Martirio: “Alimentar el alma con la cultura tiene que costar algo, igual que cuesta comprar el pan”
Martirio cumplirá el próximo marzo 30 años de carrera musical como una de las artistas más personales y carismáticas de la canción popular en España. María Isabel Quiñores Gutiérrez, así se llama en el día a día, ha lanzado en octubre su nuevo disco, titulado ‘De un mundo raro (cantes por Chavela Vargas)’, en el que rinde un profundo homenaje a otra Isabel nacida en Costa Rica pero que fue abanderada de la canción mexicana en todo el mundo. Y lo hace acompañada por la guitarra de su hijo, Raúl Rodríguez, y, por supuesto, llevándose “con muchísimo respeto” canciones como Luz de luna, Quisiera amarte menos y La llorona a ese terreno, el flamenco, que domina tan bien. La cantante y su hijo ofrecerán un concierto basado en este disco el próximo día 11 en el Teatro Fernán Gómez de Madrid.
En su anterior trabajo, fue también acompañada de un gran nombre de la música latina, el cubano José María Vitier. ¿Qué te ha llevado esta vez a decantarte por Chavela Vargas para este último trabajo?
La emoción tan grande que nos produjo que nos llamase para acompañarla en los dos últimos conciertos que dio en España, en la Residencia de Estudiantes, en el disco que hizo sobre Federico García Lorca. A Chavela la he seguido desde siempre, la conocía mucho. Hemos comido juntas, hemos actuado juntas; era una persona a la que yo adoraba. Nos llamó a los dos, a Raúl también, porque siempre le gustó cómo él se llevaba las canciones al compás flamenco. Haber estado con ella en esos dos últimos conciertos se me quedó grabado en el corazón para siempre. Estuve a su lado hasta que se fue. Se quedó unos días en la Residencia hasta ponerse bien y poder volverse a su tierra, que era lo que ella quería.
De hecho, tras esos dos conciertos se desató cierta polémica cuando tuvieron que ingresar a la cantante en un hospital por agotamiento. Hubo quien dijo que la estaban explotando hasta el final y que era inhumano.
Eso no es cierto. Ella era la que quería. Ella tenía el sueño de hacer un disco al poeta que más le había influenciado. Tanto es así que siempre decía que se quedaba en la habitación de la Residencia en la que había vivido Lorca. Decía que por la noche se levantaba y, que si había luna llena, platicaba con el poeta. Ella tenía ese sueño y hasta que no lo cumplió, no paró. Ella no hacía nada que no quisiera hacer.
Tú que, junto a Poveda, cantaste con ella en aquellos conciertos, ¿crees que ya llegó a España enferma?
Ya estaba mala. Estaba malita. Pero tuvo la fuerza de la voluntad, de cumplir su sueño, venir a la Residencia y despedirse del público español y cantar ese disco en el sitio donde había estado Federico. A ella no le mandaba nadie ni la engañaba nadie. Hay mujeres a las que nadie les manda, que obedecen su propia voz y nadie engaña, y eso te lo puedo asegurar.
¿Cómo fue la primera vez que viste a Chavela en tu vida?
Había escuchado de adolescente algún disco que tenía alguna amiga mayor. Y me fascinaba ese romanticismo que tenía. En el ardor de la adolescencia, aquellas canciones se hacían todavía más maravillosas. Tuve la suerte de presenciar ese concierto del 93 de la Sala Caracol. Aquello fue una catarsis colectiva, todo el mundo tenía la sensación de estar asistiendo a una cosa mística, a un acto que era una ceremonia sagrada. Adónde nos llevó esa mujer cantando es de las cosas más grandes que he presenciado yo en un espectáculo. Dónde era capaz de llegar esa voz y qué era capaz de motivar y de traspasar en la gente. Ella era una chamana, era capaz de curar con la voz. Ha acompañado a tanta gente en momentos duros, en momentos de divorcios, de separaciones, de tristeza del alma y en momentos álgidos de cortejo y de calentura… Era un corazón muy valiente, que se atrevía a sentir y a empezar de nuevo.
¿Crees en esa capacidad superior de la música de influir tanto en la vida del público?
Cuando algo cultiva la belleza y la sinceridad, en el arte sobre todo, la gente se vuelve mejor persona. Se despeja. Esa gente que tiene tiempo de pararse y que no tiene miedo a sentir… Con las canciones, que llegan por el oído y van directas al corazón, la gente piensa y se mueve por dentro; se cuestiona… La gente llega a pensar si está en el sitio adecuado; si es feliz o no; piensa si tiene que reclamar o no lo que quiere y lo que necesita. Piensa. Cuando alguien se emociona, piensa.
Pero le he escuchado decir que se está embruteciendo al público últimamente. Que lo que se le ofrece no es lo mejor que se le puede dar.
Es mucho más fácil mandar y dominar a gente que no piensa o que piensa en cosas de otros o que habla de oídas, que a la gente que está conectada con su propio sentimiento.
Chavela era una mujer muy fuerte, muy particular en su modo de interpretar y de elegir lo que cantaba… ¿Cómo te has enfrentado aeste disco con esas premisas en mente?
He tratado de elegir canciones que yo puedo suscribir. Sentimientos que me son afines. Puedo firmar todos esos sentimientos que están en el disco. Por eso tampoco he metido canciones demasiado dramáticas o muy especialmente de ella, como por ejemplo Ponme la mano aquí, Macorina… Eso solamente lo puede decir ella. El caso de La Llorona es diferente. Es cierto que es un pasaporte para la eternidad de Chavela, pero es una canción que ha cantado mucha más gente y para mí significa su despedida.
¿Por qué?
No lo sé. No sé. Pero esa canción… Cuando vi el cortejo que se la llevaba el día 6 de agosto en la televisión… No sé. Pero para mí es la despedida y así la canto.
¿Cómo te has llevado a Chavela a tu terreno?
He intentado bañarme con su enseñanza a través del cante más desnudo que tenemos en Andalucía: el cante de una madre y un hijo en una mesa camilla. Sin artificios. Sin intentar copiar. Comprendiendo la expresión que ella le daba, pero pasándolo por mi filtro profesional y vital. Está muy respetado el sentido de las canciones y son muy gozosas de cantar.
¿Cuál fue la primera canción que cantaste con ella en un escenario?
De un mundo raro. He titulado el disco así por eso y por otras cosas. Creo que esta canción nos habla a todos los raros que formamos esa tribu de gente que piensa que la vida merece la pena. Que merece la pena la ilusión, la cantidad de cosas mágicas e intangibles que están por ahí. Toda esa gente que piensa que el ser es más importante que el tener. Que creen en las ganas y el valor. En esas personas que apuestan por esa serie de cosas que hacen que realmente una persona tenga un interior rico.
¿Crees que esa tribu es minoritaria?
Cada vez somos más y lo siento en mis conciertos y en mi Facebook. Creo que la gente tiene absoluta necesidad de desarrollar la sensibilidad. Creo que cada vez hay más gente conectada a la Internet del corazón, por decirlo de alguna manera.
¿Crees que entonces está cerca el momento en el que la gente se una en una marea solidaria contra todo lo terrible que está ocurriendo?
Si uno a uno se van encontrando consigo mismos, será mucho más fácil darle la mano al que está al lado y hacer una rueda.
¿Es necesaria esa rueda?
Creo que sí. Muy necesaria. Absolutamente.
¿Por qué?
Porque es la única manera.
¿La única manera de qué?
De cambiar las cosas.
¿Qué cosas?
Pues las cosas que no nos gustan. Las cosas que nos amargan. La losa que tenemos encima. La falta de esperanza. La falta de ilusión. La injusticia. La impunidad.
Cosas como, por ejemplo, la violencia de género [esta entrevista se realiza en el día contra la violencia de género]. Hoy a una mujer como Martirio no se le puede dejar de preguntar sobre esto.
Creo que para la evolución de la mujer una de las cosas más importantes es aprender a querer a quien nos quiera. A tener la suficiente autonomía para no depender de nadie. Se nos ha enseñado durante siglos a estar debajo. Queda mucho por hacer. Hasta que no estemos parejos y nos cojamos de la mano y crezcamos, el hombre tirando para adelante con su sensibilidad y la mujer con su asertividad, no habrá igualdad en muchos niveles: en el económico y en el de la autoestima. El cuelgue de alguien es muy fácil. ¿Quién no ha estado colgado de alguien y quién no lo ha pasado fatal? A lo mejor algunos corazones que no son valientes. Pero estar colgada de alguien que te ha demostrado constantemente que su manera de querer te hace daño se debe tratar como una adicción, con los mismos pasos que en alcohólicos anónimos. Y que Dios nos libre, nadie estamos libres de eso. Creo que una de las mejores cosas que he aprendido con los años es a rechazar lo que me hace daño de una persona. Prefiero estar sola.
Van dos discos consecutivos con canciones de otros.
Sé que tengo una tarea que hacer que es escribir otra vez canciones. La ironía es una capa estupenda para pensar. Tengo ese carácter de ser irónica y cachonda. Tengo ganas de escribir sobre las mujeres de 50. Sobre el cambio que ha dado la vida para nosotras y nosotras para la vida.
¿A qué cambios te refieres?
Se aprende mucho. Y no es a los cuarenta, lo mejor es a los cincuenta. Se aprende a decir que no. Sumisión, cero. Creo que es lo más importante. Se aprende a estar sola por gusto o por necesidad interior. A querer a quien te quiera, a valorar muchísimo más las cosas sencillas. Nunca he llevado mal la soledad. La necesito para centrar las cosas. Soy muy independiente.
¿Es cada día más difícil la independencia para vosotros que os dedicáis a la música?
A mí me parece bien que la gente se baje las canciones que les vengan bien, pero que paguen. Un precio ajustado. Esto de la cultura por los suelos no me parece nada bien. Alimentar tu alma con la cultura tiene que costar algo igual que cuesta comprar el pan. Barato, eso sí. Lo del IVA al 21% es algo imposible. Se está cargando una cantidad de puestos de trabajo y de cauces culturales que es insostenible. Somos una potencia mundial de cultura. Es una ofensa muy grande que los políticos no la cuiden nada.
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