¿Nos gustan las mentiras?

¿Nos gustan las mentiras?

Foto: ©Manuel Cuéllar

Foto: ©Manuel Cuéllar

A la narrativa oficial le viene bien hacernos creer que las historias son unívocas, lineales; que solo hay una opción, que es mejor seguir un orden. El poder de turno se vale de las historias para hipnotizarnos. Es ‘la doctrina del shock’. Pero no es así. Rompamos ese pensamiento único. Leamos las perspectivas que nos aportan gente distinta, pero que escribe después de pensar -y no al dictado-, como Chimamanda Adichie, Naomi Klein, Andrew Ross Sorkin y Arne Dahl, que nos ayudan a descubrir lo complejo del ser humano y, por tanto, el carácter orgánico y multifacético de las sociedades. No asumamos una sola interpretación del cuento.

Nos narramos constantemente. Cómo nos contamos es fundamental. Relatamos lo que queremos que otros perciban de la misma manera en que contamos lo que queremos ver. No se trata solamente de reflejar creencias. Tampoco de  mostrar la verdad. Cada cultura perfila sus historias de una u otra manera, según el momento histórico y sus propios intereses. Matizar los argumentos según el interlocutor es algo que se aprende junto a los primeros pasos.  El poder de turno se vale de las historias para hipnotizarnos. De las maneras más variadas. Y luego, a fuerza de repetir y repetir lo mismo una y otra vez, es casi natural que nos lo creamos. Los ejemplos son variados. El antídoto está en los libros. Y en esta ocasión, de la mano de los autores Chimamanda Adichie, Naomi Klein, Andrew Ross Sorkin, Bethany McLean, Joe Nocera, Arne Dahl, Richard Heinberg y Andy Robinson. Una guía de lectura diferente y curativa.

Pertenecemos a la era industrial y tecnológica. Y sin embargo, somos orgánicos. Como una planta crecemos más en un sentido que en otro. Nadie es un perfecto bonsai japonés ni un arbusto de un jardín versallesco. La novela negra se encarga de mostrárnoslo constantemente. Hay algo profundamente catártico en ese género. Y entonces ¿a qué se deberá que el pensamiento lineal haya ganado tantas veces la batalla hasta parecer el único? Deconstruyamos ese fenómeno. Si observamos una línea de montaje, una pieza va creciendo, va adquiriendo partes, las incorpora, sigue aumentando y elevándose en volumen, utilidad y efectividad. Es lo ideal: de la A a la Z, y volvemos a empezar de cero. ¿Pero quién empieza de cero? No, ni los bebés. Se observa a simple vista cómo cada ser parece venir con su esencia. Y hay tantas variantes de éxito que los finales se multiplican. Sin embargo, está muy difundido el hecho de que una causa conduce a una consecuencia única. Si falta una pieza, se produce un error.  Si el mecanismo A no fue incorporado, B no funcionará, ni C, ni D…  Si corremos lo suficiente, podremos atrapar la cinta transportadora de la máquina. Pero entonces ocurre el azar. Y los terremotos y los accidentes. Al final de la historia sin fin, la realidad nos habrá mostrado que A habrá conducido a J y M a B o más M o X y… miles de variantes. En todo ese caos vital, claro que hay momentos de orden en que después de H llegará la I. Pero son los menos. Y sin embargo, a pesar de las evidencias, persiste ese modelo alfanumérico que nuestra cultura humana ha desarrollado hace cientos y cientos de años. Nos creemos la narrativa oficial en un sinfín de ocasiones. Pero su modelo es contranatura. No es fácil escapar, nada sencillo. Por suerte la capacidad de pensar, analizar, vivir y crear también es parte nuestra.

“Cómo se cuentan las historias, quién las cuenta, en qué momento se narran y cuántas veces se repiten son elementos que están muy relacionados con el poder” Chimamanda Adichie 

Contarse una única historia es altamente peligroso. Nos borra. Destruye la identidad multifacética, orgánica, viva y creciente que nos caracteriza. Le sucedió durante muchos años a las niñas de color en Estados Unidos, por ejemplo. A los niños también, claro. Bill Cosby, el comediante, produjo y narró un interesante documental en 1968 que mostraba cómo las niñas de color preferían las muñecas blancas. Negro History Lost, Stolen or StrayedLas muñecas de color eran, en realidad, menos estéticas. ¿Casualidad?  Y eran muchas menos, costaba dar con ellas. Barbie ha sido blanca durante muchos años. Está sucediendo ahora mismo con la sexualidad juvenil, que se está tomando la pornografía como modelo de comportamiento habitual. Los ejemplos son muchos. ¿Casualidad?

Es especialmente claro el ejemplo de la escritora Chimamanda Adichie, publicada por  Mondadori en España. Ella misma lo narra en el siguiente vídeo que recomiendo a ultranza. Su experiencia es perfectamente extrapolable. Nos cuenta cómo prefería las historias de niñas blancas y príncipes rubios, cómo logró entender y ver en los occidentales que sucede lo mismo, que nos contamos una única historia reduciendo la vida y nuestra identidad de la misma manera que le sucediera a ella. Gracias a su experiencia, podemos comprender mejor cómo se articulan las narraciones oficiales que nos despersonalizan. Escuchar y leer a esta autora es una de las mejores medicinas.

Para bien y para mal, vivimos en el sistema que vivimos. Un sistema que se rompe de manera catastrófica, como si atrajera los terremotos. Pero como los conocimientos sísmicos han llegado para no marcharse, más nos vale ser un país que puede anticiparlos y evitarlos, o minimizar sus consecuencias antes de venderse al mejor postor, como sucede en algunos países (incluso en algunos de escasos recursos) y no como pasara con el tsunami de 2005. Una de las creencias que justificó la caída de la banca fue que era demasiado grande para caer. Y cayó. El siguiente documental ilustra la idea. Puede verse activando los subtítulos en inglés y luego la traducción al español.

Todo se cuenta en una película Too big to fail, de 2011, emitida por la HBO y que se basa en el libro Malas noticias, de Andrew Ross Sorkin, editado en 2010, una novela de misterio que retrataba el corazón de la crisis de Wall Street y Washington. La BBC produjo la película Los últimos días de Lehman Brothers, una cita visual que vale la pena no perderse. En la no ficción fue Bethany McLean quien nos contaba cómo todos los diablos andaban sueltos en el libro escrito junto a Joe Nocera, All the Devils are Here: The Hidden History of the Financial Crisis.

Aún sin traducir al castellano. Vale la pena verla y escucharla en la interesantísima charla que dio sobre su libro y que está solamente en inglés en este enlace . O prestar atención a la entrevista que Charlie Roseles realizara a ambos autores y que permite activar los subtítulos y la traducción.

Más allá de todos esos capítulos, hay algo esencial en nuestro sistema. Nos contamos que la única manera de seguir adelante es que la cinta de producción aumente su velocidad y produzca más. Sucedió con la aparición de Internet, que provocó la burbuja de las start up, con la digitalización de la música, y sucederá con la digitalización del libro, que tampoco es ninguna panacea por sí misma, como nada lo es y resulta totalmente ridículo pretenderlo. Es imperativo aprender de los errores y aciertos acometidos en la industria del cine y de la música, así como de las experiencias que los editores de Estados Unidos ya han vivido hace diez años, cuando la crisis del sector irrumpió allí. Si partimos desde cero sin mirar lo más detenidamente posible la experiencia acumulada es por ese entusiasmo productivo que nos caracteriza.

Si buscamos o proponemos modelos diferentes, no basta con anunciar a los cuatro vientos las aparentes ventajas del último invento de nuestro sistema sin analizarlo seriamente. Richard Heinberg es quien más ha estudiado nuestro sistema y la forma que tenemos de contarnos. Ha incidido también en nuestra fe petrolera, denunciando el fracking como una de tantas consecuencias y mostrando cómo esta sed de expansión continua ya no sirve como modelo narrativo. La tan discutible necesidad del fracking también ha sido señalada en la Ventana Verde de Rafa Ruiz, aquí en ‘El Asombrario & Co’.  En España, Richard Heinberg  solo ha sido editado por Barrabés, con su libro Se acabó la fiesta en 2006 (que originalmente se publicara en 2003). Recomiendo muchísimo la visión del vídeo que proponemos al final de este párrafo, es de apenas seis minutos  y medio, elaborado por el propio Heinberg. Es la reproducción visual de la narrativa que nos caracteriza. No olvidemos que en el recuadro del idioma, la cajita con dos líneas, habrá que activar los subtítulos y luego la traducción al español. Heinberg se pregunta Quién asesinó el crecimiento económico. En la red se encuentran muchas charlas de este experto que valen la pena para alimentar las ansias de ver mas allá.

¿Demasiado grandes para caer o gigantes que nos arrastran? Se trata de un concepto económico que cuenta sobre instituciones financieras que serían demasiado importantes y cuya destrucción hay que evitar a todo coste. Eso conlleva, a grandes rasgos, que el sistema financero internacional toma determinadas decisiones contando con que serán rescatados, ya que son demasiado importantes para caer. Sin lugar a dudas, se trata de una idea bastante arraigada. En 2010, la Administración de Obama tomó medidas para limitar el tamaño de los bancos. Si no son tan grandes, su caída no sería un problema. ¿Y si son muchos de cierta envergadura? Se le ha dado vuelta a la historia, pero sin cambiar su estructura básica. Seguimos con la misma narrativa. ¿Cambia el panorama con el reciente Nobel de Economía? 

Lo mejor de todo es que la ficción, el arte de la narración ya lo había contado antes. Decía Machado que las mentiras son verdades inventadas. La ficción no cuenta muchas de nuestras verdades y especialmente aquellas que nos duelen más bajo el manto protector de un maravilloso cuento. Arne Dahl (o Jan Arnald para su familia ) retrataba el drama de la crisis en un hombre ya a principios de 2009 con Misterioso. Allí está todo lo que se siente. El protagonista es un empleado de banca, tan víctima como cualquiera del hacer de tal institución. La traducción española nos llegó en 2010. En 2011 la televisión sueca, que sabe como nadie aprovechar a sus autores, lo llevó a la pantalla, y desde este año, la serie está en la BBC4 (en la versión de UK se titula The blinded man). Hay muchos más ejemplos al alcance de la estantería de libros.

La realidad nos muestra los resultados de todo eso. Hay más de un libro que pone el dedo en la llaga sobre ese efecto narrativo. Naomi Klein lleva tiempo contándonos sobre nuestros deseos en No logo, y cómo hay una narrativa y una forma de convencernos de lo que de otras maneras no aceptaríamos cuando estamos rodeados de desgracias. Estas son el caldo de cultivo ideal para el recorte de las medidas que hemos conseguido gracias a la lucha de tantos años y de tantos de nuestros antepasados. La doctrina del shock nos muestra, paso a paso, cómo funciona la narrativa del poder y cómo, entre otras cosas, llegan las privatizaciones, la pérdida de derechos, las malas excusas vendidas como necesidades. En 2007, los  hermanos Cuarón (y Alfonso antes de la maravillosa Gravity) realizaron un documental cuyo adelanto está al alcance de un clic en este enlace, a partir del libro La doctrina del shock. Y en 2009, Michael Winterbottom también nos regalaba su visión en otro documental del cual ofrecemos a continuación el trailer. Basta buscar en la red “la doctrina del shock” y dar con mucho material.

Recientemente se ha sumado otro de esos libros realmente imprescindibles para reescribirnos. Se trata de Un reportero en la montaña mágica, de Andy Robinson. Denuncia y muestra a los autores de la narrativa oficiosa, cómo intentan convencernos de que solo hay una única historia. El periodista Ramón Lobo lo entrevista aquí . Una gran lectora como la Sargento Margaret lo reseña aquí.  Juan Cruz Peña también ha charlado con el autor en eldiario.es.

La narrativa oficial es un tema apasionante que nos invita a romper moldes preconcebidos por otros. La ficción nos rescata de ellos desde hace siglos, porque desde su origen solo le interesa lo profundamente humano. No cualquier ficción, claro. Está la de los héroes que nos reflejan desde siempre y sobre los cuales me he explayado aquí en más de una ocasión. También considerando el punto de vista, siempre relativo, del poder. Los autores que nos rescatan son múltiples. No dejemos de aconsejarlos y disfrutarlos, porque son ellos quienes nos ayudan a que seamos más libres. Esas son las historias que valen la pena y con las cuales nos crecen las alas.

Felices lecturas, grandes alas y ríos de creatividad.

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Comentarios

  • Virginia

    Por Virginia, el 04 noviembre 2013

    Un artículo muy interesante con mucho material para poder ampliar información y profundizar sobre el tema. Mi enhorabuena al autor y a la revista. Muchas gracias.

    • Sardiflor

      Por Sardiflor, el 12 noviembre 2013

      Querida Virginia, muchas gracias por dedicarme tu tiempo y por tus palabras. Olas de abrazos 🙂

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