Mirada crítica al colonialismo en la expo de verano del Thyssen

Frans Hals. ‘Grupo familiar ante un paisaje’, 1645-1648. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

`La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza’, la nueva propuesta de este museo para el verano, abierta la pasada semana ya con cierto revuelo, plantea una relectura de 75 obras de arte pertenecientes a la colección permanente, la colección Carmen Thyssen y la colección TBA21, desde una perspectiva crítica con el relato impuesto por el colonialismo a partir del siglo XVII. Una huella colonial cuyo rastro es evidente en una iconografía que idealiza y legitima la figura del colonizador europeo, al mismo tiempo que enmascara la desigualdad y la violencia, frutos de la dominación política y económica. Podrá visitarse hasta el 20 de octubre.

Esta exposición ha sido posible gracias al trabajo de cuatro comisarios. Un equipo compuesto por Juan Ángel López-Manzanares (conservador del museo y director del proyecto), Alba Campo Rosillo (historiadora del arte independiente), Andrea Pacheco González (comisaria independiente y directora del espacio Felipa Manuela  y Yeison F. García López (director del centro cultural Espacio Afro).

La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza  cuenta con seis bloques temáticos que responden a las cuestiones principales del debate sobre la descolonización: el extractivismo y la apropiación, la construcción racial del otro, el esclavismo y la dominación colonial, la evasión a nuevas arcadias, el cuerpo y la sexualidad y, por último, resistencia, cimarronaje y derechos civiles.

Para Guillermo Solana, director artístico del Thyssen, no tiene sentido la polémica suscitada por esta muestra entre diversos sectores. “No veo nada polémico. No conozco a nadie que, al evocar la famosa matanza de Wounded Knee, se ponga del lado del Séptimo de Caballería. Todos estamos del lado de los dakotas masacrados allí. Tampoco conozco a nadie que admire hoy las hazañas de los ingleses en la India, ni de los belgas en el Congo, ni de los franceses en Argelia, ni de los estadounidenses en Vietnam”.

“Como tampoco conozco a nadie en España que apruebe hoy la esclavitud que fue abolida en la Cuba española el 7 de octubre de 1886, bastante tarde por consiguiente”, añadió Solana en la presentación de la muestra.

El director del museo también dejó claro que la exposición no tiene nada que ver con la posición política del actual Gobierno, y en particular del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que se ha manifestado recientemente a favor de la descolonización del arte. “Cualquiera que sepa cómo funciona un museo sabe que una exposición no se organiza ni en tres ni en seis meses”, afirmó tajantemente. De hecho, el origen de la muestra “se remonta al año 2019”, como aseguró López-Manzanares, comisario y director del proyecto.

Agostino Brunias. ‘Mercado de ropa, Santo Domingo’, 1775. Colección Carmen Thyssen.

Círculo de sir Joshua Reynolds. 'Retrato de un hombre de la isla deDominica', h. 1770-1780. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

Círculo de sir Joshua Reynolds. ‘Retrato de un hombre de la isla de
Dominica’, h. 1770-1780. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

Solana también recordó que la descolonización de los museos no es “un invento de anteayer”. “El debate sobre la descolonización de los museos comenzó hacia 1970. Lo que sí es verdad es que en la última década la cuestión ha pasado del debate teórico a la agenda de tareas urgentes y a los manuales de buenas prácticas de los museos más importantes del mundo”.

Extractivismo, racismo y esclavitud

Los temas abordados en los tres primeros apartados de la muestra son extractivismo, racismo y esclavismo. Tres males muy relacionados entre sí. “El extractivismo es un modelo de apropiación y explotación de recursos naturales para ser comercializados en el mercado global que utiliza, en la mayoría de los casos, mano de obra esclavizada”, expone Andrea Pacheco. La historia del extractivismo moderno se inicia con la llegada de Cristóbal Colón a América, según la comisaria. Hecho que propició el establecimiento “de un sistema capitalista global de carácter colonial”.

“A las metrópolis europeas llegaron mercancías y objetos considerados de lujo de las colonias. Se consolidó así un lucrativo sistema mercantil triangular integrado por personas esclavizadas desde África, recursos naturales que provenían de América y productos elaborados que eran comercializados en Europa”, apunta Pacheco.

Su compañero Yeison García recuerda que, entre los siglos XVI y XIX, las potencias europeas esclavizaron, dependiendo de las fuentes, “entre 12,5 y 15 millones de personas”. Por países, las principales potencias implicadas fueron Portugal, Inglaterra, Francia, España y las Provincias Unidas (Países Bajos), según el comisario.

Para justificar dicha práctica esclavista, fue imprescindible la “construcción racial del otro”, cuestión analizada en la muestra. Se trata de toda una “jerarquización racial del mundo”, en palabras de Pacheco, que consideraba a los pueblos colonizados no solo como diferentes, sino como inferiores, incluso biológicamente, a los europeos.

La exposición también analiza en su último bloque el proceso de resistencia y empoderamiento político de los pueblos colonizados. “Pueblos que pasan de ser objetos, accesorios o simples herramientas, a ser sujetos históricos que reafirman su humanidad en toda su diversidad y complejidad”, destaca García. Así se puede observar en las obras de Agostino Brunias, donde queda claro el despertar del sentido de la identidad y de la resistencia africanas a través de la música y la danza.

Albert Bierstadt. 'Las cataratas de San Antonio'. 1880-1887. Colección Carmen Thyssen.

Albert Bierstadt. ‘Las cataratas de San Antonio’. 1880-1887. Colección Carmen Thyssen.

Violencia sexual en la nueva arcadia

“Muchas de las idílicas representaciones coloniales de paisajes y personajes en aparente armonía remiten a la creencia de que Dios eligió a los europeos, los conquistadores y los colonizadores, y no a los pobladores originarios, para el usufructo de los territorios ocupados. Europa percibió el Nuevo Mundo como la ocasión de la Humanidad para redimir sus pecados”, sostiene la comisaria Alba Campo.

En cuadros como Las cataratas de San Antonio, Alto Mississippi (Henry Lewis, 1847) queda patente la visión de América como un nuevo Edén para los británicos. Una tierra prometida de la que podían tomar posesión con total libertad. Para explotar tanto sus recursos naturales como a su propia población. Incluyendo no solo la posibilidad de esclavizarla, sino también la de abusar de ella en términos sexuales.

“El colonialismo es, esencialmente, parte del sistema patriarcal”, explica Campo. “La jerarquización racial de indígenas, africanos y otros grupos étnicos ha operado siempre en combinación con la dominación masculina del cuerpo sobre la mujer”. Las mujeres no occidentales eran consideradas como de libre disposición sexual para los colonos europeos. Motivo por el que se las suele representar desnudas y en plena naturaleza, esa naturaleza también al servicio de los colonizadores. Como en la obra Dos desnudos femeninos en un paisaje (Otto Mueller, hacia 1926).

Todo ello nos lleva a una reinterpretación de llamado mestizaje. En palabras de Campo: “El mestizaje que tuvo lugar es, en gran medida, producto de la violencia sexual ejercida sobre la mujeres indígenas y africanas dentro de un marco moral y legal en el que el abuso estaba permitido”.

Rashid Johnson. 'The New Negro Escapist Social andAthletic Club (Beso)', 2011. TBA21. Thyssen-Bornemisza Art Contemporary Collection

Rashid Johnson. ‘The New Negro Escapist Social and Athletic Club (Beso)’, 2011. TBA21. Thyssen-Bornemisza Art Contemporary Collection.

Las huellas en el presente

La primera obra de la exposición está ubicada en el hall del museo, en su emplazamiento habitual. Se trata de Vista de la Carrera de San Jerónimo y el Paseo del Prado con cortejo de carrozas, de Jan van Kessell III. En ella puede comprobarse la presencia de negro-africanos en pleno centro de Madrid en el siglo XVII (la obra se pintó en torno al año 1686), a través de la figura de un paje que aparece en el primer plano del cuadro.

Más de tres siglos después, Europa sigue sin entender que la diferencia étnico-racial no es una anécdota, sino un “vector constituyente de nuestra sociedad”, según García. Quizá por ese motivo pervive el racismo en nuestras sociedades, como demuestra el auge de los movimientos ultras y de extrema derecha en el Viejo Continente.

“Europa no pasaría un juicio en el tribunal de la civilización y de los derechos. El racismo es constitutivo de la idea de Europa”, lamenta el comisario. Comprender todo lo que ello implica es el primer paso para hacer posible una Europa y una España diferentes. Este es precisamente el objetivo de La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza.

Como sostiene Pacheco: “Lo que propone esta exposición es entender cuáles son los efectos globales del sistema colonial en términos de riqueza y de beneficio, y también en términos de opresión y desposesión. Esa mirada histórica nos permite entender lo que sucede en el presente. Nos permite entender por qué hay procesos migratorios masivos desde África hacia Europa. O desde Centroamérica y el Caribe hacia Sudamérica. Todo eso está relacionado con el proceso colonial que se inicia como modelo económico a partir de la llegada de Colón”.

Ciertamente, entender lo que pasó no debería suscitar ninguna polémica. Salvo para los que se sigan poniendo, hoy día, en el bando de los opresores.

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