Nuevo libro de Clara Obligado y nueva serie de relatos de su Taller

Perros y gatos serán los protagonistas de la nueva serie de Relatos de Agosto en ‘El Asombrario’ en colaboración con el Taller de Clara Obligado. Foto: Manuel Cuéllar.

Esta última entrega de julio del ‘Área de Descanso’ está dedicada a ‘Tres maneras de decir adiós’, el nuevo libro de relatos de la escritora hispano-argentina Clara Obligado, y a 25 maneras de decir hola, de escribir: la nueva serie de ‘Relatos de Agosto’ que un verano más ponen en marcha ‘El Asombrario’ y el Taller de escritura de Clara Obligado. Este año, con unos protagonistas muy especiales: los perros y los gatos. Tenéis una cita con ellos del 1 al 25 de agosto.

Aunque aún minoritario, el cuento va ganando adeptos en España. Como leerlos exige de lectores avezados, activos y abiertos a la experimentación, quizás no todos los críticos (más bien reseñistas) están preparados para abordarlos con la exigencia que merecen, pero lo cierto es que los suplementos literarios prestan cada vez más atención a los libros de relatos cortos. Algunos diarios incluso han abierto las páginas de Cultura con entrevistas a cuentistas, algo insólito hace unas décadas.

En este proceso de reconocimiento de un género que, en palabras de Carver, está más próximo al poema que a la narración, han contribuido muchos factores y en el que algunas personas han tenido un papel relevante, casi fundamental, diría yo. Creo que una de ellas es la escritora hispano-argentina Clara Obligado.

El mundo del cuento en España le debe mucho a la autora de El libro de los viajes equivocados, por su propio trabajo como creadora, como cuentista, que la ha convertido en una referencia en el mundo del relato en español a uno y otro lado del Atlántico, pero también como fundadora y directora del Taller de Escritura que lleva su nombre. Obligado, además, apoyó desde los inicios a una editorial, Páginas de Espuma, dedicada exclusivamente al género, cuando apenas era casi un proyecto. Si no me equivoco, el primer libro editado por este sello madrileño fue Por favor sea breve, una antología de micros a cargo de Obligado.

Precisamente, en esta editorial, Páginas de Espuma, acaba de publicar su nuevo trabajo como cuentista, Tres maneras de decir adiós, después de dos ensayos narrativos en los que ha explorado el exilio, la escritura, la identidad o nuestro vínculo con la naturaleza. Temas que de alguna manera están presentes también en los tres relatos “encadenados” de Tres maneras de decir adiós. La autora ha ido tejiendo a lo largo de sus obras un universo de temas, personajes, narraciones y reflexiones que funcionan como un todo, en un diálogo permanente. Me gusta ver la buena literatura como un viaje, que te transforma, y Obligado ha hecho del viaje un hilo conductor de sus relatos, que dialogan unos a otros y se amplifican, en los que recupera personajes de otras historias anteriores y a veces logran una nueva vida, como para Lyuba, que aparece en El libro de los viajes equivocados y, ahora, en  Tan lleno el corazón de alegría, el segundo de los relatos que integran este nuevo libro.  No en vano la relectura de La Odisea, el viaje de Ulises, recorre este nuevo trabajo de Obligado, una puerta de llegada, de síntesis, pero también de ida, de desplazamiento.

En el primero de los cuentos, El héroe, con claras referencias homéricas (el libro lo abre una cita de Ulises, de Joyce), ambientado en los fastos del 92, una escritora se recluye con su hijo Nico en un pueblo castellano para pasar el duelo por la muerte de su pareja y padre de su hijo, militante político. El viaje se produce a través del encuentro con la sociedad rural, con el contraste entre el mundo urbano y un mundo cerrado, a veces atávico, y ensimismado, en una visión alejada de todo romanticismo que, sin caer en As Bestas, sí revela que en el campo no todo es paz y armonía, como piensan algunos neorrurales. El proceso de duelo corre parejo al de su propia experiencia en el pueblo, en un desarrollo de los acontecimientos que Obligado va tejiendo con gran sabiduría. A veces lírico, “por las acequias baja un atolondrado hilo de plata”, a veces narrativo, otras reflexivo, la narradora en primera persona de esta historia ajusta cuentas con su pasado: “¿Eres el que libra las grandes batallas o el que protege a los suyos? ¿El generoso con la gran historia o el guardián de tu casa? No te esperaré tejiendo”, interpela la narradora a su pareja, desde el feminismo y una relectura del héroe: no va a actuar como Penélope.

En el segundo de los relatos, Tan lleno el corazón de alegría, décadas después, la misma escritora nos narra la historia en segunda y tercera persona, un juego complicado en un texto breve, con una trama más reflexiva. Bien podría leerse este cuento como un relato sobre cómo escribir un relato. La relación con su nueva pareja, pero sobre todo con su hija Fernanda y su nieta Adina, el dolor por la pérdida, de nuevo, la memoria donde ardía (un homenaje al libro de otra cuentista, Socorro Venegas) se mezclan con el proceso de escritura, con las luchas internas y las dudas del creador, la batalla contra las palabras para expresar lo inefable, pero el triunfo final de las palabras.

El tercero de los relatos se titula El Idioceno, expresión que bien define nuestra época, nuestra generación, la única que quizás pueda hacer algo aún, en palabras de la propia autora. Ambientado en un país del Este, en un futuro incierto y autoritario, la vida es ahora la de Adina, la nieta, que lucha por sobrevivir en un mundo tenebroso pero en el que, a pesar de todo, puede encenderse una luz y encontrar una salida. También Adina toma cereales, como su abuela, como su madre, un hilo conductor que recorre los tres cuentos. En un mundo en el que el capitalismo parece empeñado en romper nuestros vínculos generacionales, la literatura nos vincula, germina todo lo que crece, aunque sea entre las ruinas.

Como decía al comienzo, además de creadora, Clara Obligado fundó y dirige un Taller de escritura pionero en nuestro país. La autora llegó a Madrid a finales de los años 70 huyendo de la dictadura argentina. Aunque ahora muchos escritores se afanan por dar clases, por aquella época hablar de escritura creativa, siendo mujer y “sudaca”, era poco menos que un descrédito y casi una condena. Más de 40 años después, el Taller de Clara Obligado se ha convertido en un espacio para la creatividad en el que el cuento se trabaja con constancia y casi militancia. En el Taller se lee y se escribe, se escribe y se lee, y de sus aulas han salido excelentes narradores y narradores, también cuentistas. Dos de ellas, Nuria Sierra Cruzado y Maya G. Vinuesa, han publicado recientemente libros de relatos muy recomendables: Una vez estuve muerta (Adeshoras) y Genes a la carta (Eolas).

La vida de las mujeres es el eje vertebrador de los 11 cuentos de relatos que integran Una vez estuve muerta, de Nuria Sierra. Con aspereza, pero también con humor, como ya demostró en su anterior libro de relatos, y con un estilo muy directo, disecciona distintas situaciones a las que se ven enfrentadas las mujeres a lo largo de su vida, desde la primera regla a la ruptura de pareja. La autora madrileña, que desde hace algunos años reside en Sevilla, convierte el Sur en un espacio promisorio y simbólico, de liberación, no solo sentimental sino también vital.

En Genes a la carta, Maya G. Vinuesa aborda uno de los temas cruciales de nuestra época, nuestros límites y la obligación, casi la necesidad, de lograr todo lo que queremos para ser felices. O eso creemos o nos han hecho creer. Como en Un mundo feliz –la novela de Huxley gravita durante todo el libro, de hecho lo abre una cita de este clásico–, los personajes que transitan por los ocho cuentos de Genes a la carta viven en un mundo dominado por la biotecnología, por el poder, en el que hay fábricas de niños, maternidad subrogada y en el que se ha roto la cadena generacional, con padres casi ancianos que lo son gracias a la ingeniería genética o niños y niñas que desconocen que son “de fábrica” y buscan sus orígenes. Vinuesa maneja muy bien la atmósfera de los cuentos y los diálogos, ácidos y divertidos, y sabe posar una mirada crítica hacia un mundo que no es el del mañana, sino el del presente.

En la entrevista promocional de Tres maneras de decir adiós, Clara Obligado responde a la pregunta de por qué le interesan las nuevas y nuevos autores, reconocer las nuevas voces: “Ningún escritor se debe por completo a sí mismo, todos venimos de otra parte, aunque a algunos no les guste reconocerlo. A mí siempre me ha gustado señalar en otros lo que yo no sé hacer, o lo que no se me había ocurrido. Me gusta aprender, y no me importa que quienes me enseñen sean mayores o menores que yo. Leo a los jóvenes, también a quienes me antecedieron, las influencias me enorgullecen, y no me parecen algo que haya que esconder.  Bloom habló de “la angustia de las influencias”.

Yo hablaría, en cambio, del placer de la influencia. Pocas cosas me resultan más estimulantes que encontrar maestras tanto más jóvenes que yo, eso quiere decir que tenemos futuro. Además, enseño. ¿Cómo no voy a valorar los aciertos de quienes vienen después?”. Pues es eso lo que tratamos (digo tratamos porque formo parte del claustro de profesores desde hace años) de hacer en el Taller de Clara Obligado, mantener ese diálogo entre los vivos y los muertos (en el primero de los relatos de Tres maneras de decir adiós hay un claro homenaje a Pedro Páramo).

Gracias a la oportunidad que brinda El Asombrario, durante este mes de agosto, podrán leer algunos de los relatos pergeñados por algunas y algunos escritores del Taller, como viene siendo ya habitual en los últimos años, en una tradición única, que no comparte ningún otro medio, atentos siempre a autores consagrados que acuden al cuento solo de vez en cuando, para publicarlo en verano.

Son 25 relatos que este año giran en torno a un hilo conductor: los perros y los gatos. Veinticinco historias abordadas desde distintos estilos, planteamientos y universos, desde los más cotidianos a otros que reivindican lo salvaje o se mueven en el territorio de lo fantástico. Espero que lo disfruten como los escritores al escribirlos. Tienen una cita con nosotros en El Asombrario desde el 1 hasta el 25 de agosto.

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