“Me preocupa el poco interés que tenemos en sentarnos a dialogar”
Amanda del Río es directora adjunta de la Fundación Global Nature. Coordina las líneas técnicas de sus dos áreas prioritarias: la conservación de la naturaleza en su sentido más amplio y la sostenibilidad agraria. Esta Fundación celebra su 30 cumpleaños cuidando del agua, la tierra y los humedales y, por tanto, de la biodiversidad de un territorio. “Trabajamos con la industria, con empresas que quieren cambiar las cosas y que se suman a lo que se llama agricultura regenerativa”. La hemos invitado hoy a nuestra ‘entrevista circular’.
Amanda del Río lógicamente está preocupada por la sequía, “pero también cómo se comunica el problema; no sólo interviene la meteorología, a mayor escala el cambio climático, hay también una mala planificación de los usos del agua que tenemos que corregir”.
La preservación de los humedales figura entre sus prioridades. En España se calcula que a lo largo del último siglo se han perdido un 60% de estas áreas y siguen desapareciendo a un ritmo tres veces más rápido que los bosques.
Cada vez hay más posturas enfrentadas en temas como el agua cuando debería haber un consenso, ya que nos afecta a todos.
Por eso, desde Global Nature lo que nos mueve es buscar soluciones, acercar posturas, ya que el agua es la que hay. Pero el mayor problema es la gestión, es la dejación de funciones. Si miramos lo que está pasando con Doñana, tirándose la pelota el uno al otro, esto no soluciona el problema. En España hay poca agua con un contexto complicado de cambio climático que hace que llueva irregularmente, de forma torrencial, que en estos momentos no soluciona el problema. Pero no hemos hecho los deberes, no se ha planificado, no se ha pactado, por ejemplo, cuánta va para la agricultura, cuánta para la industria, cómo debe ser depurada de la manera correcta, las formas de recogida…
¿Cómo se podría calificar la situación de los humedales en España?
Todo depende con qué la comparemos. Si lo hacemos con la ley Cambó, estamos mejor ahora. Esta ley permitía desecarlos. El problema es que seguimos mirando al cielo para que no se sequen. Pero hay otros factores, como pensar que podemos seguir pinchando para sacar agua hasta el infinito y más allá. Esto es lo que pasa en Daimiel y en Doñana. Me da esperanza la futura ley de la Restauración de la Naturaleza que limitará muchas actuaciones irresponsables. Ya no nos vale solo con conservar, idea del siglo XX, ahora hay que restaurar y recuperar mucho terreno perdido. Hay que trabajar con la naturaleza, pero no a su costa y cargándonos sus posibilidades. Va también nuestra salud en ello; la destrucción de los ecosistemas es un elemento que fomenta la aparición de ciertas enfermedades.
¿Optimista o pesimista en relación a la conservación de los humedales?
No soy excesivamente optimista. El problema de los humedales es que tienen un punto de no retorno. Los que luchamos para preservarlos somos un David contra Goliat. Luchamos como podemos, intentando trabajar conjuntamente con distintos sectores, entre ello el agrario. En España hay unos 5.000 humedales, pero hemos perdido muchísimos. La dificultad también está en la definición de lo que entendemos por humedales. Muchos no están catalogados, así que no sabemos su estado de conservación. Las comunidades autónomas no realizan inventarios correctos. Las competencias están muy mal aplicadas. En Extremadura no está ni publicado un inventario. No se han hecho los deberes. Por eso a lo largo de los años hemos intentado desde la Fundación hacer una catalogación que se publicará próximamente en Datadista.
¿Qué reto ambiental te preocupa más?
Especialmente el agua. El agua porque el cambio climático y la pérdida de biodiversidad son las dos caras de la misma moneda. El agua es un denominador común, y hay un modelo de gobernanza horrible en este país.
¿Crees que la conciencia ambiental, de la que tanto se habla, ha ido en aumento?
Sí, creo que así ha sido. La curva de kuznets, que explora la relación existente entre crecimiento económico y calidad ambiental, nos dice que nos preocupan más las cosas cuanto menos quedan. Así que, como cada vez nos quedan menos, nos preocupamos más.
¿La economía circular es importante?
Es una gran herramienta para muchos ámbitos. Podemos hablar de materia orgánica para compostaje, podemos recuperar parte de la energía y de los nutrientes que hemos sacado al suelo y devolvérselo si con nuestros residuos orgánicos hacemos compost. Son ciclos de energía maravillosos que hay que fomentar.
¿Qué prácticas ambientales ejerces en tu día a día?
Por ejemplo, la que también voy a poner en práctica en mi boda, que es el consumo de productos cercanos, ecológicos. Cocino en casa productos frescos y me acabo de apuntar a una cooperativa de energía renovable.
También intento ser sostenible en la ropa, comprando prendas que me vayan a durar muchos años. No me gusta eso de usar y tirar. No es necesario comprarse diez camisetas cada temporada.
¿Recuerdas qué te inspiró o quién para dedicarte al cuidado del medioambiente?
Yo pasé mi juventud y mi periodo universitario leyendo a economistas medioambientales como Pablo Campos. Luego he podido trabajar con algunos de ellos, me lo leía todo porque entendía y siempre he entendido que si queremos que las cosas cambien hay que tocarle el bolsillo a la gente. La economía es una herramienta a utilizar si hacemos bien las cuentas.
¿Recomendarías alguna película que pueda ayudar a tener un mayor conocimiento del agua, la tierra y sus respectivas gestiones?
Besar la tierra, que es un documental que está en Netflix. Me gustó mucho porque su mensaje es muy positivo, habla de una gobernanza que puede dar soluciones. Científicos, agricultores, activistas y políticos apoyan la agricultura regenerativa para salvar el suelo y combatir el cambio climático. La agricultura regenerativa es una solución muy potente si no la ideologizamos, con ella son posibles los cambios necesarios para producir más alimentos y de mayor calidad. Hay que entender que el suelo es vida.
¿Qué le dirías a los negacionistas del cambio climático?
Que crean en la ciencia. La ciencia en bloque, a nivel planetario, ha avisado y analizado las evidencias que ya se están dando. Hasta las multinacionales se están dando cuenta. Me disgusta que no seamos capaces de hacer los deberes. No podemos dejar la casa manga por hombro, desordenada, así que me preocupa la gobernanza y el poco interés que tenemos de sentarnos a entendernos y a dialogar.
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