¿Qué pasa con los millones de alfombras, paraguas y colchones desechados cada año?
Reciclar latas de aluminio, cajas de cartón o botellas de vidrio es algo que tenemos muy en mente e incluso conocemos el proceso de recuperación de sus materiales. Hasta podríamos pensar lo mismo de un frigorífico o los neumáticos de un coche. Sin embargo, hay objetos de uso cotidiano sobre los que se nos escapa cuál es su destino tras su uso y desecho. ¿Alguien sabe dónde van a parar los millones de metros cuadrados de alfombras, moquetas, tarimas y parquets que desechamos al año? ¿Y los millones de paraguas, sombrillas y colchones? Desgraciadamente, sigue primando el vertido en todos los casos, y muchas veces ilegal, pero conviene resaltar también los esfuerzos para su recuperación.
¿Dónde acaban, tras una reforma o una demolición, las persianas, moquetas, toldos, tarimas, parquets o radiadores que tanto uso cotidiano le damos? Y no solo hablamos de hogares, sino también de comercios, hoteles, centros de enseñanza, museos, hospitales, cines, organismos públicos… Desgraciadamente, y según denuncia el Grupo de Interés Áridos Reciclados de Residuos de Construcción y Demolición, más de la mitad de este tipo de desechos acaba vertido de forma ilegal o no tratado adecuadamente. “Actualmente solo se recicla el 35% de este tipo de residuos, cuando las directivas europeas obligan a que sea un 70%”.
En El Asombrario le seguimos la pista a algunos de estos residuos, como alfombras, moquetas, tarimas y parquets, pero también a otros de los que sabemos muy poco sobre su destino final y que se cuentan por millones de unidades las que anualmente desechamos. Hablamos de colchones, paraguas y sombrillas.
Alfombras y moquetas, hacia lo natural
La famosa “alfombra roja” (4.650 metros cuadrados, más de la mitad de un campo de fútbol) que se utilizará durante la ceremonia de la recepción de entrada a los Oscar el 9 de febrero de 2020 será destruida y quedará inservible para su reciclado o reutilización. Así lo expresan en el portal especializado en viviendas y urbanismo la.curbed.com. Sin salir de Estados Unidos, las señales de este despilfarro adquieren tintes mastodónticos. La fundación Changing Markets publicó un informe a finales de 2016 donde reflejaba que cada año se consume en ese país un millón de kilómetros cuadrados de alfombras, tapetes y moquetas (dos veces la superficie de España) y que de la cantidad que se desecha se recicla solo el 5%. El 89% acaba en vertederos y el 6% se incinera. La propia industria (Carpet America Recovery Effort) reconoce que de las 1,4 millones de toneladas que se desechan sólo se reutilizan y/o reciclan 47.600 toneladas.
En España, solo en alfombras, en 2016 se consumieron 1.630.000 metros cuadrados. A ello hay que unir una cifra seguramente mayor, pero no cuantificada, de superficie de moqueta. Según la multinacional en revestimiento de suelos Beaulieu International Group, cada año, solo para moqueta de ferias, se producen cien millones de metros cuadrados en todo el mundo, y la mayoría acaba vertida o quemada. Hay que tener en cuenta que la combustión supone un destino altamente contaminante y derrochador de recursos, ya que las moquetas están compuestas principalmente de materiales sintéticos derivados del petróleo. Gracias a un proyecto europeo, Euroc2C CarpetChains, se ha conseguido avanzar en el reciclado del hilo sintético para confeccionar otras moquetas, además del betún del envés para utilizarlo en las industrias de la construcción de carreteras o tejados.
Otro proyecto europeo, Erutan, ha permitido a varias empresas holandesas fabricar una alfombra 100% natural y biodegradable, sin materiales sintéticos, lo que facilita la reutilización de todos sus componentes, e incluso algunos de ellos son compatibles para emplearlos como abono para plantas. Por lo reciente de estos avances y lo costoso de su implementación comercial, de momento, alfombras y moquetas siguen siendo principalmente pasto de vertederos y de incineradoras.
Tarimas y parquets para cubrir más de 500 campos de fútbol
El vertedero es también otro de los destinos habituales para la madera que pisamos en casas y otro tipo de edificios, además de en zonas al aire libre de jardines, restaurantes, hoteles y piscinas. Igualmente aquí las cifras de producción y desecho aparecen con muchos ceros. Según la Federación Europea de la Industria del Parquet , las ventas de este tipo de suelos alcanzaron en 2017 los 5,45 millones de metros cuadrados solo en España. Es decir, que darían para cubrir 545 campos de fútbol. Aquí se incluyen diferentes modalidades de parquets y de tarimas.
“No todo el suelo que se compra conlleva necesariamente el desecho del anterior, ya que muchas veces se coloca uno sobre otro, pero lo cierto es que no hay un índice elevado de recuperación, principalmente del parquet, debido a los componentes añadidos que llevan, como barnices o pegamentos”. Juan Manuel Miranda, director del portal Madera Sostenible, confirma la escasa recuperación de un material que, según el real decreto sobre producción y gestión de residuos de construcción y demolición, debe separarse para facilitar su gestión, bien por quienes llevan a cabo las obras (si supera la tonelada de peso) o bien en las plantas de tratamiento donde se deberían destinar este tipo de desechos.
De la parte que se gestiona y separa adecuadamente, hay empresas de fabricación de tableros que aprovechan una parte importante, especialmente la procedente de tarimas. Siempre que no contenga restos de pinturas, barnices o pegamentos también se reutiliza como biocombustible para producir energía en calderas, sobre todo industriales. Por último, aunque a pequeña escala respecto al total que se desecha, queda el reciclaje y/o reutilización doméstica, bien directamente de nuevo como suelo o, dentro de un apartado más creativo, para construir estanterías, jardineras, percheros, mesas, pasarelas, barandillas…
Colchones: 16 millones tirados cada año
Así, de entrada, más datos que preocupan sobre este otro gran residuo cotidiano que vemos con demasiado frecuencia abandonado en parajes urbanos y naturales: “Se calcula que en España se tiran anualmente 16 millones de colchones (pensemos de nuevo no solo en hogares, sino también en alojamientos turísticos y hospitales). El 80% van a parar a vertederos, lo que dificulta su reciclaje e implica una verdadera complicación, por el volumen que tienen y por las toneladas de espuma en desuso”. Son datos aportados por la empresa Servicios Medioambientales de Valencia, que afirma que desde 2012 han procesado más de 320.000 colchones y que el 90% del material del que están conformados es reciclable (metal, espuma de poliuretano, látex, madera y telas). Sin salir del área urbana de Valencia, la Entidad Metropolitana para el Tratamiento de Residuos de esta ciudad recogió en 2018 medio millón de colchones.
Lo mejor, como siempre, es cuidarlo para tenerlo en condiciones de aguantar algo más de los diez años de media de vida que se le supone a un colchón, o reutilizarlo en un ámbito menos exigente que el descanso nocturno (sofás, camas de poco uso o para descansar en terrazas). Si está en buen estado, pero ya no nos sirve, otra opción es destinarlo al mercado de segunda mano, en especial a ONG o centros que promueven la solidaridad. Por otro lado, existen también proyectos europeos, como Urbanrec, del programa Horizonte 2020, coordinado por el Instituto Tecnológico del Plástico (Aimplas), cuyo objetivo general es acabar con las “rutas contaminantes” que siguen muchos residuos domésticos voluminosos, colchones incluidos. La fabricación de un colchón con un 90% de material procedente de otros en desuso es uno de los objetivos concretos.
Paraguas y sombrillas: 25 torres Eiffel en un año
Con los paraguas se suma una opción más para no tener que desechar y comprar constantemente, máxime cuando se trata de un objeto de vida más bien corta, que en ocasiones no aguanta la primera racha de viento fuerte a la que se enfrenta. Esa opción es la del alquiler. Sí, como si de una bicicleta o un patinete se tratara. Sharing E Umbrella en China, iKasa (kasa significa paraguas en japonés) en Japón, Umbracity en Canadá y Drip Drop en Dinamarca son cuatro ejemplos de empresas que promueven el alquiler de paraguas en sus respectivos países. En el caso de la iniciativa danesa añaden que la parte de la gabardina o capota está hecha de plástico reciclado.
Para bolsillos pudientes quedan los paraguas de una empresa (Hedgehog Umbrella) que asegura que los suyos son invencibles ante cualquier racha de viento, incluido el huracanado. Vamos, que dura toda la vida si tenéis 100 euros para invertir en él, aunque ahora mismo está agotado. En el extremo de la fabricación continua y en serie está el denominado Parque Industrial de los Paraguas de Songxia, en China, que produce 400 millones de unidades al año que exporta a más de 150 países.
Como toda venta de unidades nuevas que genera otras de desecho, es un residuo más a tener muy en cuenta si le añadimos las millones de sombrillas que se reparten no solo entre playas (cada año se retiran varias toneladas de telas e hierros de sombrillas de las playas), sino también entre restaurantes, cafeterías, bares, hoteles y piscinas. Paraguas y sombrillas contienen una combinación de acero, fibra de carbono, plástico, nylon y otras telas y aluminio que de nuevo obligan a realizar una correcta gestión y separación de componentes que en la actualidad no es la idónea. Según Hedgehog Umbrella, con los mil millones de paraguas que se desechan anualmente se podrían construir 25 torres Eiffel con sus residuos metálicos y cubrir completamente la ciudad de Nueva York con los de polyéster y otras fibras sintéticas que contienen.
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