El morbo de asistir a la descomposición de una relación de pareja
El gran mérito de la obra ‘Sofá y dos cuerpos’, que se representa en el Teatro Lara de Madrid, es invitar al espectador a que se asome a la casa donde comparten vida un hombre y una mujer, Diego y Bea, y asistir –con una mezcla de pena, morbo y tensión– a la descomposición de la relación. A cómo transitan del enamoramiento y el amor, de la complicidad y el compromiso a los celos y los recelos, la desconfianza, el engaño, el odio, la ira, los reproches, el enfado y, finalmente, el distanciamiento. Ese vacío que queda cuando confiesan: ‘cómo pude tener tanta intimidad contigo’. Repasamos la obra –y un poco la vida, también– con su director, Mariano Rochman; la actriz, Elena Rey, y el actor, Xoel Fernández.
Entre la pareja, entre Diego/Xoel y Bea/Elena, hay química, hay conexión. Fluye el buen y el mal rollo. La atracción y después la preocupación y el ‘ya no te aguanto’. La obra está muy rodada. Como me cuenta Mariano Rochman (argentino afincado en España desde hace 21 años), la escribió en 2008/2009 a partir de dos relatos de Raymond Carver; y luego ha pasado por distintas etapas y elencos (incluido el propio director como actor), ha ido evolucionando, se ha ido limando y naturalizando (los tres han trabajado antes juntos en las funciones de Noches de hotel), quitando cosas y añadiendo otras, como la escena en torno a la mocatriz (modelo, cantante y actriz, según acertada definición del dúo musical Ojete Calor).
Parece que ahora ha alcanzado su punto de nieve con Xoel y Elena, porque el público empatiza con ellos, se identifica fácilmente con la historia que cuentan.
Y al ver esas peleas de pareja, ese echarse continuamente en cara agravios hasta hacer imposible la convivencia, es fácil que quien ha entrado en la sala vaya pensando: eso es lo que nos pasó a nosotros, o eso es lo que me está pasando a mí.
Porque, como contaba la neurocientífica Nazareth Castellanos en una reciente entrevista aquí, con el enfado y con el estrés la amígdala secuestra el funcionamiento del cerebro, pone en alerta todo el cuerpo para reaccionar frente a ese ataque, y no atiende a más razones que las que alimentan esa respuesta airada, rebusca en la memoria para cargarse de razones que engrosen ese enfrentamiento.
Y es lo que vemos en Sofá y dos cuerpos, como en cualquier pelea de pareja, alimentada de reproches y de violencia, de pérdida de filtros, de moderación, de equilibrio, de ganas de entender al otro y de pactar. No. Es un secuestro para empoderarnos en la lucha.
Elena: Quizá por eso se dice que están tan cerca el odio y el amor, que solo un paso los separa; porque responden a procesos similares de nuestro organismo, a secuestros del entendimiento racional.
Rafa: Pero antes de llegar a ese choque frontal, vemos a Xoel cada vez más despeinado y con cara de preocupado, de no haber dormido bien, de estar cansado, decepcionado, harto. Y a Bea perdiendo los papeles y la paciencia, dejando de admirar al fotógrafo del que se enganchó en un tren. Es seguramente la parte más interesante de la función, la intermedia, en la que, antes de explotar, asistes a cómo se va atizando el fuego… no de la pasión, sino de la cólera. Y uno se pregunta: ¿Pero por qué lo siguen estirando?, ¿por qué no ponen ya punto final?, ¿no se dan cuenta de que eso no funciona y, cuanto más lo alarguen, peor, más daño se van a hacer?
Elena: Anda que en la vida no he estirado yo chicles, bufff…
Xoel: Es que la gente no reacciona así, no dice: Oye, como te veo un poco despeinado y te veo preocupado, yo creo que es momento de que terminemos la relación antes de que nos tiremos los trastos. Eso muy poca gente lo hace en la vida real. Estiras y estiras el chicle. Es la crónica de una muerte anunciada. Pero eso es lo interesante: nada nuevo en el jardín, conocemos el círculo de la descomposición de una relación, que se va, que se acaba, pero asistir a ese proceso parece profundamente interesante, aunque sepas cómo va a terminar.
Rafa: Tampoco hacen mucho por intentar arreglarlo, ¿no? Parece más bien que se están cargando de razones para el enfado y el enfrentamiento.
Elena: Yo tengo una teoría, que Bea y Diego están poco trabajados personalmente. Les falla mucho la comunicación. Les faltan herramientas. No se encuentran, no se sientan y lo hablan. Y avanzar, no avanzan. Es muy real, ¿no? A la mayoría nos faltan herramientas. Te cargas de razones para justificar tu posición.
Xoel: Hacen lo que pueden… Pero no saben. No saben hacerlo mejor.
Mariano: El gran tema de la obra es la incomunicación. No paran la pelota para decir: me siento dolido por esto y por esto, cuidemos esto y lo otro. Hablemos. Es la incomunicación.
Xoel: Y además están esos pequeños momentos de soberbia. Cuando hay un conflicto, como hay falta de herramientas para sentarse a reconocer lo que pasa, sale la soberbia. Por falta de herramientas y porque en realidad no son conscientes de la gravedad de los pasitos que van dando, y de que no va a haber retorno. Como decías tú con la amígdala, estar enfadado engancha, genera adicción, te enganchas. Hay mucha amígdala en esta obra.
Rafa: El odio, el enfrentamiento es triste, pero el alejamiento, la indiferencia, el olvido… quizá más, ¿no? Casi es mejor que te odien a que te ignoren… Lo decís los dos: cómo pude yo llegar a ese grado de intimidad con esta persona, a la que ahora veo/siento tan lejana…
Elena: A mí me cuesta muy poco conectar con eso. Me parte por la mitad, pero me cuesta poco entrar ahí. Cómo pude tener tanta intimidad contigo, a quien ahora miro y eres como un extraño… conocido, pero un extraño, como alguien que me quiere sonar, pero nada más. Eso, cuando lo has vivido, porque eso pasa, es terrible. Es lo más triste de todo. Estoy de acuerdo contigo.
Rafa: En el odio queda algo, queda un sentimiento respecto a algo que se compartió.
Xoel: En el odio hay relación. En el olvido, no; en el olvido no hay nada. A mí, que terminé hace un año y pico una relación de mucho tiempo, una de las cosas que más me llama la atención es que [traga saliva, corto silencio] al final, tú, en una relación, por toda esa intimidad, tienes acceso a un lugar especial, exclusivo de esa persona, y luego aparece lo que tú veías que esa persona tenía con el resto del mundo, tú pasas a ser uno más del resto del mundo… Ese ya es tu lugar. Creo que esa frase: cómo pude tener tanta intimidad contigo…, estoy pensando que…, ¡dios!, es que eres otra persona…, cómo puedes ser tú la misma persona.
Rafa: Y eso te deja… muy solo.
Mariano: Yo creo que lo bueno que puede tener esta función es que, más allá de empatizar con los personajes, es muy fácil identificarse con la historia.
Rafa: Todo el mundo está pensando: eso me pasó a mí o eso es lo que me está pasando.
Mariano: Claro, y lo ven venir, y te dan ganas de ir a achucharlos.
Rafa: ¿Por qué un sofá y dos cuerpos, que suena un poco raro, en vez de, no sé, un sofá, un hombre y una mujer?
Mariano: Bueno, tampoco tienen por qué ser un hombre y una mujer. De hecho, se hizo la versión gay y la versión lésbica, en México. Y si hubiera una propuesta y un presupuesto se podría desarrollar; sería un reto interesante, poder contar con las tres versiones… Bea y Diana. Diego y Carlos. Diego y Bea.
Rafa: ¿Funcionaría igual el mismo texto?
Mariano: En México se hizo y no tocamos nada. Pero se podría hacer una investigación: ¿reacciona igual ante los mismos conflictos una pareja heterosexual, una pareja gay, una pareja lésbica? Bueno, sería un ejercicio interesante.
Elena: Yo creo que hay cosas que a una mujer, no tanto por la tendencia sexual, sino por el género, le cuesta más hacer.
Mariano: Se trataría de hacer una investigación para no caer en tópicos.
Rafa: Sería interesante asistir a las tres funciones. Si lo hacéis, dadme un toque.
‘Sofá y dos cuerpos’ se representa en el Teatro Lara de Madrid. los miércoles y domingos de marzo. En abril, los miércoles. Tras un descanso, regresará en septiembre al Lara.
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