Más de la mitad de las especies de aves en España viven bajo amenaza

El alzacola rojizo ha sido declarada Ave del Año 2022. Foto: Hugo Sánchez.

El alzacola rojizo ha sido declarada hace unos días Ave del Año 2022 por la ONG conservacionista SEO/BirdLife en votación popular. Se trata de una especie migratoria muy ligada a viñedos, olivares y frutales de secano y que se encuentra En Peligro en España. Es una de las aves con un futuro incierto. Una especie entre otras muchas, según se destaca en el ‘Libro Rojo de las Aves de España’, de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) y la Fundación Biodiversidad. Como se dijo en la reciente presentación, existe todavía un importante desconocimiento del estado de conservación de muchas aves, siendo uno de los motivos de los insuficientes esfuerzos que se hacen para protegerlas. El libro ayuda a corregir ese desconocimiento. Para empezar, un dato que admite pocas interpretaciones: el 56% de las 359 especies evaluadas en el Libro Rojo presenta problemas de conservación.

Junto al Ave del Año, otro caso, el de una subespecie de terrera marismeña de la isla de Tenerife, nos ayuda a poner pico, nombre y alas al preocupante estado de la avifauna en nuestro país. “La salvación de este endemismo pasa por la cría en cautividad, por lo que se requieren esfuerzos urgentes para ello, así como la protección de las últimas parejas silvestres y la conservación de su hábitat”. Así se resumía en el primer Libro rojo de las aves de España en 2004 la alarmante situación de la subespecie de terrera marismeña (Alaudala rufescens rufescens) de Tenerife, un ave esteparia de plumaje discreto y del tamaño de un gorrión. Se catalogaba entonces en peligro crítico de extinción. Diecisiete años después, la actualización del libro la da por extinguida: “En 2003 se constató la extinción del núcleo de La Laguna, y en 2007 fueron observados los últimos ejemplares del área meridional, en el aeropuerto Tenerife Sur”.

Si nos fijamos en la descripción de las causas de la extinción de esta subespecie de terrera marismeña, tendremos una foto fija del problema que acucia a la avifauna en general: “La alteración y destrucción del hábitat, la incidencia de depredadores introducidos (gatos, ratas y erizos), el uso de productos agro-ganaderos tóxicos y las posibles molestias humanas, así como otros factores de índole local en los dos últimos núcleos reproductores conocidos, curiosamente ambos en el interior de recintos aeroportuarios”.

La terrera marismeña es una de las doce especies o subespecies que aparecen en el Libro Rojo como extintas en España, sea como invernantes, reproductoras o totalmente.

El trabajo conjunto de SEO/BirdLife y la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD), plasmado en esta publicación, refleja que el conocimiento avanza principalmente de la mano de una triple acción de la ciencia, los grupos conservacionistas y el voluntariado (incluye la ciencia ciudadana). La principal novedad del libro respecto a la de 2004 es el número de especies evaluadas, que pasa de 175 a 359. Un mayor grado de conocimiento y un mayor número de series temporales de datos ha permitido ampliar la lista.

Arao común. Foto: Menno Schaefer.

Paíño pechialbo. Foto: Juan Bécares.

Más de la mitad de las aves tienen problemas de conservación

Pero el conocimiento no avanza lo suficiente, ya que el 56% de esas 359 especies presenta problemas de conservación tanto por un estado de amenaza confirmado o por el desconocimiento que aún se tiene de ellas. Según Nicolás López-Jiménez, responsable del Programa de Conservación de Especies de SEO/BirdLife, “un 13,6% de las aves estudiadas (49 especies) está en la categoría de datos insuficientes, lo que supone desconocer la situación de especies que a lo mejor se encuentran en grave riesgo; por ejemplo, en el anterior Libro Rojo estaban en esta situación la perdiz roja y el torcecuello euroasiático (una especie de pájaro carpintero), que ahora se consideran vulnerables, y la codorniz común, ahora en peligro de extinción”.

El 25% de las especies (90) incluidas en el Libro Rojo se encuentran amenazadas e incluidas en categorías de riesgo de extinción (en peligro crítico, en peligro o vulnerable) dentro de los criterios establecidos por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). También se sabe cuáles son los 12 grandes grupos de amenazas, que nos devuelven a las causas de la extinción de la subespecie de la terrera marismeña. El principal, que afecta al 76,3% de las aves incluidas en esta lista roja, es la contaminación en sus múltiples vertientes. López-Jiménez recuerda que la contaminación es muy variada: “Basuras, lumínica, vertidos, tráfico de vehículos, pesticidas, plomo de cartuchos de caza…”.

Como segundo grupo de amenazas aparece la alteración de los ecosistemas, que afecta al 70% de las especies e incluye incendios, extracción de agua y degradación del hábitat, entre otras causas. Empatados en el tercer lugar se incluye una amenaza que se evalúa y confirma por primera vez, el cambio climático, y la acción combinada de la agro-ganadería y la silvicultura intensivas. El aumento de eventos climáticos extremos conlleva a veces elevadas mortalidades de adultos y pollos, especialmente a finales de primavera y principios del verano. En el quinto grupo destaca especialmente la caza, que según el Libro Rojo afecta muy negativamente a la perdiz roja, la codorniz común, la perdiz moruna, el milano real, la cerceta carretona y la grajilla occidental.

Pinzón azul. Foto: Tony Mills.

Cerceta carretona. Foto: Koo.

Faltan estrategias y planes para conocer y proteger

“Sé que los cazadores se sienten muy acosados ante medidas de conservación de la fauna que les afectan, pero tienen que replantearse su actividad, sobre todo en la caza menor y más concretamente de aves”. Así se expresó en la presentación Jorge Luís Marquínez, director general de Biodiversidad, Bosques y Desertificación del MITERD. Sin embargo, no se pronunció sobre otro grupo de amenazas que apunta, entre otros, a su ministerio: la inacción o ineficacia de las administraciones competentes, que afecta a más de la mitad (50,2%) de las especies estudiadas.

De las 22 especies catalogadas actualmente como en peligro de extinción a nivel estatal, solo siete de ellas tiene una estrategia de conservación aprobada por el MITERD: águila imperial ibérica, cerceta pardilla, focha moruna, malvasía cabeciblanca, pardela balear, quebrantahuesos y urogallo cantábrico. Pero hay más. Como recuerdan desde SEO/BirdLife, “estas estrategias requieren de una revisión y actualización periódica para dotarlas de validez, rigor y utilidad, pero solo se ha revisado la del águila imperial ibérica; las otras seis están obsoletas”. Y todavía más: “Ninguna comunidad autónoma tiene aprobados todos los planes de recuperación o conservación para las especies en peligro de extinción o vulnerables que habitan en sus respectivos territorios”. Tanto las estrategias como los planes son instrumentos de conservación a las que obliga la Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad.

Comunidad de Madrid, farolillo rojo

Uno de los casos más flagrantes que denuncia López-Jiménez es el de la Comunidad de Madrid: “Es la única que no ha aprobado aún ningún plan de recuperación, a pesar de que tiene varias especies amenazadas, tanto dentro del catálogo nacional como del suyo propio, caso del buitre negro o el águila imperial ibérica”.

Desde la Comunidad de Madrid no informan si van a aprobar alguno o si los tienen en algún tipo de trámite, y se limitan a exponer los programas y medidas que llevan a cabo para proteger la avifauna, como la declaración de espacios de la Red Natura 2000 o los 875.000 euros de ayudas para compatibilizar la agricultura con la conservación de aves esteparias. “Nos estamos planteando presentar demandas por inacción administrativa a algunas comunidades autónomas porque esta postura de Madrid no impide, por ejemplo, que se construya una urbanización en un área de cría del águila imperial”, apostilla Nicolás López Jiménez.

Cerceta pardilla. Foto: Juan Carlos Atienza.

Fumarel común. Foto: Mihai Baciu.

La buena noticia la trae la cerceta pardilla

Que la acción administrativa ligada a estrategias y planes de conservación tiene efectos positivos lo demuestra una de las 18 especies consideradas en peligro crítico de extinción, la cerceta pardilla. Es cierto que es una de las siete sin revisión de las estrategias de conservación del MITERD, pero este último daba a conocer recientemente que, gracias al trabajo conjunto del ministerio y las comunidades autónomas implicadas, la población reproductora de la anátida superó las 700 crías en 2021, el mejor registro en la última década. Una de las medidas llevadas a cabo para impulsar su conservación es la restauración de humedales prioritarios para la especie. Según el Libro Rojo, la mayor parte de las especies de aves amenazadas habitan preferentemente en agro-sistemas y otros hábitats semi-naturales (34%), y en humedales dulceacuícolas (24,7%).

La restauración del hábitat es una de las medidas en las que incide Ana Carricondo, coordinadora de Programas de Conservación de SEO/BirdLife, para todas las presentes en el Libro Rojo: “Hay que poner en marcha más medidas de conservación, pero también políticas y legislativas, de estudio y de seguimiento y de divulgación y concienciación”. También lo piensa Asunción Ruiz, directora de la ONG: “Restaurar hábitats para garantizar el buen funcionamiento de los ecosistemas, compatibilizar la lucha contra el cambio climático con la conservación de la biodiversidad y conseguir sistemas agroalimentarios realmente sostenibles son objetivos necesarios para mejorar el estado de conservación de las especies y para garantizar un futuro con calidad de vida para las personas».

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