‘Minchō’, una revista para meter en nuestras vidas el cómic y la ilustración
Paco Carrasco y Natalia Giménez dedican cada segundo de su tiempo libre a cuidar y alimentar su más preciada criatura, la revista trimestral de ilustración, cómic y lenguaje visual ‘Minchō’. Una revista en papel que en sólo cuatro números se ha posicionado como referente y referencia, y sueñan con convertirla en un proyecto sostenible. Una publicación que merece toda nuestra admiración.
Paco y Natalia son los editores y creadores de la revista, y son tan tímidos que les cuesta grandes esfuerzos hablar de su proyecto en común. Esa timidez quizás sea la encargada de alimentar el mito que hay detrás de ellos y de todo lo que hay detrás de la producción de su revista. A través de Google son pocos los datos que se facilitan de ellos y quedar físicamente para esta entrevista ha resultado una tarea difícil; o están liados en la producción del siguiente número o están participando en una feria de arte, o viajando en busca de saciar sus ganas de conocimientos y de contenidos para las próximas páginas que nos van a ofrecer.
Por fin, un sábado por la tarde quedamos con Paco y Natalia en la galería madrileña de arte emergente Mad is Mad para hablar de ellos y de su criatura. Y para descubrir que Minchō es una revista muy del siglo XXI, con un diseño muy artesanal, hecha en casa, en los ratos de ocio de sus editores, y con todo el mundo virtual 2.0 a su disposición. Y lo más sorprendente de todo, en papel. En ese formato que tiende a desaparecer de nuestros hábitos de consumo. Y aunque llevan mal hacer promoción y hablar de ellos mismos, El Asombrario lo ha conseguido: “Al final, no nos queda más remedio que hacerlo, porque nuestro principal objetivo, como el de la revista, no es otro que comunicar”, nos dice Paco Carrasco.
Ellos quieren simplemente -y no es poco- hacer su publicación trimestral y con ella desarrollar dos objetivos muy sencillos: comunicar y dar presencia a autores y editores. “Queremos dar visibilidad a una gente y a un colectivo que no se conocen demasiado, como no seas profesional del medio», nos cuenta Natalia Giménez, «a pesar de que estamos hablando de un arte muy popular, y al que todos podemos tener acceso a través de diferentes formatos, cómic, películas de dibujos animados, la publicidad que nos inunda día a día… Pero luego no hay demasiada información de quiénes hay detrás de cada proyecto, de cómo trabajan, qué hacen, qué intereses tienen, que líneas o que corrientes siguen… Y eso pasa porque todavía no son considerados artistas con mayúsculas, al no ser vistos en grandes exposiciones ni en manuales de historia del arte”, añade Natalia.
Paco Carrasco intentó sin éxito hacer Bellas Artes en Holanda y allí nació su afición a la ilustración y al mundo gráfico. Trabajó durante dos años en la publicación Linea Curve, un proyecto que duró dos años y que por diversos factores no terminó de funcionar. “De aquellos errores quería que naciera algo nuevo. Quería que Minchō tuviera un aire fresco. Para ello, partí de la experiencia anterior, analizando sus defectos para mejorarlos y con energías renovadas; en diciembre de 2013 se empezó a fraguar este proyecto. Y en apenas unos meses, en mayo, ya estaba en la calle el primer número de Minchō”.
Natalia Giménez viene del mundo del arte contemporáneo. Es historiadora del arte y su Erasmus, cuando en España estaban al alcance de la mayoría de los estudiantes, la llevó a conocer en París la ilustración. “Allí era más fácil ver exposiciones de ilustración que aquí en España. Hay museos dedicados al libro. Pero hasta que no conocí a Paco y Linea Curve no empecé a tener una relación más personal con la ilustración”. Ha trabajado en museos y galerías de arte “donde nunca han tenido ni el cómic ni la novela gráfica un hueco propio a la hora de centrar el tema de las exposiciones”. Natalia se encarga de aportar a la revista las bases del conocimiento de la profesional del arte contemporáneo, tan presentes en el mundo de la ilustración actual. Se encarga de ayudarnos a entender cómo se alimenta la ilustración del arte contemporáneo y clásico, qué se está haciendo en la actualidad y los conceptos que se usan en estos tiempos a la hora de comisariar una exposición.
Entre los dos crearon la revista y se inventaron la palabra Minchō que da nombre a la publicación. Una palabra que mezcla unos fonemas chinos con unos libros ilustrados con los que ellos aprendieron a leer en su infancia llamados Micho. Paco y Natalia no son ilustradores, no son artistas, simplemente son muy aficionados al género. Les gusta el arte y estar atentos a todas las nuevas formas de expresión que se han dado y se dan. Esto les has permitido tener un ojo muy crítico, que luego desarrollan en cada nueva publicación. Cualquier cosa que les gusta la apuntan compulsivamente en decenas de libretas que atesoran. Libretas que están llenas de recursos para futuros artículos para la revista. Libretas donde los temas van creciendo con nuevas aportaciones hasta desarrollar la idea o el concepto que nos quieren transmitir. Esta es la parte más artesanal de la revista, cientos y cientos de ideas, recortes, anotaciones de lugares web esperando el momento oportuno de convertirse en artículos para ser publicados. Una vez que el tema ha nacido y está consolidado, se volcarán en el mundo 2.0 para entrar en contacto con los artistas y editores, para acercar hasta los lectores el caleidoscopio sobre la actualidad de la creación gráfica. Para poner de manifiesto que el mal denominado “arte menor” ha iniciado una expansión que ya en 1976 el acertado historiador de arte Juan Antonio Ramírez reivindicaba: “Lo comparable a la pintura y la escultura del Renacimiento o el Barroco no es el arte de nuestras galerías, sino las imágenes de los cómic, de los carteles de cine o la televisión”.
En un mundo cada día más visual, muchas veces dejamos escapar la oportunidad de reflexionar, de entender la intencionalidad del artista, de conocer sus referentes, sobre aquellas imágenes que vemos y hemos incorporado a nuestro lenguaje. Minchō se encarga de hacernos entender todo esto de una forma didáctica, pedagógicas y divertida. No sólo para los profesionales del medio, sino para el público en general.
Paco Carrasco es un gran consumidor de publicaciones, de revista y fanzines: “Mis publicaciones favoritas era, sin duda, los fanzines. Sobre todo, en los 90. Aquellos tiempos fueron muy buenos para este género. Me gustaba llegar a una tienda de discos, comprar mi música y salir con tres-cuatro fanzines, que nada tenían que ver con la música, pero que me llenaban la casa de historias. Después de aquel momento, se perdió un poco y ahora vuelve a retomarse. Aunque el modelo es distinto. Ahora son más elaborados, más cuidados. Y por ahí me vino la afición de la edición. Ahora, por fin, nos podemos considerar editores de revistas. Minchō es la combinación perfecta de todas mis aficiones y gustos. Una revista donde hemos podido combinar la edición, la ilustración, el dibujo, con nuestra pasión por el arte, los cómic y la animación”.
Cada número se lo plantean con impaciencia. Intentan tener una línea temática para cada trimestre. Pero nunca lo consiguen al 100%, porque no quieren que quede algo monótono o aburrido. Se conforman con buscar que haya una línea que una los tres-cuatro artículos principales. El número 2, por ejemplo, trató sobre la ilustración hecha desde los márgenes sin complejos, con espíritu anti-academicista y de puesta en valor de la cultura popular. En aquel número, hablaron del atormentado Henry Darger y de la alemana Angela Dalinger, por la que Natalia siente debilidad. “Como mínimo, queremos que tengan una estética que pueda unir todos los artículos, pero sin ser muy obsesivos. Tenemos que reconocer que, a la hora de trabajar, de hacer la revista, somos muy intuitivos y aquí la premisa clave es que no guste a Paco y a mí. Queremos que nuestra revista sea un poco atemporal. No nos guiamos por cosas de actualidad. Tenemos un montón de referencias apuntadas. Y los temas van surgiendo según los vamos madurando y les vamos aportando nuevas ideas”.
No es de extrañar que, con este modo de trabajo, hayan creado una revista-objeto que se pueda ir coleccionando y que con el tiempo se pueda llegar a convertir en una referencia de bibliografía sobre el mundo de la ilustración, el cómic y el lenguaje visual. “Esa es una de nuestras ideas», dice Natalia. “En la actualidad no hay muchas revistas así. Buscamos dar ese plus que no aportan los libros, donde sólo hay imágenes tras imágenes. Queremos que tengan buenos textos que expliquen y que aporten a los lectores referencias de lo que están viendo o del tema que les vamos a proponer. Ese es nuestro plus. Nos encanta que la revista, por este plus, esté llegando a las escuelas, y que los chavales la lean y pueden entender qué es la ilustración y qué la mueve. Este carácter divulgativo es una seña principal de Minchō. Pero sin dejar de lado la investigación o los artículos más de opinión. Queremos que nuestra línea de comunicación sea muy fresca, muy accesible a todo tipo de público. No queremos llamar la atención sólo del profesional. Queremos llegar a un público que sea más amplio, que se está iniciando. Alcanzar las escuelas o llegar a la gente mayor, que nunca haya entrado en contacto con este campo”.
Y lo están consiguiendo, porque han logrado colarse en muchas escuelas. A los profesores de dibujo y arte, Minchō les encanta. Les llama mucho la atención porque saben que ese tipo de publicaciones no son muy frecuentes en este país. En sus fondos bibliográficos no contaban con este tipo de publicaciones hasta la llegada de Minchō. “Les gusta la originalidad del formato; que además sea bilingüe la hace para ellos mucho más interesante. Sobre todo en estos tiempos en los que en muchos institutos de este país se piensa en inglés”, añade Natalia.
La revista tiene, además, un desenfadado enfoque cosmopolita, con gente que colabora con ellos que viven en México, París, Londres… Esto hace que sus lectores tengan dificultades a la hora de ubicarles. “Es realmente bueno que no nos ubiquen. Queremos ser de donde los lectores encuentren la revista”, nos cuenta Paco. Y, con esta premisa, son de Madrid, Londres, París, Berlín, Taiwan… por mencionar algunos de los lugares donde se puede comprar Minchō. Una revista que se puede encontrar en galerías de arte, en las tiendas de museos, como la Tate o el Barbican en Londres, en tiendas especializadas como es el caso de París o en estaciones de tren y aeropuertos si hablamos de Alemania. “La distribución en cada país cambia. Es algo que depende mucho de los hábitos de consumo de cada zona. En el caso de España, no hay mucha tradición de gente suscrita a una revista. En cambio, para los alemanes y suecos es parte de su idiosincrasia cultural», explica Natalia.
¿Planes? “Queremos que Minchō vaya cambiando, porque vamos a ir incorporando todo lo que nos gusta. Todas esas cosas nuevas que vamos conociendo, aprendiendo… Queremos que sea una revista que vaya cambiando, que evolucione… Como nos pasa a nosotros. Cada día descubro tendencias nuevas y quiero incluirlas. Esa es la ventaja de tener una editorial propia, ¿no?”, termina Paco. Y, sobre todo, les encantaría que Minchō fuera un producto sostenible.
Así que, cuando Minchō llega a nuestras manos, llega algo más. Nos llega un producto final muy cuidado, muy mimado, al que dedican todas las horas que pueden. Y del que anhelan que algún día les retire de sus trabajos cotidianos para dedicar todas sus energías a su sueño.
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