María Hervás se mete en la piel de la prostituta que habla con Alá
“De la mujer islámica tenía en la cabeza los clichés, y el día que me dieron el texto que había que preparar entré en pánico”, confiesa María Hervás. Cada miércoles por la noche hasta finales de julio, en el teatro Lara de Madrid, la joven actriz madrileña se convierte en Jbara, la pastora bereber que se prostituye y mantiene un diálogo perenne con Dios, en el unipersonal y controvertido ‘Confesiones a Alá‘.
“Me interesé por el casting, pero el día que me dieron el texto que había que preparar entré en pánico. Me sentí ajena, trataba un asunto que desconocía, me parecía una osadía, un atrevimiento y coincidió además con un momento personal conflictivo, de mucha inseguridad. Decidí no hacerlo. Un par de días después empecé a jugar con el acento marroquí y me comencé a sentir mejor, descubrí por esa vía aspectos diversos del personaje y, por asombroso que parezca, también verdades sobre mí”, confiesa María Hervás.
Fue hace más de un año. La pieza se estrenó con éxito en el circuito alternativo madrileño, le procuró a Hervás una nominación a los premios Valle Inclán, y ahora vuelve al escenario, siempre desde la dirección de Arturo Turón, quien ha respetado al máximo el texto original: la polémica novela de la escritora marroquí anclada en París Saphia Azzeddine, que se inspiró en auténticas mujeres de Marruecos que son putas por la noche y musulmanas practicantes por el día.
“No está dirigido a la mujer islámica. Es más, ni siquiera creo que trate sobre el conflicto de esta mujer”, opina Hervás. “Va sobre los extremos, las ideologías como dogmas sociales que no te dejan elegir la forma de llevar tu vida. Y eso no es islámico, está ocurriendo aquí, ahora mismo. Es un texto crudo, que golpea, que habla de la realidad sin maquillarla. Se relatan violaciones, palizas, asuntos que están en la vida islámica, sí, pero también en todas partes”.
La obra traza un arco en la vida de esta marroquí, que termina siendo la mujer de un Imán, desde los 16 hasta los 24 años. “¿Difícil? No. Fue complejo”, reflexiona Hervás. “Si te enfrentas a Julieta tienes mil referencias, pero este texto era un abismo. Arturo me dio además responsabilidad en la construcción del personaje y muchas decisiones fueron mías. No es una comedia, desde luego, pero lo abordé desde cierto sentido del humor. Siempre he creído que en la vida, a más sufrimiento más humor, o de lo contrario sucumbes”.
Es filosofía de vida que ha seguido a rajatabla esta actriz madrileña, de 27 años, que creció con vocación de cuentacuentos, que escribe, pinta, le interesa la fotografía, le ha dado al cortometraje y tuvo intención de ser arquitecta. “Algún día lo voy a retomar, pero no volveré a la universidad, me gustaría hacerlo de la mano de un maestro arquitecto, de forma artesana, a la manera de Los pilares de la Tierra”, afirma. En televisión estuvo en la última etapa de Los Serrano y también en La pecera de Eva. “No reniego de la televisión. Es distinta, me ha ayudado a crecer. En teatro tienes tiempo de reflexionar y tomar las decisiones; en la televisión todo es ya, cuando vas a reflexionar ya ha ocurrido, ya está grabado. Pero te da tablas, agilidad y una visibilidad que el teatro no”.
Formada en la escuela de Cristina Rota y al amparo de sus maestros Fernando Piernas, Will Kleene -un experto en Shakespeare- y Andrés Lima, María Hervás tiene una apretada agenda. Hasta julio estará encarnando cada miércoles a Jbara en el teatro, alternando con el rodaje de la serie He visto un ángel, con Antonio Resines, para Tele 5, y espera impaciente el estreno de la película Cómo sobrevivir a una despedida, que acaba de rodar a las órdenes de Manuela Noguero, en Canarias. “Es como Resacón en Las Vegas», concluye risueña, «pero con chicas”.
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