“El móvil democratiza tanto la fotografía que es difícil descubrir momentos únicos”
Me trae su libro dedicado con esa ilusión, ese entusiasmo y torrente de palabras con que siempre asocio a Victoria Iglesias. Esta gran profesional de la fotografía, sobre todo del retrato, colaboradora de ‘El Asombrario’ con su sección ‘Victografías’ tiene ya su volumen en la extraordinaria colección PHotoBolsillo de La Fábrica, con prólogo de Montserrat Domínguez. Hablamos con ella de su libro (y un poco de ella y de su vida).
¿Por qué esa foto de Lou Reed en portada? ¿Qué te dice? ¿Significa algo especial para ti?
Es una foto que tiene una historia detrás muy importante para mí.
Es el resultado de la frescura y la espontaneidad de una fotógrafa a la que todavía le quedaba mucho por vivir y fotografiar. Además, me parece una imagen buena e importante por el personaje. Un personaje internacionalmente conocido.
Una fotógrafa a la que todavía le quedaba mucho por vivir y fotografiar… Háblanos de tus comienzos profesionales, Victoria.
Sin querer, de casualidad, como a veces pasan las cosas buenas.
Una cadena de casualidades que me fue llevando de un sitio a otro hasta que apareció Fernando Múgica y la revista Panorama.
¿Tu presente?
Sigo haciendo fotos y escribiendo, porque es lo único que sé hacer. Aunque ahora es más difícil vivir de esto. Colaboro con El País Semanal, Zenda, con vosotros (El Asombrario) y lo que va surgiendo.
Y he de decirte que con tu mirada tan personal no solo consigues grandes fotos, sino también grandes textos, muy originales, como comprobamos cada mes en tus ‘Victografías’. Auténticas historias que ayudan a profundizar en tus fotos. Planes para tu futuro inmediato, Victoria.
En agosto y septiembre tendré dos exposiciones, sobre cine, en Rumanía. En Eforie y Bucarest, a través de la embajada española en ese país. En septiembre y octubre se hará la presentación del libro en Madrid y en Bilbao.
Vamos con el libro: dinos una de las fotos ahí incluidas que te hiciera experimentar una fascinación especial hacia la persona retratada.
En principio, si estás trabajando, prefiero no dejarme seducir, aunque Carmen Martín Gaite lo consiguió. Conocer y fotografiar a John Kennedy fue un momento inolvidable y único, porque no estaba trabajando. Fue especial por la compañía y las personas que me rodeaban, y por el lugar: ¿Qué hace una chica de Basauri en la que fue la casa del presidente de EE UU y su mujer? Por mucho que quisiera disimular, los humanos no nos podemos resistir a ciertos encantamientos. Y, por supuesto, amo la foto de Camarón que lleva acompañándome y creciendo conmigo toda una vida.
¿Alguna te turba especialmente, te trae recuerdos extraños porque la sesión resultara complicada?
De las del libro, la mayoría. Aunque hayan sido situaciones difíciles como Chiapas o el reportaje sobre la lepra, me han hecho aprender de la vida y me han hecho vivir momentos importantes e inolvidables. Hay alguna, como la de mi hijo, que me conmueve porque la hice en el primer tramo de la pandemia, en esa época del confinamiento y la pérdida de mi padre. Y sí hay una foto que me ha complicado bastante la vida, pero prefiero no señalarla.
¿Y alguna en la que te divirtieras especialmente mientras duró la sesión, o de la que sacaras algún aprendizaje de esos que permanecen?
La sesión con Quique San Francisco fue caótica, loca e irreal.
Quedé en su casa, le hicieron la entrevista, pero justo cuando iba a empezar a hacer mis fotos se marchó, se fue de su propio piso, desapareció (diciéndome que le esperara, por favor, que enseguida llegaba). Se presentó una hora y media después.
Lo estuve esperando en su salón con una mujer que podía ser su amiga o su novia, no lo sé. En otra ocasión, no hubiera esperado, me hubiera ido, pero me pareció sensato acabar el trabajo y, al final, resultó una gran foto. En el fondo, lo recuerdo como algo divertido, muy interesante. Observar sus muecas, sus gestos, sus disculpas…
Victoria, ¿a quiénes ves como maestros que te hayan influido de alguna manera significativa?
Velázquez y sus encuadres. Rembrandt y sus luces. De Kooning y su movimiento. Chardin y sus colores. Rothko y sus fondos… Esas han sido mis referencias. En fotógrafas, me gustan mucho Margaret Cameron (tía abuela de Virginia Woolf), Dorothea Lange o Gerda Taro. Mi primer buen libro de fotografía fue uno que me regalaron de Ansel Adams.
¿Cómo te planteas las sesiones de retratos, sacas algún ‘truco’, echas mano de alguna habilidad que hayas comprobado que funciona bien para conseguir ese ‘quiero algo distinto’ que te suelen pedir en las Redacciones?
Las sesiones las voy improvisando según el personaje, el sitio dónde se realicen las fotos y el tiempo que tenga para ellas.
Si no puedo sacar nada del personaje, tengo que recurrir a que estéticamente sean poderosas, por luces y sombras, líneas y encuadres. Las sesiones de fotos son encuentros donde la paciencia, la rapidez y la psicología juegan papeles importantes.
Una vez, para conseguir que Severiano Ballesteros diera unos golpes en la arena de la playa, tuve que proponerle varias cosas que sabía que no quería hacer, así que a la cuarta opción, que era la de la playa, tuvo que decir que sí.
Aparte de los retratos, en el último tercio del libro se incluyen otros trabajos tuyos de reporterismo gráfico. ¿Qué experiencias o viajes recuerdas como más enriquecedores o impactantes?
Creo que todos los viajes son enriquecedores. Es muy raro que vengas de un viaje igual que cuando te has ido. Chiapas, por supuesto, porque lo emprendí sola. Y porque era retratar también un éxodo, una huida para preservar la propia vida, que es lo que hacían los refugiados zapatistas. Es la historia que se repite y se repetirá incansablemente dentro de la especie humana. Siempre nos quejamos de nuestras condiciones de vida, no digo siempre sin razón, pero cuando vemos las miserias de la gente en la calle, como en Bombay, mucha de la cual sufre numerosas enfermedades, entre ellas la lepra, pues nos tenemos que dejar de quejar y mejorar nuestra vida en función de poder mejorar la de los otros.
¿Cómo ves la prensa, el trabajo fotográfico en la prensa actualmente, el reporterismo gráfico?
Veo un maremágnum de imágenes entre las que destacan sólo las de algunos fotógrafos o fotógrafas que aprovechan magníficamente la inmediatez y las posibilidades de la fotografía digital que antes, con la fotografía analógica, se veían limitadas. Pero la sensación de tanta masificación de imágenes la devalúa, y la hace menos interesante. Hay menos fotos exclusivas, ya que el móvil democratiza tanto los acontecimientos que es muy difícil llegar a ellos como fotógrafo o fotógrafa descubriendo momentos únicos. Antes no era así, claro.
Para terminar: un sueño, un viaje, un personaje, un tema que te gustaría abordar…
Estoy buscándolo, siempre lo busco… De momento, quisiera retratar a Iggy Pop.
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