El método de la mancha de aceite para elegir qué libros leer
Si tuviera que recomendar un método de lectura, sería el siguiente: no compres un libro si no tienes una brújula. ¿Y qué es eso? Una brújula puede ser un gran lector que nos recomienda libros, un librero que siempre acierta, una colección en particular o lo que yo llamaría “el método de la mancha de aceite”. Te explicamos en qué consiste esta receta para seleccionar qué libros leer.
POR CLARA OBLIGADO.
Una visita a cualquier librería nos da cuenta del estado real de las cosas. Están las novedades, esas de las que todo el mundo habla, los clásicos, que cualquier lector medianamente formado debería tener recorridos. Los temas que nos interesan particularmente. Lo que leemos para preparar unas vacaciones. Los amores por tal o cual autor, tal o cual colección. Las literaturas de los países lejanos (¿has leído a los japoneses?), las que constituyen la tradición de nuestro país, las que forman parte de cualquier educación sentimental, las imprescindibles para transitar entre amigos lectores sin que se te caiga la cara de vergüenza. Y allí estamos nosotros, frente a la estantería, sin saber qué libro elegir.
He pasado toda mi vida entre gente que lee. Escucho con curiosidad sus razones para elegir tal o cual título, apunto lo que desconozco, compro a veces libros que sé que no voy a tener tiempo de leer. Incluso compro libros repetidos, porque me olvido de que los tengo. Pero siempre me asombra que alguna gente, entregada, en general a las lecturas de moda, me diga: “He leído tres novelas de tal o cual escritor, y ninguna me ha gustado”. Las novelas suelen ser eso que se ha dado en llamar “libro de bolsillo”, enormes volúmenes que no caben en ninguna parte y que sólo puede llevar consigo un levantador de pesas. Y yo me pregunto: ¿por qué los leen? ¿Por qué, entre tantísima oferta de historias maravillosas, reiteran el error? El ser humano es un misterio. Otra cosa que me llama la atención son aquellos lectores que no recuerdan nada de lo que han leído: ni el título, ni el autor, ni la historia. Menos aún el punto de vista, la técnica, la sofisticación particular que cada volumen encierra, su particular mensaje. Leer cualquier cosa o leer sin leer, parecen ser las dos dolencias más marcadas entre ciertos asiduos al papel. Qué pérdida de tiempo, pienso, ¡con todo lo que queda para leer y lo corta que es la vida!
Si tuviera que recomendar un método de lectura, sería el siguiente: no compres un libro si no tienes una brújula. ¿Y qué es una brújula? Ah, es una metáfora, así que la idea encierra varios significados a la vez. Una brújula puede ser un gran lector que nos recomienda libros, un librero que siempre acierta, una colección en particular (qué difícil equivocarse, por ejemplo, con los libros de El Acantilado o con la antigua Siruela), o puede ser, también, lo que yo llamaría “el método de la mancha de aceite”. La receta es la siguiente:
Se toma un libro que nos guste mucho, se pone en el centro y dejamos que se expanda como una mancha: primero nos llevará a más libros del mismo autor, luego, a lo que este autor leía, luego, a otros autores que lo rodean. La corriente literaria a la que pertenece, sus filias. Sus fobias, incluso. Por ejemplo, si encontramos a Alice Munro (gran hallazgo), nos llevará, en primer lugar, a Chéjov (obvio), luego a su maestra, la también canadiense Mavis Gallant (no tan obvia), luego a las autoras que le gustan: Edna O´Brien. Edna O´Brien, a su vez, nos puede acercar a Colm Tóibín, que no hace más que elogiarla y, de pronto, estaríamos leyendo, casi sin darnos cuenta, y de forma muy organizada, cierto tipo de textos que tienen afinidades secretas, y dos literaturas no tan conocidas, como son la canadiense y la irlandesa. ¿Nos gustan? Sigamos por ahí. Digamos que me he hecho fan de Colm Tóibín: ¿cómo no leer entonces a su gran maestro, que es Henry James? Y así, como si fuesen vasos comunicantes, un texto nos lleva a otro, y se va ampliando como si fuera una aura, una corola, una mancha.
Si vamos por este camino, pronto nos daremos cuenta de que no olvidamos lo que leemos, porque se relaciona entre sí, y que cada grupo de libros nos remite a una postura literaria o a una poética en la que nos interesa profundizar.
Cuando estudiaba en la Facultad, tenía un profesor de griego que nos decía que cada tragedia era atravesada por un hilo de oro arduo de encontrar pero que, una vez que detectábamos su brillo, esa claridad lo iluminaba todo y nos señalaba, como una brújula, el sentido del texto.
Es aconsejable alimentarse bien y leer las etiquetas de lo que nos llevamos a la boca. También es ideal que evitemos que la moda o el mercado determinen nuestras lecturas. Si sumamos páginas puede que pasemos un buen rato, si buscamos el hilo de oro, si leemos con brújula, si seguimos la expansión de la mancha de aceite, es posible que cambiemos nuestra manera de entender el mundo.
Entrevista con Clara Obligado.
Comentarios
Por Eva1314, el 21 mayo 2017
Un placer aprender de ti.
Me encanta esa claridad con la q explicas y esa paz q inspiras.
Por Sandra, de Mégara, el 21 mayo 2017
Diríamos por estos lares: ¡aguante la mancha de aceite!
Por Jordi,de Barcelona, el 27 mayo 2017
Para que recordar el titulo,el autor,la historia ,etc?.Si no entiendes la lectura como un placer,mejor dejalo.Todo lo otro es chachara intelectualoide.
Por Byron, el 19 enero 2022
Es una excelente guía para retener mejor la información que se está estudiando.