Guardianes de nuestros sueños hasta la Puerta de Tannhäuser
ÁREA DE DESCANSO
Dos librerías de culto, en Cataluña y en Extremadura, y una gran exposición en Barcelona a Roberto Bolaño, uno de los autores en lengua española más importante de las últimas décadas. Frente al caos y las horas bajas, refugiémonos en ellos. Guardianes de nuestros sueños y nuestra memoria.
Ahora que llega el verano, ¿a quién no le gustaría navegar en el Pequod, el barco mítico de Moby Dick? Podemos leer o releer la obra maestra de Melville, adentrarnos en una historia épica, alegórica y universal. O también podemos visitar Pequod Llibres, una pequeña y selecta librería situada en pleno barrio de Gracia, en Barcelona. La Pequod, capitaneada por Consuelo y Pere, navega de bolina por los encrespados mares del mercado editorial, llenos de piratas y tiburones. Aunque suene raro en estos tiempos donde los libreros ya no son libreros, a Pere y Consuelo les gusta leer. Y encima dan cobijo a escritores que de otro modo naufragarían en las zonas abisales del mercado. En la Pequod, se pueden comprar libros de primer o segunda mano, sobre todo narrativa, pero siempre buena literatura. Y no es extraño que uno salga con un pez-libro bajo el brazo. Si es Moby Dick, la apuesta será segura.
Decía Roberto Bolaño que cada lector tiene la librería que se merece. Y aunque él ya tenía la suya en Blanes, estoy seguro de que le habría gustado esta Pequod. Roberto Bolaño murió en 2004 y el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) le rinde homenaje con el Archivo Bolaño 1977-2003, una exposición que merece la pena ver y que se centra en su etapa catalana, en la que escribió la mayor parte de su obra y que publicó en apenas una década. Chileno, catalán, español. “Mi patria son mis hijos”, dejó escrito Bolaño. El autor de los Detectives salvajes siempre contó con el apoyo económico y el entusiasmo de su viuda, Carolina López. Él mismo ha explicado alguna vez que Carolina era la primera lectora de sus obras, antes incluso que su editor, Jorge Herralde.
Cuadernos de notas, manuscritos, primeras ediciones de algunos de sus libros, entrevistas, balizas que nos deja el Archivo Bolaño para recorrer su mundo narrativo y acercarnos a su gestación. Mitos aparte, Bolaño es sin duda uno de los autores en lengua española más importantes de las últimas décadas, un artista que desbrozó un camino, el “camino Bolaño”, para que otros transitaran por él, como en su día lo hiciera Faulkner o el propio Melville, a quien tanto admiraba Bolaño. Los mitómanos tal vez se sientan decepcionados al comprobar que la exposición deja a un lado su vida personal, salvo algunas fotografías con su viuda y sus hijos o con otros escritores y amigos con los que compartió sus últimos años. Impresionan las gafas, los diferentes tipos de gafas que llevó Bolaño, desnudas, como un esqueleto, como si Bolaño aún siguiera vivo y nos estuviera observando.
Lector incansable de novelas de ciencia ficción, admirador de Philip K. Dick, el catálogo de la exposición recoge una conversación que mantuvo Bolaño con el escritor argentino Rodrigo Fresán acerca del autor estadounidense. “Una de las características de un clásico es la de ir mucho más allá de la buena escritura, que no es otra cosa que una cierta corrección gramatical. ‘Colocar las palabras adecuadas en el lugar adecuado es la más genuina definición del estilo’, dice Jonathan Swift. Pero evidentemente la gran literatura no es una cuestión de estilo ni de gramática, como también sabía Swift. Es una cuestión de iluminación, tal como entiende Rimbaud esta palabra. Es una cuestión de videncia. Es decir, por un lado es una lectura lúcida y exhaustiva del árbol canónico y por otro lado es una bomba de relojería. Un testimonio (o una obra, como queramos llamarle) que explota en las manos de los lectores y que se proyecta hacia el futuro”. Palabras que bien podrían aplicarse a la obra de Bolaño.
Y ya que hablamos de ciencia ficción y de Philip K. Dick, el Pequod bien podría transformarse en nave espacial o en uno de los coches voladores de Blade Runner, la mítica película de Ridley Scott inspirada en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, una de las mejores novelas de Philip K. Dick. Quién no recuerda el lamento final del androide Roy Batty: “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto brillar rayos C en la oscuridad, cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos estos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”. Para que estos momentos no se pierdan del todo, Cristina y Álvaro, letraheridos, crearon el café-librería Puerta de Tannhäuser, en Plasencia. En apenas dos años la Puerta se han convertido en un referente cultural en Extremadura.
La Puerta de Tannhäuser, Pequod Llibres, Alberti, Méndez, Machado, tantas librerías en tantos lugares, viejas o nuevas, que luchan por sobrevivir, librerías que apuestan por la buena literatura y que se han convertido en los guardianes de nuestros sueños y de nuestra memoria.
Comentarios
Por fco-javier alvear, el 16 junio 2013
Excelente artículo. No osbtante, un detalle -no menor- Roberto Bolaño no murió el año 2004, tal y como aparece aquí. Murió en el Hospital del Vall d’Hebron de Barcelona el 15 de julio de 2003. De hecho la expo del CCCB es con motivo del aniversario de los 60 años de su nacimiento(1953). Saludos cordiales
Por Javier Morales, el 16 junio 2013
Gracias por la precisión, Fracisco, saludos