Otra especie en peligro de extinción: las revistas de medioambiente
La doble crisis que azota a la prensa –la económica y la adaptación al formato digital– se ha cebado especialmente con el periodismo ambiental. Las Redacciones se han ido vaciando de los profesionales especializados que ‘nacieron’ a raíz del impulso que supuso la Cumbre de la Tierra de 1992, al tiempo que se han ido cerrando suplementos y revistas dedicadas a la naturaleza. Hacemos un repaso por cuatro revistas verdes, dos veteranas y dos nuevas, que reman contra viento y marea, y hablamos con sus responsables: ‘Quercus’, ‘Energías Renovables’, ‘Ciudad Sostenible’ y ‘BallenaBlanca’.
Si en los ecosistemas se ha acuñado el término resiliencia para denominar a aquellas especies que son capaces de resistir y de adaptarse a los nuevos entornos, en el ecosistema de la prensa ambiental también encontramos algunas revistas que han sobrevivido a la debacle, como Quercus –la más veterana de todas– o Energías Renovables. Incluso hay algunas que han nacido en un entorno claramente hostil: en el ámbito digital contamos con este propio medio, El Asombrario, con un original acercamiento al medioambiente desde el prisma cultural; en papel, merecen mención especial Ciudad Sostenible y BallenaBlanca.
Con una tirada que ronda los 15.000 ejemplares, la revista Quercus, especializada en el medio natural, se mantiene sin pérdidas desde su fundación, en 1981. “Pobres, pero honrados. No podía ser de otra forma, dada nuestra escasa capacidad financiera”, asegura con ironía su director Rafael Serra, que este año cumple 29 al frente de este proyecto que ha sabido navegar con el viento a favor y en contra. “Si la revista arrojara pérdidas, sería imposible mantenerla a flote. Así que es viable, lo ha sido durante décadas, pero sin alharacas”, sostiene, y apunta a dos claves para explicar su supervivencia: “La primera, un respaldo fiel de un número crítico de lectores y suscriptores que han apoyado siempre la revista y que sintonizan con sus contenidos y su línea editorial. La segunda clave es un equipo de Redacción que ha consagrado su vida profesional a esta revista. Hemos tratado de hacer las cosas bien durante mucho tiempo y eso nos lo reconocen los lectores”.
Al margen de Quercus, pionera en España en información de la naturaleza, la mayoría de revistas y medios dedicados al medioambiente surgieron tras la Cumbre de la Tierra de 1992, que supuso un antes y un después en la toma de conciencia mundial sobre las amenazas ambientales que cuestionan nuestra supervivencia en el planeta. “En esa década, la de los noventa, la información ambiental fue ganando protagonismo paulatino, y los medios o los espacios especializados fueron adquiriendo una cierta relevancia. Esa experiencia en medios especializados nos hizo entender que las energías renovables llegarían a ser trascendentales en el cambio de modelo energético que entonces se vislumbraba”, explica Luis Merino, codirector de la revista Energías Renovables, referente del sector.
“Nacimos en el año 2000, solo en Internet, cuando estallaba la burbuja de las punto com. Todo lo que ofrecíamos en la web era gratuito y, en gran medida, novedoso para el gran público. Así que tuvimos un recibimiento extraordinario. Pero no había manera de conseguir publicidad para la web. Era, probablemente, demasiado pronto para los medios online en España. Así que lanzamos la revista en papel en 2001. En apenas dos años contábamos ya con suficientes apoyos de suscriptores y anunciantes para que el proyecto resultara económicamente viable. El despliegue masivo de renovables que se vivió hasta 2010 nos empujó siempre con viento de cola. Hasta la llegada de la crisis, que en nuestro caso particular es la de los recortes a las renovables».
«En Internet», sigue Merino, «los contenidos de Energías Renovables son gratuitos –con más de 100.000 usuarios únicos mensuales, y creciendo– y la revista en papel es por suscripción. Con una tirada de unos 5.000 ejemplares –aunque llegaron a tirar el doble–, la revista se financia básicamente a través de la publicidad. La revista es un referente entre los profesionales de las energías renovables y de la energía en general. Pero también nos leen los ciudadanos que entienden que la energía es un tema fundamental para cambiar las cosas. Y que deciden cambiar energías sucias por energías limpias, o crear cooperativas energéticas, o convertirse en autoconsumidores, o comprar un vehículo eléctrico. La revolución energética no ha hecho más que empezar”.
No hay que irse muy lejos para darse cuenta del alcance de esta afirmación. Aparte de los efectos de la dependencia del petróleo en nuestra economía o en el clima, basta mirar a las grandes ciudades y sus problemas de contaminación para situar a la energía y la forma en que nos desplazamos en el centro de gran parte de los debates.
Precisamente, con la idea de propiciar un cambio de modelo urbano, nació en 2009 la revista trimestral Ciudad Sostenible, en plena crisis económica, con una tirada de unos 5.000 ejemplares. “Creíamos, y seguimos creyendo, que en las ciudades están las principales soluciones a la crisis socioclimática y que el intercambio de información es fundamental para poner en valor las buenas prácticas y el conocimiento acumulado”, explica su director, Carlos Martí.
La evolución durante todos estos años ha sido positiva, asegura Martí, a pesar de los años de crisis que impactaron negativamente en el mundo editorial. “Ciudad Sostenible es hoy una cabecera asentada, reconocida y valorada por los gestores urbanos público y privado, así como por expertos, organizaciones y empresas relacionadas con el diseño y funcionamiento de la ciudad. De cara al futuro, seguimos creyendo en una revista de papel, pero con fuerte presencia en el ámbito digital. Desde hace un año, aproximadamente, tenemos una web más dinámica que ha incorporado un canal de información y colaboraciones de diferentes especialistas urbanos”.
Más reciente aún, de 2014, es la experiencia de BallenaBlanca, una publicación que intenta mantener viva la llama del reportaje atractivo y de fondo sobre el medioambiente. “Un grupo de periodistas ambientales freelance quisimos lanzar un proyecto que ayudara a financiar tanto nuestro trabajo como el de otros compañeros. Para sorpresa de muchos, lanzamos una revista en papel, pues pensábamos que si era buena sería más fácil que la gente pagara por ella. Fue una decisión acertada”, explica una de sus promotoras, Sara Acosta.
Con lo que consiguen con las suscripciones y la publicidad, no solo mantienen la revista, de periodicidad trimestral, sino que financian otros trabajos en formatos digitales. “Estamos pagando para hacer viajes, investigar, analizar bases de datos…, cosas que se están dejando de hacer y que resultan imprescindibles para dar una información de calidad. Nuestro propósito no es mantener una revista, sino dar con un modelo que permita ofrecer información fiable y atractiva sobre medioambiente. Y para eso estamos experimentando tanto con el papel como con los formatos digitales”, asegura Acosta.
Desde BallenaBlanca no están del todo seguros de que el medioambiente tenga un mayor interés para el gran público. “Están sucediendo tantas cosas importantes ahora mismo, que es fácil olvidarse de lo ambiental. En cualquier caso, los suscriptores de BallenaBlanca no dejan de crecer. Hoy en día, en el mundo de la comunicación hay mucho ruido. Pensamos que somos necesarios porque hacen falta medios ambientales capaces de llamar la atención. Para lograrlo hay que trabajárselo mucho. Creemos que dar información de mucha calidad y rigurosa, con enfoques atractivos, divertidos y originales sobre temas que pueden ser complejos, es la forma de conseguirlo. Nuestro empeño es generar confianza en el periodismo con un producto muy cuidado, casi artesanal. En España hay gente dispuesta a pagar por estos contenidos, pero hay que darle algo muy bueno”, añade Acosta.
Y no solo las revistas más jóvenes, también las más veteranas ven el futuro con expectación y escepticismo. “Por un lado, sabemos que la raíz pivotante de Quercus es sólida y puede seguir así durante muchos años», asegura Rafael Serra, de Quercus. «Pero, por otro, somos conscientes de que tanto el periodismo como las revistas especializadas e impresas se encuentran en crisis. No sabemos qué formato tendrá éxito en el futuro. De lo que sí estamos seguros es de que seguirá habiendo un público interesado en estos temas. Pero la fórmula mágica para que ambos vaticinios converjan todavía no la conocemos. Ni nosotros ni nadie”.
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