Paco Tomás: “Detrás de una campaña como el #MeToo hay puritanismo”
El periodista y escritor Paco Tomás acaba de recopilar en el libro ‘Algunas razones’ 90 de sus mejores columnas publicadas en medios en los últimos años, incluido ‘El Asombrario’. Un ejercicio impecable de saber escribir… y saber pensar. Y de no morderse la lengua. En esta entrevista lo demuestra a propósito de temas polémicos que necesitan puntos de vista poliédricos. Entre ellos, lo que él califica de invasión de puritanismo hipócrita procedente de EE UU, en redes y en campañas como la de #MeToo, que parece muy feminista pero en realidad, dice, «sigue victimizando e infantilizando a la mujer».
Anda con una actividad frenética. No solo ha de ocuparse de su programa Wisteria Lane en Radio 5 de Radio Nacional de España y de alimentar a esas fieras hambrientas de medios en los que colabora como columnista: El Diario de Mallorca y esta misma revista. También ha de darle de comer a otros monstruos, sus seguidores de Twitter e Instagram, que demandan una atención continua y extenuante en la que, sin embargo, Paco se siente como pez en el agua. Sus disertaciones en la sección de stories de Instagram (es toda una estrella en esta red con más de 14.000 seguidores) empiezan a hacerse famosas, tanto que ha llegado a lanzar una campaña contra el puritanismo en las redes bajo la etiqueta de #SoyInmoral.
Prepara también una serie documental sobre los pioneros del movimiento LGTBI. Pero especialmente anda muy ocupado haciéndolo todo, absolutamente todo, para promocionar y distribuir su último libro, Algunas Razones, una enciclopedia que resume las que para él han sido sus más interesantes columnas de opinión desde 2001 hasta hoy. Política, cultura, movimiento LGTBI, minorías, injusticias, fenómenos sociales y, sobre todo, la actualidad, vista desde el prisma de su inteligencia, su agudeza y sus lentes enmarcadas en unas gafas de pasta negra que, sin duda, son uno de sus signos de identidad.
Son a menudo artículos que no dejan indiferente, que examinan la realidad desde tantos puntos de vista diferentes que a menudo sorprenden por la lucidez y la claridad de sus reflexiones. Leer a Paco Tomás es una gozada, en esta revista ya lo pueden hacer; imaginaos lo delicioso que resulta si encima es en tinta impresa sobre papel.
¿Eres un romántico del papel?
Absolutamente. La mayoría de mis libros han sobrevivido a mis mudanzas. Empiezo ahora a jubilar algunos -el espacio de las casas actuales es reducido-, pero solo los jubilo cuando encuentro un lugar en el que sé que van a estar bien.
¿Como por ejemplo?
Una librería de segunda mano que he encontrado en el barrio. Se los bajo a cambio de nada, claro. No quiero hacer negocio con ello. Simplemente necesito saber que van a tener una segunda o tercera oportunidad. Algunos de mis libros favoritos han llegado a mí porque otra persona decidió darles también una segunda o tercera oportunidad, y se han quedado para siempre.
Con todo lo que se edita en España, que en muchas ocasiones es sorprendente no solo por lo estrambótico de las propuestas sino por lo dudoso de su calidad, ¿cómo te has decidido por la autoedición?
Pensé autoeditarme la primera novela –Los lugares pequeños, publicada en mayo de 2015 por la editorial Punto en Boca- y me disuadieron. Me alegro de que fuera así. Pero con este libro, un compendio de artículos, pensé que desde un punto de vista editorial podía interesar poco. Hubo una editorial que se interesó, pero por circunstancias no entró en su proyecto. Pero sobre todo quise autoeditarme para saber cuántos lectores reales puedo tener, así por encima. Aunque también pesó, desde luego, que estaba muy desencantado de la industria editorial.
¿Por qué?
Me parece que el reparto es muy injusto. El autor se lleva un 10% -¡en el mejor de los casos!- y el resto se pierde por el camino. Muy injusto que una persona que ha podido estar año o año y medio escribiendo una novela… Paso toda la vida escribiendo, pero me cuesta escribir. Escribir es bajar a la mina, también. Es un curro, es un trabajo, necesita disciplina y esfuerzo y dedicación… Que eso sea un 10%. Es que no puedes vivir si te dedicas a escribir. Cada vez hay más gente que pide que le hagas artículos gratis, que colabores en sus publicaciones gratis y al final te preguntas de qué vas a vivir.
Hice 500 ejemplares. Así que la autoedición me aseguraba que si vendía un libro a 18 €, los 18 € serían para mí. Aunque parezca muy pueril, ese fue un verdadero motor a la hora de pensar en autoeditarme. No arriesgué con una novela, porque pensé que eso podía tener una lectura más frustrante al final, así que me lancé a ver qué pasaba con los artículos.
¿Y cómo va?
De momento, bien. Si pensamos que el libro salió a mitad de diciembre, la verdad es que bien. Tendría que contar, pero creo que voy por la mitad. Todavía tengo cajas en casa que a veces miro y pienso: Como no venda 500, qué vergüenza. (Ríe).
Eso sí, el libro se está leyendo en un montón de lugares diferentes del mundo.
Eso es gracias a las redes sociales. Creo que tiene que ver con Instagram y con Twitter. Porque en mi opinión Facebook ha muerto.
Estás muy cabreado con Facebook últimamente.
Sí. Sobre todo estoy muy cabreado con sus normas, que censuran de forma muy puritana. Es cierto que Facebook e Instagram son la misma empresa, pero la famosa norma de los desnudos es un poco más laxa en Instagram que en Facebook. Las normas comunitarias de las redes sociales tienen la moral de Estados Unidos. Un alemán, francés o español no sabe bien de qué le están hablando cuando le dicen que no puede subir una foto en pelotas con sus amigos o amigas en una playa nudista. Tiene que ver con la moral muy conservadora en el aspecto sexual de los estadounidenses. Es una moral muy hipócrita que no tiene ningún conflicto con retratar a una familia con armas, pero sí con un pezón femenino. No podemos hacer que esa moral sea la que marque la lucha feminista en Europa.
¿Sabes que se sospecha que esa norma se ha hecho más laxa en Instagram porque varias famosas decidieron subir fotografías desnudas?
Lo gracioso es que a esas fotos las llamen desnudos artísticos. Creo que el contenido pornográfico está tan claro y tan definido que me parece una chorrada. Mira, el gran peligro del siglo XXI es esa justificación cada vez más utilizada de “la protección del menor”. Eso se está utilizando para imponer una serie de filtros en las redes sociales, pero también es el mismo argumento con el que Rusia ha creado toda su ley de propaganda antigay. Siempre es la protección del menor. No deja de ser una hipocresía mayúscula, cuando hoy los menores saben perfectamente dónde tienen que ir a buscar pornografía en la red. No la buscan en Instagram ni en Facebook, saben perfectamente adónde tiene que ir. Y evidentemente, bajo esa presunta protección del menor, se enmascaran los prejuicios del adulto que utiliza a los menores de edad como escudos humanos con los que justificarse. Y es mezquino e indignante, porque esa protección no es verdad. No era verdad con la famosa cabalgata de las reinas y tampoco es verdad con los pezones y los desnudos de Instagram.
Ya que hablas de Rusia, ¿cómo valoras el hecho de que ese país vaya a celebrar un Mundial de fútbol sin mayor contestación de la comunidad internacional?
Si te das cuenta, todo lo que tiene que ver con los Derechos Humanos de la población gay, lésbica, transexual o bisexual, siempre tiene una reacción de la comunidad internacional muuuuuy relajada. Mucho. ¿Cuánto tiempo llevamos hablando de campos de concentración gays en Chechenia? ¿Cuánto tiempo llevamos hablando de que hay personas asesinadas y torturadas simplemente por su orientación sexual, no solo en países del Este sino en muchos lugares de Latinoamérica? ¿Pasa algo? La repuesta es: nada. ¿Cuántas noticias hemos visto en el telediario que abran un informativo con eso? Ese es el matiz. Si mañana hay un holocausto de la población kurda, por poner un ejemplo, abrirían los informativos con eso. Pero si a quien se mata es a personas por su orientación sexual, en las reuniones de redacción parece que el planteamiento es este: ‘ya, pero no los matan porque son maricones, los matarán por otras cosas’.
Cuando nos enteremos de verdad de lo que está pasando en Chechenia -ya se están asegurando ellos de que ninguna ONG ni observadores internacionales entren allí a ver qué está pasando- cuando nos enteremos, entonces igual sí abrirá los telediarios.
A raíz de un artículo publicado recientemente en esta revista, un lector comentó lo preocupante que le resultaba que los medios tradicionales en España, en general, hayan pasado a ser puras plataformas de marketing en vez de lugares en los que ejercer la crítica.
Cuando los principios de la economía neoliberal han entrado en nuestra manera de relacionarnos y en nuestra vida, todo se ha alterado. Los medios de comunicación siempre han tenido un capital detrás, siempre han tenido una ideología, pero ahora solo se mueven por factores de rentabilidad y en muchos momentos ese factor es incompatible con la verdad. Ahora, por ejemplo, es más importante que coloques un titular que haga que la gente pinche en el enlace, aunque ese titular no se ajuste del todo a la verdad. Lo importante es que contabilice el número de visitas. Al final, eso que parecía que solo ocurría en los pequeños medios de comunicación no es verdad. Sucede en los grandes también. Así que vivimos uno de los momentos de mayor desinformación de la historia.
Es paradójico que tengamos tantos canales de información, pero estemos peor informados que nunca.
Tenemos tantos canales que ha llegado un momento en el que no sabemos si estamos bien informados o no. Ha llegado un momento en el que, por ejemplo, no sé qué tengo que retuitear. He retuiteado cosas que a los dos días o se han desmentido o incluso el propio devenir de la propia información les ha dado un giro de guión. Retuiteé a la mujer aquella a la que le habían roto los dedos el 1-O y luego resultó que no le habían roto los dedos. Y retuiteé al chaval que lloraba porque era acosado en el colegio y resulta que era de una familia supremacista que pegaba a los negros.
Creo que se ha perdido la profesionalidad. Al principio de las redes, esa inmediatez suponía, frente al papel, algo muy bueno, y era que cualquiera podía informar. Pero cuando abres esa puerta, entra todo. Y la profesionalidad que tienes y defiendes con tu cara y tu nombre.
¿Qué te parece esa cruzada del PP en contra del anonimato en las redes?
A mí no me gusta el anonimato. Solo lo entiendo si tienes que proteger tu integridad física. Si vas a declarar contra la mafia siciliana, es comprensible que lo puedas hacer anónimamente. Si soy garganta profunda y te voy a contar la trama Gurtel, quiero que me asegures que podré sobrevivir y que no va a haber un accidente por casualidad. Eso lo entiendo. Pero para intercambiar información, por qué debes ser anónimo.
Pero también hay que tener en cuenta que con las nuevas leyes aprobadas en el Parlamento no puedes hacer, por ejemplo, un chiste de Carrero Blanco sin jugártela.
Que haya habido este tipo de tijeretazos a la libertad me parece fatal. Se podría argumentar que ese sentido del humor es de muy mal gusto, pero no se puede prohibir que alguien gestione su sentido del humor como quiera, aunque a otro no le haga ni puta gracia. Pero otra cosa distinta es el anonimato. En los comentarios a los artículos y noticias, por ejemplo. Me gustaría que la gente que comenta apareciera con nombre y apellidos y su foto, como aparece la del autor de la noticia o del artículo. Igual que a mí o a cualquier otro colaborador de El Asombrario nos pueden partir la cara por la calle por haber escrito esto o lo otro, yo quiero ver la cara y el nombre de quien escribe un comentario. Porque si alguien dice “eres un maricón de mierda, hijo de puta, y te vamos a matar”, yo quiero saber quién lo está escribiendo.
Hablemos de la actualidad, que es de lo que se nutren fundamentalmente tus columnas. En el caso de la campaña del #MeToo de Estados Unidos contra el acoso, ¿estás con las norteamericanas o con las francesas, que han publicado un manifiesto tratando de matizar?
Detrás de una campaña como el #MeToo hay puritanismo. Estoy con la corriente francesa absolutamente. Creo que detrás del #MeToo se esconde todo el puritanismo y conservadurismo que están asolando el planeta. Detrás del #MeToo hay una necesidad de seguir victimizando e infantilizando a la mujer como una persona que no es capaz de decidir dónde, cuándo y cómo se enfrenta a la seducción o a las relaciones con el otro sexo o con su mismo sexo. Me parece que es una manera más de convertir a la mujer en un ser ingenuo e inocente para así poder seguir diciéndole cuándo tiene que amar, de qué manera tiene que amar, de qué manera se tiene que vestir, de qué manera tiene que relacionarse.
Obviamente esto no significa, en ningún momento, que haya que asumir nada de lo que ha sucedido. Es decir: Harvey Weinstein es un hijo de la gran puta, se mire como se mire. Eso está claro. Pero pienso: ¿qué puede hacer ahora una mujer a la que le guste que la seduzcan? ¿Cómo se enfrenta esa mujer a un hombre supuestamente acobardado que piensa ‘no vaya a ser que me digan que estoy acosando a esta señora’? Ha llegado un momento en el que confundimos al pesado con el acosador. No. El pesado es el pesado y el acosador es otra cosa muchísimo más seria que no tiene nada que ver. No creo que ninguna de esas mujeres, como quieren hacernos ver algunas mujeres españolas, estén equivocadas.
¿A qué te refieres?
Hay muchas actrices y tuiteras que han encontrado en este asunto un filón donde agarrarse, pero me parece que hay que ser un poquito más consecuentes y realistas. Evidentemente, nadie está a favor del acoso, de que una persona te obligue a hacer algo que no quieras hacer, pero, a partir de ahí, habría que elevar el debate.
¿Y qué te parece el caso de Kevin Spacey?
Si lo de Kevin Spacey es delito, yo he podido estar delinquiendo gran parte de mi vida. He intentado robar besos muchas veces, y me he llevado cobras como catedrales. Pero ¿eso es acoso? No. Es un pesado que ha intentado darme un beso.
¿Qué te pareció el vídeo de los Reyes?
Creo que lo mejor es verlo sin sonido. (Ríe a carcajadas) Porque si lo ves con sonido, pues da miedo. Hay que verlo sin sonido o doblado por alguien.
¿Qué banda sonora le pondrías?
Una sesión de Sofía Cristo. Yo siempre he sido mucho más de una primera dama que de una Reina, la verdad. Siempre me ha interesado más Jackie Kennedy, Carla Bruni o Michelle Obama que una Reina. Me fascina ese interés de la monarquía por intentar aparentar naturalidad cuando no hay nada más ficticio que su propia esencia.
Pero es que todo, hasta la monarquía, se gestiona con criterios de rentabilidad. Ya saben que ese vídeo no va a cambiar la opinión de un republicano o de una persona de izquierdas. Ellos lo que quieren es satisfacer al monárquico y este tipo de vídeos al monárquico le vienen muy bien. Es como el PP en Cataluña: la da por perdida y le da igual perder en Cataluña si se asegura que va a ganar en el resto de España.
¿Cómo es posible que hayamos llegado al punto de ser el país de ‘nunca pasa nada’? Por mayúsculo que sea el escándalo, nunca pasa nada. M punto Rajoy, Urdangarín, Lezo, Gurtel, 3%, Eres… y ‘nunca pasa nada’. Salimos casi a caso de corrupción por semana, pero ‘nunca pasa nada’.
Yo no sé si es que somos el país con más paciencia del mundo… Me preocupa mucho un país al que todo le da igual. Por eso me da más miedo la gente que se abstiene que la que vota al PP o a VOX. Porque la gente que realiza el acto de acudir a votar está participando. Está siendo fiel a sus ideas, que para mí pueden ser espantosas, pero está participando. La abstención es algo que no soporto. Y creo que ese es el problema de España. Cada vez nos hemos creído más que no participar, que la no acción, también es una manera de rebelarse. Y no. Eso es la nada.
Algunas encuestas dan a Ciudadanos arrasando en las próximas elecciones.
Me parece lógico. El PP ha vivido durante muchas décadas de aglutinar desde el fascista hasta una derecha moderada mucho más europeísta. Les viene muy bien que esa fragmentación que la izquierda lleva viviendo décadas la empiecen a probar un poquito. Ciudadanos me da mucho miedo, pues los del PP ya sé, más o menos, hasta dónde son capaces de llegar, pero Ciudadanos todavía es una incógnita.
¿Cuáles son los nuevos retos del colectivo LGTBI en España?
Primero hay que conseguir la igualdad y la no discriminación reales. Están ahí, pero no son reales. Y creo que se tienen que sentar los activistas y replantearse hacia dónde hay que ir. Creo que hay un problema de concepto. Hay que pensar si seguir incorporando letras es bueno o no. Ya la i me parece un poco metida con calzador, porque no todas las personas intersexuales se consideran representadas por la lucha LGTB, por ejemplo. Y luego creo que hay que volver al pensamiento teórico. Toda la lucha se ha hecho a golpe de necesidades. Necesidades de lucha inmediata, contra algo que nos agredía o para conseguir algo que no teníamos. Pero no ha habido mucha reflexión. Lo que se necesita es que, una vez que se apruebe la ley de igualdad LGTBI, hay que sentarse a darle un contenido teórico al pensamiento. Parece que ser gay, o lesbiana o la lucha trans, parece que estuviera todo hecho. Y claro que hay que luchar. Mira, ha llegado Trump, un presidente claramente homófobo.
‘Algunas Razones’, de Paco Tomás, se puede adquirir en Mad is Mad (Pelayo, 48. Madrid) y Berkana (Hortaleza, 62. Madrid). También puede adquirirse online desde Bigcartel.
Comentarios
Por Concha, el 06 febrero 2018
Verá, D. Paco, hace honor al personaje que interpretaba otro que se llama como usted, pero se apellida Martínez Soria. Le voy a explicar la diferencia, desde el punto de vista sexual, entre pesado y acosador: ninguna. Si ha intentado robar besos y le han hecho «cobras como catedrales» usted es un acosador, puro y duro. Pesado no tiene connotaciones sexuales, pesado es el que no deja de llamar por teléfono para que me cambie de compañía de seguros. Pero claro, es más fácil meter un matiz lingüístico y justificar sus propios actos. No robe besos, seduzca.
Por Mariano, el 06 febrero 2018
acosar
Del ant. cosso ‘carrera’.
1. tr. Perseguir, sin darle tregua ni reposo, a un animal o a una persona.
2. tr. Hacer correr a un caballo.
3. tr. Apremiar de forma insistente a alguien con molestias o requerimientos.
Conclusión: no hay insistencia = no hay acoso.
Por Destrangius, el 06 febrero 2018
Totalmente de acuerdo con este señor. Victimizar no es empoderar. Llamar acoso a cualquier cosa solo banaliza.
Por c, el 06 febrero 2018
es Ppuritanismo cuando al machismo le conviene para arrimar cebolleta de cualquier modo sin pensar mas que en su deseo-machote
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a la mujer se le pide que sea sexy y erotica pero solo hasta ahi no se le dan mas poderes ni derechos : es el nuevo machismo y el nuevo feminismo que esta avalado por los poderes PPatriarcales al servicio del machismo
asi tbn se le permite ser azafata, pputa y porno-star…pero no sele paga igual por el mismo tajo se le culpa si la violan etc etc etc
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el nuevo machismo es victimismo para no reconocer qe sus ppesadillas las producen ellos victimizarse y no evolucionar
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Por Yarya, el 06 febrero 2018
U sea, ahora se llama puritanismo no dejar que cualquier hombre gobernado por su pene te manosee. Eso es como antaño cuando te intentaban a explicar que el hombre sufre tremendos dolores si no puede llegar al coito una vez haberse exitado. Es que ya no saben que inventar. Anda que les den.
Por Ana, el 06 febrero 2018
Justo lo que las mujeres necesitábamos: otro hombre diciéndonos qué está mal y qué no de nuestras reivindicaciones. ¡Muchas gracias!
Por Victoria, el 06 febrero 2018
No Paco, no. Hay hartazgo.
Por Concha, el 06 febrero 2018
Para el periodista que ha escrito esto:
revelarse: hacerse patente o manifiesto lo que estaba oculto
rebelarse: negarse a obedecer a quien tiene la autoridad.
Aclárese, que se le presume una formación académica universitaria.
Por Manuel Cuéllar, el 06 febrero 2018
Corregido. Disculpas por la errata. Gracias.
Por Javier, el 06 febrero 2018
Porque lo vivo con las mujeres más cercanas, se llama ACOSO y solo ACOSO. Entre otras explicaciones, porque se practica desde una posición de dominio machista y cultura patriarcal, donde el «piropo», el chisteo, el roce en tumultos y la mirada lasciva son la punta babosa del problema. Y no vivo precisamente entre puritanas ni añorantes de la Inquisición, como las tildan otros escritores.
Por Jesus. M., el 06 febrero 2018
Ya era hora de que alguien alzase la voz, contra esta nueva campaña de puritanismo victoriano que se nos quiere imponer desde donde siempre, EEUU. El circo mediático de las gimnastas, donde no sabemos si los abusos consistían en violarlas o hacerles cosquillas en los pies, es paradigmático. Las acusaciones contra directores y actores progresistas, con acusaciones de abusos al cabo de 20 años, es una nueva caza de brujas; y le ocurrió a Polanski, a Assange, y al que les de la gana cuando les estorbe. Es una nueva arma del capitalismo para dividirnos en géneros, y destruirnos como clase. El control de las redes sociales en base a supuesta pornografía, apologías, delitos de odio, etc, es una excusa para controlarlas. El problema es que la mojigatería se está imponiendo sobre la Justicia.
Por Concha, el 06 febrero 2018
Puño de hierro y mandíbula de cristal. ¿Nos podría explicar en que consistió la caza de brujas? ¿No? Pues, hala, a leer. Y cuando lo entienda, vuelva y explíquenos las similitudes con lo que ahora ocurre, if any.
Por Jesus. M., el 06 febrero 2018
Lea Ud, en lugar de soltar topicazos, e intentar colocar las líneas rojas, sobre lo que «es» una pesadez y un acoso, esas líneas son individuales, y las coloca cada cual, hombre o mujer, porque yo también puedo hablar de acoso femenino, o pesadez, en el trabajo y fuera. Y respecto a la caza de brujas, infórmese de lo que fue el Macartismo, y la Ley de Actividades Antiamericanas, porque el paralelismo es atroz. En aquel tiempo se utilizaba el comunismo, ahora es el «abuso», ambos conceptos sin definir, y aplicados a quien convenía.
Por esther, el 06 febrero 2018
Estupendo, a ver si lo he entendido bien, ¿nos está explicado a las mujeres quién es un pesado y quién un acosador?
Por Manuel Cuéllar, el 06 febrero 2018
Recordamos a nuestr@s lector@s que no se publicarán comentarios insultantes en esta revista. Serán elimiados. Gracias.
Por Miguel, el 06 febrero 2018
No confundamos las churras con las merinas. Un acosador sexual es aquel que fuerza sexual y reincidentemente a otra persona a que haga algo que no quiere.
Banalizamos queriendo hacer que parezca lo mismo que un pesado.
No creo yo que por haber intentado dar algo tan simple como un beso (y conseguido en respuesta una “cobra”) se le pueda acusar de acosador sino de pesado, cuando es el/la receptor/a del beso quien está en su derecho (y poder) de recibirlo o no. En el acoso no hay posibilidad de elección. En el caso de un beso sería un pesado, pero no un acosador, que ya tendría mucha más connotación de reincidencia.
No veo yo mucha relación entre un beso y un manoseo, que ya sería acosar
Por Ángel, el 06 febrero 2018
No te enteras ni del machismo ni de la abstención, mirate tu forma de sentenciar.
Por Amalia, el 06 febrero 2018
Gracias Paco Tomas por enseñar a las mujeres del mundo mundial lo que es el acoso… Que Dios se lo pague…
Por Julia, el 06 febrero 2018
Manexplaining.
Qué no Paco, no expliques a las mujeres que debe gustarles, que deben hacer, cómo deben aguantar a los acosadores, que deben sentir, o que deben desear…
Por Margarita, el 07 febrero 2018
No frivolice usted comparando el acoso con el chascarrillo de la cobra. El acoso es un asunto muy serio. Qué hartura de hombres dando lecciones y encima con bromitas… Y a todo esto, ¿quién es Paco Tomás?
Por Mario Corral, el 11 febrero 2018
Qué despropósito… Paco Tomás en modo Pérez Reverte o Javier Marías… Lo que me faltaba por ver…