?
Julián: Yo creo que buscamos ambas cosas, aunque nunca sabes lo que te vas a encontrar. En este sentido, el caso de Marlon James es paradigmático. Eso sí, creo que te puedes amargar la existencia buscando un éxito de ventas; para el éxito lo que cuenta y con lo que puedes contar es con tu constancia y con la línea editorial que has marcado, todos los otros elementos son imprevisibles.
Considerada el carácter imprevisible del mercado, ¿el ‘longseller’, al contrario del ‘bestseller por su carácter momentáneo, asegura unas ventas a largo plazo?
Julián: Nosotros estamos intentando construir un fondo, aunque no solo. De hecho, Patricia Escalona y Eduardo Hojman, ahora mismo, están dedicados a ir a la caza de oportunidades de negocio mucho más jugosas que las de Malcom y yo. Por el contrario, nosotros estamos tratando de armar el sostén de la editorial con vistas a muy largo plazo de lo que debe ser nuestro catálogo literario y de ensayo. En este sentido, el longseller es lo que aspira tener todo buen editor.
Malcolm: Al mismo tiempo, todos somos cortoplacistas, todos queremos vender mucho al mes siguiente y lo ideal es vender mucho de un libro que, con el tiempo, se siga vendiendo también. En el mundo de la edición, todos queremos tener éxito, no publicas en vistas al éxito futuro de un autor, aunque sí es cierto que hay libros que van aumentando sus ventas con más lentitud que otros. Hay que tener en cuenta, además, que en las librerías las novedades duran poco y en España hay un porcentaje alto de publicaciones en manos de los grandes grupos; por todo esto, conseguir un longseller cuesta mucho. Y se consigue solamente a base de títulos y de años de trayectoria.
Sois muchos los editores que subrayáis negativamente el ritmo demasiado alto de publicaciones.
Malcolm: El ritmo es, por lo general, muy alto…. El nuestro no tanto.
Julián: Los libreros reciben ciento de novedades diariamente y aunque algunos grandes grupos han afirmado que reducirían el número de novedades, al final no habido reducción alguna. Por si las cosas no fueran lo suficientemente complicadas ya, encima te enfrentas a una marabunta de novedades, que hacen que la visibilidad, incluso en las librerías en las que supuestamente se nos cuida un poco más, sea algo difícil de conseguir.
¿Cuál es vuestro ritmo de publicación?
Malcolm: Nosotros estamos en 40 libros al año, pero no hay una cifra ideal. Cada editorial tiene que buscar su ritmo, el ritmo con el cual esté cómodo el equipo editorial, con el cual poder llevar a cabo los proyectos…. Lo que no tiene sentido es sacar libros que no vas a poder vender. Nosotros publicamos los libros que podemos y necesitamos. ¿Hay pequeñas editoriales que publican tres o cuatro libros al año y sobreviven? Sí. ¿Hay otras que, sin embargo, debido al sistema de devoluciones, necesitan publicar más títulos? También. De lo que no cabe duda es que en España se publican 70.000 libros al año y es mucho para que el mercado lo pueda absorber. El problema es que los editores miramos al de al lado, pedimos al otro que reduzca, pero sin cambiar nosotros el ritmo.
Tú mencionas el problema de las devoluciones, no son pocos los que critican al 4% de IVA del libro en comparación al 0 IVA en países como Inglaterra. ¿Todavía son necesarias muchas mejoras institucionales para salvaguardar el libro y la industria editorial?
Malcolm: A nivel fiscal, los editores todavía mantenemos una condición privilegiada con el 4% de IVA para los libros…
Julián: a excepción del libro electrónico, que todavía no se considera un soporte digno de ser considerado como un libro.
Malcolm: Yo suelo pensar que, cuanto más lejos esté el poder político de la cultur,a mejor es para la cultura. Otra cosa es que nos traten bien, que no nos suban el IVA como se lo han subido al cine. Con que no nos puteen, ya me parece bastante. El dato positivo es que en los últimos años el mercado americano ha crecido muchísimo y los editores de España pueden gestionar sus tiradas entre aquí y América. Nosotros, de hecho, tenemos una oficina en México y una en Buenos Aires; tenemos una vocación panhispánica y el actual crecimiento que ha tenido el mercado americano, que ahora mismo supone el 34% del mercado, es muy positivo para los editores. Lo importante, en definitiva, es que la política no ponga palos en las ruedas, creo que el mundo de la cultura y la industria cultural sabe manejarse más o menos autónomamente.
Desde vuestra experiencia, ¿observáis muchas diferencias entre el campo lector argentino, el mexicano y el español?
Julián: Hay diferencias y son muchas. Nuestro propósito es vencer esas resistencias en América por los autores que provienen de España y viceversa, algo que cuesta mucho, pues requiere un esfuerzo enorme vencer esta especie de autarquismo de no pocos lectores de ambos lados del charco. A veces, si se produce la consagración de algún autor en otro ámbito lingüístico, al francés o al inglés, por ejemplo, es más fácil vencer las reticencias, al venir el autor avalado por el reconocimiento en el extranjero, pero siempre hay un cierto proteccionismo entre los lectores que a veces dificulta las cosas.
¿España ha dejado de ser el lugar de consagración para el autor hispanoamericano?
Malcolm: Respecto a este tema, hay que tener en cuenta dos aspectos distintos, el cultural y el industrial. ¿Es necesario que ahora, como sucedía antes, los autores americanos hagan las Españas? No. Ahora hay autores muy importantes en Hispanoamérica y no en España; pienso, por ejemplo, en Jeremías Gamboa, que vende 40.000 ejemplares en Perú, pero no creo que haya vendido mucho en España. Esto sucede ahora porque actualmente hay una activa vida cultural en Latinoamérica, gracias a una gran red de festivales literarios, que hace que los autores hispanoamericanos no necesiten venir a España para consagrarse. Ahora mismo, como mercado, España es un país más: es un mercado grande, es un mercado importante, pero un autor puede funcionar perfectamente en todo América y no aquí. Y, por tanto, los autores latinoamericanos ya no tienen que venir aquí, como sí sucedía en los sesenta, para conseguir el aval de España. Sería una anomalía que pasara, como era ya de por sí una anomalía en los años sesenta. Dicho esto, a nivel industrial, a excepción de Sexto Piso o Eterna Cadencia, el peso de la decisión editorial en español, por una cuestión de tradición, de herencia o, incluso de inercia, sigue estando en España, en particular en Barcelona, solo que hay una actitud menos colonialista. Miramos más Hispanoamérica, donde la literatura es más chispeante, y cuidamos más Hispanoamérica.
Defines la literatura hispanoamericana más chispeante respecto a la española y recuerdo una entrevista contigo, Malcolm, en la que afirmabas que entre los autores españoles nacidos entre finales de los setenta y los ochenta no se estaba proponiendo nada radicalmente nuevo. ¿Encontráis autores más interesantes en Hispanoamérica?
Malcolm: Yo creo que la literatura española está algo aburguesada, también es cierto que la sociedad española es más burguesa que la sociedad latinoamericana, y creo que aquí las rupturas a nivel literario suelen ser propuestas estéticas un poco vacías, aunque, evidentemente, hay excepciones y hay autores españoles que me gustan y, de hecho, publicamos algunos. En Hispanoamérica, por el contrario, la literatura está más viva y es más cambiante; si tuviera que poner una balanza cualitativa las dos orillas, diría que un 60% del peso estaría en Hispanoamérica y un 40% en España.
Los dos venís del ámbito editorial, ¿para vosotros Malpaso ha supuesto encontrar la libertad que no habíais tenido antes?
Malcolm: Yo siempre he sido libre, nunca me han censurado un libro; da igual que estés en un gran grupo o en un sello pequeño, como editor tienes que garantizar la subsistencia y publicar buenos libros. En esta dicotomía te mueves. En Malpaso somos muy libres, pero sería mentir si dijera que en mis vidas anteriores estaba cohibido. Cuesta reconocerlo, pero una editorial es una empresa, jugamos en un mercado competitivo y hay que sobrevivir.
Julián: En Malpaso, respetamos absolutamente el trabajo de los editores y hay muy pocas injerencias; obviamente, todas las recomendaciones son bienvenidas, pero, tal y como señalamos en nuestros principios, respetamos la libertad de todos nuestros editores. Es un privilegio y una suerte poder trabajar a tus anchas y no sentirte cohibido, más allá de esas obligaciones puntuales en pos a unos determinados resultados.
Recientemente, Malpaso ha crecido con la adquisición de Los Libros del Lince. ¿Es el primer movimiento de una política de incorporación de más sellos?
Julián: La incorporación de Los Libros del Lince se hizo con la voluntad de cubrir algunas áreas que, por falta de recursos y tiempo, no podíamos abarcar; asimismo, Los Libros del Lince encontró en nuestra infraestructura unos medios asequibles y fáciles para sobrellevar estos años de sinsabores y dificultades. La incorporación se hace con la voluntad de crear una red de compañeros editores, pero no con la voluntad de ir creciendo a base de adquisiciones y fusiones.
Malcolm: Si grandes corporaciones se unen para sacar mejor partido, también tiene sentido que los pequeños se unan: si Los Libros del Lince hace bien una cosa que nosotros no sabemos hacer y entre los dos podemos llevar a cabo proyectos mejores, ¿por qué no nos vamos a unir? El hecho de que nos unamos entre sí los pequeños tiene tanto sentido como que se unan los grandes.
Sin embargo, es más inusual que sea una editorial independiente la que adquiera otra editorial, y no un gran grupo.
Malcolm: Sí, puede sorprender a nivel de prensa, pero al final no es más que sumar talento.
¿Y pensáis sumar más talento?
Malcolm: Si la oportunidad se presenta, si nos es asequible, si los otros quieren trabajar con nosotros, si a nivel de estructura es posible…, seguramente sí. Pero no vamos con un saco con dinero para ver quién se quiere venirse con nosotros; si hay la oportunidad, bien, pues cuanto más talento mejor, pero ya se verá.
Julián: Hablamos de adquisiciones, pero muchas veces son fusiones y colaboraciones para llevar a cabo proyectos, que de lo contrario no serían posibles. Utilizamos el término grandisonante de adquisiciones cuando, en más de un caso, se trata de arreglos para sobrevivir.
Han pasado tres años desde que nació Malpaso, ¿cuáles son los retos que os ponéis para los próximos tres años?
Julián: Vamos a empezar a distribuir nuestros libros en Estados Unidos y empezamos a publicar en catalán a partir de septiembre. Queremos abrir el abanico de autores y traducir de otros idiomas y, así, comenzar a vencer el anglocentrismo: vamos a traducir más del italiano, del francés y del alemán. Se trata de ir extendiendo los tentáculos para ir creciendo. Sin embargo, creo que el reto más importante es sobrevivir.
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