Nuestro cerebro, ese maravilloso “cabrón”

El neuropsicólogo Aarón Fernández del Olmo, autor del libro ‘El cerebro es un cabrón’.

Muchas vidas son alteradas por una enfermedad neurológica. El neuropsicólogo Aarón Fernández del Olmo relata en su libro El cerebro es un cabrón’ diez historias que nos permiten conocer a pacientes y sus familias que han tenido que aprender a vivir de otra forma diferente, porque parte de su cognición se ha modificado. Son historias de superación donde se plasma que el cerebro es tan cabrón como maravilloso. Historias humanas con las que ha convivido Fernández del Olmo, para quien la neuropsicología trata de la relación entre el cerebro y el comportamiento. Una puerta para entender al ser humano.

“Oliver Sacks publicó hace 40 años El hombre que confundió a su mujer con un sombrero; cuando yo lo leí hace 20 años me emocioné, me sorprendí y me asusté a partes iguales con cada uno de sus capítulos”. Ahora es él quien narra lo vivido como profesional. “Historias con las que aprendí a ser el neuropsicólogo que soy ahora”.

“EUGENIA: Hola –me dijo–, ¿es usted el médico?

Me quedé parado un segundo…. Era una pregunta real, simplemente no se acordaba haberme visto hacía escasos diez minutos. Era la segunda vez que me conocía”.

Hablar de daños cerebrales… ¿Es más fácil hacerlo a través de las historias que cuentas?

Se ha sabido mucho del cerebro a base de historias de personas que han tenido algún daño cerebral, que han sobrevivido, pero con secuelas. Muchos de estos casos nos han llegado a nosotros, pero a veces se piensa que son clásicos y no, se reproducen a diario en nuestras consultas. Estas realidades son reflejadas en el libro y pueden ser diferentes porque estamos en una época diferente.

Son diez historias, la mayoría femeninas ¿Alguna razón?

No fueron escogidas por el género, sino por las dificultades que conllevaban. Quería representar los casos más prevalentes que me he ido encontrando relacionados con la memoria, la atención, el lenguaje. Si bien es cierto que en algunos tipos de alteraciones cerebrales hay más prevalencia en mujeres que en hombres. El ictus o los problemas vasculares son más comunes en mujeres mayores, ya que la esperanza de vida es mayor en ellas y muchos problemas neurológicos se dan en las últimas etapas de la vida. De todas formas, los ictus no respetan edades, tengo pacientes con 30 años, incluso se ha llegado a crear alguna unidad de ictus pediátrico.

Me gusta el título del libro. Dices que este cabrón, el cerebro, se reconstruye a sí mismo sin pensar más que en su propio funcionamiento. ¡Asusta un poco!

Al cerebro se le presupone muchas veces una voluntad, que nos lleva a pensar: me está haciendo esto, me engaña. Muchas veces su funcionamiento no tiene la lógica que le damos nosotros. En el caso de un daño cerebral, hay unos procesos de reconstrucción y de organización que no van a seguir la lógica que tenían, por eso es necesario que haya neuropsicólogos/as que trabajen con las personas con daño cerebral a enseñarles cómo adaptarse a una nueva realidad. Lógicamente, el cerebro no es malvado por hacer esto.

De hecho, dices que el cerebro tiene razones que nuestra lógica ignora.

Totalmente, es así cuando analizamos cómo funciona el cerebro en su conjunto. Antes partíamos de zonas muy compartimentadas, la del lenguaje, la de la memoria, la de la atención. Pero hay cosas que son completamente sorprendentes, como las zonas que tienen que ver con la visón espacial. Por ejemplo, las que ponemos en funcionamiento cuando intentamos aparcar un coche están íntimamente ligadas con el cálculo, con lo que tiene que ver con la noción numérica, algo que parece contra-intuitivo, ilógico, pero estudios así parecen demostrarlo.

Lesiones cerebrales o enfermedades neurológicas pueden dar lugar a hechos inverosímiles, conductas extraordinarias, ¿se conoce mucho o poco de ellas?

Se intenta saber lo que hay detrás de estas situaciones. Lo que nos encontramos muchas veces es con un desconocimiento de casos que entre los colegas llamamos recuperaciones milagrosas, y otros con lesiones menos severas en los que estas no se dan. Lo que podemos predecir sobre un daño va a depender de muchos factores que aún no tenemos controlados. Hay un concepto que ahora se utiliza mucho, el de reserva cognitiva, que tiene relación con lo que hacemos en la vida a nivel de hábitos o estilos saludables. Haber tenido hábitos estimulantes parece que genera una reserva que permite ante un mismo daño que alguien tenga más capacidad para superarlo o que el avance sea menor en el caso de una enfermedad degenerativa.

De todas las historias que cuentas ¿cuáles son para ti las más inverosímiles?

Lo que sorprende mucho es encontrarse con un paciente incapaz de reconocer a las personas cercanas. Más inverosímil es cuando una persona considera que una parte de su cuerpo no es suya, producto de una ruptura del esquema corporal que hay en el cerebro. La persona busca una explicación del tipo: alguien me ha cosido este brazo aquí.

Lo que somos está escrito en nuestro cerebro y, si este cambia, ¿la persona cambia?

En esto hay mucho debate, sobre todo con la afirmación de que todo está en el cerebro. Pero lo que sí es cierto es que las experiencias, lo que vivimos, lo que recordamos, se inserta, se graba en nuestro cerebro. Disponemos de lo que llamamos neuroplasticidad, con la que el cerebro se adapta y cambia su funcionamiento dependiendo de la información. Un cambio en sus redes neuronales puede provocar que cierta información se pierda, como cuando tenemos una amnesia muy grande. También puede ocurrir que nuestras reacciones emocionales puedan verse afectadas por un daño cerebral. Se pueden descompensar y, si antes podías controlarlas o responder de una manera determinada, te hagan tener reacciones impropias de ti.

¿Se sigue debatiendo qué es la consciencia dentro de lo académico y concretamente en tu especialidad?

Sí; de hecho, yo ahora estoy estudiando Filosofía, y hay quien opina que todo está en el cerebro y otros, que hay que ampliar el campo a todo un cuerpo que siente. Todavía queda mucho por saber.

MARIBEL: –Bueno –le dije mientras cerraba la puerta–, vamos a ver qué es exactamente lo que te ocurre Maribel.

–Se me olvidan las cosas, de verdad –afirmó, con cierto tono de angustia–. Todas las cosas se me olvidan, y yo sé lo que son todas las cosas– repitió.

Memoria y lenguaje nos definen, así que cuando por un daño cerebral estas funciones se alteran, ¿hay que aprender de nuevo?

Sí, lo expresaba el filósofo Wittgenstein cuando decía que “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. El lenguaje lo damos por sentado, nos lleva acompañando desde el nacimiento y no concebimos que se pueda perder. Cuando pierdes tus palabras y la capacidad de organizarlas, te limita para hablar de tus sentimientos. Con un daño cerebral nos quedamos como encerrados en nosotros mismos, al no poder comprender o transmitir. En casos muy severos, aunque se aprendan solo 20 palabras de nuevo, esto es muy importante.

La memoria tiene sus claros y oscuros. No es tan perfecta como un disco duro, sino que es un proceso con distorsiones. Hay casos que son enormemente llamativos como una amnesia anterógrada o la dificultad para generar nuevos recuerdos. Tal vez todo el mundo recuerda al famoso pez de la película Buscando a Nemo, que continuamente estaba preguntando. Esto se cuenta como una memoria de pez, pero hay que imaginar una persona que no incorpora nuevos recuerdos; para esa persona no han pasado los días, los años, sigue en ese día. Así que es necesario buscar maneras para ayudar a estas personas.

SANDRA: –Era farmacéutica, tenía mi propia …emmm, ¿ves?, ya me quedo atascada…

–Tu propia far… –le dejé caer. Era importante ver si con claves ella podía recuperar las palabras.

–¡Farmacia¡ Eso es, si yo lo sé, pero no sale la jodía.

Emociones y racionalidad. ¿Hay suficiente conocimiento para poder establecer buenas terapias, se interpretan bien estos conceptos?

Tenemos algunos estigmas todavía. Estamos arrastrando un poco la idea de que el pensamiento adecuado es el racional. Sin embargo, lo que nos dice la investigación es que las emociones son unas buenas compañeras del racionamiento, por no decir que un razonamiento carente de emociones tampoco es deseable. Las emociones son un apoyo muchas veces y deben estar reguladas a lo que el entorno nos solicita. Muchas veces reprimir la emoción no es lo adecuado, es necesario regularlas y enseñar a utilizarlas de manera positiva, y esto pasa muchas veces en las etapas infantiles. Hay que enseñar a los niños y niñas a construirlas, ya que esta gestión puede ser muy positiva en el futuro.

Comportamiento y entorno. ¿Es difícil asumir un daño cerebral?

Los neuropsicólogos trabajamos intentando restablecer funciones que han sufrido un daño, no siempre conseguimos llegar al punto deseado, tratamos de que se compense con otras funciones que tienen un buen funcionamiento. Hay muchas cosas que hacemos de manera automática, puedo caminar y hablar por teléfono. Hay que segmentar para que se haga una cosa bien y no dos mal a la vez. Comprender cómo funcionan estos automatismos ayuda tanto a la persona como a la familia. Es vital contar con la familia.

Hay muchas ‘neurogilipolleces’ rondando por ahí… ¿Vuestra ayuda está reconocida?

La ciencia que está mas pujante en estos momentos es la neurociencia, así que nos podemos encontrar con muchas neurotonterías que no tienen base. Pero la neurociencia sí permite tener evidencia de muchos procesos.  También nos encontramos con el debate de si la neuropsicología es una disciplina legítima. El comportamiento debe entenderse desde un punto neurológico y también psicológico, que nos permita mejorar la calidad de vida de las personas. Esta disciplina puede ser un nexo en común. Pero no está reconocida como especialidad, estamos intentando que se reconozca y que todo el mundo tenga acceso a ella cuando sufra algún daño cerebral. Reconocerla llevaría a implantarla dentro de la sanidad pública. Estas realidades existen y hay que darles las soluciones oportunas.

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