Mapplethorpe, siempre arriba
En el LACMA y el Getty Museum de Los Ángeles puede verse hasta agosto buena parte del legado de Robert Mapplethorpe en sendas retrospectivas. Aprovechando ese despliegue, conversamos en Ámsterdam con Rob Jurka, el galerista que le introdujo en Europa, para conocer mejor los comienzos del fotógrafo que revolucionó morales y estéticas.
Pese a la proximidad de su galería con la céntrica Plaza de Rembrandt, Rob Jurka siempre tuvo claro que su camino seguiría unos pasos bien distintos a los del maestro barroco. Y es que, con su inauguración en 1970, la galería que dirigió durante casi cuatro décadas se convertía en el primer espacio en Ámsterdam consagrado íntegramente a la fotografía.
A lo largo de las cuatro localizaciones por las que atravesó, hasta su cierre definitivo en 2005, la Galerie Jurka promovió los primeros trabajos de figuras tan prestigiosas como Larry Clark, Peter Hujar, Herbert List o David Armstrong sin olvidar la de un por entonces desconocido Robert Mapplethorpe.
“La primera vez que vi sus fotografías fue en la revista Interview de Andy Warhol», nos cuenta, «y en seguida me di cuenta de que sobresalían del resto, así que, aprovechando mi estancia en Nueva York, le comenté a un amigo lo mucho que me gustaría exponerlo en mi galería, y me sugirió que buscara su número en la guía telefónica para ver si por casualidad estaba allí. Y así fue. Por aquel entonces era un chico bastante tímido, así que mi amigo tuvo que insistirme para que llamara. Marqué el número y, tras unos minutos, Mapplethorpe me dijo: ¿por qué no vienes mañana? Y así empezó todo”.
Al poco tiempo de aquel fructífero encuentro en su estudio del 24 de Bond Street, Mapplethorpe pisaba suelo holandés con una exposición acompañada del primer catálogo europeo dedicado al fotógrafo, diseñado y publicado por la propia Galerie Jurka (1979). Aunque Mapplethorpe todavía no gozaba de la notoriedad que alcanzaría tras su inclusión en la Biennal del Whitney Museum en 1981, las páginas de ese primer monográfico ya recopilaban las grandes obsesiones que marcarían la estética mapplethorpiana: composiciones florales, retratos a personalidades tan dispares como Patti Smith o Carolina Herrera, hombres de raza negra y, por último, algunas de las imágenes de la escena sadomasoquista homosexual de los años setenta que, en su conjunto, conforman el famoso y polémico X Portoflio. “Al principio las imágenes sexuales del libro me causaron algunos problemas con el encuadernador”, recuerda Rob. “Me llamó y me dijo que no podía seguir haciendo aquello porque, además, también había mujeres trabajando allí. Le dije que les dejaran ver las imágenes durante 15 minutos y luego continuaran. Así lo hizo y todos los catálogos llegaron a tiempo”.
Un año después, Mapplethorpe regresó a Ámsterdam, pero esta vez rodeado de su pareja, Sam Wagstaff, y de su nueva musa, la culturista Lisa Lyon.
La ocasión lo merecía, ya que se trataba de la inauguración de Black Males (1980), la primera exposición del fotógrafo dedicada exclusivamente a la serie de hombres de raza negra complementada de nuevo con un segundo catálogo editado por Jurka y prologado por el escritor Edmund White. “Mapplethorpe se sentía especialmente a gusto en Ámsterdam porque era una cuidad tranquila y mucho más libre sexualmente que Nueva York”, recuerda Rob. “Vendí más obras suyas durante aquella exposición de lo que vendió después en Estados Unidos, así que un día me escribió preguntándose qué hacía viviendo allí cuando lo que le gustaba era Ámsterdam y encima lograba vender más que allí”. Un ejemplo de este éxito es sin duda Man in Polyester Suit, la polémica fotografía en la que el amante de Mapplethorpe, Milton Moore, queda retratado de cintura para abajo cumpliendo así con la promesa de no mostrar el rostro y los genitales de éste en la misma imagen. El interés por la instantánea fue tal que de una serie de 15, la Galerie Jurka vendió seis y, en 2015, otra copia proveniente de la galería se adquirió en subasta a casi medio millón de dólares. Sin embargo, más allá de las cifras, la prioridad de Rob siempre fueron los artistas, admirando también a todos aquellos que, al igual que él, también apoyaron desde el principio sus trabajos, como por ejemplo Ileana Sonnabend o Leo Castelli.
En 1988, Mapplethorpe se consumía poco a poco debido a las complicaciones relacionadas con el sida, pero aun así decidió acudir a la última exposición organizada por Jurka. A principios de 1989 –año de su fallecimiento- Rob le devolvió la visita en Nueva York. “Nada más saber que estaba allí, salió de la cama para verme”.
En el LACMA y el Getty Museum de Los Ángeles, puede verse hasta el 31 de julio la muestra ‘Robert Mapplethorpe: The Perfect Medium’.
Ambos catálogos están disponibles en www.zarbibooks.com.
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