El Niño de Elche: “En España existe un fascismo sociológico muy latente”

El niño de Elche en una de las fotografías que ilustran su último disco.

El niño de Elche en una de las fotografías que ilustran su último disco.

El niño de Elche en una de las fotografías que ilustran su último disco.

El Niño de Elche en una de las fotografías que ilustran su último disco.

Un flamenco que se declara antitaurino y ‘artista queer’. Hablamos con El Niño de Elche a propósito de su último trabajo, ‘Antología del cante flamenco heterodoxo’. Tan inclasificable como él, que arremete con especial energía contra el fascismo sociológico. «En España, los fascistas ya no saben ni ser fascistas. No tenemos una derecha fascista de verdad como la francesa. Es que no tenemos ni eso. Somos tan poco ilustrados…».

Su última entrega es un trabajo titánico, arriesgado y atípico para lo que se podría esperar de una multinacional como Sony con la que lo ha editado. El Niño de Elche, o lo que es lo mismo Francisco Contreras, despacha en Antología del cante flamenco heterodoxo una colección de 27 temas con dirección artística de Pedro G. Romero y producción musical de Raül Fernández, Refree, en el que le da la vuelta como un guante a los palos flamencos y el que hay referencias directas, entre otros, al cineasta Val del Omar, a San Juan de la Cruz, Machado, al escritor antitaurino y antiflamenquista Eugenio Noel, a músicos como Tim Buckley, Mikel Laboa, Shostakovich, Crumb y Manuel de Falla. A la mismísima Lola Flores.

Pese a llevar más de una década en la música y el arte, El Niño de Elche se ha convertido, desde la aparición de su disco Voces del extremo en 2015, en un verso libre no solo en el mundo del flamenco sino también de la música independiente española. En aquel disco, que el artista reconoce surgió de los rescoldos del 15M, posó para ilustrar la portada vestido de antidisturbios en una librería rodeado de volúmenes; en él se incluían temas como Que os follen, Estrategias de distracción o El comunista, y fue aupado por la crítica como uno de los sucesos musicales más refrescantes del año.

A Francisco Contreras hay que verlo en directo, tanto acompañado de otros músicos como en lo que han denominado su versión acústica: él solo, transmutado detrás de una máquina de sampler y un micrófono en El Niño de Elche. Su propuesta multidisciplinar, a medio camino entre la performance y la música popular, es una sacudida inevitable y necesaria a una industria instalada peligrosamente en el éxito de multicopista, de usar y tirar. El Niño de Elche, por poner un pequeño ejemplo, pasa por su sampler versos deliciosamente pornográficos de Apollinaire y termina con un vibrador metálico dorado metido en la boca castañeando contra sus dientes. En otra ocasión dice que cantó el Cara al Sol -quitándole los primeros versos y cambiándole la música- rodeado de progres “y les encantó”.

Ha actuado en Casa Patas, uno de los templos del flamenco tradicional de Madrid, con una camiseta en la que decía: ‘Loca del coño’; ha homenajeado a Chavela Vargas con Martirio; cantó unas bulerías en una sucursal de Bankia y se paseó por la Documenta de Kassel como si fuera un hombre anuncio de esos de la Puerta del Sol con un cartel de compro oro; junto al rapero El Coleta pidió el voto para el Partido de la Ruta del Bakalao… Un provocador. Pero les aseguro que tras presenciar una de sus actuaciones se le ve el duende a la legua.

Francisco, después de escuchar tu disco y de documentarme sobre ti, te confieso que impone ponerse delante de alguien que maneja tantas referencias. ¿En qué momento de tu vida te asaltó esa curiosidad voraz? 

Antes que nada he de decirte que todas las referencias del disco y todos los textos que encuentras en él están gracias al gran archivero Pedro G. Romero. Mi forma de devorar es experimentando y metiéndome en proyectos… Siempre digo que la cosa empezó cuando salí del colegio. Ahí fue cuando comenzó mi inquietud. Curiosamente siempre suspendía Lengua y Literatura. Pero fue realmente cuando salí del instituto cuando empecé a leer, a interesarme por la poesía… Conocí a Antonio Orihuela, que me guio mucho. De ahí salté al ensayo. Tendría 19 años. Y, por supuesto, los cantautores.

Pareciera que tal maremoto de referencias en el disco fueran una excusa para dejar claro que detrás de toda esa locura, entre comillas, hay un trabajo profundo y sólido…

Eso es un análisis que cada cual necesitará hacerse para tranquilizar su anhelo del alma. Los marxistas dirán: ‘Ha hecho muchas horas de trabajo’. Los academicistas: ‘Ha hincado los codos’. Los experimentadores: ‘Ah, mira, ha sabido mezclar…’. Yo he hecho lo que he hecho y hay de todo un poco. No es un intento de demostrar. Más bien de mostrar.

¿A qué cantautores? 

Paco Ibáñez, Amancio Prada, Víctor Jara… Los de mi época más militantes.

¿Silvio Rodríguez y Pablo Milanés también? ¿Fuiste de los de la Nueva Trova Cubana? 

No. Tengo discos de ellos, pero no he sido muy seguidor, la verdad.

¿Quién consideras que fue tu primer maestro? 

Mi primer maestro en literatura fue Paco Ibáñez, como para otros muchos españoles.

¿Siempre has tenido una voluntad de autodidactismo?

Yo lo denominaría mejor con aquello de meter a un elefante en cacharrería. Siempre me gustó juntarme con gente mucho más ancha de miras e inteligente que yo. Gente espabilada o como lo queramos tildar. Y de ahí, aprender por la experiencia. Hay que experimentar las cosas para que te queden en la piel. Eso lo he tenido muy claro. Tuve una cosa así como esquizofrénica de estar por las tardes en los tablaos y por las noches salir con teatreros, performáticos, poetas y bohemios de todo tipo. O esta cosa obsesiva de que me dan un nombre y me lo leo todo o me lo escucho todo. Me acaban de hablar de Krzysztof Penderecki y estoy en ello, por ejemplo.

¿Le das mucho a la clásica?

Lo que más me interesa es la música del XIX y del XX. Pero tampoco es lo que más escucho. No me gusta la ópera. Me aburre mucho la grandilocuencia. Tampoco he logrado entrar en el jazz, por ejemplo, o en la música brasileña. El fado también es algo con lo que no puedo. Sé que tengo esas asignaturas pendientes.

En varias entrevistas has dicho que no eres revolucionario, sino flamenco. ¿Qué es ser flamenco?

Ser flamenco, y en este disco lo hemos intentado demostrar, es ser experimentador e inquieto. Ser irreverente. No tener prejuicios. Recuerdo que hace años, cuando empecé a decir esto, pensaban que era una perversión más de las mías. Provocación, sin más. Pero creo que he demostrado que mis referentes están más allá de los años 70 en el flamenco. Este disco desmonta todos esos prejuicios preestablecidos. Pero también advierto: cuando digo que soy flamenco no soy yo el único el que tiene que decir hasta dónde llega. El análisis debe venir también desde afuera. En la otra dirección. Es decir, el análisis no es tanto qué es ser flamenco, sino qué se entiende por flamenco cuando yo lo digo.

Vayamos a un ejemplo concreto. Que los jueces no hayan dado con M. Rajoy, ¿es flamenco?

¡Claro! ¡Sin duda! La picaresca. Sí, sí. El flamenco es capaz de lo mejor y de lo peor, como España. Eso es lo que más claro tengo hasta el momento.

Y todo ese jaleo que has formado entre los flamencos, ¿no es un poco artificial?

El flamenco es una herramienta maravillosa para afrontar según qué procesos creativos. Y creo que los flamencos no han entendido eso. No han entendido el amplio abanico de herramientas que, materialmente hablando, el flamenco les ofrece. Muchas veces transito por las cosas en el sentido de la reacción; es decir, sé lo que no quiero ser y lo que no soy.

Perfecto. ¿Qué es lo que no quieres ser? 

Pues no quiero ser muchísimas cosas. En el sentido estético, por ejemplo, no quiero ser un flamenco tradicional, que es lo mismo que ser un flamenco moderno. El flamenco tradicional que se reivindica desde los años 60 es realmente el flamenco moderno y por eso yo digo que no soy moderno, ni soy tradicional. Y mucho menos vanguardia. Yo soy un artista de mi tiempo y eso de las vanguardias no lo he entendido nunca. No, no. Bebo de las vanguardias clásicas como corriente artística, estética y filosófica, pero no creo que lo que yo hago sea vanguardia. Si tiene algún valor lo que hago, creo que es por todo lo contrario.

Visto desde fuera, parece que lo tuyo estuviera más cerca del arte ‘performativo’ basado en el flamenco

Basado en el flamenco no, porque hay veces que no me baso en él como temática. El flamenco viene en mí sin más. Como en ti o como en cualquiera. Hay veces que sí acoto lo que puede ser flamenco para un determinado discurso, como en este último disco, pero otras veces no.

Ponte en el lugar de quien se enfrenta por primera vez a tu nuevo disco. Es un ‘tour de force’. Un triple vinilo con 27 temas y cada cual más marciano… Es un disco difícil y complicado para el usuario medio de una discográfica como Sony.

Y para el que no es de Sony, también. El underground tampoco creo que coja el concepto… (Risas). En serio, hay muchísimas lecturas de este disco. Ahí está un poco la gracia: dejar al libre albedrío la interpretación o la forma de enfrentarse a este trabajo. Pero sí, hay herramientas como la escucha, la paciencia, la contemplación, el pensar, el dejarse llevar que se podrían utilizar al enfrentarse a él. Pero eso son herramientas. Como bien dice Pedro G. en el disco, cada uno puede hacer su playlist como quiera. Animo al público a que ejerza esa libertad. Se trata de una antología y en su concepción clásica es como un manual de acercamiento a unos cánones… Nosotros hemos querido hacer una especie de archivo liberado que podríamos haber alargado en su concepción durante diez años más. No es sentar cátedra sino abrir cátedra. Pero sí, el disco no es algo que se pueda consumir en un plano secundario, exige algo tan poco común en estos días como es escuchar.

Eso de que se encarcele a personas por escribir según qué letras para sus canciones o sus raps, ¿qué te parece? 

Sabemos en qué coyuntura nos movemos y en ese sentido no me sorprende demasiado, aunque el caso de Valtonyc es muy escandaloso. Es algo que asusta, pero no en el sentido directo de que metan a una persona en la cárcel, sino todo el entramado que hay detrás. Y esto no se hace para que estos chavales piensen diferente, sino para infundir miedo, que es lo más fascista que puede haber. Y es preocupante porque esa actuación tiene, encima, una acogida social. Hay un fascismo sociológico muy latente en España y eso es lo que me preocupa. Llegados a este punto, esos políticos que son capaces de hacer esas leyes no son lo más peligroso, sino el gran respaldo social del que gozan. Eso es lo que da más miedo. Sí, el fascismo sociológico es algo muy a tener en cuenta.

¿Qué te pareció la letra del himno de Marta Sánchez?

Una gran mala poesía. Ella no la cantó mal en el sentido pop, pero la letra es pésima. El problema es que no sirven ni para ser fascistas, porque para ser fascista hay que ser inteligente. No hay que olvidar que los movimientos fascistas fueron apoyados por gente con una gran cultura, pero en España no tenemos ni eso ya. No tenemos una derecha fascista de verdad como la francesa. Es que no tenemos ni eso. Somos tan poco ilustrados…

El tsunami de personas que hubo en redes sociales contra esa letra de Marta Sánchez viene de la misma gente que, cuando hiciste aquella performance de cantar el ‘Cara al sol’ quitando los primeros versos y cambiándole la música, aplaudió a rabiar, porque ni siquiera se percató de lo que estabas haciendo.

Sí. Es la socialdemocracia. Sí, sí. España es muy paradójica. La performance de Marta Sánchez poéticamente es tristísima, pero luego genera líneas de las que aprender. No creo que se diferenciara mucho la letra de Marta Sánchez de la que pudiera escribir un progre de los que fueron a por ella. Las palabras patria, español… Están en boca de todos los partidos porque son un caladero de votos. Mira, en realidad yo lo que creo es que los himnos no deberían tener letra.

Te has declarado animalista, ¿no?

No. Soy más bien antitaurino. Ser animalista conlleva más compromiso del que yo tengo. Considerarme animalista comiendo carne sería muy atrevido por mi parte.

¿No te parece una contradicción tremenda ser flamenco y antitaurino?

Sí. Creo que a veces soy una especie de reacción de los contextos. A mí me gusta mucho romper imaginarios. Y venir del mundo flamenco y ser antitaurino creo que era romper un imaginario en pro de una causa que considero que es necesaria, pero no nueva.

En el disco hay un texto de Eugenio Noel, que era un acérrimo antitaurino. 

Para Noel los toros y el fútbol eran la desgracia de la España que él soñaba. Pero paradójicamente trató toda su vida la temática y en parte gracias a él se conocen todos los entresijos de la tauromaquia. Por eso nos apetecía meter ese texto en el disco, pues no solo refleja a España, sino también su esquizofrenia total.

Bueno, ya sabes que el resorte más recurrente de los taurinos cada vez que alguien se mete con las corridas de toros es nombrar como una letanía a Lorca o a Picasso. ¿Qué les decimos?

Como si no hubiera habido otro buen número de artistas en contra. Ese debate es absurdo. Si tenemos que buscar el aval de los intelectuales en todo, vamos apañados. La moral trabaja en dos sentidos.

¿Crees que la tauromaquia no es un arte?

Nunca he dicho que la tauromaquia no sea un arte. Digo que ha de traducirse hoy en el tiempo en el que vive. La paradoja de la tauromaquia, como de otras prácticas violentas, es que la violencia también es capaz de generar arte. Soy fan de Francis Bacon, ¿cómo no voy a decir que la violencia no genera arte? ¿Cómo no voy a decir que la crucifixión no es un arte? ¿Cómo no vas a decir que los vídeos que hacen los terroristas no son arte, vistos desde el punto de vista cinematográfico? La palabra arte reside en mil grietas. Es algo muy complejo. En cuanto a la tauromaquia, lo que digo es que ha de traducirse, ha de progresar… Soy abolicionista de la tauromaquia. Creo que con los códigos que tenemos ahora no tiene sentido. En la exposición de Capital Animal que hicimos, recuerdo que uno de los artistas lo que proponía era eliminar con herramientas digitales al toro de una corrida de José Tomás, y el resultado, ver a aquel hombre bailando solo, era maravilloso.

Te has declarado como artista ‘queer’ y feminista.

No. Me he declarado artista queer.

¿Una cosa no tiene que ver con la otra?

Tiene que ver, tiene sus condimentos, pero hay diferencias.

¿Qué es ser un artista ‘queer’?

La palabra me viene muy bien porque supone no entrar al juego de los géneros musicales, artísticos, sexuales… Lo que sea. Me parece que difuminar siempre es una buena cosa. Pero no difuminar desde el intelecto, sino desde la experiencia. La teoría queer no es teoría, es experiencia. Simplemente hay que analizar lo que uno hace y reconocerse con esa etiqueta. Que es una etiqueta muy, muy abierta y muy difusa, y eso es lo interesante.

Dices que antes creías en cosas muy dogmáticas que ahora se te han desmoronado. ¿Qué cosas se te han caído?

El comunismo, el anarquismo, el underground. Te acercas, ves las grietas, ves la realidad. Los prejuicios y los miedos.

También has dicho que tienes claro que no volverás a votar nunca más.

Lo tengo claro. Hay que elegir en qué empleas tu tiempo. Así que una cosa más que me quito. (Ríe a carcajadas). Ahora en serio. Mira, uno lo intenta, se autoengaña, pero al final decide echar la energía en otro lado. En la cuestión del voto, no me siento reflejado. No solo con los partidos políticos, sino tampoco con las estructuras partitocráticas.

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Comentarios

  • Agustín

    Por Agustín, el 28 marzo 2018

    El niño de Elche ha venido a romperle el envase al flamenco, por lo grande de su contenido, pasa muy poco, ahora el flamenco y su envase se renueva al XXI

  • Luis Muñiz

    Por Luis Muñiz, el 28 marzo 2018

    Hay un cante que proviene de una lugar, una posición en la que se canta que ha limitado profundamente, dolorosamente, mi gusto.
    Y cada vez me ha hecho mas difícil llamar siquiera cante aquel que es profesional o discográfico, producto en fin con un fin en todo limitado.
    O quizá el que no es cante es el otro del que hablo como cante de ese lugar y es la simple aseveración de la pavorosa posición desde la que se canta -quién quiere y puede colocarse allí para cantar-
    Así cantadores que antes toleraba se me han ido haciendo imposibles porque su posición se aleja de ese lugar quizá porque el camino del producto, con su fin fijado, que recorren como profesionales mata lo amador y la verdad.

  • Alfa

    Por Alfa, el 28 marzo 2018

    Este es un país con 39 millones de fascistas, es la herencias recibida.

  • juan González Álvaro

    Por juan González Álvaro, el 28 marzo 2018

    Estupenda la entrevista. Para completar el pié de la fotografía con que se abre podríais añadir que la perra modelo que acompaña al Niño se llama Nica.

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