Óscar Lasarte, a por el Goya como Gila: ‘Me fusilaron mal’

El actor Óscar Lasarte protagoniza la película ‘¿Es el enemigo? La película de Gila’ y opta al Premio Goya a mejor actor revelación.

Frente al pelotón de fusilamiento, un soldado joven y bisoño recordará para la eternidad la fuerza del humor esperando la muerte. Una vez que cuelga su inseparable teléfono imaginario, solo el ruido atronador de los disparos callará esa voz bajo el diluvio que entona un mambo: “Maní, si te quieres por el pico divertir…”. Un episodio salvaje en la vida de cualquiera que el gran cómico español, Miguel Gila, convirtió en un chiste: “Nos fusilaron al amanecer, nos fusilaron mal”. Entrevistamos a Óscar Lasarte, que encarna al joven Gila en la cinta ‘¿Es el enemigo? La película de Gila’, papel con el que aspira a ganar un premio Goya dentro de dos semanas.

La película, dirigida por Alexis Morante, recrea momentos de la Guerra Civil española, como la noche interminable en la que Gila se tuvo que hacer el muerto con tal de seguir vivo. Para el actor nacido en Denia, interpretar a Gila ha sido una revolución artística y sentimental. A pesar de su juventud –Óscar tiene 28 años y el cómico falleció en 2001 hace 23–, el humor surrealista y esperpéntico del hombre que se atrevió a venir al mundo estando solo en casa no le era en absoluto ajeno. En su familia admiraban a Gila, especialmente su abuelo, Pepe Cascarra, de profesión barbero y de afición chistoso y mago.

Siempre hay un abuelo fundamental en casi todas las vidas.

Sí, le llamaban Cascarra, porque iba sin boina cuando todo el mundo la llevaba. Yo empecé a hacer teatro de pequeño, porque mi abuelo hacía sainetes en el Hogar del Jubilado. Me apunté en la escuela de Mónica Palacios, mi madrina y segunda madre, y aprendí muchísimo de interpretación y magia. Con ocho años, vi por primera vez el vídeo del mago David Copperfield volando. ¡Increíble! Mi abuelo ya me había regalado la Enciclopedia de Magia, Ilusionismo y Prestidigitación, de Antonio Armenteras. De 1956 y con un prólogo de Miguel Mihura.

Tengo entendido que, cuando te llega la propuesta de interpretar a Miguel Gila, ya te sabías sus monólogos más famosos.

Sí. Llamaron a mi representante para hacer un casting y decidí adoptar la actitud del maestro: “Vale, voy a disfrutar”. El personaje me encantaba; grabé varias  versiones de la escena, variando sobre todo el tono de voz, y les gustó. Cuando conocí a Alexis (el director), le di un ejemplar de El libro rojo de Gila, en cuya portada sustituí la foto del cómico por una mía. Un truco que aprendí de Jim Carrey cuando aspiraba al papel de Andy Kaufman en la película Man on the moon.

Dos cafés nos acompañan en la charla. A ninguno nos gusta dulce. Óscar se fija en los sobres de azúcar con frases motivadoras y entusiastas, un poco ñoñas, la verdad. Pero quiere llevárselos para su colección. Momento perfecto para charlar de Gila y el poder del optimismo.

¿Gila era optimista o más bien un pesimista “a la defensiva”? 

Yo creo que era un optimista, porque se lo tomaba todo de la mejor forma posible. El pesimista va por la vida pensando en lo peor. Gila tenía las herramientas para adoptar siempre la mejor actitud posible. Algo así como “si el final no va a ser bueno, ¿para qué voy?”.

Entre aquel casting y el sí, ¿sufriste mucho?

Fueron varios meses de espera. De Semana Santa hasta agosto, cuando me dicen que me han cogido. Un verano largo, largo.

Fotograma de la película '¿Es el enemigo? La película de Gila’.

Fotograma de la película ‘¿Es el enemigo? La película de Gila’.

La paciencia, esa virtud de los actores.

Menos mal que había cosas en medio, ¿no? De hecho, antes de que llegara esa prueba, yo ya estaba pensando en virar para otro lado, con un proyecto de montar una empresa de espectáculos y eventos. Soy mago, imitador, monologuista… Yo tenía ocho años cuando me subí por primera vez a un escenario. La prueba para Gila me llegó en un momento de tranquilidad económica. Eso me ayudó a prepararlo todo con ilusión y calma, una actitud  determinante.

Gila fue un maestro del humor, pero también de la vida. ¿Cómo podemos aplicarle en nuestro día a día?

Lo mejor es su visión del absurdo. Hay cosas en las que no reparamos porque son tan automáticas, tan rutinarias, que ni nos dejan pensar. Gila descubría el humor en cualquier situación, por trágica y melodramática que fuese. Esa es una gran lección. Otra, aprender a reírnos de nosotros mismos. Le tocó vivir la guerra y se transformó en un clown. En eso se parecía mucho a mi abuelo. En mi familia, como en tantas otras, hemos pasado por situaciones complicadas de hospitales y nos hemos reído. Ya lo dijo Chaplin, la vida en plano corto es una tragedia. De empatía tampoco vamos muy sobrados.

Reírse de todo. Me obligas a tocar el asunto del humor y sus límites.

Gila rompió muchas barreras con eso, ¿no? Al reírse de una guerra, de una situación de hambruna, de la pobreza y de la muerte. “Me fusilaron mal” es insuperable. También criticaba las injusticias y jamás se mofaba de un pobre, un desgraciado, un tuerto. No hacía humor con los vulnerables.  Yo, por ejemplo, puedo hacer un chiste en el que aparece una persona en silla de ruedas. Jamás me reiré de ella, sino de la situación. Hay que hablar de todo, pero no agrediendo a las minorías, sino buscando soluciones con el máximo respeto.

¿Hacemos entonces una estampita de Gila con el Corazón de Jesús?

Pues mira, Gila podría ser una buena religión. Con la ventaja de que no habría que tomársela tan en serio y eso nos quitaría muchísimos problemas. Viviríamos con menos presión, así, en general.

Si llamas al enemigo por teléfono aquí y ahora, enero 2025, ¿quién estaría al otro lado?

¿Estamos pensando en Trump? La geopolítica no es mi fuerte. Ese personaje me recuerda muchísimo a los villanos de las películas. Esos tipos que se creen en posesión de la razón y van por ahí diciendo y haciendo cada cosa…

¿Y qué haría Gila con un teléfono móvil?

Criticar la dependencia que tenemos de las redes. Y eso que él llevaba el teléfono fijo al escenario, como si fuera un móvil. Hablaría de la cantidad de horas que pasamos frente a la pantalla y de cómo perdemos la vida. Con chistes del tipo: “El otro día había un señor mirando el ordenador y alabando lo bonito que era el paisaje verde de Windows. Estábamos en la sierra, que ya podría haberse asomado a la ventana”. También creo que utilizaría una tablet para sus maravillosos dibujos.

¿Gila es Memoria Histórica?

Totalmente, sí, sí. Gila forma parte de ese gran capítulo de España que es la Guerra Civil. También de la Transición. Tenemos mucho que agradecerle. Igual sin su figura muchas cosas se habrían enquistado. Gila debería enseñarse en los colegios.

El actor Óscar Lasarte. Foto: Álvaro Serrano Sierra.

El actor Óscar Lasarte. Foto: Álvaro Serrano Sierra.

De tus proyectos actuales, ¿qué puedes contar?

Terminé hace poquito de grabar una serie para Movistar + que se llama El Centro, de David Ulloa, con un repartón maravilloso. Tristán Ulloa, Elena Martín y Juan Diego Botto. Muy contento. El proyecto siguiente es una comedia de la que no puedo hablar todavía.

¿Tienes preparado el discurso por si ganas el Goya al mejor actor revelación?

Uy, no me quiero aventurar. Voy a pensar en una estructura y trataré de fluir con el momento. Esto es una lotería y el resto de aspirantes son fantásticos. Obviamente, si subo al escenario, le dedicaré el premio primero a Gila, luego al equipo de la película y a mi representante, a mi abuelo, a mi familia y a mi chica, que se ha comido todas mis movidas en casa, aprendiendo el guión, ayudándome con la dieta, ensayando la voz…

Óscar quiere que contemos que está con la obra El Secuestro, en el teatro Lara de Madrid, que le hizo muchísima ilusión participar en el último anuncio navideño de esa marca de embutidos y que Natalia de Molina, y su personaje de la miliciana Rosa en la película de Gila, son dos tesoros.

Pero toca despedirse y resulta que el actor, coleccionista de proverbios de autoayuda, no siente que los azucarillos le inspiren demasiado, por lo que decide dejarlos donde están. ¿Saben cuáles eran los mensajes? “Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar con fuerza”. “Encuentra lo que te hace falta y ve hacia ello”.

Bastante mejor cualquier chiste de Gila. 

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