Miguel Martín: «El mundo de la música está entrando en razón en cuanto a precios»
Miguel Martín / Director del Festival de Jazz de San Sebastián
El director del Heineken Jazzaldia de San Sebastián, un cinco estrellas entre los festivales musicales, Miguel Martín, nos cuenta cómo se hace para permanecer 33 años en el cargo en un país tan acostumbrado a cambiarlo todo por política, cómo se logra una programación tan arrolladora en tiempos de crisis -incluyendo a Diana Krall, Elvis Costello, Jamie Cullum y Belle & Sebastian- y nos recomienda los conciertos que él cree imprescindibles para adentrarse en el mundo del jazz.
Una de las cosas que más sorprende de Miguel Martín (San Sebastián, 1956) es su cercanía y su amabilidad. Es muy de agradecer en alguien que lleva 33 años luchando en una trinchera nada fácil: la música. Él es el director del Heineken Jazzaldia de San Sebastián, una de las citas musicales más interesantes del año, que el próximo día 24 arrancará su 48 edición. Una nueva cita marcada por la sorpresa y, sobre todo, por una programación arrolladora, casi de ensueño, para eso que unos llaman los ‘tiempos que corren’, pero que cada día que pasa se dibuja más como una gran estafa a la ciudadanía. Crisis y chorizos aparte, el Heineken Jazzaldia tiene la suerte de contar con este hombre, gran gestor, absolutamente enamorado de la música y de su trabajo: «Fui atesorando cierto conocimiento musical de una manera absolutamente intuitiva durante los 14 o 15 primeros años de mi vida. No entraba en análisis de lo que escuchaba. Era de la época del final de Beatles, de los Stones, de The Who… Y sí, era mucho más aficionado a la escena británica que a la americana. Hasta que de repente un día se cruzo un grupo que lo cambió todo. Ese grupo fue Weather Report. Pensé que ahí detrás debía de haber algo muy grande. Investigué y efectivamente allí estaban Miles Davis, John Coltrane…. Fue como cuando te pones las gafas y el tubo de bucear y te metes en un arrecife y empiezas a ver peces que ni te imaginabas que existían. Me enganché a aquel mundo extraordinario. A partir de ahí descubrí hacia delante y hacia atrás todo lo que era el jazz». Ese es el resumen de la relación de amor de Miguel Martín con la música.
Nos atiende en plena crisis: a una semana de comenzar el festival tiene su despacho, situado en las oficinas del teatro Victoria Eugenia de la capital donostiarra, tomado por informáticos que intentan arreglarle el correo electrónico. Mientras escucha el escándalo que organiza el grupo teatral La Cubana que presenta en ese momento en el hall su espectáculo Campanadas de boda. «Una locura», se disculpa antes de empezar a contestar las preguntas de El Asombrario & Co.
¿Cuál es el secreto para poder presentar una programación tan arrolladora como la del Heineken Jazzaldia en una época en la que muchos festivales amenazan con tirar la toalla, como el FIB?
Secreto no existe. Prometo que el presupuesto se ha respetado escrupulosamente. Hemos gastado incluso un poquito menos que el año pasado. Así que creo que hay una buena noticia y es que los agentes en el mundo de la música están entrando en razón en cuanto a precios. Cuando hablamos de contratar y gestionar festivales, se van haciendo a la idea de que estamos en 2013 y bien apretados.
¿Es decir que los músicos se ajustan el cinturón porque prefieren tocar a no tocar?
Creo que hay bastante de eso. En nuestro festival, dentro de esta edición, ha habido casos de verdadera suerte. Hay artistas que vienen a San Sebastián muy por debajo de su precio habitual porque les convenía la fecha, les venía bien y les atraía la propuesta que les hacíamos. Hay otros que no ha habido manera de negociar con ellos y vienen a su precio habitual. La cuestión es ir recortando de aquí y de allá. Trabajar, pero con cabeza.
Estoy seguro de que Elvis Costello, con lo que le gusta tocar en el Heineken Jazzaldia, fue uno de esos artistas.
Pues sí. En principio las cosas no fueron tan fáciles, pero finalmente Elvis Costello consiguió una fecha en Barcelona y eso nos permitió que aceptara nuestra propuesta inicial y estará tocando en la playa en un concierto que será gratuito para el público.
Vamos, que lo del Heineken Jazzaldia ¿se podría resumir en un querer es poder?
Pienso que, en definitiva, todo se reduce a la ley de la oferta y la demanda, y en España e Italia siempre se nos ha ido la cabeza a la hora de ofertar y pagar precios a los artistas. Precisamente somos dos países seriamente tocados por la crisis y forzosamente teníamos que bajar los precios y hacernos a lo que es la normalidad de pago a los músicos en el resto de países europeos. No puede ser que España e Italia paguen más que nadie. Es algo que tiene que dar la vuelta y creo que está dando la vuelta.
Hace dos ediciones hubo un intento de hacer conciertos simultáneos en el Museo de San Telmo. El año pasado fue para repensarlo. ¿Volverán este año?
Nuestro festival tiene una parte muy importante de oferta gratuita y es un festival que, quieras o no, tiene una tendencia bastante grande hacia lo multitudinario y lo accesible. Así que le van quedando pocos espacios donde programar lo íntimo, lo recogido, lo contemporáneo, lo difícil, lo realmente fuera de mercado. La voluntad del Heineken Jazzaldia es restringirlo a San Telmo. Es un museo con mucha magia y unas condiciones sonoras muy especiales. El primer año íbamos más crecidos. Ahora mantenemos una propuesta comprometida y difícil que no podrá ocupar dos o tres salas al mismo tiempo. Pero sí habrá una ocasión, el sábado 27, en que tendremos una doble oferta simultánea: el dúo de Maya Homburger y el contrabajista Barry Guy, que coincidirá con un concierto de piano de Mikel Azpiroz. Además, este último será en la base del torreón, un lugar de estreno total en el Jazzaldia.
Mikel Azpiroz no tocará con Elkano Browning Cream. Son unos clásicos ya en el festival…
Mikel no ha dejado Elkano. Tiene una carrera como pianista y, de hecho, ahora cuando Duncan Dhu vuelvan, su teclista será Mikel Azpiroz. Mikel tiene muchos trabajos, es un gran pianista en varios estilos y procura no abandonar ninguno. Es un gran músico.
Con la programación de la playa con nombres como Belle & Sebastian, !!! y Jamie Cullum…, es un clásico que haya voces que insistan en que el Heineken Jazzaldia se está desvirtuando por programar otras músicas que no sean jazz. ¿Qué les dirías?
Solamente el desconocimiento puede llevar a menospreciar desde el punto de vista jazzístico el Heineken Jazzaldia. Primero, simplemente hay que tomar la cantidad y la calidad del jazz programado. Basta con una pequeña enumeración de los artistas que vienen como músicos de jazz que sitúa al Jazzaldia en un nivel muy importante respecto a otras citas. Estoy seguro de que muchísimos festivales de jazz de España se darían con un canto en los dientes con contar con Jamie Cullum y con Diana Krall, valoraciones artísticas aparte. Como programación de jazz, nadie les tose independientemente de que el último disco de Cullum pueda haberse alejado un poco más del jazz. Y si vamos a lo estrictamente jazzístico, reto a encontrar una programación con más enjundia que la nuestra que ofrece: un maratón Masada, Dave Douglas, Pharoah Sanders, Lee Konitz, Jorge Pardo, Steve Swallow, Youn Sun Nah, Hiromi… Y así podríamos seguir todavía mucho más… Nuestro festival está trabajando en dejar cada vez más claro cuál es el recinto de las ofertas, llamémosles, más indies y las ofertas jazzísticas. Y está claro que el escenario verde de la playa de la Zurriola nació con la voluntad de acoger la oferta indie.
Pero todo esto me hace mucha gracia. Recientemente he oído declaraciones de algún festival que dice estar orgulloso de no haber coqueteado con ningún otro tipo de música después de que su máxima estrella sea el guitarrista de jazz Paco de Lucía.
Es impresionante que se hayan agotado desde hace semanas las entradas para las experiencias que unen música y gastronomía tanto en el Basque Culinary Center como en Mugaritz. ¿Por qué ese empeño de unirlo todo a la gastronomía en Donosti?
Hay tres razones por las que en el Jazzaldia se encuentran música y cocina. La primera es meramente pedestre y visceral: a los que organizamos este festival, nos encantan las dos cosas. Segundo: es una tendencia inteligente y bastante contemporánea el que desde la promoción de una región se unan fortalezas y puntos fuertes. Y desde luego el Jazzaldia lleva años haciéndolo. Uniendo programación musical a un entorno urbano y paisajístico como el de San Sebastián y, por otro, uniéndolo a la gastronomía. Nosotros tenemos una gastronomía que nos define como pueblo y nos define industrialmente, entre comillas, y creemos que es lógico que se apoyen la oferta gastronómica y la musical.
¿Es difícil para un programador musical tener que encajar cuotas de artistas vascos?
Más fácil de lo que pudiera parecer. Es algo que llevamos trabajando durante mucho tiempo. Llevo 33 años en este festival y, cuando empecé, habría sido casi imposible programar tantos músicos vascos como ahora. La mayoría emigraban del País Vasco a Barcelona o Madrid o simplemente lo dejaban. Lo intentamos con el concurso de jazz del País Vasco, y hablo de hace tres décadas… Pero todo eso ha cambiado. Ahora en San Sebastián tenemos tres centros pedagógicos casi especializados en música de jazz, así que ahora nos encontramos con una cantidad de músicos y de propuestas que nos facilita muchísimo las cosas. Porque, además, cuando hablamos de músicos vascos, entendemos que puedan ser también que vivan o estudien aquí… Y cuando hablamos de cuotas, lo hacemos siempre de manera metafórica, porque realmente no existen, aunque no vamos a negar que hay cierta tendencia.
Imagina que un neófito se sumerja por primera vez, como dices tú, en ese arrecife de coral que es el jazz en esta edición del festival. ¿Qué conciertos le recomendarías que no se perdiera?
Cuando dices primerizo supongo que te refieres a primerizo en el mundo del jazz, pero no primerizo en el mundo de la música… Recomendaría que no se pierda nadie la actuación de Youn Sun Nah, una cantante coreana que actúa el 28 de julio en la plaza de la Trinidad; es única y extraordinaria. Es elegante y refinada para interpretar los estándares jazzísticos. Hay dos viejecitos de los que espero poder ver sus conciertos completos, que son Pharoah Sanders y Lee Konitz… Uno todo cerebro y el otro todo tripas… Y si uno quiere sorprenderse del todo, una última recomendación sería la Shibusa Shirazu Orchestra, que es una big band japonesa que actuará el día 24 a las 12 de la noche en el escenario verde.
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