‘Por rojos y maricones’: LGTBIfobia en el PP
“Desde su nacimiento, el Partido Popular ha hecho de la LGTBIfobia un estilo de gobierno”. Lo afirma sin rodeos el activista queer y lingüista Nacho Esteban, que pone como ejemplo el caso de Aznar, quien durante sus mandatos bloqueó una ley nacional de parejas de hecho, o el de Rajoy, que trató de hacer lo mismo con el matrimonio igualitario, llegando a mantener durante siete años un recurso de inconstitucionalidad hasta su desestimación.
“Con Casado, el candidato popular apoyado por Hazte Oir frente a Sáenz de Santamaría, el partido experimentó un giro a la derecha hasta el punto de pactar con el partido ultraderechista Vox, cuyos integrantes (gran parte de ellos expopulares) manifestaron antes, durante y después su rechazo hacia los derechos LGTBI”, comenta en su ensayo ‘Por rojos y maricones’ (Egales), que repasa de izquierda a derecha la historia política de la LGTBIfobia en España exponiendo el historial de cada partido.
Algunos pueden calificar tu libro de persecución orquestada desde la izquierda.
Lo que pasa es que tenemos un gran problema con la política y el reconocimiento de las instancias que han practicado la LGTBIfobia. Ellos podrían cambiar el discurso y decir “éramos así en el pasado, pero ahora hemos cambiado”, un poco como si se tratara de parejas maltratadoras. Nosotros hasta podríamos creernos esa mentira, porque no sabemos cómo actuarán en el futuro. El caso es que nos están negando que han hecho ciertas cosas en el pasado, sobre todo en el caso del PP, que intenta reescribir el pasado diciendo que el recurso aquel que presentaron era en realidad por nosequé. Cuando yo quería hablar de este tema, la gente me pedía fuentes y tenía la sensación de que todo estaba muy disperso y que hay tantísima información que se te va olvidando. Es muy cómodo tener todo junto para poderlo manejar y tener ese debate de ‘no, esto sí que sucedió, así que no me hagas luz de gas’.
Es un hecho que el PP ha supuesto durante años el mayor obstáculo para la protección legal de los derechos de gais y trans. ¿Crees que la situación será distinta con el actual presidente del partido, Feijóo?
La suya es una figura algo extraña, porque nunca se ha terminado de posicionar. Quizás se parezca un poco al primer Rajoy, que antes de gobernar no se sabía muy bien dónde iba a posicionarse. Lo que pasa con esta gente es que luego llega al poder y tiene deudas con ciertos votantes, o bien tienen que ceder para lograr algunos pactos. No creo que esa sea su política principal, pero es algo a lo que probablemente tendrá que acabar cediendo. Si ya en precampaña nos está avisando que es su misión derogar la ley trans estatal que se ha aprobado, ¿qué no hará cuando tenga la presión de barones del partido que quieren ejercer su influencia, compromisos de cara a esos votantes que le exigen mayor dureza o necesidad de lograr acuerdos con Vox, como ya ha sucedido en Madrid, Murcia , Andalucía?
Hablas en el libro del anarquismo y la izquierda. ¿De qué forma despreciaron inicialmente a las personas LGTBI?
Este es un tema bastante interesante. Se ha creado todo un mito en torno al comunismo y, en menor medida, al anarquismo. Se dice que fueron los primeros homófobos, pero eso no es así especialmente. Hablamos de corrientes políticas y filosóficas que surgieron a finales del siglo XIX y principios del XX y que, por tanto, obedecían al clima de homofobia de su época. La LGTBIfobia era algo extendido en todos los países, estamentos y filosofías. Los primeros comunistas y los primeros anarquistas no eran distintos de los primeros socialdemócratas, conservadores, cristianos… Lo que sí es cierto es que, como tenían esa vocación revolucionaria, enseguida se dieron cuenta de que la revolución también debía incluir la cuestión de la liberación sexual. Ellos fueron de los primeros en comprometerse con este tipo de cuestiones.
¿Siempre se ha utilizado la homosexualidad para atacar a enemigos políticos de cualquier bando?
Esto es algo muy viejo, sí. La LGTBIfobia se podría rastrear hasta casi el pasado más remoto. Si te vas al teatro griego, ya entonces se bromeaba con el hecho de ser afeminado y de ser el receptor del sexo anal. Pero esto se incrementó bastante cuando empieza a surgir esa noción de que existe un individuo distinto, el homosexual, que tiene unas características concretas. A partir de ese estereotipo es cuando ya se utiliza para la difamación política. Se decía ‘este político es gay, es un pervertido y es nosequé’. Eso ha sido bastante transversal a lo largo de la historia y se ha utilizado en todas las corrientes políticas. Se utilizó contra Azaña y se utilizó contra los nazis, aunque también lo utilizaron los propios nazis contra gente como el supuesto provocador del incendio del Reichstag.
Franco, por ejemplo, recibía desde sus propias filas apodos como Paquita.
Sí, y entre los nazis también sucedía. Tenemos el caso del líder de las SA Ernst Röhm, cuya homosexualidad estaba en principio admitida, que recibía burlas tanto por parte de los antifascistas como de los propios nazis. Franco y él comparten el haber aparecido caricaturizados de forma afeminada en algunas publicaciones.
¿Cuál fue la postura de UCD sobre los derechos de gais y trans durante sus años de gobierno (1976-1982)?
Es un tema curioso, porque ha habido bastante silencio al respecto. Hubo mucha continuidad en la transición española. Es un poco mito eso de la transición pacífica en la que todo sucedió de forma suave y fluida. En lo político, hubo bastante continuismo. En algunos casos, era difícil diferenciar entre UCD y los mecanismos franquistas. El de la UCD es, con diferencia, el gobierno democrático que más censura ha practicado en toda la historia: las redadas continuaron, la represión policial continuó, todos los primeros Orgullos se saldaron con una intervención violenta de la policía y con detenciones, siguió el escándalo público… Habría que poner en entredicho toda esta hagiografía de Adolfo Suárez, al menos cuando se trata de las minorías sexuales. UCD se resistió hasta el último momento a cambiar la ley de peligrosidad social del franquismo. El PSOE fue el que inició el movimiento para empezar a derogar esa ley, porque vio que llevaba a injusticias. Luego, el Partido Comunista (en concreto, a través de Ramón Tamames) planteó una enmienda que decía que estaba muy bien que se derogase parte de la ley, pero que en concreto había que excluir a los homosexuales de los peligrosos sociales. El PSOE enseguida dijo que eso efectivamente era así, y aquello se aprobó con prácticamente la abstención de todos los miembros de UCD, incluido Adolfo Suárez.
¿Fue Enrique Tierno Galván tan moderno como siempre quiso parecer durante sus años como alcalde de Madrid?
La Movida ha formado parte de ese mito sobre la Transición. Esto es algo que vemos ahora, pues la mayor parte de los representantes de esa época que aún siguen vivos son bastante reaccionarios hoy día, y algunos hasta piden de forma explícita el voto para la derecha conservadora. Tierno Galván también aprovechó esa imagen de modernez. Era un señor que prácticamente cada vez que hablaba de homosexualidad, y en general de sexualidad, se mostraba realmente muy conservador. Hablaba de la homosexualidad como una enfermedad y sostuvo esta postura durante mucho tiempo, algo que le valió el apodo de Fray Tierno.
Incluso trató de presionar a Santiago Carrillo para que impidiera el estreno de la película de Eloy de la Iglesia ‘El diputado’.
Sí. Hablamos de tiempos muy convulsos en política, en los que surgieron muchas formaciones nuevas. Tierno venía de un partido distinto y se integró en el PSOE. Él siempre pensó que el protagonista de El diputado podía estar basado en Raúl Morodo, aunque, hasta donde sé, Eloy de la Iglesia siempre lo negó, y el propio Morodo tampoco se dio nunca públicamente por aludido. Ahí hubo una presión muy fuerte. Pero Carrillo, líder del Partido Comunista, se negó a ejercer su influencia sobre Eloy de la Iglesia, que además era militante de este partido. De hecho, lo apoyó de forma expresa acudiendo al estreno de la película junto a varios representantes del Partido Comunista.
¿De qué forma posibilitó el Gobierno socialista de Felipe González los primeros avances en cuanto a derechos LGTBI para los ciudadanos de España?
Se suele decir que hubo una ruptura muy notable entre el primer gobierno de UCD y el primero socialista. Esto no es exactamente así, pero es lo lógico, pues la historia es mucho más continua. Durante los primeros años de gobierno socialista, no hubo una diferencia radical en este sentido. Las redadas siguieron, no se cambió la legislación y tampoco hubo grandes derogaciones de las leyes que todavía permitían la represión. Felipe González no supuso una gran diferencia. Más adelante, bien por el hecho de que había personas socialistas que creían de alguna manera en la lucha LGTBI, bien por apelar a ese electorado y mostrarse como progresistas, sí hubo pequeños avances ya cuando se terminaba la última legislatura de González (como la Ley de Arrendamientos Urbanos, la primera que reconocía de alguna forma los efectos legales de las parejas del mismo sexo, o el Código Penal de 1995, que acabó siendo un texto bastante garantista al incluir la prohibición de la discriminación por razón de orientación sexual).
¿Por qué comentas que la campaña contra el terrorismo de ETA se convirtió en una excusa para la persecución homófoba y los abusos policiales?
Hasta donde sé, la primera persona que habló de esto fue Jordi Petit. Él comentó que, en el caso Almería, surgió de repente en el juicio una cuestión muy extraña, y es que los abogados de los guardias civiles que torturaron y asesinaron a aquellas tres personas (a las que se supone que confundieron con miembros de ETA que estaban en busca y captura) argumentaron que debía haber un atenuante, porque las personas asesinadas parecían homosexuales, que entonces estaban considerados peligrosos sociales. Pero este no es un hecho aislado. Vemos que en la lucha contra el terrorismo de ETA, sobre todo por parte de los GAL, que fue un auténtico descontrol, se cometieron muchos abusos. Hablamos de vejaciones homófobas a los detenidos y también de violaciones. Se aprovechó ese tipo de intervenciones para la represión no solo de sospechosos de terrorismo, sino también de todo el que no terminaba de encajar en el nuevo estado democrático que, en el fondo, no dejaba de ser una continuación de lo que habíamos tenido previamente en la dictadura.
En uno de los capítulos mencionas aquella ocasión en la que el actual rey emérito preguntó durante la Feria del Libro a la dueña de la librería LGTBI Berkana si allí solo publicaban “libros de mariquitas”. ¿Sabes si llegó a comprarse alguno?
No. (Risas). Mili [Hernández] siempre le ha restado mucha importancia al incidente, porque quizás entiende que ese era el tipo de lenguaje que utilizaba la gente de su generación sin ninguna mala intención. Sí que es verdad que la Casa del Rey siempre ha sido muy discreta, hasta quizás estos últimos años, y que no se conocen grandes incidentes. Me parecía interesante incluir las poquitas cosas que hemos podido saber, también para ver el cambio que ha habido con las nuevas generaciones. Lo que es un poco más difícil de justificar es que Juan Carlos llamara ‘maricón’ a un periodista solamente por llevar un jersey rojo. Imagino que son de estas cosas que se hacen entre amigotes, pero también es cierto que, por menos de eso, hemos pedido dimisiones de ministros.
¿Te sorprende la complicidad del PP con la extrema derecha, que difunde entre sus miembros un argumentario que propone acusar a Javier Maroto (PP) de “utilizar su orientación sexual como medio para ascender en política”?
No, no puede haber sorpresa. El título del libro es Por rojos y maricones, algo que apela a ese Federico García Lorca ejecutado de forma injusta por la dictadura. Lo que se hace en el libro es ofrecer un relato que va desde esa dictadura hasta el momento actual. Tenemos ese continuismo y a esas personas que participaron de la dictadura y luego se convirtieron en los fundadores de Alianza Popular y el PP. El propio Adolfo Suárez fue uno de los líderes de Falange. Vox es simplemente la última escisión ultraderechista del PP, y entre sus fundadores hay varios miembros de esa ala más conservadora de los populares. No nos puede extrañar que haya coincidencias de discurso y alianzas.
Hasta la fecha, toda la legislación nacional que ha reconocido los derechos de las personas LGTBI se ha aprobado durante Gobiernos socialistas.
Claro. Hay que poner en valor que ni todo es tan bueno ni todo es tan malo siempre. El PSOE ha tenido sus propios incidentes, sobre todo en el pasado, aunque también en el presente. Uno de los casos más escandalosos es evidentemente su transfobia en relación con la ley trans estatal. En el PP sucede lo inverso. Es cierto que el PP nacional no ha destacado nunca por la más mínima concesión a las personas LGTBI, pero sí están todas esas formaciones locales que a veces se oponen a la postura de su partido en temas como el matrimonio igualitario. Lo que pasa es que, al tener una influencia tan limitada, no dejan de resultar casos anecdóticos.
¿Crees que en la caída de Cristina Cifuentes tuvo algo que ver el hecho de que fuese una de las políticas populares más afines a las reivindicaciones LGTBI?
Todo nos lleva a pensar que la caída en desgracia de Cristina Cifuentes se debió a un inside job. Con ella no hubo un solo incidente, sino que empezaron a pulular una serie de escarmientos públicos relacionados con la validez de sus estudios, unas grabaciones que aparecieron sospechosamente muchos años después de hacerse… Aquello fue la maquinaria del fango puesta en marcha. Es cierto que Cifuentes era una figura bastante incómoda dentro de los planes del PP de regresar a posturas más conservadoras. Con el tiempo, Cifuentes podría haber amenazado la presidencia del partido, ya que tenía una gran prensa. Sí que es muy posible que ahí hubiera algún movimiento para apartarla del partido, como el PP ha hecho siempre con aquellos que tenían posturas algo más progresistas. Pasó con Pía Sánchez, que en numerosas votaciones, al igual que Celia Villalobos, votó a favor del matrimonio igualitario y luego dijo que abandonaba el partido, porque no podía aguantar esa situación de tener que estar enfrentándose todo el rato al reproche y las sanciones por su postura.
Jorge Javier Vázquez me dijo que le quitaría “el carné de maricas” a los que votan a las derechas. ¿Lo compartes?
No, para nada. Un buen amigo mío me dijo hace años que no tenía el más mínimo interés en entender por qué hay maricas que votan a la derecha. No le dije nada, pero pensé todo lo contrario. Tengo mucho interés en saber qué es lo que les mueve, para ver si en algún momento puedo explicarles que me parece perfecto que voten a cualquier partido que siga un camino democrático, pero que no nos engañen. Nunca voy a reprocharle a nadie que vote a un partido como el PP o Ciudadanos. Sí le voy a reprochar que lo haga basándose en mentiras del pasado del PP que ya no solo creen, sino que también difunden.
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