Nace Intra-Venus, asociación de mujeres artistas con cáncer

Las artistas asociadas en Intra-Venus, junto a otras mujeres que fueron a apoyarlas en su presentación, en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).

Lo que dice como gesto un puño en alto podría pertenecer casi en exclusiva al código revolucionario de los parias de la Tierra, pero podría ser también el santo y seña de la recién nacida Intra-Venus, una asociación creada por un grupo de mujeres artistas con cáncer, con Marina Vargas como presidenta, que se ha presentado recientemente en el CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas) y en la feria de arte JustMad. “No voy a ser menos mujer por no tener tetas”, dice otra de las integrantes de Intra-Venus.

Desde comienzos de febrero y durante un año, la entrada principal del CNIO tiene como cancerbera a una mujer de mármol, obra de Marina Vargas. Está calva. Está desnuda. También le faltan un pecho y la sonrisa. Pero su brazo se alza con el puño apretado dispuesto a hacer añicos el techo de cristal que asfixia a las mujeres que se enfrentan a una mastectomía, entre otras penas, como le sucedió a la artista granadina Marina Vargas (1980), paciente de un cáncer de mama complicado del que se va recuperando consciente de lo que aún le espera: mastectomía del pecho derecho, extirpación de útero, trompas y ovarios, y, por fin, reconstrucción de las dos mamas. Eso sí. La Marina de carne y hueso ha recuperado el pelo, la sonrisa y unas ganas inmensas de luchar “por ti, por mí y por todas mis compañeras”. Ahí estaba Marina junto a su trasunto en mármol de Carrara. Y todas quisimos posar con ellas emulando la postura.

Marina no podía plantarse delante del espejo. Tampoco soportaba que su pareja la viera desnuda y amputada. Ese páramo talado de cintura para arriba que espera, ansioso y angustiado, la mano del cirujano estético que implantará las prótesis. Sí, lo primero es vivir, pero las ganas de recuperar un escote digno no son ninguna frivolidad.

“Cuando me quitaron el pecho izquierdo, no me aceptaba desnuda. Hasta que un buen día decidí autoesculpirme en mármol de Carrara como quien se hace un escáner. El brazo en alto y el puño cerrado no solo significan fuerza. Es una forma de darle espacio a mi maltrecha y torturada axila, ya que en mis ganglios también aparecieron células malignas. ¿Quién te garantiza la rehabilitación después de la cirugía? La mayoría de las veces, como muchos otros cuidados, corren a cargo de la propia enferma. Y las artistas somos mayoritariamente autónomas. Al ser el mío un cáncer genético [sufre una mutación del oncogén FANCM] heredado de mi padre, tengo que quitarme también la mama derecha, el útero, las trompas y los ovarios”, explica Marina Vargas mirando a su otro yo.

El diagnóstico, uno de los momentos más duros del proceso, llegó en 2019. Tres objetos perfectamente identificados como tres tumores de un tipo de cáncer triple negativo. Al desconcierto de la pandemia por COVID, Vargas sumó seis ciclos de quimioterapia, un tratamiento oral con terribles efectos secundarios y los problemas derivados de no poder trabajar, entre muchas otras zancadillas. “El entorno hace lo que puede, pero ocurre que a tu alrededor el desconcierto es igual o mayor que el que padecemos las propias enfermas”.

Es muy difícil saber cuidar en un proceso de cáncer más allá de regalar certezas mezcladas con buenos deseos y el afán por disimular el sufrimiento. “Por eso, se buscan confidentes. Susan Sontag y su ensayo, Ante el dolor de los demás, los trabajos fototerapeúticos de Joe Spencer, o la obra póstuma de la artista norteamericana Hannah Wilke (1940-1993), llamada precisamente Intra-Venus. Wilke, pionera de la aproximación feminista al arte y la enfermedad, documentó con fotografías la última etapa de su linfoma incurable. También es intravenoso en referencia al suero que Hannah, como las demás enfermas, recibía en el hospital, la fuerza inyectada, el elixir vital en nuestra sangre. Por último, hay una referencia a Venus, diosa romana del amor y máximo símbolo de la belleza femenina occidental. Trabajando sobre mi propia enfermedad”, sigue la artista granadina, “me di cuenta de que estaba emprendiendo una obra activista, política y social. Un cáncer te arranca un pecho o los dos. Te quedas sin hormonas femeninas por la menopausia prematura, estás completamente calva por la quimioterapia y machacada después de la radioterapia. El proceso es muy duro. Quise registrar mi anatomía al límite porque el cuerpo de las mujeres sigue siendo un campo de batalla. Mostrarme desnuda era y es un acto revolucionario”.

Cuando charlo con la periodista, la poeta Maijo Mora detectó su lógica desidia ante mi petición de detallar cronológicamente la plúmbea década que lleva conviviendo ejemplarmente contra el cáncer de mama. “Con la mirada en el presente, prefiero ir a la inversa”, pide Mora, y su deseo es por supuesto atendido. “Conocí a Marina Vargas a través de las redes, cuando supe de la petición que había enviado al Congreso de los Diputados exigiendo más inversión en la detección precoz y ayudas sociales a pacientes oncológicos.

Contacté con Marina y entonces me habló de otro proyecto, una asociación con la que crear redes para reforzar la visibilidad, el acompañamiento y el apoyo   entre mujeres que tienen o han tenido cáncer. En octubre del año pasado volví al hospital porque una de mis prótesis se había infectado. Pasé tres semanas internada reflexionando sobre mi proceso y leyendo a Anne Boyer, en cuyo libro, Desmorir (Premio Pulizter de No Ficción 2020) reflexiona sobre la salud física y mental, las enfermedades y la sociedad capitalista. A Boyer le diagnosticaron un cáncer de mama triple negativo, como el mío, al cumplir los 41 años. Cuando salí del hospital, después de la explantación de ambas prótesis, el primer café que me tomé lo compartí con Marina Vargas y Pía Tedesco, conectadas las tres por una amiga común, Elizabetha Patiño, directora de Festivalie Fest, una asociación cultural de mujeres, artistas muy potentes, que cada año en marzo, el mes de las celebraciones feministas, organiza un festival en Madrid. En ese mismo café, Marina nos habló de la gestora cultural especializada en arte contemporáneo, Carlota Álvarez Basso, (codirectora del Festival de Cine por Mujeres) y también mastectomizada, que se ocuparía de la parte más burocrática, como estatutos y demás. Tuve clarísimo que quería estar y trabajar en Intra -Venus”.

Maijo Mora recibió el primer diagnóstico en 2011. Entonces trabajaba en una agencia y su contrato le permitió beneficiarse de una baja médica. Para otros momentos críticos de la enfermedad, ya siendo autónoma, ha tenido que contar con el apoyo económico de su familia. Por cierto, la explantación a la que alude Maijo, fue literalmente un ¡tetas fuera! “Mi cirujana plástica me advirtió de que probablemente tendrían que quitarme también la otra prótesis y volver al quirófano para una segunda reconstrucción de las dos mamas. Lo pensé muy bien. No voy a ser menos mujer por no tener tetas. Así que ahora mismo voy a quedarme como estoy. Sin pechos”.

La obra ‘Contra el canon’, de Marina Vargas.

El cáncer no se acaba con la última sesión de quimioterapia; cuando la paciente se despide del hospital de día completamente agotada e incapaz de compartir el jolgorio generalizado de sus seres queridos ante el ¿final? ¿Qué hay de la flaqueza, las parestesias, el insomnio, el miedo al futuro incierto, la angustia de no saber cómo ser feliz? ¿Podrás querer como antes, cuidar de los tuyos, volverte a enamorar, trabajar, comer torreznos, follar? ¿Cómo será el sexo entre costuras?

Lo saben las mujeres que lo han padecido, dentro y fuera de Intra-Venus. Y lo sabe quien escribe este texto, que en 2005, con 46 años, fue diagnosticada de un cáncer lobulillar infiltrante, ahora en remisión tras una doble mastectomía, ocho sesiones de quimioterapia y diez años de tratamiento hormonal. Sí, acabas de coronar el Everest. Pero no puedes quedarte en la cima para siempre. Hay que bajar, pero los sherpas se han marchado. Estás viva. Estás obligada a vivir. Has ganado, la batalla. Tienes que ser por fuerza una guerrera. Con razón se quejaba María Blasco, directora del CNIO del uso de tantas metáforas. El cáncer es una putada, no un conflicto bélico.

Claro que el futuro puede ser muy excitante, con mamas y sin ellas, por eso repasamos algunas de las actividades profesionales de artistas fundadoras de Intra-Venus. Maijo Mora participaba el 17 de febrero en el espectáculo del Colectivo Versopoético, Prostíbulo Poético, en la Sala Equis de Madrid y dos días después en el Festival Vociferio, Valencia, con su grupo de poesía y música electrónica Elektroskia.

Después de la emocionante reunión de puños alzados, Marina Vargas viajó hasta México para exponer en la feria de Arte Contemporáneo Zonamaco, con la galería madrileña Fernando Padilla y su obra, Contra el Canon. Más. La cantante Pía Tedesco actuará en el Teatro Infanta Isabel de Madrid el 28 de mayo dentro de la programación del INVERFEST. Entre muchas otras actividades.

“En este sentido, algunas artistas tenemos una misión, tenemos la suerte y la desgracia de poseer un don que hay que poner al servicio de la sociedad y que consiste en dar voz a lo que nuestros ángeles y demonios nos dicen al oído. Porque hay cosas que han de ser dichas”. (Extracto del texto escrito y leído por Amparo Garrido, artista visual encargada del departamento CNIO Arte durante la presentación de Intra-Venus).

Las mujeres artistas que forman Intra-Venus Asociación de creadoras para la visibilidad y apoyo a las mujeres en procesos de cáncer son: Carlota Álvarez Basso, gestora cultural y mentora. Cristina Domínguez Sarceda, soprano. Marta Lage de la Rosa, docente y artista. María Lamuy, diseñadora y cineasta. Mara León, artista. Ana Locking, diseñadora de moda y artista. Paloma Manzanera, mediadora cultural y docente. María Moldes, fotógrafa. Marían R. Montagut, música. Maijo Mora, periodista y poeta. Haridian Nóbrega, maquilladora y creadora teatral. Gema Parra, directora de comunicación cultural y mentora. Pepa Santamaría, artista y profesora de BBAA. Pía Tedesco, música y artes escénicas. Marina Vargas, artista, como presidenta, y, por último, la socia número 1, Marian López Fernández-Cao, catedrática de Educación Artística, cuya hermana padeció cáncer.

Los estatutos lo dejan claro: Ayudar y acompañar. Defender el trabajo y los derechos sociales. Favorecer la comprensión social de la enfermedad. La persona que enferma es sujeto. Dar voz y reconocer la experiencia de las mujeres con cáncer. Potenciarlas.

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