Nueva York y el huracán Sandy: encontrar luz en la oscuridad
EL FOTÓGRAFO FRANCÉS CHRISTOPHE JACROT, ESPECIALISTA EN FOTOGRAFIAR LLUVIA, VOLÓ DE URGENCIA A NUEVA YORK PARA TRABAJAR BAJO LAS INCLEMENCIAS DEL HURACÁN SANDY. TERMINÓ POR DESCARTAR SU PRIMERA IDEA SEDUCIDO POR UNA CIUDAD A OSCURAS. ASÍ RELATA SU HISTORIA A EL ASOMBRARIO & CO.
MANUEL CUÉLLAR, Madrid
Christophe Jacrot es un artista que abandonó la imagen en movimiento para congelar instantes. Vive regularmente en París, pero viaja mucho, sobre todo allí donde haga mal tiempo. Jacrot ama la lluvia. Y fotografiarla. Así lo relata el propio artista para esta revista: «Normalmente mi trabajo se basa en eso que no suele gustarle a la mayoría, el mal tiempo. Cuando se anunció que Sandy golpearía Nueva York no lo dudé y compré un billete de avión corriendo para ir a la ciudad a sacar fotos». Así es Jacrot, no espera a que llegue la tormenta, sino que va a buscarlas. Una vez allí se puso a sacar fotos como loco de las calles y la gente afectada por el huracán. «Pero no quedé muy contento del resultado», cuenta el artista, «la verdad es que no llovió a lo bestia en Nueva York».
Una pena. Había volado miles de kilómetros para hacer un trabajo que finalmente le resultó decepcionante. Pero lo último es tirar la toalla. Como suele decirse, hay que hacer de la necesidad virtud. «Un amigo me invitó a su casa en Manhattan, pero me advirtió de que estaba viviendo alumbrado por la luz de una vela, puesto que el suministro eléctrico se había visto fuertemente afectado». Cuando llegó al barrio en el sur de la ciudad donde vive su amigo, saltó la chispa. «Nunca pude imaginar que una ciudad sin luz fuera visualmente tan atractiva. No había absolutamente NADA!», dice el fotógrafo con énfasis. «Ni una sola luz, ni un neón, ni un semáforo, nada de nada. Todo el sur de la ciudad estaba sumergido en una inquietante oscuridad. Las calles se veían desiertas y fantasmagóricas y si se veía un peatón, inmediatamente su silueta se convertía en algo amenazante», narra Jacrot.
Desde la primera tarde en aquella ciudad a oscuras le vinieron a la imaginación miles de películas. «Estaba sorprendido por el poder visual que tenía frente a los ojos y también por el reto técnico que eso suponía, pues no estoy acostumbrado a hacer fotografía nocturna», afirma el artista. Los taxistas no paraban de repetir lo peligroso que podía resultar caminar solo por la noche en aquellas circunstancias, pero dice Jacrot que se armó de valor y se echó a las calles para descubrir que sus miedos «eran injustificados». «La única luz que hay en las fotografías son faros de coches y el reflejo en el cielo de las luces de otras partes de la ciudad que no habían sufrido apagones. Las pequeñas líneas de luz blanca son linternas que utilizaban los vecinos y los reflejos púrpuras, las decenas de destellos de las luces de los coches de la policía que constantemente patrullaban el sur de Manhattan. Conjugando todos esos elementos me decidí a tirar fotos con 40 segundos de exposición y con un iso de 3.200. Otra sorpresa fue no encontrarme ningún otro fotógrafo profesional en mi periplo por Tribeca, todo el downtown y el distrito financiero».
Ahora Jacrot espera ver su trabajo expuesto en alguna galería neoyorquina, aunque tiene la seguridad de montar una exposición en Bruselas, en la galería Young en febrero y más tarde en París.
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