Niños que reivindican su visibilidad, incluida su transexualidad
‘Niñas y niños‘, de Aingeru Mayor y Susana Monteagudo, publicado por Lit-Era, es un libro que rompe todos los prejuicios a martillazos. 27 rostros reales, que nos demuestran la amplia diversidad que existe en el mundo de la infancia, que cada niño y cada niña es único e irrepetible. Un libro que reivindica la visibilidad y es ideal para trabajar la educación/diversidad sexual y para dar con él en las narices de todos aquellos adultos que se llenan la boca con frases rancias del estilo de: «eso son cosas de niños y eso son cosas de niñas».
Que nadie se confunda por la portada de este libro. ¿O sí? No estamos ante la última campaña multicolor de Benetton, sino ante la más real y preciosa realidad. La realidad de 27 rostros, 27 nombres y 27 historias que nos van a demoler nuestros prejuicios más profundos. Y demostrar que desde niños y niñas despuntan nuestros ramalazos. Que desde niños y niñas día a día vamos formando nuestra personalidad y demostrando que hemos venido a este mundo a ganarnos el derecho a ser únicos. Un derecho que muchas veces negamos los adultos al marcar con nuestros estereotipos los estilos de los más pequeños. Ideas absurdas que cuestionan que una niña lleve el pelo corto, que un niño elija una muñeca como compañera de juegos o que un niño se sienta más identificado al vestir faldas y tacones que al ponerse un traje de bomberos. Todos los niños y todas las niñas necesitan el juego para aprender. El juego para experimentar, conocerse y descubrirse. Muchas veces son solo etapas, pero otras muchas veces son momentos fijos y decisiones concretas que toman nuestros niños y niñas y que van a contracorriente de la mayoría. Decisiones que los adultos censuramos, que con nuestra intolerancia y actitudes condenamos a la soledad, al aislamiento, a la humillación. Frases que, además de incorrectas y rancias, resultan ofensivas e hirientes. E impiden el avance de nuestra sociedad.
En tiempos donde a los menores se les pixelan los rostros y se les esconde, llega este libro para reivindicar su derecho a visibilizarse. Su derecho a ser niños y niñas. Un derecho que tantas veces negamos, porque los adultos creemos que nuestro trabajo es hacer adultos para el futuro, cuando los niños y las niñas, niños y niñas son.
Un libro que por el norte ya está causando sensación y sensaciones. El Departamento de Educación del Gobierno de Navarra ha pedido a la editorial 900 ejemplares (600 en castellano y 300 en euskera). Así, un buen número de escuelas y bibliotecas navarras van a tenerlo, y miles de niñas y de niños van a poder leerlo.
Al profesor universitario Aingeru Mayor siempre le ha interesado mucho todo lo que tiene que ver con el amor y con los sexos. Por eso lleva tiempo aprendiendo, reflexionando e investigando sobre ello. En la actualidad, aparte de las clases, comparte sus conocimientos en cursos y talleres. Tiene dos hijas, una con vulva y otra con pene, que muchas veces le sacan de quicio, y de ahí que piense que ser padre tiene bastante de locura. Tras conocernos en la presentación de su libro en Madrid, hemos hablado con Aingeru de su libro.
Niñas y niños. Cada una, cada uno, diferente. from Litera Libros on Vimeo.
¿Cómo nace la idea del libro?
Los últimos 10 años he realizado labores de divulgación, a través de conferencias y cursos, sobre sexualidad infantil y su acompañamiento. Y algo que vengo constatando es la escasez o incluso diría carencia de materiales de calidad para trabajar la educación sexual y los hechos de diversidad. Los últimos dos años además me he sumergido en el campo de la transexualidad infantil, viendo la absoluta necesidad de crear materiales y recursos que posibiliten la comprensión de esta realidad. Reflexionando sobre ello, observo también la necesidad apremiante de crear materiales donde las niñas y los niños en situación de transexualidad puedan ver a otras niñas y niños como ellos. Que vean que no son el único o la única en el mundo. Que puedan verse reflejados en otros niños, que son reales, que existen. Y mejor aún, que sonríen.
Por ello, el último año me he enredado a través de la Asociación Chrysallis Euskal Herria en la elaboración de un material audiovisual en el que aparecen niñas y niños reales en situación de transexualidad, que verá la luz en enero, y que sigue la senda de un material didáctico en el que se usan ilustraciones titulado Chicas y chicos. Identidad y cuerpo para trabajar la transexualidad infantil en las aulas y que se hizo viral en las redes sociales.
Y mientras estoy trabajando en la creación de esos dos materiales, sueño con un libro de fotografías, en el que enseguida me doy cuenta -tras una conversación con una amiga sobre el proyecto- que lo que quiero es un libro en el que se muestre toda la diversidad, y digo toda entre comillas, porque para ello haría falta hacer un libro con todas las niñas y niños del mundo. Empiezo a soñar un libro en el que aparezcan niñas y niños, donde se vea que cada una y cada uno es diferente, y de esta formulación surge el título. Un libro cuyo foco sea mostrar la diversidad en el hecho de ser niñas y niños.
¿Por qué crees que es necesario este libro?
Creo que es un libro necesario porque no hay ninguno con estas características: que muestre los hechos de diversidad sexual, a través de fotografías reales de niñas y niños reales, que hablan en primera persona. Un libro accesible para cualquier edad, puesto que posibilita muchos niveles de lectura; para quienes no sepan leer aún, se pueden mirar las fotografías, o un adulto puede leer fragmentos o todo el texto… Y con cualquier edad posibilita generar un diálogo muy fértil sobre diversos aspectos del hecho sexual humano, a partir de lo que las imágenes y los relatos de vida que se muestran en el libro inspiran a cada lector en relación a su propia vivencia de la identidad, el cuerpo, las relaciones con otros, las imposiciones de género, etcétera.
¿Por qué un libro con fotografías de niños y niñas reales en estos tiempos donde tanta gente cree que, al publicar sus fotos, vulneramos su derecho a la intimidad?
Los relatos que aparecen en el libro son de niñas y niños reales. Si lo hubiésemos hecho con ilustraciones, se alejaría de la realidad y los relatos dejarían de tener el anclaje en la voz, en la mirada, en el estar de la niña o el niño que habla. Este libro muestra, desde la sencillez de su formulación, la complejidad de la vida real de niñas y niños reales. Este libro es un reflejo de la realidad.
Además, es un libro de fotografías porque es la manera en que se puede convertir en un espejo. Para que cuando una niña o un niño se sienta identificado con alguna anécdota o alguna peculiaridad que aparezca en el libro pueda decir: “Mira mamá, a Candela le pasa como a mí” o “A Unai le gustan las mismas cosas que a mí”, porque Candela es una niña real, Unai es un niño real, como lo es quien está leyendo el libro.
En relación a la intimidad, a lo largo de todo el proceso de elaboración del libro hemos tenido un cuidado exquisito de la intimidad de cada una de las niñas y niños que aparecen en él. Ellas y ellos han decidido qué fotos querían enviar y han contado las cosas que querían contar; han supervisado en cada fase de desarrollo del proyecto lo que aparecía sobre cada uno, pudiendo decidir si con algo no se sentían del todo cómodos quitarlo y cambiarlo, y así lo han hecho (cuestión que en momentos ha significado un trabajo enorme de reelaboración, al tener que cambiar piezas del puzzle que suponía hacer el libro). De esta manera, han sido sujetos de decisión (excepto el bebé recién nacido) en relación a lo que iban a compartir de su intimidad.
Y yo creo que han hecho un acto de generosidad enorme, y la mayoría son conscientes de ello, porque al participar en este libro van a posibilitar que haya niñas y niños para quienes el libro puede convertirse en una herramienta para poder ser como realmente son. Un acto de generosidad que para cada peque ha tenido la recompensa de aparecer como protagonista en un libro, algo con lo que están encantados.
¿Por qué nos cuesta tanto hablar de la diversidad infantil? ¿A qué le tenemos miedo?
El miedo a la diversidad es el miedo a lo desconocido. Es también el miedo a que las cosas puedan ser de otra manera, y no “como tienen que ser”, “como Dios manda”. Seguramente los adultos nos sentimos más cómodos manejando la educación de nuestros peques, cuando su forma de ser cuadra con nuestras expectativas, con lo que “suele ser”, con “lo que es normal”. ¡La tranquilidad que nos da que “sean normales”! Y no nos damos cuenta de que dentro de la palabra “normal” se encuentra la noción de “norma”. Y el léxico aquí nos juega una muy mala pasada, porque sin darnos cuenta, cuando hablamos de “normal” queriéndonos referir a lo “habitual” (la noción de “normal” estadística), terminamos hablando de lo “normal “ de “norma”, de lo que tiene que ser, inoculando a un término estadístico toda la carga moral que establece lo que está bien y lo que no. Y a través de la noción normal nos deslizamos de “lo que suele ser” a “lo que debe ser”; por ejemplo, como es más habitual que a los hombres les atraigan las mujeres, esto es “lo normal” y de ahí pasamos a que eso es lo que tiene que ser, porque lo otro es lo “anormal”, lo que no tiene que ser, lo que está mal.
Pero la realidad es muy testaruda, porque en la realidad lo que hay es diversidad. Siempre. Pero socialmente, la idea de “lo normal” es una apisonadora que va a pasar por encima de los hechos de diversidad intentando uniformizarlos.
¿Dejamos a los niños y niñas ser niños y niñas?
No les dejamos ser, no, y en dos sentidos, además. Por un lado no les dejamos ser niños, porque como en todo momento les decimos lo que tienen que hacer, y como les tenemos sentados en pupitres mirando una pizarra, memorizando datos que no les interesan, en horas escolares y extraescolares…, no les dejamos jugar, no les dejamos fantasear, imaginar, crear su mundo, seguir sus intereses, aprender, vivir, ser.
Además, no les dejamos ser el niño o la niña que cada uno y cada una es. Porque a través de roles y estereotipos les imponemos cómo han de ser, los niños de una manera y las niñas de otra, los niños masculinos y sólo masculinos, y las niñas femeninas y sólo femeninas. Y de esta manera no van a poder desarrollar su peculiar manera de ser. La manera de ser el niño que soy yo con mis modos y maneras. La manera de ser la niña que soy yo con mis modos y maneras.
¿Cómo rompemos determinados prejuicios?
Para romper los prejuicios hay que dejar de establecer lo que está bien y lo que está mal. Dejar de decidir que las cosas han de ser como yo creo que deben ser. Bajándonos de la tarima, del púlpito. Cerrando la boca y abriendo los ojos, las orejas y nuestra mente. Escuchando y viendo la realidad. Descubriendo y asombrándonos de la maravilla de vida que se despliega delante nuestro. Dándonos cuenta de que la niña, que el niño que tenemos delante de nosotros es un sujeto en peligro de extinción, porque entre los más de 7.000 millones de personas que hay en el planeta no hay nadie como ésa o ése que está delante mío. Es más, en toda la historia de la humanidad no ha habido nunca una persona como ésa, y nunca la va a haber. Asombrarnos ante esta maravilla y ponerlo en valor. El valor de la diversidad. De que cada una, que cada uno, es diferente. Único. Y esto es, además, lo que nos hace bellos, atractivos.
¿Por qué las sencillas frases de los niños y de las niñas nos resultan tan contundentes?
Si bien su elaboración se ha llevado a cabo gracias a una muy trabajada conceptualización sexológica, creo que una de las virtudes que tiene este libro ha sido poder ver y escuchar la realidad sin prejuicios, sin juicios. Y así poder escuchar lo que expresan estas niñas y estos niños. Y lo que dicen es tan contundente porque la realidad es así de contundente. Porque sin necesidad de retóricas complejas, al dejarles hablar, estas niñas y estos niños nos hablan de su identidad, de cómo viven, de sus gustos, de sus miedos, de sus deseos, de los obstáculos con que se encuentran en la vida. ¡Y es tan sencillo y a la vez tan grande lo que dicen! Claro que para poder llegar a ello hay que ponerse en actitud de escucha y darles posibilidad de hablar.
Y este libro además aspira a que madres, padres y educadores, al leer este libro con niñas y niños, se pongan en esta actitud de escucha, abrazando al peque con el que estamos con todas sus vivencias, y se establezca esa comunicación tan necesaria para que puedan crecer y para que podamos acompañarles en su proceso biográfico.
¿Qué dificultades tuviste a la hora de encontrar a los niños y las niñas?
Dificultad, ninguna. Cuando empecé a soñar con este libro y una vez que en mis sueños iba delineándose el formato que podía tomar, me puse en contacto con unas 300 personas de todo el Estado con las que había trabajado en cursos y talleres y compartí con ellas la aventura en la que estaba soñando. De ahí aparecieron las familias que decidieron embarcarse conmigo en esta aventura, que se convirtió así en un proyecto colectivo. En un momento dado, contaba para el libro con bastantes más niñas que niños, y como quería que el número de niñas y niños estuviese equilibrado, busque en círculos más cercanos algunos niños más y enseguida los encontré.
En ese sentido, para mí es bonito constatar que los protagonistas del libro son una muestra de la realidad, más o menos al azar. Que no hemos buscado a los peques que ilustrasen una historia que habíamos decidido contar. Queríamos mostrar la realidad, y este libro es como es porque aparecen las niñas y los niños que aparecen, porque ellas y ellos son no sólo los protagonistas, sino los autores del la historia que se cuenta.
La transexualidad infantil aparece como uno más de los crisoles de diversidad infantil del libro. ¿Los adultos estamos preparados para afrontar este tema?
Como no podía ser de otra manera, y más aún debido a mi propia biografía, la transexualidad es un hecho de diversidad más de los que aparecen en el libro. Afortunadamente, en estas latitudes y en estos tiempos (nada que ver con nacer casi en cualquier otro lugar del mundo, o aquí hace 50 años por ejemplo) es un tema que cada vez está visibilizándose más y para el que cada vez hay más conocimiento para poder comprenderlo y acompañarlo. Por supuesto, hay mucho trabajo por hacer y, de hecho, espero que este libro suponga un paso más en el camino de comprensión y aceptación social de esta realidad. ¡Ah!, los que por supuesto están preparados para afrontar este tema son los peques, que no tienen ningún problema en aceptar esta realidad como otra más de las infinitas realidades que van descubriendo en el mundo.
Cada vez siento más que este libro puede convertirse en una referencia absoluta como recurso básico para trabajar la educación sexual con niñas y niños, tanto en casa como en el aula.
Comentarios
Por Iker, el 27 diciembre 2016
Parece un libro vanguardista y sin embargo sigue reproduciendo un esquema binario.