Mujeres ‘over-fifty’, sin complejos
Cumplir 50, 60 y 70 con energía, buen humor y la cabeza bien alta. Entre las reivindicaciones para que la mujer ocupe en plena igualdad su puesto en la sociedad, debe figurar, subrayada, la dignidad de la edad. En el mundo del cine, la moda, la política y el espectáculo encontramos ya referentes. Elena Castelló inicia así su colaboración quincenal en ‘El Asombrario’ sobre tendencias sociales, con un puntito de humor levemente ácido en el cóctel.
Michelle Obama está a punto de cumplir 50 años –el 17 de enero- y lo ha celebrado quedándose más tiempo en Hawai, sola, tras las vacaciones familiares de Navidad, mientras Barack y Sasha y Malia regresaban a Washington. Es el regalo de cumpleaños del presidente.
Hubo un tiempo en que envejecer era una de las peores catástrofes, personales y sociales, de la vida de una mujer. Significaba el fin de la alegría, de la atracción, del sexo. En una palabra, el fin de la vida. “La belleza no se aprende de una vez; pero cuando la experiencia nos permite entenderlo, ha desaparecido. Ese es uno de los grandes dramas femeninos”. Se lo decía Gabrielle Chanel al escritor francés Paul Morand, en 1946, exiliada y sola tras la guerra, en un hotel de Saint-Moritz. Era antes de su segundo regreso, de los tailleurs y los bolsos 2.55. Sin embargo, ella misma envejeció como le dio la gana, probablemente porque le pilló trabajando y dando órdenes aquí y allá. Soltera, rica y capaz de construir un segundo imperio, convertida, sin saberlo, en la primera “swofty” –single-woman-over-fifty (mujer soltera por encima de la cincuentena)— de la historia.
Habría mucho que decir (todavía) sobre Chanel, lúcida, salvaje y muy libre, más allá de la publicidad, la marca y las leyendas, especialmente en este año que conmemora el centenario de la olvidada guerra del 14. Fue uno de los personajes esenciales de aquella Europa de las Vanguardias que inauguró de verdad el siglo XX. No es un mal propósito de año nuevo leer alguna de sus biografías y revisitar a personajes como Misia Sert, Diaghilev, Cocteau o Raymond Radiguet. Les recomiendo especialmente ‘L’ Irrégulière’, de Edmonde Charles-Roux, traducido en español como ‘Descubriendo a Coco (Lumen).
Es este mi primer post en esta revista y pretende ser de tendencias (por favor, con saludable ironía, no soy experta en nada y menos una cool-hunter (cazadora de tendendias) en El Asombrario (¡feliz año nuevo!, ¿cómo están?) y resulta que empiezo hablando de una trendy de hace un siglo. Pero es que no hay nada más permanente que el cambio constante, la necesidad de descubrir, la imaginación en marcha. La transformación de los usos y costumbres nace de la aparente futilidad de las modas. Y los acrónimos pueden ser una buena pista para oler el rastro en el viento. Esa soltera fuera de la norma que fue Chanel tiene hoy una legión de herederas: son inteligentes, ricas e igualmente solteras, y cumplen cincuenta y sesenta en plena forma, objeto de deseo precisamente por su experiencia.
Primero se las llamó depredadoras –cougars; es decir, pumas— porque se emparejaban con hombres jóvenes. A ellos los llamaban toy boys. Madonna, Demi Moore, Kim Catrall o Sharon Stone eran las reinas de Cougar City. Pero, ¿qué ha pasado para que las devoradoras ridiculizadas de los últimos años (vale, algunas se han hecho demasiada cirugía) se hayan convertido en una nueva legión de damas atractivas, que llevan su edad como estandarte? Forman parte del baby-boom más poderoso de la historia –el de la década de los cuarenta tras la II Guerra Mundial, en Estados Unidos—, son independientes y su carrera no se acaba, pese al paso de los años. Pero, sobre todo, no conocen la amargura. Esta es la gran clave de la nueva feminidad madura: lean las novelas de Jean Rhys –otro buen propósito para el año nuevo—. En ellas queda plasmado, con toda la crudeza, el destino de las mujeres solteras: la prostitución o la mendicidad, ser una mantenida o una marginada loca. Chanel construyó su vida huyendo de esas amenazas.
La variante más consumista de las swofties, las panks –profesional-aunts-with-no-kids (tías profesionales y sin hijos)— son la gran esperanza de un mundo paralizado por la crisis: marcan estilo y compran para ellas y para sus sobrinos. La nómina es amplia y en ella, por supuesto, figuran Madonna, Demi Moore y Sharon Stone, pero también Andy Macdowell, Susan Sarandon, Anna Wintour, Cameron Diaz, Kathryn Bigelow, Carine Roitfel, Kristin Scott-Thomas, Isabella Rossellini, Grace Coddington o Inés de la Fressange. Sí, la mayoría están relacionadas con la moda, el cine y el espectáculo. Y, vale, todavía hay menos mujeres maduras –mujeres, a secas— en los parlamentos o en los consejos de administración que en un baño de hombres, mientras el único modelo aceptable en política parece seguir siendo el de Merkel o Thatcher. Y tampoco abundan los papeles en el cine. Pero, por primera vez, las mujeres tienen algo que nunca tuvieron: un modelo al que parecerse al cumplir años, un modelo de madurez.
En la última edición de los Globos de Oro, las actrices maduras coparon los primeros premios: Emma Thompson, Helen Mirren, Julia Roberts y Sandra Bullock recibieron galardones. El único que no parece darse cuenta de este renacimiento es el director Martin Scorsese, que en una carta abierta a su hija Francesca, de 14 años, sobre el “brillante” futuro del cine, recién publicada en la revista italiana L´Espresso, no ha sido capaz de citar a ninguna mujer que protagonice ese futuro (ni a un hombre que no sea blanco, por cierto).
Los blogs del Huffington Post o del Daily Mail tienen secciones específicas llamadas Over Fifty (mayores de cincuenta), y las mujeres ocupan cada vez un mayor porcentaje en las webs de contactos, o protagonizan incluso algunas pensadas exclusivamente para ellas. Ingleses y norteamericanos, hombres y mujeres, debaten estos días con entusiasmo sobre la crisis de la mediana edad –Middle Age, a natural history, del zoólogo británico David Bainbridge, o Your life calling, de Jane Pauley, antigua presentadora de la NBC, son algunos ejemplos superventas—, o sobre la pobreza de vestirse solo de beige, el color tradicional de las abuelas, y escriben decenas de artículos de lo que podemos llamar autoayuda o lifestyle sobre qué significa cumplir 50 y 60 y 70, y sus ventajas. Pero lo que es más importante: se ríen. Se ríen de los estereotipos y de la maledicencia. Pero sobre todo de los M People, otro acrónimo que nos da pistas: Mediocre, Male and Middle-age (mediocres, masculinos y de mediana edad). ¿Son capaces de identificar a alguno?
Comentarios
Por Curra, el 11 enero 2014
Estupendo articulo, Gracias!
Por Elena Castelló, el 12 enero 2014
¡Muchas gracias, Curra!
Por Inés, el 11 enero 2014
No sé si poner como ejemplo a mujeres en su mayoría americanas, ricas y poderosas ilustra bien el poder de la mujer sobre la cincuentena.
Está claro que pueden servir de inspiración y ejemplo, pero apuesto en que cada entorno personal de cualquiera, haberla habría mujeres en esas edades y con muchos menos medios, que hacen bandera de su libertad y coherencia, y que sirven como referente y como brújula a los que estamos alrededor sin llamarse Obama o Roberts.
Por Elena Castelló, el 12 enero 2014
Hola Inés
Muchas gracias por tu comentario, Inés. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Ese es el problema, que no nos han enseñado, hasta ahora, a valorar a esas mujeres. De lo que se habla es de la «invisibilidad» que se nos traga a partir de los cincuenta. Lo que trato de señalar es que empieza a surgir ese orgullo y, sobre todo, que hay modelos. Pongo esos ejemplos porque son la punta del iceberg: mujeres con dinero (a las que tener en cuenta como consumidoras) y por tanto con poder y con visibilidad mediática.
Por María, el 11 enero 2014
Totalmente de acuerdo con Inés. Nuevamente los datos que se tienen en cuenta son de Europa o USA. En Sudamérica hay infinidad de casos que datan de la época de Chanel, Victoria Ocampo -aunque de familia burguesa- bregó por la libertad, la cultura, la independencia de la mujer, murió soltera cerca de los 80. Puso toda su fortuna al servicio de la cultura argentina, creó la Revista Sur con un equipo de escritores, filósofos y críticos de primer nivel (Borges entre ellos). Un siglo antes, Juana Manuela Gorriti, se separa de su marido e inicia su acción cultural ideando el primer libro de cocina de Sudamérica («Cocina Ecléctica»), envió cartas a mujeres de diferentes países solicitándoles recetas de cocina… claro, estos son ejemplos en el ámbito cultural, parece ser que luce más la actividad empresarial, política o del mundo del espectáculo. Creo que especialmente en Latinoamérica somos muchas las mujeres de más de 60 llevando adelante proyectos que no sólo nos vitalizan sino que fundamentalmente sirven a nuestras comunidades.
Por Elena Castelló, el 12 enero 2014
Gracias María. No he pretendido ser exhaustiva, tan solo señalar precisamente lo que tú apuntas: que debemos reclamar modelos de madurez y que ninguna mujer pierde su atractivo (no ya físico, sino intelectual, personal, profesional) por cumplir años.
Por Maite, el 12 enero 2014
No veo el mismo mundo. El mundo actual esconde las mujeres de más de 50 como se tuviesen una enfermedad. ¿Cuántas mujeres de 50,60,70 presentan noticiarios? La verdad es que por todas partes, por todo el planeta, el mundo masculino encubre las mujeres de 50 o más, son invisibles, incluso a los hombres de su misma edad. Un hombre es portada de revistas con cualquier edad. Queremos saber lo que piensa. Una actriz o cantante muy famosa puede ser portada de revista con 60 años, pero lo normal es que la escondan. El mundo valora una mujer por su poder sexual y, cuando deja de existir, la entierra. Ese es el mundo y el primer paso para cambiarlo es reconocer que el machismo es hoy muy, muy peor porque es disfrazado, porque no puede existir abiertamente. Ejemplos de actrizes o cantantes guapas a los 50, 60, 70 solo hacen reproducir el estereotipo y producir infelicidad, ya que sabemos que no todos teremos la forma de Demi Moore a su edad.
Por Elena Castelló, el 12 enero 2014
Hola Maite, gracias por tu comentario. Efectivamente, muchos medios ejercen un maltrato sutil sobre las mujeres, y escribir sobre algunas cosas puede ser una forma de denunciarlo y con el tiempo acabar con ello. Básicamente coincido contigo, precisamente señalo que un fenómeno aparentemente frívolo y quizá inventado por los publicistas de Hollywood puede tener más trascendencia de lo que parece. Es la primera vez que una moda no ridiculiza a una mujer mayor por serlo o por salir con un chico más joven.
Por Laura, el 12 enero 2014
Totalmente de acuerdo con Maite, sólo mirar la programación telelvisiva para darse cuenta de que, a partir de una edad, a la mujer se la relega a la invisibilidad. No es el caso de cada mujer madura, en absoluto, las que yo conozco se sienten bien con ellas mismas, liberadas la mayoría y, aunque muchas solteras o separadas, con la autoestima alta sin necesidad de tener un hombre al lado. Personalmente, creo que lo que deberíamos hacer es denunciar lo que hacen los medios, un maltrato sutil a la mujer. Hasta que eso no se consiga, no creo que nada cambie por mucho que se escriba sobre ello.
Por Elena Castelló, el 12 enero 2014
Hola Laura, gracias. Como a Maite, te digo que estoy de acuerdo con esa denuncia que hacéis de una realidad en la que las mujeres maduras parecen invisibles. Pero que empiece a haber modelos de madurez femenina en los medios puede ser un primer paso. Hablemos pues de ellos. Acostumbrémonos a que hay mujeres mayores en todas partes.
Por maria jose, el 14 enero 2014
un articulo muy interesante y muy bien escrito y con ese toque ironico caracteristico de elena.