Paris Photo: Veinte años congelando el tiempo
Clausurada precipitadamente tras los trágicos atentados del año pasado, este otoño la principal cita fotográfica europea, Paris Photo, sopla 20 velas en una nueva edición que vuelve a confirmar la devoción de la capital gala por esta disciplina artística.
Como cada año desde hace un lustro, el festival Photo Saint-Germain se anticipó al resto de eventos ofreciendo una amplia programación en distintos enclaves del sexto arrondissement. Además de promover el potencial artístico de la rive gauche, a través de museos, centros culturales y galerías, el festival organizó conferencias en las que se debatió acerca del papel del editor fotográfico en la difusión de imágenes o el fotolibro en calidad de objeto coleccionable y especulativo con ponentes como Pierre Bessard (éditions Bessard), Rémi Coignet (redactor jefe de la revista The Eyes y autor del blog Des livres et des photos) o Lionel Charrier (redactor jefe del servicio de fotografía del periódico Libération).
En otra ocasión, uno de los cines del barrio acogió una soirée cinematográfica en la que se proyectaron las películas de Robert Frank. Un encuentro que contó con la presencia excepcional de dos de sus amigos más allegados: Paolo Roversi y Patti Smith, quien, además de contar sus experiencias con Frank, le dedicó la canción Wing aprovechando su reciente cumpleaños.
Dicho esto, da la sensación de que Paris Photo no queda oficialmente inaugurado hasta que el Grand Palais abre sus puertas. Una vez dentro, Esther Woerdehoff (propietaria de la galería homónima) no ocultaba sus planes de cara al año que viene. Poseedora en exclusiva del archivo del fotógrafo suizo Karlheinz Weinberger -fallecido en 2006-, las novedades previstas para marzo de 2017 incluyen la creación de una suerte de club de fans que permitirá a sus miembros recibir trimestralmente una revista limitada a mil ejemplares con distintos portfolios del fotógrafo, cuyo legado se dará también a conocer al gran público gracias a una exposición prevista para los próximos Rencontres d’Arles y la difusión del documental Intimate Strangers.
Por otra parte, la estadounidense Etherton Gallery presentó un imponente portfolio que recopilaba íntegramente las fotografías extraídas de The Bikeriders (1968), el mítico libro con el que Danny Lyon comenzó su carrera documentando la banda de moteros del Chicago Outlaws que pronto allanaría el terreno a películas como Easy Rider. La galería polaca Asymetria contó con una exquisita selección de la feminista Natalia Lach-Lachowicz –también conocida como Natalia LL- y el fotógrafo de avant-garde Jerzy Lewczyński, mientras que la parisina Galerie du jour regentada por Agnès b. complementó las obras de Mark Cohen, Seydou Keïta o J.D. ‘Okhai Ojeikere de su stand con la colección particular que la galerista y diseñadora de moda exhibe en estos momentos en el Musée national de l’histoire de l’immigration.
No obstante, aquellos que deseen iniciarse en el coleccionismo también cuentan con Fotofever. Situada en el Carrousel du Louvre, la feria de fotografía contemporánea mostró los poéticos autorretratos de la joven china Hui Shen (galería 55Bellechasse) y la obra de otros dos jóvenes talentos. El primero, Juan José Seguro Contreras (galería El Catascopio) bien podría abanderar el movimiento New Topographics con el que Stephen Shore, Robert Adams o Lewis Baltz sentaron las bases de la fotografía conceptual a mediados de los setenta. El segundo, Edouard Taufenbach (Galerie Olivier Harlingue) debutaba en la feria con CINEMA: histoires domestiques, una serie de collages de estructura geométrica protagonizados por fotografías de familias anónimas que Taufenbach duplica, recorta, pinta y pega hasta que las imágenes parecen emular una escena de ficción cinematográfica.
En esta línea, Antoine d’Agata presentó una instalación inédita en torno a su última película, White Noise. El lugar elegido fue Salò, un nuevo club dedicado a la contracultura situado a escasos metros del Silencio en el que cada pantalla -38 en total- garantizaba que las secuencias del filme se percibieran como las piezas de un puzzle audiovisual que narra el sórdido viaje de D’Agata por los bajos fondos de la prostitución. “En mis obras más recientes he tratado de forjar un lenguaje secreto, ilegal, construido deconstruyendo la estética. Mi intención es pervertir y destruir las perspectivas que contaminan las normas del lenguaje fotográfico”, afirmaba al hilo de Atlas et Paradigmes, la exposición paralela en la Galerie Les filles du calvaire que reúne los últimos trabajos del artista. Concebida como una carta blanca, D’Agata incorpora el color y una repetición obsesiva –casi warholiana– a sus obras mostrando sus propias experiencias como fragmentos compartimentados que, al igual que los recuerdos, acaban volviéndose abstractos y difusos.
En cuanto a los eventos relacionados con fotolibros, Polycopies incorporó a su tercera edición le petit salon, una iniciativa que permitió a los fotógrafos mostrar y vender personalmente sus instantáneas junto a editores como Dalpine, Chaco o L’Artiere –que durante un día también presentó sus monografías en edición limitada en un hotel de la rue Charlot-. Por otra parte, Offprint congregó de nuevo más de un centenar de editores independientes como Yard Press, Tenderbooks o Little Big Man, que debutaba en esta séptima edición con títulos como Let It Bleed (Rona Yefman), aLL iN. buying into the drug trade (Graham Macindoe) y camisetas con la estampación de una de las fotografías más icónicas del fotolibro New York de Keizo Kitajima.
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