¿Por qué lo llaman amor al trabajo cuando se trata de explotación?

Trabajos de extinción de un incendio en un área rural de Madrid. Foto: Bomberos de Madrid.

¿A qué dedicarías tu tiempo si no tuvieras que trabajar? Es una cuestión que le gusta plantear a Sarah Jaffe, la autora del libro ‘Trabajar: un amor no correspondido (cómo la devoción por el trabajo nos mantiene explotados, agotados y solos)’, publicado por la editorial Capitán Swing. Con ello no trata simplemente de invitar al interlocutor a pasar un rato de amable evasión de su realidad cotidiana. Todo lo contrario. Lo que busca esta periodista y escritora estadounidense con esta pregunta es remover conciencias sobre un hecho indiscutible: el trabajo es una necesidad, no una elección. Algo que estamos obligados a hacer, nos guste en mayor o menor medida, o aunque nos disguste profundamente. Y más cuando planean sobre nosotros los más oscuros tiempos de un nuevo feudalismo.

Por supuesto que a todos nos encantaría pasar mucho más tiempo disfrutando de la compañía de nuestros seres queridos o dedicándonos a actividades y aficiones vocacionales. Pero para todo eso necesitamos dinero y la única manera de obtenerlo, salvo que seamos miembros de la minoría privilegiada, es vendiendo nuestra fuerza de trabajo en un mercado laboral crecientemente desregulado, cruel y exigente con unos trabajadores cada día más cansados, precarizados y aislados a los que se les exige, además, una entrega que vaya más allá de sus obligaciones. Una entrega apasionada, como debe ser cuando se trata de amor verdadero.

Como explica la propia autora en las primeras páginas del libro: “Nos han enseñado que, en teoría, el trabajo en sí mismo debe proporcionarnos plenitud, placer, sentido e incluso felicidad. Se supone que debemos trabajar por amor al trabajo, y ni se te ocurra poner en cuestión cómo nuestro trabajo enriquece a otros mientras nosotros hacemos malabarismos para llegar a fin de mes y apenas podemos ver a nuestros amigos”.

La buena noticia es que este discurso del trabajo por amor lleva tiempo sin convencer a buena parte de la clase obrera. Así lo demuestran fenómenos citados por Jaffe como La Gran Dimisión –fenómeno global protagonizado por millones de personas que han renunciado a sus puestos de trabajo de manera voluntaria en los últimos años– o como el resurgir de los sindicatos que se está experimentando en EE UU.

Es cierto que a menudo nos conviene fingir y seguirle la corriente a nuestros superiores cuando afirman con orgullo paternalista que su empresa es “como una familia”. Pero, como dice una de las personas cuya historia es narrada en este libro, “las familias no te despiden una vez al año”.

Muchos trabajadores advierten estas contradicciones implícitas en el discurso del trabajo por amor. El problema es que ser conscientes de la mentira, de que en realidad no es amor, sino explotación, no nos libra del posible abuso que entraña toda relación desigual y no correspondida.

Uno de los ejemplos más evidente de esta naturaleza coercitiva del trabajo que denuncia Jaffe lo tenemos en los trabajadores considerados esenciales en los duros tiempos del confinamiento provocado por la pandemia de la covid19. Trabajadores que en un primer momento recibieron todo tipo de elogios por sus empleadores, que se enorgullecían de la “heroicidad” de quienes seguían acudiendo a sus puestos de trabajo.

Lamentablemente, las alabanzas iniciales no tardaron en dar paso a durísimas acusaciones. Casi de la noche a la mañana, y siguiendo el tradicional mantra neoliberal, se dejó de hablar de los héroes que se enfrentaban a diario a escenarios casi de película post-apocalíptica para cumplir con sus obligaciones laborales allí donde les tocara para centrarse en las críticas a quienes, supuestamente, preferían vivir de los subsidios antes que ir a trabajar. Todo ello en un contexto, recordamos, en el que la gente se jugaba literalmente la vida por acudir a unos empleos frecuentemente mal remunerados y carentes de unas mínimas medidas de protección frente al virus.

La versión hispánica de los ‘héroes’ del trabajo

Al mismo tiempo, estas historias que nos cuenta Trabajar: un amor no correspondido también nos evocan otras historias no presentes en el libro, pero que sin duda podrían figurar en una versión hispánica del mismo. Esto es así, simple y llanamente, porque Jaffe ha dado en el clavo, apuntando de forma directa a una de las claves del discurso neoliberal en todo el mundo. También aquí, en nuestro país. Al leer este libro, resulta inevitable recordar, por ejemplo, todos esos aplausos en homenaje a los “héroes” de la sanidad que luchaban en nuestros centros sanitarios por salvar el mayor número de vidas posible, poniendo en riesgo su propia supervivencia en tan loable empeño.

Estos héroes y heroínas son los mismos que no mucho tiempo después salían a las calles en defensa de una sanidad pública cada vez más deteriorada. Tampoco tardaron, como los trabajadores esenciales citados por Jaffe, en ser víctimas de un ataque furibundo por parte de las posiciones más reaccionarias y ultraliberales. Con el agravante de que además sufrieron un clamoroso abandono por esa misma población que tanto les había aplaudido y que parece haber dado por inevitable la privatización de la sanidad madrileña ejecutada de forma implacable por la líder política más adecuada para tan descabellado propósito.

Y yendo hasta épocas todavía más recientes en el tiempo, ¿cómo no acordarnos de esa icónica imagen de un camión de la principal operadora de supermercados de nuestro país, además de origen valenciano, atrapado en medio de la riada durante la dana? “Hay cosas más importantes que vivir”, afirmó durante la pandemia el vicegobernador de Texas, Dan Patrick, en unas bochornosas palabras con las que quería dejar bien claro que lo más importante era salvar la economía. Declaraciones que Jaffe resalta como muestra del poco amor que nos tienen los que quieren que antepongamos el amor al trabajo a nuestras propias vidas.

Esta exigencia de amor nunca correspondido atraviesa todos los países y todos los sectores de la actividad económica, pero resuena especialmente en aquellos ámbitos laborales relacionados con el papel que el patriarcado ha asignado tradicionalmente a la mujer. Esto es así, según Jaffe, porque hablamos de tareas como la limpieza del hogar o el cuidado de personas que, según el discurso patriarcal, la mujeres realizaban precisamente por amor a su pareja y a su familia, y no porque se tratara de un trabajo “de verdad”, a pesar de su indudable importancia económica, como recalca la autora.

La lucha por la diversidad y la inclusión

Uno de los grandes aciertos de este libro es, precisamente, que combina dos esferas de reivindicación y de activismo que determinadas voces tratan de separar, cuando no de enfrentar, de una manera un tanto artificial. Hablamos del enfoque que lucha por la diversidad y la inclusión –no solo de género, también hay frecuentes alusiones al movimiento contra el racismo Black Lives Matter– y del enfoque obrerista.

Trabajar: un amor no correspondido es, sin duda, una llamada a la organización colectiva de la clase trabajadora. A lo largo de sus páginas, conocemos las historias de vida de personas que sufrieron, en sus respectivos ámbitos profesionales, diferentes situaciones de explotación o de maltrato laboral alimentadas por esa ética laboral que nos obliga a abrazar dicha situación de explotación.

Todas estas historias tienen en común un final que invita a la esperanza: a pesar de las dificultades, es posible conseguir victorias claras que significan una mejora de las condiciones laborales en forma de incrementos salariales, contratos más estables, horarios más racionales, etc… Este mensaje positivo es especialmente importante en estos momentos, en los que la clase obrera pareciera estar predestinada a perder siempre. Al contrario, Jaffe nos recuerda que los trabajadores siguen consiguiendo victorias de forma continua.

Ganar la guerra quizá no esté a nuestro alcance por ahora, pero sí que es posible vencer en muchísimas batallas que suponen un antes y un después para la vida de un gran número de personas. Estas victorias, tan concretas como efectivas, no están tan lejos. Siempre y cuando seamos capaces de unirnos y de actuar de forma colectiva por un fin común.

Volviendo al tema de la inclusión, es evidente que esta necesaria unión de la clase trabajadora, para que sea real, debe entenderse como unidad dentro de la diversidad. Lo cual no tiene por qué suponer un problema. Insistimos una vez más: no hay ningún riesgo en que esta apelación a la diversidad se convierta en una especie de trampa posmoderna capaz de desviar nuestra atención sobre las condiciones materiales de vida de la clase trabajadora.

La situación es, más bien, la contraria: es evidente que cualquier mujer que se dedique, por ejemplo, a cualquier trabajo de cuidados feminizado y precarizado, como muchas de las protagonistas de este libro, puede entender mejor que nadie las conexiones entre la explotación laboral y la discriminación de género. Algo muy similar podemos decir de aquellas personas que sufren discriminación laboral por su identidad sexual, por su origen o por su color de piel.

Ama de verdad (y no a los amos)

Esta es una de las mejores enseñanzas que nos aporta Trabajar: un amor no correspondido, un libro que, paradójicamente, es toda una reivindicación del amor. Pero no de ese falso amor al trabajo. Sino del amor de verdad. De ese lazo afectivo que nos une con otras personas en cualquiera de sus formas (familiares, amigos, parejas…) y que siempre nos proporciona los mejores momentos de nuestras vidas.

No siendo esto poca cosa, Jaffe también nos deja otro mensaje igualmente poderoso: el amor puede ser la fuerza que necesitamos para cambiar el mundo. Como afirma la escritora: “Liberar el amor del trabajo es, por tanto, fundamental para la lucha que pretende rehacer el mundo. Y la gente ya ha empezado a reclamar espacios para experimentar con lo que implica amarnos unos a otros sin las exigencias de los modelos de trabajo capitalista. Como decía Silvia Federici, recordando a Platón: ‘Si fuera posible tener un ejército de amantes, seria un ejército invencible”. Amen. Sin tilde y con todas las ganas. Porque el amor siempre le puede al miedo, abriendo así la posibilidad de nuevos horizontes de futuro por los que merezca la pena luchar.

‘Trabajar: un amor no correspondido’. Sarah Jaffe. Editorial Capitán Swing. 512 páginas. Traducción de Lucía Barahona.

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