Osos, lobos y mariposas traen el aire fresco del Cantábrico a la cartelera
‘Cantábrico’, el nuevo y esperado documental de naturaleza de Joaquín Gutiérrez Acha y su productor de cabecera, José María Morales (Wanda Visión), llega este fin de semana a más de 70 salas de toda España. Con toda naturalidad. Un despliegue muy meritorio para una película protagonizada por osos y lobos en el norte de la península.
Osos (sobre todo oseznos) y lobos son los protagonistas de este documental, pero no perderse las estupendas secuencias de otros grandes actores de un reparto excepcional. Destacamos al armiño (en unas alocadas imágenes), el gato montés (apuesto como pocos en su papel de hábil cazador), el sapo (un secundario que sabe aprovechar las posibilidades que le brinda su corto pero agradecido papel) y una pareja de arañas que desarrollan una divertidísima escena de cortejo y apareamiento digna de cualquier serie de sobremesa.
Han sido dos años de rodaje en Asturias, Cantabria y Castilla y León, y dos millones de euros de presupuesto, para poner en valor la extraordinaria belleza del norte de la Península Ibérica. La película sigue la estructura clásica del paso de las estaciones; se abre con excepcionales panorámicas de paisajes nevados y termina con la sosegada paleta de colores del otoño. La música de Santi Vega y la confianza que siempre aporta Carlos de Hita en el sonido de las grabaciones de naturaleza redondean esta producción de 100 minutos.
¿Y cuáles son las escenas preferidas por el director? Joaquín Gutiérrez Acha, que no ha querido dejar escapar casi nada a su control y está también detrás del guión y del montaje, destaca el valor de tres secuencias: La de una manada de lobos cazando un ciervo en la nieve, larga escena que produce tensión y angustia; «es la primera vez que se filma cómo una manada de lobos ibéricos en libertad acecha hasta darle muerte a un ciervo, es un documento único que rompe con algunas teorías de caza en grupo, porque aquí se ve perfectamente que solo es el macho alfa el que está pegado al cuello del ciervo para morder hasta matar; los demás participan agotando a la presa, bloqueando su escapada, pero es ese ejemplar, el jefe de la manada, el que se encarga de matar». Otra escena que considera todo un grito de esperanza, representativa de cómo la biodiversidad del Cantábrico está llena de amenazas, pero aún hay tiempo para no perderla, es la del cantadero de urogallos, con cuatro machos en trajín reproductivo; se trata de un ave en el abismo de la extinción en la península; «otro documento único haber podido rodar tantos urogallos reunidos». Y una tercera por la que siente debilidad Gutiérrez Acha es la de la mariposa hormiguera oscura, otra especie en franco peligro. «Entre los comportamientos que más me han fascinado, este es el que gana. La precisión matemática impresa en la genética de esta especie para reproducirse, una estrategia extremadamente compleja que incluye depender de una planta concreta, de que la siega de los prados de montaña se realice de acuerdo con un calendario muy concreto, y de mantener el engaño durante un año dentro de un hormiguero. Una locura».
Hay en Cantábrico ciervos, corzos, perdices, pájaros carpintero, nutrias, culebras, víboras, mirlos, chovas piquirrojas, mariposas, halcones abejeros, ratas toperas, rebecos, arrendajos… Pero es cierto que los insectos dan mucho juego. Los macros en general. Tanto que durante los pre-estrenos que han realizado por las comunidades autónomas del norte para ir calibrando la aceptación del público, les ha sorprendido que entre elenco tan variado de actores, los favoritos del público resultaran de lo más variado. Así, a la pregunta de qué animal de la película era el que más les había gustado, unos niños, a la salida de uno de estos pases especiales, contestaron que las setas. Y es verdad que hay imágenes time lapse del crecimiento vegetal realmente espectaculares. Otra escena que llamará la atención de quien vaya a ver Cantábrico es la freza del salmón, una de las que más costó rodar, porque el primer año lo turbio de las aguas del río, por los abundantes aguaceros, impidieron la grabación, y el segundo llegó la oportunidad en fechas ya muy pegadas a Navidad.
Lo que indica todo esto es que, esta vez, frente a su anterior documental, Guadalquivir, estrenada en diciembre de 2013, con locución de Estrella Morente, Joaquín Gutiérrez Acha y la productora que le apoya, Wanda Visión, han optado por distanciarse de las metáforas, la poesía y una excesiva guionización, y volver a los cauces más clásicos del documental de naturaleza, que no es otra cosa que centrarse en la conducta de los animales con un guión descriptivo aderezado con suaves notas de humor, no dispersarse y ponerle la voz esa típica de los documentales de La 2 (el locutor es Luis Ignacio González). Lo explica el director: «Creo que la carga metafórica de Guadalquivir dejaba a la película fuera del alcance de mucha gente, y sobre todo del público infantil; por eso ahora hemos querido hacer una película totalmente accesible, familiar, para todos los públicos, en la que la absoluta prioridad es la conducta animal. Son los propios animales los que hablan, los que cuentan su historia, y nosotros asistimos a lo que ellos hacen». Podríamos decir que es un película muy natural, en el sentido inverso a muchos documentales de naturaleza que tejen historias pensando en relatos casi humanizados.
Cantábrico también contiene un mensaje esencial: destacar la enorme belleza y vitalidad de esos hábitats, para, casi sin mencionarlo, avisar del tremendo peligro que corren y del desastre de su deterioro. «Aquí hemos querido destacar la belleza del Cantábrico», resume Gutiérrez Acha, «para luego, en un segundo paso, que organizaciones conservacionistas hagan lo que ellos saben hacer tan bien, campañas para protestar y defender su preservación. Que es por ejemplo lo que ha pasado con Guadalquivir y posteriormente toda la campaña de WWF en defensa de Doñana, empleando imágenes que les cedimos del rodaje».
Tras el sur de Guadalquivir y el norte de Cantábrico, este extraordinario, enérgico y afable cineasta que ha optado por la naturalidad en sus trabajos mira al oeste para acometer en Extremadura, Andalucía, Salamanca y Portugal el rodaje de un ecosistema que es icono de la Península Ibérica y que ahora necesita mucha ayuda, pues está seriamente amenazado: la dehesa.
Otras películas de naturaleza en ‘El Asombrario’:
No hay comentarios