Paloma San Basilio abre en clave didáctica el Festival de Mérida
El musical ‘La Décima Musa’, protagonizado por Paloma San Basilio, un recorrido por los grandes musicales fusionado con historias de la mitología clásica, inauguró anoche la edición 62 del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.
Hace un par de semanas, sobre el escenario principal del recién creado Festival Mad Cool de Madrid, Neil Young, una leyenda del rock de 70 años de edad, ofreció un épico concierto junto a la chavalería de Promise of the Real -la banda autodenominada como Cowboy Hippie Surf Rock- que le acompaña en su última gira mundial. En esa ocasión, el cóctel de veteranía y juventud funcionó como una suerte de fuerza de la naturaleza y, durante más de dos horas, decano y aprendices estrecharon al máximo las décadas que les separan para cabalgar juntos como una arrolladora manada de potros salvajes llena de nervio inagotable. Se despacharon una de las actuaciones más vitales y emocionantes que se hayan podido escuchar, sin duda, en la capital en la última década.
Anoche, el esquema trató de repetirse en la inauguración de la 62 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. La veteranía de Paloma San Basilio, una mujer nacida en 1950 y que su currículo sitúa como uno de los referentes femeninos del teatro musical en España durante los últimos 40 años, se subió a las tablas del imponente y magnífico anfiteatro romano de Mérida acompañada de Ignasi Vidal y David Ordinas, dos de los mejores jóvenes cantantes e intérpretes de musicales del momento. De esos que se han hecho estrellas no solo en la Gran Vía Madrileña durante los años en los que la arteria del centro de la capital se transformó en el Broadway patrio, sino también participando de la larga tradición del teatro musical barcelonés.
Hay que reconocer la astucia de Josep María Mestres, director de este espectáculo titulado La Décima Musa, al fichar no solo a una estrella de relumbrón como lo es indiscutiblemente Paloma San Basilio, sino haciendo acompañar a la diva de dos de las mejores gargantas masculinas actuales en el teatro musical español. El musical no es como el rock, en el que la pérdida de elasticidad en las cuerdas vocales por el paso de los años se puede suplir (y de qué manera) por el vibrar indomable e inquebrantable de las otras cuerdas, las de las guitarras enchufadas a un amplificador. Así pudimos comprobarlo en aquel aparcamiento de La Caja Mágica con Neil Young. En el teatro todo resulta ser más asesino. En la distancia corta el intérprete va vendido porque el silencio, a la postre, termina siempre por poner las cosas realmente difíciles.
La Décima Musa es una apuesta ciertamente arriesgada para inaugurar un festival como el de Mérida. Los textos, tal vez excesivamente didácticos, de Guillem-Jordi Graells parece que no sirven más que de excusa para hilar un recorrido por algunos de los musicales más famosos (o no tanto) de la historia del género. El festival de Mérida es una cita basada en los dramas clásicos y, por supuesto que es de agradecer la novedad, el riesgo y la apuesta; sin embargo, la sensación con la que probablemente se fueron a casa la mayoría de los espectadores fue la de haber asistido a una clase de historia clásica en el instituto introducida un tanto con calzador en un espectáculo en el que lo importante eran las canciones y los cantantes; o al revés, que las arias de los musicales se habían metido a capón en un intento de fusionarlas a toda costa con la mitología clásica. La vinculación entre una cosa y otra no termina de funcionar durante todo el espectáculo, así se intente desde la vertiente del humor (tal vez demasiado blanco y demasiado premeditadamente construido «para todos los públicos») o desde el drama, que tampoco termina de golpear con crudeza y emoción aunque sobre el escenario se hable de cosas tan inquietantes como el incesto.
Cole Porter, Kurt Weill, Frederick Loewe, Stephen Sondheim, Andrew Lloyd Webber, Alan Menken y otros genios del musical se las tienen que ver con las historias de Pigmalión y Galatea, Júpiter y Europa, Antígona y Creonte, y finalmente el dramón de Fedra, Hipólito y Teseo. Todo conducido por una musa díscola y contestataria empeñada en llevar la igualdad entre los sexos a un mundo (el de la mitología) que probablemente quedaría pervertido de facto si dejáramos que lo políticamente correcto se filtrara tan solo en uno de sus renglones.
Generosidad es la palabra que define la actuación de anoche de Paloma San Basilio sobre el escenario de Mérida. Generosidad porque la cantante madrileña permite el lucimiento de sus acompañantes en dos de los momentos más emocionantes de la velada. La interpretación de Si no puedo amarla del musical La Bella y la Bestia, de Alan Menken, realizada por Ignasi Vidal, y Hoy es el día de Jekyll & Hide, de Frank Wildhorn, cantada por David Ordinas. La diva tuvo algunos problemas de comodidad vocal y de afinación. Problemas que se hicieron especialmente sorpresivos en Un sueño imposible de El Hombre de la Mancha, de Mitch Leigh, pieza que parece hecha a la medida de la cantante. Se nota que su elasticidad y capacidad pulmonar no son las de antaño y pese a que en algunas ocasiones las voces no terminaron de empastar con elegancia, tanto en los duetos como en los tercetos, los miembros masculinos del espectáculo supieron acomodarse al ritmo que marcaba la cabeza de cartel.
Mención aparte merecen los once músicos de la orquesta que bajo la dirección musical de Juan Esteban Cuacci logran tejer una lujosa y firme autopista por la que se desenvuelven sin ninguna preocupación los tres intérpretes. La escenografía es simple y efectiva. Perfecta para ese tipo de espectáculos basados en una recopilación de highlights de grandes musicales cantados por grandes voces en versión concierto. Pocos elementos y todo el protagonismo para la materia prima más importante del show, la humana.
Arranca así esta edición 62 del Festival Internacional de Teatro de Mérida en la que, entre otros espectáculos, destaca el estreno de Estrella Morente sobre la arena milenaria junto a Aída Gómez y Antonio Canales con La guerra de las mujeres, una versión flamenca e inédita de Lisístrata que Miguel Narros dejó sin representar antes de morir. Otros platos fuertes del festival serán las obras sobre los personajes masculinos de la historia clásica como Alejandro Magno, Aquiles, el hombre o Marco Aurelio.
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