Una piscina de fondo negro que hiela la sangre del lector
El poder devora a los pobres de muchas maneras, los mata de hambre, los convierte en fugitivos, les secuestra a sus pequeñas hijas para satisfacer sus deseos y después pasa página… De todo eso y de otroCorrus muchos actos atroces habla esta novela delgada y categórica, que se mueve entre lo mágico y lo siniestro: ‘La banda oriental’, de Paloma Vidal (Buenos Aires, 1975, pero viviendo en Brasil desde los dos años). Una niña y un perro son los protagonistas. Y una piscina de fondo negro que hiela la sangre del lector se convierte en la angustiosa imagen de la corrupción, el abuso y la violencia que transitan con demasiada frecuencia por América Latina.
La soledad y el desarraigo son en ocasiones esos dos mal intencionados superpoderes que un dios indecente incorpora a la vida de un niño para obligarle a habitar dentro de una clarividencia que definitivamente va a destrozarle la vida. Un tema duro, desasosegante, que es tratado por Paloma Vidal en su novela breve, La banda oriental, con una decencia y una maestría arrolladoras.
Vidal hace de su pequeña protagonista una superviviente indispensable para contar esas verdades que las buenas familias guardan dentro de sus casas supra-vigiladas y alejadas de todas esas sospechas que siempre despiertan las casas de los menos favorecidos. La corrupción y el abuso son tipificados en esta novela por la angustiosa imagen de una piscina de fondo negro que hiela la sangre del lector mientras ve a la niña que narra introducir, con una inocencia desoladora, sus pies en esa balsa en la que las mayores atrocidades encuentran su refugio.
La banda oriental es una alegoría impresionante sobre la impunidad y sobre esa connivencia del poder que acaba gangrenando el porvenir de naciones enteras. La visión íntegra que posee un niño para detectar el mal, la perversión o la injusticia. Un golpe letal sobre el corazón y la memoria. El aliento de una niña que mientras pasan las páginas se convierte en un sinfín de brutales pensamientos, en un fogonazo de piedad mal administrada:
“Le preocupa qué le va a pasar al perro cuando ella se vaya. Apenas con pensarlo le vienen ganas de llorar. Ella lo mira y le dice:
––Antes de irme a Brasil, te voy a ahogar en este piscina, así no te quedas solo”.
“Quejarse no sirve. Lo aprendió viéndola a la tía. Para salvarse hay que actuar”.
Bajo su pequeño cuerpo subyace una violencia densa, aunque a primera vista indescifrable, excepto para esos vigilantes superdotados que son los animales:
“El invitado sigue mirando a la nena. Mientras la mujer y el perro le miran a él. Es insoportable. Lo que entiende el perro es insoportable. Es evidente. Está todo ahí. ¡Todo ahí! Y nadie lo ve”.
La banda oriental es una inquietante y bellísima obra cuya teatral atmósfera, dibujada sobre la elegante silueta de Punta del Este, induce a una entrega total por parte del lector. Es pura prestidigitación emocional:
“La nena es como un resto de amor surgido de la salvajería. Es un mundo salvaje. La tía llora”.
Extensa y feroz denuncia:
“¿A qué olería ese hombre que todos veneran? En esta ciudad, lo que se veneras huele siempre bastante parecido”.
Vidal escribe pistas útiles, sostiene jeroglíficos que deberían ser casos cerrados y que ella resuelve desde un lirismo de brutalidad cristalina. Habla de niñas muertas sobre la arena de las playas y corrobora que el mar no está entre nosotros para borrar las huellas que deja por ejemplo el turismo sexual cuyo objetivo son los cuerpos a medio hacer. El poder devora a los pobres de muchas maneras, los mata de hambre, los convierte en fugitivos, les secuestra a sus pequeñas hijas para satisfacer sus deseos y después pasa página… De todo eso y de otros muchos actos atroces habla esta novela delgada y categórica en la que no hay espejismos literarios, sino certezas que abren la carne de quien lee de esas forma en que la lepra abre, en cuanto llega, una ciénaga de insolidaridad entre las dos aceras de una misma calle.
La banda oriental es un testimonio de un virtuosismo conmovedor, la boca de su autora está llena de fuego y de palabras que sirven como salvación y como justicia, porque lo que ella sabe bien es que lo que no se nombra acaba convertido en una nueva victoria para los sátrapas.
No dejéis de leerla. La banda oriental es ese tesoro que se le roba con inteligencia y honestidad al pirata más temido.
‘La banda oriental’. Paloma Vidal. Paripé Books. 91 páginas.
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