Poesía rotundamente negra, valientemente libre
La literatura afro ha sido el fin de semana la protagonista de la 14º edición de ‘POETAS. Festival poético’, celebrado en La Casa Encendida de Madrid y que este año se ha abierto con electrónica, rap, pop y ‘spoken word’, y con una mirada feminista sobre la diáspora africana. Las voces –libres, valientes y hermosas- de mujeres africanas o afrodescendientes se oyeron más altas que nunca. Falta hace reivindicar la “descolonización” de las artes y las letras. ‘El Asombrario’ celebró así el Día de la Hispanidad.
En una fecha tan señalada como el 12 de octubre –Día de la Fiesta Nacional o de la Hispanidad, como prefieren unos u otros– no es de extrañar que el mensaje descolonizador calara doblemente. Las voces racializadas cada vez tienen más cabida en la sociedad, pero insuficiente a todas luces. Entonces, ¿parece buena idea reivindicar la racialidad con un festival de algo minoritario como la poesía? Aunque a priori la respuesta sería no, la cola para entrar en las actividades de POETAS. Festival poético 2019 parecía dibujar un sí rotundo. Más aún al tener que colgar el cartel de ‘aforo completo’ en la primera actividad del sábado pasado en La Casa Encendida en ‘Griots es Poesía‘.
“La idea es llegar a más gente y es impresionante la respuesta de hoy”, aseguraba Natalia Desmesura, poetisa y redactora de la revista digital Afroféminas, que cuenta con un millón y medio de lectoras y que tiene como objetivo mostrar las voces de las mujeres afrodescendientes de habla hispana. “Es importante que la gente entienda que lo que lee en Afroféminas no es personal, es sistemático”, insiste Desmesura, que explica la importancia de contar con un espacio propio y de referentes de mujeres racializadas haciendo literatura, teatro o poesía, entre otras.
La 14º edición del festival ha ampliado la mirada para incluir como poesía desde música electrónica, la palabra bailada o la tradición oral. Precisamente un griot es la persona que transmite la cultura de esta manera, un bardo, un trovador de la poesía. ¿Y puede esta cambiar el mundo? “El activismo poético es beligerante. Es crecerse ante las dificultades y las injusticias sociales de todo tipo. Usar la palabra como lucha social. Pero siempre actuando, no sirve solo ser empático”, comenta en la charla Desmesura. Ante la pregunta de si existe una poesía afro, la poetisa colombiana Lilián Pallarés puso de ejemplo su trayectoria de vida, ya que hasta que empezó a residir en España ni se había visionado a ella misma como una persona afro. “Mi padre es negro y mi madre blanca, así que crecí entre dos mundos en un país que no se declara racista, pero que lo es”, explicó, a la vez que insistió en que “tenemos muchas ganas de mostrarle al mundo que no somos un estereotipo”.
A las preguntas sobre racialidad, feminismo y poesía, se intercalaban las obras recitadas por sus propias autoras. Como asumo, el verso con el que Artemisa Semedo explicaba cómo descubrió su identidad al ser ella la única persona negra de muchos recitales a los que iba en España y donde sentía que le “faltaba algo”. “Es necesario usar nuestro propio lenguaje para expresar la violencia que vivimos a diario las personas afrodescendientes”, aseguró la caboverdiana, a lo que las demás participantes asintieron con la cabeza. Heidi Ramírez, curtida en los poetry jam, o poesía escénica, insistió en que la base de la poesía (etimológica) es el hecho de hacer. Además de recitar tres poemas –uno de ellos en composición automática–, Ramírez explicó que gran parte de la poesía también responde al contexto de “intimidad”. “A veces parece que solo nos reunimos para denunciar las injusticias sociales y las cosas que no nos gustan, pero también debe haber espacio para hablar de lo que sentimos”, afirmó.
Uno de los platos fuertes del día era tener en Madrid a la poetisa sudafricana Koleka Putuma. El aperitivo, en el encuentro con Afroféminas, no hizo más que generar el deseo de verla en el escenario destacando piezas de su libro, best-seller en su país, titulado ‘Amnesia colectiva’. En sus textos se encuentran las críticas a la situación de la mujer –especialmente las lesbianas y queers–, sobre el tabú que aún supone la homosexualidad y de cómo el patriarcado se incrusta en las estructuras más antiguas y en las que se generan en el Estado sudafricano. Su estilo, rompedor y directo, se acentúa aún más con ella en el escenario y responde de inmediato a la pregunta de por qué la revista Forbes la incluyó el pasado año en su lista de joven promesa Africa under 30.
Después de esta magistral apertura, la música afro se abrió paso en Griots es poesía con Siwo, cuya música él mismo define como »electrónica afrofuturista con pinceladas de hip hop, punk, soul y afrobeat». Por su parte, Mutombo Da Poet logró enganchar al público con sus historias cantadas, o spoken word, que explicaban su perspectiva de cómo ha cambiado su país, Ghana, o el efecto de internet en las relaciones sociales, por ejemplo. Desde Jamaica llegó D’bi Young Anitafrika, que con su arte multidisciplinar trata de reflexionar sobre feminismo, personas racializadas o lucha de clases gracias a la poesía, la dramaturgia o el híbrido poesía dub.
Otro de los reclamos de esta edición era la cantante Pongo. Tan importantes son sus letras como su ritmo para entender el universo de esta joven portuguesa de origen angoleño que sabe lo que es huir de una guerra. Su identidad, su historia familiar y la disyuntiva de perder raíces o integrarse gravitan en sus temas, donde mezcla bailes africanos (como el langa o el zaïco) con bass music, dancehall y pop tribal. Artes “rotundamente negras”, como subrayan los poemas de Shirley Campbell, que reivindican la belleza de la diversidad, la valentía de las voces propias y aceptar el paso adelante que supone para una sociedad enfrentarse a la descolonización de sus artes y sus letras.
Comentarios
Por Xavi, el 15 octubre 2019
La artista de la primera foto no es Pongo, si no D’bi Young Anitafrika.
Y hablando de fotos, hubiera sido un detalle acreditarlas.
Saludos.
Por Asombrosio, el 15 octubre 2019
No habría estado de más que la propia organización hubiera pasado unas fotos con sus pies de foto o alguna información más allá de `_DSC1585´. De esta forma, la redactora no habría tenido ninguna confusión al trasladarle a la redacción de qué artista se trataba. También habría estado muy, muy bien, que el servicio de prensa de la organización hubiera advertido e informado del nombre del fotógrafo. Todo lo que llegó a la redacción fue un enlace a una carpeta titulada ‘Griots día 2 (redes sociales)’ llena de fotografías con la única información de su número de archivo. Esta revista tiene por costumbre acreditar todas las fotografías que publica -jamás dejamos de acreditar un trabajo del se nos facilite el nombre del autor-. Gracias.