Pablo Simonetti, la liberación del ‘armario’, la ingeniería y la familia
El chileno Pablo Simonetti, escritor y activista LGTB -ha sido fundador y presidente de la fundación Iguales, de la que ahora es director-, hombre muy popular en su país, ha pasado por Madrid para presentar su nueva obra, ‘La soberbia juventud‘ (Alfaguara), una historia por vivir el amor gay en toda su intensidad más allá de las presiones familiares y sociales, y de lo que se espera de uno.
Su obra, que recuerda por momentos a escritores como Eduardo Mendicutti y Jaime Bayly, tiene en su estilo grandes logros descriptivos en riqueza de matices. Para muestra, este párrafo: «Una agradable penumbra nos rodeaba. Ella creía que un living debía apenas iluminarse para no importunar a nadie con las arrugas propias ni ajenas, y porque confiaba en la belleza de los acentos que con esa escasa luz se podían poner sobre un ramo de flores o una pequeña figura precolombina. Sostenía, además, que la vocación de la estancia principal de cualquier casa debía ser nocturna. Por eso había pintado las paredes de un color que ella llamó visón, a medio camino entre el gris y el café, y que Pumarino insistió en llamar topo».
Para la entrevista con El Asombrario, Pablo Simonetti se presenta, elegante, en la cafetería del céntrico Hotel de Las Letras. Bien trajeado y bien calzado, alto, con impecable camisa blanca. Buena cara, sonriente. Atento. Uno comprende bien que sea embajador perfecto de las causas que defiende y representa, pues transmite confianza y tranquilidad, convicción, una manera de ser y estar -nada estridente, en el punto medio de refinamiento y naturalidad- que a nadie puede molestar.
Así respondió a nuestro Text-10, a partir de 10 retazos de su nuevo libro, que sigue a sus tres anteriores novelas, Madre que estás en los cielos, La razón de los amantes y La barrera del pudor, y que, como bien resume la contraportada, es «una historia sobre los afectos y la ausencia de ellos, una reflexión sobre cómo la edad determina el juicio que hacemos de nosotros mismos y de nuestras circunstancias».
1. Título: ‘La soberbia juventud’. Introducción de Isak Dinesen: «Yo era tan joven entonces que no podía, como los demás jóvenes, perder la fe profunda en mi propia estrella, en una fuerza que me amaba y velaba por mí con preferencia sobre todos los demás seres humanos. Ningún milagro me parecía increíble, con tal de que me sucediera a mí. Cuando esa fe empieza a menguar, y cuando piensas en la posibilidad de que estés en la misma situación que los otros, has perdido definitivamente la juventud». Una reflexión que da qué pensar.
¿Tanto te importa o te preocupa la edad?
No sé si taaaanto me preocupa; creo que lo que a todo el mundo. Es un factor fundamental de cómo nuestra existencia se organiza. Aunque todo es relativo. Yo recuerdo haber sido un joven de un desarrollo muy tardío. A los 17 años era un niño…, un niñato. También me costó mucho asumir mi edad adulta. Me sentí joven hasta bien tarde. Al escribir esta novela, sí sentí que había perdido la juventud; y me explayé en ese tema, pero sin resentimiento. Cuando tú dices ¿tanto te importa?, puede entenderse en clave de resentimiento. Yo no vivo la edad con resentimiento, sino con realismo. Cuando empecé a escribir la novela yo tenía 47 años, y pensé en hacer al protagonista mucho mayor, de 52, y, mira, son los años que yo tengo ahora. Y sí, me ha cambiado la vida en estos cinco años. No hay un episodio que marque un antes y un después de esa percepción de ya no ser joven; fue una conciencia que se fue instalando, y de repente empecé a ver la juventud con esa distancia que no la había visto antes. Yo, hasta bien pasados los 40, me sentía parte de la juventud. Ahora ya no. Hay ciertas cosas que han cambiado. En mi época joven tuve un distanciamiento con la ancianidad; ahora ya la miro de una manera más tranquila y cercana; valorándola nuevamente como la valoraba en la niñez. Porque en la niñez yo apreciaba mucho, por ejemplo, la ancianidad de mi abuela, la encontraba bella, con una sensibilidad especial; después, en plena juventud, consideré que la vejez era cruel, patética y humillante. Ahora he vuelto a encontrarle la belleza… y la gracia.
2. «Bastaron cinco minutos para convencerme de que si yo hubiera sido más joven me habría enamorado de él sin remedio, una idea subversiva para quien jamás creyó en amores a primera vista ni en las arbitrariedades del destino».
Declaración del primer párrafo de la novela. ¿Crees en los flechazos?
Sí.
¿Te han ocurrido a menudo?
No. Una sola vez. Es como si la otra persona te cayera en medio de la grieta existencial, y toda la energía se reuniera en torno a ella. No habría sido capaz de contar la experiencia de Camilo si no la hubiera vivido. Antes de que me ocurriera, me parecía ridícula esa idea de amor total, y que todo se conjugaba en torno a esa experiencia… Cuando a mí me tocó vivirlo, hasta las canciones románticas adquirían un significado que antes no tenían, como si todas hablaran de mí. Es la sensación de un alza de la energía vital; todo lo ves con más color, definición, intensidad. Incluso puedes pasarte sin dormir tres días y no pasa nada…
¿Con la edad cambia esa posibilidad de amor a primera vista?
No. Yo creo que el amor te puede golpear a cualquier edad. Es de la única cosa que no te protege, de esos amores que se te pueden colar y trastocarte todo.
3. «Felizmente, su atractivo no fue un problema para mí. Ni sus cejas pobladas, ni sus ojos relucientes de complicidad, ni la prominencia de su mandíbula habían logrado tocar fibra alguna de mi gusto particular. Incluso su disposición al asombro me hacía pensar que estaba ante un adolescente tardío. El entusiasmo tornadizo que suelen exhibir los jóvenes no termina de conmoverme».
¿Cómo es para ti un hombre atractivo? Descríbemelo.
(Larga pausa). Lo primero que a mí me llama la atención de una persona sin hablar con ella es su mirada, que esté viva y vibrante. Y que su cuerpo proyecte energía. No necesariamente física, no, no estoy hablando de músculos, sino de cómo se mueve, una idea que tengo yo de que hay cuerpos que proyectan más energía que otros. Al conocerlo, pasa a ser muy importante la conversación; me gusta la gente que está involucrada en la conversación, que participa, que aporta, con la que ves que la conversación progresa y no solo se envuelve en sí misma. Ah, y algo más muy importante: la originalidad, que el otro sea original, pero de verdad, de una forma auténtica.
4. Puedo entenderlo por lo que dice el narrador, Tomás Vergara, en otra parte de ‘La soberbia juventud’: «Cada persona joven que conocía terminaba por ser una variante de algún estereotipo que había identificado en el pasado. Ya había visto entre los hombres que me cruzaba en el camino al que busca ser original por método, al rebelde, al macho de maqueta, al payaso, al buen amigo, al expedito, al fiestero, al aplicado, al seductor, al esteta, al mitómano, al adicto y al esnob».
¿Prototipos que cansan a Pablo Simonetti también?
Uno a estas alturas lo ha visto ya casi todo. Me sorprende el original auténtico, pero no el original por pose. Hay algunos que tratan de epatar; en los que se nota una intencionalidad casi mediática en mostrarse originales, pero que no está alimentada por un trabajo, una dedicación sincera. Casi siempre la originalidad que yo admiro se basa en una dedicación que ilumina el resto de la personalidad. Me gusta mucho la gente que tiene un trabajo artístico, creativo, que enfoca su vida a una búsqueda con perseverancia, que miran el mundo de otra manera, que han adquirido un auténtico punto de vista particular, valioso; no solo una pose, algo superficial.
5. Poses que se convierten en imposturas.
«Yo insistía en ver a Selden como un hombre atrapado en un mundo y una familia que lo obligaban a anteponer las apariencias a cualquier convicción personal. Sin embargo, él había dado muestras de autonomía e integridad».
Frases que vienen a ser una especie de resumen del protagonista de la novela, Felipe Selden. ¿También un resumen tuyo, teniendo en cuenta que estudiaste ingeniería, que trabajaste en ello y que luego lo dejaste todo por la literatura y el activismo LGTB?
Desde que me salí del armario (como dicen ustedes), sentí inmediatamente el deseo de escribir. No sabía de dónde me venía y por qué aparecía en ese preciso momento. Seguí nueve años trabajando como ingeniero, pero llegó un día en que renuncié, y me volqué en escribir. Sentía esa necesidad, y en ese trabajo que me consumía 12 horas al día no tenía ninguna opción de hacerlo, así que me dije: voy a darme la oportunidad.
Te liberaste del todo para sacar al auténtico Pablo… Y mira qué bien has ‘crecido’, ¿no?
Después descubrí retrospectivamente que, de niño y adolescente, era alguien al que le gustaba leer, estar tranquilo, escribir, ver películas, siempre una atención muy enfocada hacia la cultura… Y todo eso lo había sumergido; me di cuenta de que no estaba siendo yo, sino siguiendo el patrón marcado por mi familia, de lo que se esperaba de mí; había sumergido al auténtico Pablo por el otro Pablo ingeniero, hijo de su padre, que debía trabajar con él en su fábrica, con su madre católica… El hijo que se esperaba ver…
La novela gira en torno a algo parecido a lo que me cuentas: ese joven atrapado entre exigencias familiares y sociales…
Pero yo me demoré bastante más en adquirir esa conciencia, esa autonomía. Felipe a los 24 años asume su homosexualidad. A mí me costó hasta los 34 dedicarme a la literatura. Me reconocí gay a los 27, con mi familia; a mí mismo, a los 25, cuando me dije: yo no lucho ya más contra esto; y me llevó un tiempo dedicarme a la literatura, y fue un tiempo intermedio en el que, por ejemplo, estaba frágil emocionalmente. Felipe, dentro de todo, se libera más rápidamente, a pesar de venir de un mundo más conservador que el mío, pues su familia es del Opus y de clase alta, la mía es católica pero no del Opus, y no es de clase alta, sino de emigrantes italianos, y mi colegio era católico, pero no particularmente conservador. Felipe, eso sí, tiene la ventaja del tiempo transcurrido. Han pasado 25 años entre que yo me salí del closet y que él lo está haciendo, y en ese sentido tiene el mundo de su lado. Y él apuesta por la libertad.
7. «Es difícil ser de derecha y ser gay sin caer en una contradicción vital».
¿Se puede ser gay de derechas?
La novela trata en cierto modo de eso, porque ser gay y ser de una clase oligárquica es de una contradicción brutal, porque la oligarquía siempre se está alimentando de una serie de códigos de pertenencia, que implican discriminar a otros; así, Felipe en un principio pretende ser gay y conservar todas sus, digamos, características de clase, pero uno de esos rasgos de clase es discriminar. Uno, cuando desarrolla una identidad diversa, tiene que romper con los sistemas de discriminación, más allá incluso de la diversidad sexual. Pero, aparte de eso, no creo que uno tenga que elegir entre sus preferencias ideológicas y su identidad sexual; en Chile las cosas están cambiando. Es un tema transversal. Tu preferencia política no tiene por qué marcar en este aspecto. Diez años atrás, ningún partido de derecha ofrecía esa salida, esa posibilidad de pertenencia política.
8. «-¿Y tú, además de derechista, vas a decirme que eres católico? -Sí, también soy católico y no creo que sea contradictorio con ser gay».
¿Se puede ser católico y gay?
En el mundo católico sucede lo mismo, está eso recién apuntando. Hay grupos de jesuitas que hacen acompañamiento pastoral a parejas del mismo sexo, pero con un discurso solapado, sin apoyar el matrimonio igualitario. En ese sentido, la Iglesia sigue siendo muy…, hipócrita, podríamos decir. Tanto el mundo de derechas como el mundo del catolicismo no tendrían que suponer un choque con ser gay. Si fueran más abiertos, la compatibilidad no sería ningún problema… El comunismo en Chile se ha vuelto totalmente abierto hacia la homosexualidad, cosa que no era la norma antes. El socialismo, sin embargo, tiene aún rasgos machistas. Al presidente del Partido Socialista no le parecen nada bien las parejas del mismo sexo; sin embargo, Bachelet (presidenta de Chile desde el pasado 11 de marzo, en su segundo mandato, tras un periodo en Naciones Unidas) es totalmente abierta. Pero él no; veo ahí un rasgo machista clarísimo.
9. «Habíamos decidido independizarnos, en la esperanza de que algunos clientes nos siguieran. Por tratarse de una multinacional, tanto él como yo teníamos pocas oportunidades de ascender. Compartíamos además el propósito de vivir nuestra homosexualidad a puertas abiertas en el trabajo, tal como ya lo hacíamos en nuestras vidas privadas».
Con los retrocesos bárbaros en países como Uganda y Rusia, ¿cómo ves el desarrollo de los derechos LGTB en el mundo?
Todo el continente africano ha sido asolado por una invasión religiosa ultraconservadora, que se suma a su trayectoria de prejuicios machistas, como las sociedades latinas… En América, en Chile se están dando pasos de avance muy claros, pero hay países que aún están totalmente retrasados, como Perú.
¿Los que más han tirado del carro?
Argentina , la primera de todos. Y Uruguay ahora. Colombia también ha hecho un trabajo bueno de reconocimiento estratégico de las uniones. Los andinos van más despacito. Y países centroamericanos como Guatemala.
¿Y Chile?
Estamos a punto de aprobar una unión civil para heterosexuales y homosexuales; en dos meses esperamos también la aprobación de una ley de identidad de género, para las personas trans. Y estamos trabajando en una ley contra la incitación al odio y en una institucionalidad que lleve las políticas públicas en favor de la diversidad, la creación de una institución que se preocupe de educar, difundir y proteger en contra de la discriminación hacia mujeres, mapuches, homosexuales… O sea, no solo por género u orientación sexual, sino también contra la discriminación por origen étnico.
10. «- A los de su edad no les parece raro publicar sus fotos privadas. – Yo no voy a pertenecer jamás a una red social. Es una de las cosas que me gusta de ser vieja, no tener que estar al tanto, ni a la moda, ni menos subida al lomo de la tecnología. -Tienes solo 43 años, Elvira.».
No es este tu caso, ¿no? Porque veo que en Twitter tienes 157.000 seguidores, y, por ejemplo, con el reciente incendio de Valparaíso, has estado muy activo en redes.
Yo uso intensamente el Facebook, Twitter e Instagram; son herramientas de comunicación estupendas. Mezclo el uso personal y el profesional. Soy escritor, activista y persona… Anuncio una presentación de mi libro, recomiendo una película porque me gustó y pido acudir a una marcha LGTB. Lo hago con mucha libertad y creo que es una herramienta de comunicación irrenunciable a estas alturas. Lo que sí me pasa es que mucha gente de mi edad aún sigue ausente de este mundo, como si se les fuera el orgullo en eso. Es una forma de querer diferenciarse nuevamente, pero que resulta bastante ridícula a esta altura de la noche… Del día, perdón. Volvemos a esa voluntad falsa de originalidad. Hay cosas que son pura pose.
Comentarios
Por Rosa Tovar, el 19 abril 2014
Qué entrevista más interesante. Me ha encantado. Da gusto hablar con la gente inteligente. Ha sido un placer leerla. Me ha gustado mucho la pregunta a Simonetti de qué le llama la atención en un hombre. Ya sé que es una frivolidad, pero me ha gustado, porque creo que a cada persona le llaman la atención cosas distintas al conocer a otra. Lo primero que yo miro son las manos y los zapatos. Luego, si me han gustado, escucho ….
Por Sharkasmo, el 23 abril 2014
JORDI, JOSELU, JAVIER son las 3 nuevas entregas de la novela-blog LOS HIJOS DEL PORNO. A leer que es el día del libro http://bit.ly/1ecNBmC
Gracias!!